PÁGINAS COMPLEMENTARIAS

miércoles, 11 de enero de 2012

«SEGUIR A JESÚS»
ORAR EN EL MUNDO OBRERO
2ª SEMANA DEL T. ORDINARIO
(15 de enero 2012)



ORAR EN EL MUNDO OBRERO
Ciclo “B”  (2011-2012)

2ª SEMANA DEL T. ORDINARIO (Ciclo B)
(15 de enero 2012)

«Seguir a Jesús indica el deseo de vivir con él
y como él, adoptar sus objetivos y
colaborar en su misión
.
“Seguir” significa caminar junto con
otro que señala el camino.
Ahora bien, este caminar con Jesús
sólo se convierte en seguimiento
si cumple dos condiciones:
el que camina con Jesús debe
«renunciar a sí mismo
y cargar con su cruz»;
sólo así el caminar
se convierte en seguimiento.



I. PIENSO:
Ricos más ricos y pobres más pobres
[Hagámonos en la oración
conscientes de esta inmunda realidad,
tan “natural”, por otro lado].
El paro, la bajada de los sueldos
y el fin de algunas prestaciones
han dado cuerpo a eso conocido
como la factura desigual de la crisis
[¿Qué factura estoy yo pagando por la crisis?].
Porque no todos están en crisis,
ni todos la pagan por igual.
Hay ricos cada vez más ricos
en medio de este basurero de pobreza.
Este único hecho ya es suficiente
para descalificar como intrínsecamente injusto
al capitalismo que nos rige,
independientemente de que
algunas políticas sociales
(forzadas por la lucha obrera y ciudadana)
nos ofrezcan, de vez en cuando,
cierto analgésico para olvidar
esta injusticia evidente.
Como cristianos no aceptaremos nunca
sucedáneos de justicia,
que es a lo sumo que se puede aspirar
dentro del capitalismo;
y sin embargo, no creo equivocarme
si digo que no sólo los aceptamos,
sino que ¡nos daríamos por satisfechos
si pudiésemos conseguir alguno
de esos sucedáneos
con nuestro compromiso!
¿Qué opino?

II. ORO:
En mi oración puedo tener presente
estas realidades evidentes de mi fe:
1. Tanto los ricos que parecen no tener vergüenza,
como los empobrecidos despreciados
son hermanos míos;
2. Jesús me exige como cristiano
que los ame como él me ama a mí;
3. como cristiano he prometido
vivir las bienaventuranzas,
comenzado por la primera
(“opción por los pobres”)
y acabando por la última
(“ser perseguido por buscar
la justicia del Reino de Dios”).
¿Cómo uno, en mi actuar comprometido,
mi amor universal a todos
y mi lucha por la justicia
de los empobrecidos?
¿Cuál es mi experiencia?
Intento recordar la experiencia de Jesús
que conozco por los evangelios…
Le pido poder realizar el modo de su lucha…

Sólo los utópicos de
“una tierra nueva y unos cielos nuevos”
y quienes viven la esperanza de su Reino,
pueden creer y tener ánimos, sí, cristianos ellos,
para intentar con pobres y oprimidos,
esos aguafiestas sempiternos,
el revertir la historia, y subvertirla
y lanzarla en otra dirección…
y otros senderos.
Porque, ¡ay amigos! esta sociedad está malita,
¡sólo los médicos parecen no saberlo!
Nosotros lo sabemos, ¡bien conocemos sus heces!
y apestan a injusticia y a dinero…
¡Cualquier día se crean campos de concentración
para los desempleados y los enfermos!

«Esa civilización gravemente enferma
es la civilización del capital,
la civilización de la riqueza.
Esta hace de la acumulación del capital
el motor de la historia
y de su posesión y disfrute
el principio de humanización.
No ha ofrecido solución adecuada
a las carencias y necesidades básicas
de las mayorías del planeta
ni ha propiciado
una civilización humana y fraterna.
La conclusión es clara:
“en un mundo configurado pecaminosamente
por el dinamismo capital-riqueza
es menester suscitar un dinamismo diferente
que lo supere salvíficamente”»
(Jon Sobrino).



EVANGELIO (Jn 1, 35-42)

«Al día siguiente estaba allí Juan
otra vez con dos discípulos y,
fijando la vista en Jesús
que caminaba, dijo:
−“Mirad el Cordero de Dios”.
Al escuchar sus palabras,
los dos discípulos
siguieron a Jesús.
Jesús se volvió y,
al ver que lo seguían,
les preguntó:
−“Qué buscáis?”.
Le contestaron:
−“Rabbí (que equivale a “Maestro”),
¿dónde vives?”.
Les dijo:
−“Venid y lo veréis”.
Llegaron, vieron dónde vivía
y aquel mismo día
se quedaron a vivir con él;
era alrededor de la hora undécima.
Uno de los que escucharon a Juan
y siguieron a Jesús era Andrés,
el hermano de Simón Pedro;
fue a buscar primero
a su hermano carnal
Simón y le dijo:
−“Hemos encontrado al Mesías
(que significa “Ungido”).
Lo condujo a Jesús.
Jesús, fijando la vista en él, le dijo:
−“Tú eres Simón.
el hijo de Juan;
a ti te llamarán Cefas
(que significa “Piedra”)».


Pequeña explicación

1. El texto nos presenta a Juan
con dos de sus discípulos,
es decir, hombres que
han escuchado su anuncio
y han recibido su bautismo.
Están a la expectativa.
Juan ha reconocido ya al Mesías,
los discípulos no lo conocen aún.

1.1. ¿Es esta también nuestra
situación respecto de Jesús?
¿Qué conocemos de Jesús?
¿Qué clase de conocimiento es el nuestro?

2.  Ante Jesús que pasa,
Juan el Bautista,
en presencia de los dos discípulos,
pronuncia de nuevo su declaración,
que ya pronunció anteriormente en 1,29:
“Mirad el Cordero de Dios”.
Les da a conocer así la calidad del Mesías:
saben que ha de inaugurar
la nueva pascua y alianza
y realizar la liberación definitiva;
al mismo tiempo,
que es el Hijo de Dios,
el portador del Espíritu, y que,
comunicándolo,
va a quitar el pecado del mundo.

2.1. Los cristianos hemos recibido
el don de la nueva alianza
(con una sola cláusula:
el mandamiento Nuevo);
hemos sido liberados del pecado
(somos libres)
y recibido el Espíritu
(de hijos de Dios)…
y, sin embargo,
¿no somos tentados
para seguir actuando
según la antigua alianza
de los mandamientos?
¿No nos dejamos esclavizar
por nuestros propios criterios?
¿No apagamos, miedosos,
el Espíritu que habita en nosotros?

3. Los dos discípulos de Juan
«siguen» a Jesús.
«Seguir a Jesús»,
como término técnico
aplicado a discípulos,
indica el deseo de
vivir con él y como él,
adoptar sus objetivos y
colaborar en su misión
.
“Seguir” significa caminar
junto con otro
que señala el camino.
Ahora bien,
este caminar con Jesús
sólo se convierte en seguimiento
si cumple dos requisitos
o condiciones:
el que camina con Jesús debe
«renunciar a sí mismo
y cargar con su cruz»;
sólo así el caminar
se convierte en seguimiento.

3.1. Será bueno que en la oración
tomemos conciencia de lo que
nos está pidiendo Jesús.
Cierto es que no hay comparación
con lo que nos da a cambio.
Eso lo sabemos todos,
por poca experiencia
que tengamos
de haberlo seguido en el pasado.
¿Tengo sintetizados personalmente
los objetivos que persigue Jesús?

4. Jesús, a quienes le siguen,
les hace la pregunta esencial:
“¿qué buscáis?”
Jesús quiere saber el objetivo que persiguen.
Puede haber muy diversos motivos
para seguir a Jesús.
Jesús les pregunta lo que buscan,
es decir, lo que esperan de él
y lo que creen que él puede darles.

4.1. Se insinúa que existen
seguimientos equivocados,
adhesiones a Jesús que
no corresponden a lo que él es
ni a la misión que ha de realizar.
Será bueno que le contestemos a Jesús
en la oración la pregunta que nos hace hoy:
¿Qué buscas?

5. Los discípulos lo llaman “maestro”
y le contestan con otra pregunta:
“¿Dónde vives?”
A llamarlo maestro indican que
lo toman por guía,
dispuestos a seguir sus instrucciones.
Tengamos en cuenta que
la relación maestro-discípulo
no se limitaba en aquel tiempo
a la transmisión de una doctrina,
se aprendía un modo de vivir.
La vida del maestro era
pauta para la del discípulo.
Por eso quieren irse a vivir con él,
a estar bajo su influjo.

5.1. La pretensión de la formación hoacista
es que aprendamos a vivir en cristiano.
¿Cuál está siendo mi experiencia de vida formativa?

6. Jesús les dijo:
«Venid y lo veréis».
¡Todo depende de que los discípulos
puedan experimentar la vida de Jesús!
Jesús puso su tienda entre los hombres,
se identificó con los pobres,
trabajó con manos obreras…
está en la zona de la vida,
lleno de amor leal.
Todo esto no se puede conocer
por mera información,
sino que se ha de experimentar:
venid y lo veréis”.

6.1. La formación,
la vida de equipo,
el compromiso,
familia…
es “donde vivimos”.
No tenemos otra manera
de evangelizar,
de invitar a otros,
que la de Jesús:
“venid y veréis”.
¡Señor, lo vemos claro,
pero ayuda nuestra poca fe!

7. Jesús no es maestro espiritual
de individuos aislados,
sino el fundamento de
una nueva comunidad humana.
Va a vivir allí donde dos o más
se reúnan en su nombre
y se amen como él los ama.
¿Qué otra cosa pretenden ser los equipos?

8. La experiencia de Andrés
en su contacto con Jesús
provoca en él inmediatamente
la necesidad de darlo a conocer (iniciación).
En primer lugar a su hermano carnal, Simón.

9. Jesús, fijando la mirada en Pedro,
pronuncia su nombre
y lo define como “el hijo de Juan”.
Añade que será conocido por un apelativo:
Cefas (que significa «Piedra»).
El sobrenombre “Pedro”
podría significar de algún modo
su modo de ser y de actuar.
Si esto es así,
nos interesa destacar que
Jesús es bien consciente
desde el principio
cuál va a ser la actitud de
Pedro en lo sucesivo.

9.1 Intentemos meternos
en la escena del evangelio
como si estuviésemos presente.
Actualicemos el rol
de los diversos discípulos:
Andrés,
el discípulo innominado,
Pedro.
Dejémonos también nosotros
traspasar por la mirada de Jesús:
¿qué dirá de nosotros?
Él nos conoce enteramente…
¡y tanto!
¡y nos ama con locura! 


SALMO (variación sobre el Salmo 25)

A ti, Señor, presento mi afán;
en ti, mi Dios, confío; no quedaré defraudado
−los que esperan en ti nunca quedan defraudados−

Indícame tus caminos, Señor; enséñame tus sendas;
encamíname fielmente, enséñame,
tú eres mi Dios y salvador, en ti espero siempre.

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu lealtad son eternas;
no te acuerdes de mis pecados y traiciones,
acuérdate de mí, por tu bondad, Señor.

El Señor es bueno y recto y enseña a los humildes su camino.
El Señor se confía a sus fieles y les da a conocer su alianza.

Vuélvete a mí y ten piedad, que estoy solo y afligido;
ensancha mi corazón encogido y sácame de mis congojas.
Mira mis trabajos y mis penas, perdona todos mis pecados.

Guarda mi vida y líbrame,
no quede defraudado de haberme acogido a ti.
La honradez y la rectitud me protegerán: lo espero de ti.
¡Oh Dios, salva a tu pueblo de todos sus peligros!




Ayuda para rezar el salmo

1. Lo leo pausadamente todo entero…
hago que las palabras resuenen en mi interior.
2. Me fijo en todas las acciones que realiza el salmista:
presenta su afán a Dios; confía en él, etc.
3. ¿Qué le pide el salmista a Dios?
4. ¿Cómo define a Dios?
5. Actualizo el salmo orando mi experiencia:
¿Qué le pido a Dios?
¿Cómo defino a Dios? etc.




Dejemos de vivir como agonizantes
«Para el no bautizado (y para el bautizado inconsciente)
la vida sobre la tierra es un estado agónico permanente (…)
El planeta lo pueblan una multitud inmensa de agonizantes
que buscan desaforadamente (como a “summum bonum”)
vivir en una dulce agonía: no sufrir, con todos los “calmantes”
posibles, que no les contraríen en nada y que se atiendan
todos sus gustos, una “buena posición”, no pensar en nada
desagradable, que no se les moleste para nada,
que todos acudan al más leve deseo…
Los bautizados conscientes son la excepción.
La agonía terminó con la muerte bautismal.
Desde entonces, si son fieles, ya no viven ellos,
sino que es Cristo quien vive en ellos».


Probemos a experimentar la Verdad sobrenatural de Jesús
«La experiencia palpable de la Verdad sobrenatural de Jesús,
que cualquiera puede hacer, sea la que sea su situación,
y que siempre está al alcance de su mano, es ésta:
mirar por un lado lo que dicta la recta razón y el derecho natural
para aquella situación (esto es: lo que haría un pagano decente)
y ver por otro lado cuál es el criterio evangélico
para dicha situación, y dejar de lado la propia razón natural
y el Derecho Natural para seguir el criterio sobrenatural de Jesús.
¡Y a ver qué pasa!
Esto es seguir a Jesús.
Generalmente nos tranquilizamos la conciencia
cuando tenemos la seguridad moral de que nos movemos
en la zona de la recta razón y del Derecho Natural,
ilusionados (¡ilusos!) con que así seguimos a Jesús».
(G. Rovirosa, El primer traidor cristiano:
Judas de Keriot, el apóstol
, O.C. I, p 527 y 534-535 )



¡Si los criterios de Dios vividos por Jesús
fuesen verdaderamente nuestros mismos criterios!
¡Ah si fuésemos hombres y mujeres de palabra
y cumpliésemos las promesas hechas en nuestro bautismo!
¡Si VERDADERAMENTE el Dios Trinidad
habitase como único Señor en nuestro corazón!
¡Cómo cambiaría la situación de los pobres!



- 1 Sam 3, 3b-10. 19. Habla, Señor, que tu siervo te escucha.
- Salmo 39. R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
- 1 Cor 6,13c-15a. 17-20. Vuestros cuerpos son miembros de Cristo.
- Jn 1,35-42. Vieron dónde vivía y se quedaron con él.

Encuentro con el Señor.
Tres aspectos: llamada, encuentro y respuesta.
Una llamada:
Dios llama a Samuel en el silencio de la noche (1 lect.).
Un encuentro:
dos discípulos de Juan se encuentran con Jesús y hacen de intermediarios para que otros lo encuentren también (Ev.).
Una respuesta:
Pablo recuerda que nuestros cuerpos son miembros de Cristo y templos del Espíritu Santo, y como tales nos hemos de comportar sin profanar el templo (2 lect.).