PÁGINAS COMPLEMENTARIAS

sábado, 1 de octubre de 2011

EL ARRENDADOR Y LOS ARRENDATARIOS (Mt 21,33-43)

 

  
ORAR EN EL MUNDO OBRERO
Ciclo “A”  (2010-2011)
 
 

27ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
(2 octubre 2011)
 
 
 
Sobre la propiedad privada pesa una hipoteca social a favor de los pobres:
tal es el arriendo que deben pagar los propietarios por el usufructo de la propiedad divina y común.
 

 






 

VER (leer una noticia)
 
 
 
 
I.  El despido de tres mil profesores (cifra equivalente al 12% de los maestros de secundaria, uno de cada ocho) tiene como finalidad “aparente” ahorrarle a la Comunidad de Madrid 80 millones de euros al año, evitando así “recortes en otras partidas esenciales para la enseñanza”.
 
Ante una noticia debemos reaccionar en primer lugar con preguntas.
Esta noticia nos sugiere la siguiente:
¿Pero hay en la enseñanza algo más esencial que un profesor?
 
En segundo lugar hay que intentar confrontarla con otras noticias relacionadas.
Construir una hemeroteca puede ser un instrumento interesante, dada nuestra corta memoria.
 
 
Relacionemos esta noticia.
“Hace menos de un año, la Comunidad de Madrid aumentó las deducciones fiscales para los colegios de pago.
Hasta entonces, estas ayudas solo iban a familias pobres que matriculasen a sus hijos en centros privados (si es que tal especie existe).
Pero Aguirre modificó la ley para beneficiar a las familias con rentas más altas y ahora, por ejemplo, un matrimonio con dos niños que declare ganar menos de 120.000 euros al año se puede desgravar hasta 1.800 euros por el colegio privado.
En total, este regalito cuesta 90 millones de euros anuales: diez millones más de lo que Aguirre dice que ahorrará con los despidos en la escuela pública”
(Manolo Escobar: Público 2/9/2011).
 
 
Sigamos relacionando.
“Madrid es la autonomía que más gasta en publicidad institucional.
Desde que empezó la crisis, desde 2008, ya ha dilapidado 620 millones de euros, una cifra que se gestiona de forma arbitraria y que explica por qué la lideresa sale tan guapa en la prensa de derechas.
 
El autobombo de Aguirre costará este año 111 millones, cinco veces más de lo que gastará Catalunya (21,1 millones), o un 40% más de lo que ahorrará despidiendo a profesores de la escuela pública (80 millones).
(Idem 6/9/2011)
 
 
Esta simpleza de relacionar las noticias resulta ser un instrumento, un mecanismo, una herramienta mil veces más potente que la palanca de Arquímedes (“dadme una palanca y moveré el mundo”) para desenmascarar las medias verdades que llenan el mar ideológico de la prensa.
 
 
 
II.  Lo que nos separa, lo que nos enfrenta es, muchas veces, la diferente información que manejamos sobre los acontecimientos.
Una cuestión elemental es saber de dónde saco la información que manejo, y cuál es su grado de verdad.
 
 
La iglesia, en medio de esta lucha por el poder de la información sesgada, debe optar, como Jesús, por la verdad desnuda, con una dedicación especial a la verdad hiriente de los pobres.
 ¿Lo hace?
¿Cómo valorar los medios de la HOAC respecto a su grado de verdad?
 
 
Al hablar de verdad nos estamos refiriendo al ‘hecho’ en su complejidad histórica, no a las formalidades que suele mostrar en la superficie, susceptibles de ser llenadas de los más variados contenidos ideológicos.
 
 
 
 

 

ORAMOS
EL BIENESTAR DE LA APARIENCIA
(B. González Buelta, con retoques propios)
 
¡Ay de aquellos
 
−que saborean la “alta cocina” en platos refinados,
pero no “saben” de la amargura del peón precario que trabaja la tierra;
 
−que miran la belleza en la fachada de los grandes edificios,
pero no oyen en las piedras el grito de los obreros mal pagados.
 
−que pasean en coches de lujo por las nuevas avenidas,
pero no tienen memoria para las familias desalojadas como escombros.
 
−que exhiben ropa elegante en cuerpos bien cuidados,
pero no se preocupan de las manos que cosechan el algodón…
 
porque dejan resbalar sobre la vida su mirada de turistas
y no contemplan detrás de las fachadas con ojos de profetas!
 
 
¡Ay de aquellos
 
−que solo ven en el pobre una mano que mendiga
y no una dignidad indestructible que busca la justicia;
 
−que solo escuchan en los gritos de los pobres caos y peligros
y no oyen la protesta de Dios contra los fuertes;
 
−que solo contemplan lo bello, sano y poderoso
y no esperan salvación de lo más bajo y humillado…
 
 
porque no podrán contemplar la salvación
que brota en el Jesús encarnado desde abajo!
 
 
 
 

EVANGELIO: 

El arrendador y los arrendatarios
(Mt 21,33-43)
 
[En aquel tiempo dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo:]
 
“Escuchad otra parábola:
«Había un propietario que plantó una viña,
la rodeó con una cerca,
cavó en ella un lagar,
construyó una torre,
la arrendó a unos labradores
y se marchó lejos.
 
Llegado el tiempo de los frutos,
envió sus criados a los labradores
para percibir los frutos
que le correspondían.
 
Pero los labradores,
agarrando a los criados,
apalearon a uno, mataron a otro
y a otro lo apedrearon.
 
Envió de nuevo otros criados,
más que la primera vez,
e hicieron con ellos lo mismo.
 
Por último les mandó a su hijo
diciéndose:
“tendrán respeto a mi hijo”.
 
Pero los labradores,
al ver al hijo se dijeron:
“Este es el heredero:
venid, lo matamos y
nos quedamos con la herencia”.
 
Y agarrándolo, lo sacaron
fuera de la viña y lo mataron.
 
Cuando vuelva el dueño de la viña,
¿qué hará con aquellos labradores?».
 
Le contestan:
«Hará morir de mala muerte
 a esos malvados
y arrendará la viña a otros labradores
que le entreguen los frutos a su tiempo».
 
Y Jesús les dice:
«¿No habéis leído nunca en la Escritura:
“La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
 
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente”?
 
Por eso os digo que
se os quitará a vosotros el Reino de Dios
y se dará a un pueblo
que produzca sus frutos (…)”.
 
[Los sumos sacerdotes y los fariseos,
al oír sus parábolas,
comprendieron que hablaba de ellos.]
 
 
 
 


 

Pequeña exégesis (lectura con lápiz)
 
Jesús, para denunciar a los dirigentes político-religiosos de Israel, opuestos siempre a los planes de Dios, contó una historia (al estilo del “canto de la viña” de Is 5,1-7) sobre lo que aconteció entre un propietario y sus arrendatarios.
Con esta parábola Jesús desnudó en su verdad profunda a los dirigentes.
 
 
Antes de adentrarnos en la parábola, puede ser interesante, aunque nos desvíe aparentemente del sentido pretendido por Mateo, recordar el conflicto clasista existente en torno a la tierra entre los propietarios y los colonos.  En este conflicto la subsistencia de los colonos no estaba asegurada, pues se daba una «práctica económica extendida en el mundo grecorromano, donde los altos precios de los arrendamientos [en aquella época los arrendatarios tenían que entregar un porcentaje fijo (25-50%), o bien un volumen fijo de frutos o bien una suma de dinero al propietario], los impuestos civiles y religiosos, la compra de semilla para la próxima siembra y de pienso para el ganado, y la necesidad de adquirir mediante pago en dinero o en especie otras mercancías no producidas por los propios campesinos, hacían difícil la subsistencia de éstos».
Solo el propietario era beneficiario neto de este sistema explotador.
 
 
La parábola no entrará en este conflicto, sino que da por conocido en la historieta el punto de vista de la elite propietaria, es decir, aquel sentido que se impone como el sentido verdadero y que el pueblo alienado acepta como la realidad misma.
Y la realidad aceptada por la mayoría es que el propietario tiene derecho a recibir lo establecido y los arrendatarios a dar los frutos que se le exigen, sin cuestionar la estructura actual de la propiedad privada.
 
[Los Padres de la Iglesia sacarán un principio revolucionario: sobre la propiedad privada pesa una hipoteca social a favor de los pobres: tal es el arriendo que deben pagar los propietarios por el usufructo de la propiedad divina y común]
 
 
Pues bien, un propietario creó su huerto.
Lo dotó de una cerca que ofrece protección contra los animales salvajes y los ladrones, un lagar (para pisar la uva) “cavado” en la roca, con dos pilas (que es donde fluye el zumo), y una torre para vigilar pájaros y ladrones.
El propietario, pues, hizo todo lo razonable para poder sacar el máximo rendimiento de una viña.
Este propietario (como todos los terratenientes) arrienda la viña a unos labradores y se marcha [absentismo] (no se sabe si al extranjero o a la ciudad donde solían vivir los terratenientes).
 
 
La historia va a destacar la práctica criminal de los arrendatarios, dispuestos a llegar hasta el asesinato para apoderarse de la viña.
 
 
En contraste con la maldad de los arrendatarios, el propietario es pintado como un ser lleno de bondad y de paciencia inquietante, dispuesto a darles una oportunidad definitiva al enviarles a su hijo, pues en su excelsa moralidad piensa que a éste lo respetarán.
Pero éstos se confabulan contra él, como otrora los hijos de Jacob contra su hermano José, en una especie de imitación trágica de la historia criminal de sus ancestros.
 
El plan de los viñadores («lo matamos y nos quedamos con la herencia») aparte de ser perversamente criminal, no parece realista tampoco, a no ser que crean que el propietario éste es en verdad un lelo, dada su actuación hasta ahora.
 
 
Terminada la historieta, queda formular la pregunta a los dirigentes:
«Cuándo vuelva el dueño de la viña,
¿qué hará con aquellos labradores?»
Y la respuesta de estos es clara:
estos viñadores [los dirigentes no saben que se están auto-condenando] merecen un castigo ejemplar.
 
Para los lectores que conocen la tradición bíblica el sentido al que apunta la historieta es claro como el día.
El Propietario es Dios, el único propietario de la tierra de Israel (es decir, de toda la tierra).
Todas las autoridades (aquí religiosas, pero también civiles), todos los <‘ladrones’ de propiedad> que en el mundo han sido, son arrendatarios, simples colonos obligados a producir los frutos de justicia que Dios estableció en su Reino.
Los siervos enviados a reclamar justicia son los profetas; el hijo es Jesús, a quien las autoridades de Israel (sumos sacerdotes, ancianos y fariseos) dieron muerte «fuera de la viña”.
La historia de los profetas y de Jesús sigue repitiéndose en nuestros días.
 
 
Jesús mismo se encarga de aclarar el sentido de la parábola:
«se os quitará a vosotros [las autoridades] el reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos [es decir, los frutos del Reino]».
Por tanto, la expectativa del reino de Dios va ligada al aporte de frutos (a la obediencia a la voluntad del Padre y al amor).
Cuál es ese “pueblo” al que se aplica esto, lo deja Mateo en el aire, pues ¡nos toca a nosotros realizarlo!
 
 
 
 

 

REFLEXIÓN PERSONAL
[Escuchar y entender para dar fruto]
 
Es interesante que Mateo sustituya a los dirigentes religiosos criminales no por otros dirigentes mejores, sino por un pueblo que dé frutos.
En torno a los frutos de justicia que Dios determinó se practicasen se establece el lugar evangélico de la verdadera iglesia.
La pertenencia a la institución, el cumplimiento de todas sus rúbricas, la recta profesión de fe, no son nada sin las obras de amor que clarificarán en el juicio del juez universal quién es trigo y quien es cizaña (Mt 13,37-43), o quién formará parte, por los frutos, de su verdadera familia (cf. Mt 7,15-23; 12,46-50).
 
 
Dios sigue enviando profetas a exigir las obras de justicia, empezando por la iglesia.
Su Hijo Jesús viene en cada eucaristía, en cada hermano pequeño a exigir las obras de su Reino.
Examinémonos ¿Qué hacemos, si somos dirigentes religiosos ante esta exigencia de los pobres?
¿Qué hacemos, si somos militantes cristianos?
¿Exigimos los frutos de este convenio divino a los «ladrones de la propiedad», es decir, a la elite económica?
 
 
 
 

 

SALMO 8
(Maravilla de Dios y grandeza del hombre)
 
¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
 
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos
para reprimir al adversario y vengativo.
 
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado.
¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él?
 
Lo hiciste poco inferior a Dios, lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajo sus pies:
Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar.
 
 
 

 

El salmo se abre con una exclamación de maravilla que da el tono a todo el poema.
Es la actitud típica de la alabanza:
el orante no encuentra normal las cosas que ve, se maravilla, sabe maravillarse.
Como la maravilla es el inicio de la sabiduría, así lo es también de la oración.
Saber maravillarse… he aquí un reto para nuestra oración.
 
 
¡Yhwh, Señor nuestro...”
Dios es nuestro, dice el salmista. ¿De quién?
De la comunidad de “pobres de Yhwh”, que recita los salmos, nos responde.
El “nosotros” se restringe a aquellos que reconocen a Yhwh como su Señor y rey.
Ante él prorrumpimos en alabanza maravillada:
 
 
“... qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
El salmo usa un conjunto de términos relacionados con la idea de “gloria”: “imponente”, “majestad”, “honor”, “esplendor”.
Lo resalto porque son vocablos que usualmente se atribuyen a Dios o también a su representante en la tierra, el rey.
Lo interesante es que en nuestro salmo vienen referidos también al “hijo del hombre”, al simple humano (v. 6).
Se subraya así la cercanía extraordinaria del hombre común a Dios (“lo has hecho apenas inferior a Dios”, v. 6).
¡El hombre, en cuanto humano, comparte la gloria y dignidad de Dios!


También el admirable “nombre” pertenece al campo semántico de la gloria.
Como la gloria, también el Nombre de Dios es el ser mismo de Dios en cuanto puede ser conocido por el hombre, en su relación con la creación.
Dios puede ser invocado por los hombres a través de su Nombre (YHWH: “siempre estaré con vosotros”), que él ha revelado a su pueblo (Ex 3,14).
Y lo que ha revelado de su ser al revelar su Nombre es que Dios es amor (1Jn 4,8).
Un día, el Nombre de Dios se hará carne en un trabajador de Nazaret, y contemplaremos la gloria de Dios en la carne entregada de un crucificado…
Esta inenarrable belleza solo se encuentra en los evangelios, y qué pocos los leen…
 
 
La metáfora de la lucha recorre los versículos 2-3.
Los cielos están revestidos de la majestad de Dios, porque ellos narran, en silencio, su victoria sobre las potencias del caos.
Para el hombre antiguo el “cosmos” es fruto de una lucha mortal entre el Dios creador y el monstruo del caos, que continuamente lanza sus ataques contra el orden instaurado del creador (cf. Sal 29).
El orden del cielo me recuerda el caos económico al que tenemos que vencer para que pueda narrar las maravillas del hombre “erectus y decens”…
 
 
En el versículo 3 aparece la expresión “con la boca de niños y lactantes”.
La interpretación de este versículo es muy discutida.
Sobre todo la identificación de “niños y lactantes” (y también la de “enemigo y vengativo”).
 
Nosotros los hemos entendido como designación de los “pobres de Yhwh”.
Los textos paralelos (1Sam 15,3; 22,19; Jer 44,7; Lam 2,11; 4,4; Joel 2,16) se refieren a los miembros más débiles e indefensos de la población, que son asesinados en caso de una guerra de exterminio (gente prescindible y por el que ningún Estado estará dispuesto a gastarse un duro).
Leyendo el Sal 8 en el contexto de los salmos 3-7 piensa uno en los salmistas de estos salmos, víctimas inocentes de los abusos de poder por parte de los poderosos.
 
 
En el Sal 131 el salmista se aplica a sí mismo esta metáfora: “como un niño destetado en brazos de su madre...”.
El niño en brazos de su madre es símbolo no solo de un ser indefenso, débil, sino también de un abandono confiado y tranquilo, y ambas acepciones se aplican maravillosamente a los orantes de los salmos.
Se trata de “los pobres de Yhwh”, bien en sentido material, como seres indefensos, oprimidos y marginados de la sociedad, bien en sentido espiritual, en cuanto que no ponen su seguridad en ellos mismos, sino en Dios.
 
 
El nombre de Yhwh es potente por toda la tierra porque precisamente este nombre los pobres (“niños y lactantes”) lo invocan (“boca”), cantando los salmos.
Por otro lado, el “nosotros” de “dueño nuestro” recibe ahora su explicación: se refiere a los “niños y lactantes”, es decir, a aquellos que reconocen su dependencia de Dios como un niño de su madre.
 
 
 
Con estos seres indefensos y desarmados Dios “ha cimentado un baluarte”. La alabanza, que sale de los pobres y pequeños, es la fortaleza que Dios ha fundado.
La oración de los pobres es el arma con la que Dios desarma a los enemigos.
 
 
Los adversarios son, sobre todo, adversarios de Dios, probablemente los ‘malvados’ del Sal 1,1 o los “reyes de la tierra” del Sal 2,1-3.
Los “niños y lactantes” con su confianza y abandono en Dios, y con el amor por su ley (cf. Sal 1,2) son el antídoto que Dios ha encontrado para superar la revuelta de los hombres prepotentes.
A los enemigos de Dios se unen aquí el “enemigo y vengativo”.
Este tipo de venganza viene tematizado en el Sal 7.
Frente a los enemigos que lo atacan injustamente, el salmista se gloría ante Dios de no haberse vengado (v. 5).
La actitud del salmista es una actitud no violenta, como la de un niño desarmado, incapaz de defenderse o de ofender.
Como si dijese que la violencia no se vence con la violencia, sino con la renuncia a ella.
Un lactante no es capaz de venganza.
Pues bien, con estas criaturas Dios pone fin al “enemigo y vengativo”.
 
 
 
La espiritualidad de los “niños y lactantes” se retoma en el NT:
“El Reino de los cielos les pertenece (Mt 18,3; 11,25).
La no violencia, la mansedumbre, es la fuerza de los débiles.
Su clamor desgarra los cielos.
 
 
 
[Dada la extensión del comentario, y pidiendo perdón por no haber sabido hacerlo más sencillo, vamos a dejar su continuación para la próxima semana.
Démonos tiempo para empaparnos de la maravilla de su música]
 
 
 
 

 

ORAMOS
 
¡Dios, que nos derrotan; que tiran nuestras conquistas sociales a la mierda!
Míralos como imponen a tu pueblo duras pruebas,
haciéndole beber el vino amargo del Ajuste:
ni un trabajador se salva, ni uno solo.
¡Respóndenos, Señor, que están aniquilando los derechos laborales!
Desde sus poltronas, desde la fachada de la Bolsa de valores,
desde la escalinata del Parlamento nacional,
como si fuese un juego de monopoly,
políticos vendidos y banqueros sinvergüenzas
someten el país al mandato de los mercados.
 
Fortalécenos, Señor, que en tu nombre salgamos a la calle
con aquella confianza que das a los obreros curtidos en conflictos:
que organizados permanezcan unidos en la lucha necesaria,
en comunión de acción, sin romperla, como siempre,
por viles protagonismos estériles y sectarios.
 
¡Dios, que fracasen sus ajustes recesivos,
que el pueblo eche abajo sus planes sanguinarios!
 
 
 
 
OBRERISMO LIBERTADOR (…)
 
La “lucha de clases” es un hecho brutal y evidente, que no ha sido provocado precisamente por la injusticia de los trabajadores (…)
 
Ideas claras: no hemos escogido el lugar ni la manera de luchar, sino que nos ha sido impuesto; no podemos desertar ni traicionar a la clase obrera a la que pertenecemos, para acabar con un estado general de injusticia.
 
Ideas claras: nuestro objetivo no puede estar en la lucha de clases, sino en la justicia social “para todos” (…)
 
Ideas claras: en nuestra lucha de clases nos sentimos representantes no solamente de los trabajadores, sino de todos los atropellados de cualquier manera (…)
 
Ideas claras: nos sentimos representantes incluso de los que están al otro lado de la barricada en nuestra lucha de clases, ya que el mayor bien que podrían recibir en este mundo será el de ser vencidos en esta lucha, dejando de una vez de ser lucradores del sudor, de las lágrimas y de la sangre de los miserables, para pasar a ser colaboradores de una humanidad fraterna en marcha hacia los altísimos destinos para los que Dios la creó.
 
Ideas claras: luchamos por un humanismo cristiano en el que los hijos de Dios colaboren con los hijos de Dios, en vez de oprimirse y odiarse recíprocamente.
Queremos la abolición del proletariado y de la miseria (tanto la miseria por defecto como la miseria por exceso); queremos que la clase obrera ocupe en la sociedad el puesto que le corresponde como elemento directivo y en pie de igualdad con otras categorías humanas.
Esto va mucho más allá de cualquier reforma del capitalismo (…)
 
 
Esta es la verdadera revolución; la que la humanidad ha de implantar.
Es verdaderamente cuestión de vida o muerte.
(Guillermo Rovirosa, Tomo V, p 245s).
 
    
ORAR DESDE EL MUNDO OBRERO
 
Dos enlaces:

 

 



 
- Is 5,1-7. La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel.
- Salmo 79. R/. La viña del Señor es la casa de Israel.
- Flp 4, 6-9. Poned esto por obra, y el Dios de la paz estará con vosotros.
- Mt 21,33-43. Arrendará la viña a otros labradores.



 
                La imagen de la viña.
Con la imagen de la viña la primera lectura quiere poner de relieve el compromiso de Dios para con su pueblo y la irresponsabilidad de Israel (1 lect.).
La infidelidad de Israel es motivo para que la salvación pase a otros pueblos (Ev.).
Para que la Iglesia permanezca siempre y sea instrumento de salvación tiene que estar al servicio de la verdad, de la justicia y de los valores que promueven y salvan al ser humano (2 lect.).