PÁGINAS COMPLEMENTARIAS

domingo, 24 de agosto de 2014

HACIA UN NUEVO HUMANISMO: «Arrepentirse»,
por José Antonio Hernández Guerrero


Una de las fórmulas más repetidas, más erróneas y, probablemente, más falsas con las que -a veces con tono de una suficiencia- pretendemos ocultar nuestra radical fragilidad es la de que “no tenemos nada de qué arrepentirnos”. Si la analizamos detenidamente, llegamos a la conclusión de que es una declaración que no sólo encierra una ingenua necedad, sino también una peligrosa desvergüenza. Si la más elemental lucidez nos exige que reconozcamos los errores que hemos cometido, la conciencia moral nos impone la necesidad de identificar el origen de los traspiés y la obligación de corregir, en la medida de lo posible, los desvíos. Todos deberíamos tener muy en cuenta que sólo logramos el crecimiento personal y el progreso social, cuando, tras asumir las equivocaciones, nos decidimos a enmendarlas.


Esas cándidas reacciones -síntomas claros de fragrante inmadurez- quizás resulten comprensibles en niños y en adolescentes, pero son peligrosas en los adultos y, sobre todo, en aquellos personajes públicos que, teniendo en cuenta que sus decisiones repercuten en muchos de sus conciudadanos, deberían ser especialmente “escrupulosos”. Cuando empleo esta palabra, no me estoy refiriendo, como podrán suponer, a esa “manía” de autoinculparse de manera permanente ni, mucho menos, a esas obsesiones que suelen revelar una personalidad neurótica de quienes no pueden reprimir unos contenidos de la conciencia que, a pesar de juzgarlos insignificantes, no son capaces de dominarlos. Aludo a esa sensibilidad que nos capacita para captar y para vivir los valores morales o, en palabras más sencillas, a esos sentimientos de respeto a los deberes ciudadanos, a la valoración positiva de la conducta buena y al desprecio de la conducta mala.


Reconocer los errores y mostrar voluntad de corregirlos, en vez de ser muestra de debilidad, es la mejor garantía de inteligencia, de nobleza y de dignidad. ¿Creen ustedes que la estatura humana y la talla política de, por ejemplo, José María Aznar habrían disminuido si, tras conocer las graves consecuencias de la Guerra de Irak, hubiera reconocido que se equivocó? ¿Cuál habría sido la reacción de los ciudadanos si José Luis Rodríguez Zapatero, tras comprobar los resultados de los encuentros con los miembros de ETA, hubiera declarado que sus cálculos habían sido erróneos?


Yo estoy convencido de que los líderes ganarían mayor credibilidad -el fundamento de la autoridad política- si en los mítines de las campañas electorales, incluyeran, además de las inevitables promesas, la relación de errores que, al menos durante la última legislatura, ellos han cometido y, sobre todo, si manifestaran su sincera voluntad de corregirlos. No olvidemos que, no sólo desde una perspectiva moral, sino también desde un planteamiento retórico, el reconocimiento de los fallos genera en los destinatarios de los discursos un sentimiento de benevolencia que nos dispone para acoger favorablemente las propuestas y, sobre todo, a fiarnos de quien nos solicita nuestra adhesión.


Lo contrario nos ocurre cuando, en contra de las evidencias, pretenden ocultar, hacernos olvidar o, lo que es peor, negar los hechos. Lo más probable, sin embargo, es que los líderes del partido que gobierna denuncien los lamentables desatinos de la oposición, mientras que los dirigentes de la oposición desaprueben los graves disparates del los miembros del Gobierno. Mientras, los ciudadanos seguiremos buscando fórmulas adecuadas para evitar que dichos reproches nos irriten demasiado.



José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente, sobre el sentido de la dignidad humana en «Hacia un nuevo humanismo».

1. Las raíces evangélicas de la dignidad humana

2. Bienestar

3. La maldad

4. Bondad

5. Crueldad

6. El Otro y los otros

7. Otra forma de comunicación


8. «El surfing»


9. «El odio, un impulso suicida»


10. «El amor no es un impulso ciego»


—. «El fundamento de la PAZ es el respeto al otro»


—. «Las paradojas de la vida»


—. «Arrepentirse»




CARTAS AL DIRECTOR “DIARIO DE CADIZ”,
EN RELACIÓN CON EL CESE DEL DIRECTOR DIOCESANO DE CÁRITAS,
publicada el 19 de agosto y 16 de septiembre

A través de este medio de comunicación queremos manifestar nuestro desacuerdo con las actuaciones que el Obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zonorza Boy, está acometiendo en esta Diócesis. Nos referimos concretamente a los trabajadores del Obispado despedidos sin una clara justificación, ya que en caso que las hubiera, ¿no estamos llamados los cristianos a la corrección fraterna? El despido de trabajadores en la ciudad de Cádiz, con más del 40% de paro, es condenarlos a la pobreza y a la marginación ante la falta de perspectiva de volver a encontrar un nuevo puesto de trabajo.

Estamos en desacuerdo con el trato negativo que se está dando al resto de personal contratado por ese Obispado, personas que callan por temor a ser los siguientes en ser despedidos.


También estamos en desacuerdo con el cese del Director de Cáritas Diocesana, nombrado por el Obispo Diocesano hace apenas un año, persona trabajadora y entregada a proyectos en favor de los pobres de esta ciudad, cuya discrepancia principal ha sido negarse a desviar dinero de Cáritas para otras necesidades del obispado.


La nave de la Diócesis de Cádiz y Ceuta está escorada por estas actuaciones y algunas más; y por el bien de los pobres, de los creyentes y de los no creyentes, pedimos al Obispo que enderece esta nave y ponga rumbo fijo a los Evangelios, a la Doctrina Social de la Iglesia y a las enseñanzas del Papa Francisco, tan preocupado en estos momentos por la marcha de la Iglesia y de los pobres.


En nombre del Equipo Rovirosa HOAC Cádiz

Inma Louzado Ramírez
Avda. Constitución nº 22 – 6º A
11100 San Fernando (Cádiz)

12 de agosto de 2014



From: fgalvarez44@hotmail.com
To: cartas@diariodecadiz.com
Subject: CARTA AL DIRECTOR.FRANCISCO GONZÁLEZ.
Date: Fri, 12 Sep 2014 16:18:18 +0000


Estimados Sr/Sra:

Tengo el gusto de enviarle la carta adjunta, rogándole su publicación en la sección "Cartas al Director" de ese diario porque aporta una opinión distinta a las numerosas misivas que les vienen enviando en relación con el problema planteado tras el cese del director de Cáritas.

Me he visto en conciencia obligado a escribirla y enviarla a "Diario de Cádiz" porque no se puede consentir que se haga "leña del árbol caído", sin tener en cuenta la dignidad y el respeto que merece la persona que se viene criticando sistemáticamente; además, sin entrar la totalidad de l@s firmantes en las causas reales que han provocado el cese de Juan Luis Torrejón Vargas.  Con ello, sin embargo, no prejuzgo la opción de "Diario de Cádiz" a publicar lo que se le solicita.

Como podrá comprobar por su lectura, está escrita desde la corrección, basándome en hechos y argumentos que procuran dibujar una realidad del conflicto diocesano en general, por una persona que se preocupa por la Iglesia diocesana y la problemática social.  En estos momentos soy presidente diocesano en funciones de la HOAC- Hermandad Obrera de Acción Católica-, pero no he querido que la responsabilidad que ostento en estos momentos aparezca junto a mi nombre, como en otras ocasiones, porque vamos a iniciar el proceso de elección del nuevo president@ y no considero justo hipotecar sus opciones.  Pero sí apoyan la carta otras militantes de la HOAC y tres grupos cristianos, que me quieren acompañar públicamente en esta descubierta, todos sorprendidos por lo que está ocurriendo al no tener un punto final el caudal desenfrenado de opiniones negativas por parte de los que las promueven.

Les quedaré muy agradecido por la publicación.

Francisco González Álvarez,
DNI 45042649R.
Paseo Príncipe de Asturias, bloque 1-3º C.
 11012. CÁDIZ.
856 07 67 05 y 636 23 27 90.


12 de septiembre de 2014

En solidaridad con Juan Luis Torrejón


El cese de del director de Cáritas por el obispo diocesano y la publicación en “Diario de Cádiz” de un artículo en el que se informaba de la carta de aquél dirigida a sus colaboradores y la réplica del delegado episcopal de la institución, ha motivado que  aparezcan en la sección de cartas al director del Diario una serie de misivas apoyando la decisión del Don Rafael Zornoza, a la vez que, en la mayoría de ellas, se hace leña del árbol caído, en concreto, de Juan Luis Torrejón.  De forma sistemática se le califica de soberbio, de falta de lealtad al obispo y de no seguir criterios evangélicos, tal como se explicita en Mateo 18,15-17, cuando a un hermano se le coge en falta en el seno de la comunidad.  No puedo entender que para manifestar la lealtad al obispo y defender su labor haya que sospechar de la ética y de las motivaciones cristianas del director destituido.

Por otra parte, en algunas de las cartas se vierten argumentos sobre lo que es la Iglesia propios de tiempos anteriores al Concilio Vaticano II: ante una Iglesia constituida por hermanos fraternos se concibe al laico como súbdito y se presenta el consejo evangélico de la corrección fraterna como el derecho de una parte, ignorando curiosamente los verdaderos motivos del cese de la otra.  Todos estos argumentos y otros de las mismas características van dirigidos a Torrejón por su “osadía” de disentir en una institución que sigue al mayor disidente de la Historia: Jesús de Nazaret.

Por experiencia propia sé que el descontento de sacerdotes, trabajadores y trabajadoras por la actitud y toma de decisiones del equipo económico es un hecho.  Hay críticas internas y ha habido dimisiones y despidos de trabajadores.  Pero nadie habla por la habitual obediencia en el seno de la Iglesia, el respeto que les merece la persona del obispo o el temor a las medidas drásticas y autoritarias de los responsables económicos del Obispado.  Puedo decir, además, que no se han tenido en cuenta los consejos normativos  de Mateo 18,15-17, pues en un asunto concreto como los despidos de trabajadores se ha mediado y, al final, han ido a la calle, a pesar de haber recurrido por carta y personalmente al obispo diocesano.

Escribo esta carta en conciencia, movido por el conocimiento que tengo de Juan Luis Torrejón, del que he sido maestro y vecino en el  modesto “Buen Pastor” isleño.  Es una buena persona que eligió por su vocación cristiana trabajar en su parroquia y en Cáritas, en favor de los pobres, y me consta que su actuación ha sido consecuencia del dictado de su conciencia y de la fidelidad que un día determinó debía ser su compromiso en la Iglesia, por lo que algo de razón tendrá.  Por tanto, paremos ya de tanta polémica y busquemos en nuestra Diócesis cauces de diálogo y participación que permitan entendernos en bien de la comunidad eclesial.

Francisco González Álvarez.
Apoyan: Antonia Guardado y Conchi Vallejo,
militantes de la HOAC;
Grupo Cristiano de Reflexión y Acción,
EPPO y Comité “Óscar Romero”.



16 de septiembre de 2014

Buenos días, compañeros de la HOAC:

El día 12 de septiembre envié esta carta al director de "Diario de Cádiz" y ayer os comuniqué que hoy salía publicada.  Os reenvío la justificación que daba al periódico para que tengáis una idea de que no ha sido mi decisión una ocasión para criticar a la Iglesia.

Durante días se ha venido criticando sin piedad al director de Cáritas cesado, vertiendo juicios descabellados y argumentos preconciliares a fin de justificar no sólo al obispo diocesano, que, bueno, cada cual es libre de escribir lo que crea oportuno, sino también a un equipo económico que está haciendo mucho daño a la Iglesia diocesana, en la persona de los voluntarios, trabajadores y sacerdotes.

Dos razones me han motivado a escribir la carta: 1) Conozco a Juan Luis y sé de su buena voluntad y capacidad de trabajo...  2) El que calla otorga: no se puede permitir que en un periódico se dé una imagen medieval y retrógrada de la Iglesia.  ¿Por qué unos van a tener todo el derecho a decir lo que les venga en gana, en una avalancha de cartas inducidas por el ecónomo y otros, presionados por un defectuoso concepto de la comunión hemos de callar traicionando a un hermano conocido -sería mi caso-, sin dar siquiera razón de la eclesialidad de comunión y justicia aprendida en la HOAC?

Un abrazo en Jesús Obrero,

Paco González.