PÁGINAS COMPLEMENTARIAS

sábado, 13 de agosto de 2016

«44.- EL TRABAJO DE LA MUJER»
(Claves del bienestar humano),
por José Antonio Hernández Guerrero




El trabajo de la mujer



Es cierto que tenemos que seguir luchando para que los legisladores, mediante leyes adecuadas, favorezcan unas condiciones objetivas de las vidas de las mujeres que hagan posible que -realmente y en todas partes- sean iguales que las de los hombres: que gocen de la misma libertad efectiva y que puedan ejercer eficazmente todos los demás derechos humanos. Pero, si pretendemos la construcción de una sociedad más justa sea consistente y estable, es necesario que, además, cambiemos el sistema de significados que subyace en el fondo secreto de nuestras “inconsciencias”.


Las diferencias sociales, laborales, económicas, jurídicas e, incluso, religiosas que separan a los hombres y a las mujeres tienen unas raíces mentales profundas que penetran hasta el fondo de nuestro mundo de los símbolos. Éstos son, no olvidemos, los factores que determinan la formación de las ideas, el significado de las palabras, la adopción de las actitudes y el mantenimiento de las pautas de los comportamientos individuales, familiares y sociales. La eficacia y el peligro de estos símbolos son mayores cuanto menor es el conocimiento de su existencia y de su funcionamiento.


En la amplia bibliografía que se ha producido en los últimos cincuenta años sobre el feminismo, abundan los libros que describen los múltiples ámbitos de la vida ordinaria en los que se manifiestan tales desigualdades, pero son escasos aún los trabajos que ahondan en esos niveles de las representaciones, de los significados, de los sentidos y de los símbolos.


En mi opinión es necesario que tengamos en cuenta cómo, a partir de la presencia femenina, cambia el clima del espacio laboral: se alteran las relaciones, el valor del dinero, el significado del tiempo, el sentido de la actividad frente a la pasividad e, incluso, la concepción de la política y de la religión. Pienso que es el momento de preguntarnos si el modelo emergente de mujer que descalifica la pasividad generará también un nuevo tipo de interpretación filosófica, una alteración de modelos de relaciones sociales y una transformación de las reglas de juego en la política e, incluso, en la religión. Vamos a ver si las iniciativas del papa Francisco dan algunos frutos o si son frenadas por las resistencias de los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos ultra heterodoxos.




José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente en nuestro “blog”, sobre las Claves del bienestar humano el sentido de la dignidad humana y el nuevo humanismo.


43.- «TRADICIONES»,
(Claves del bienestar humano)




HA FALLECIDO JESUS MARTÍN MENDIETA, UN APOSTOL DEL MUNDO OBRERO (12 AGOSTO 2016)

Ha fallecido Jesús Martín,
un apóstol en el mundo obrero

            

  

Ya se encuentra descansado en presencia del Padre
nuestro consiliario Jesús Martín


Hoy al mediodía (12 agosto de 2016)
ha fallecido un sacerdote comprometido
y entregado al movimiento obrero
y a la causa de las personas más necesitadas.

Jesús Martín Mendieta fue uno de los primeros militantes
de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC)
y a lo largo de su vida promovió el movimiento
por diversos lugares de la geografía de España.

Desde Otxarkoaga pasando por Andalucía, Extremadura y Galicia
trabajó con tesón para poner en marcha el movimiento obrero.

Dicen de él que fue un "Apóstol de Jesucristo en el Mundo Obrero".

Jesús Martín Mendieta nació el 21 de febrero de 1923 en La Arboleda.

Fue militante de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC)
desde el año de su fundación, en 1946.

Se ordenó en Begoña en 1954 y tuvo varios destinos en Bizkaia.

Durante los primeros dos años de cura estuvo destinado
en la zona minera y de allí le nombraron capellán
de la papelera de Aranguren.

Estuvo cuatro años viviendo en un barrio de chabolas
en el monte Banderas, de Bilbao.

"Su entrega al mundo obrero fue total",
relata José Luis Beltrán de Otalora,
quien ha compartido muchas vivencias con Jesús.

El año 1962 se fue a Otxarkoaga acompañando a muchos
de aquellos chabolistas que estuvieron con él.

Trabajó en el barrio durante ocho años
y luego marchó hacia Extremadura,
con el fin de expandir la HOAC.

"Siempre lo hacía con el beneplácito del Obispo
-relata el vicario y consiliario del movimiento Kerman López-.

Se instalaba como cura parroquial
y desde ahí promovía el movimiento obrero en el entorno".
 
"Estuvo otros diez años en Andalucía sembrando
y luego a Ferrol, hasta el año 1992",
detalla José Luis Beltrán.

Finalmente se afincó en Badajoz
y viajó mucho a Numancia y Cáceres
participando en movimientos obreros,
sociales y de promoción de la mujer.


Últimos años en Bilbao
Desde el 2010 ha estado viviendo
en la residencia de sacerdotes de Abando.
José Luis Beltrán destaca de él su dedicación
a los pobres y al mundo obrero.

"Se encontró con un Dios encarnado
en las personas más necesitadas
y se entregó por completo a esta causa".
Goian Bego!

El funeral se celebrará mañana,
13 de agosto, a las 12 h. en el templo
San Vicente Mártir de Abando.




Acaba de fallecer un sacerdote nacido en el mundo obrero y dedicado en alma vida y corazón al mismo. Ha fallecido en la residencia sacerdotal de la diócesis de Bilbao, donde fueron sus comienzos y desde donde evangelizó en Galicia, Andalucía y Extremadura, siendo el cura de la UVA durante decenios. Incansable apóstol del mundo obrero y de las barriadas pobres. Traigo a colación esta reflexión que elaboré para un material del apostolado seglar, sobre el ministerio sacerdotal y el laicado.


Hecho de vida

Suelo ir a una peluquería del barrio en el que vivo y el barbero, Paco, siempre habla de lo que sabe que interesa a sus clientes. A mí me habla del barrio, de la parroquia, de los sacerdotes, porque sabe dónde me muevo. Recuerdo que un día me comentaba el homenaje que el barrio, en el que vive gente pobre y muy sencilla, había organizado a un sacerdote que se había significado en su labor social y había muerto; yo le comenté que ese año don Jesús Martín, el cura de la «UVA», cumplía sus cincuenta años de sacerdocio, pero él me contestó que a don Jesús no le hacían homenaje porque era uno más del barrio. Me callé y muchas veces me sirve de oración en mi vida sacerdotal esta afirmación.

Es cierto, Jesús Martín es uno más del barrio, ahora tiene ochenta y siete años y vive en una residencia para sacerdotes, pero todos los días se pone en marcha en el bus urbano y se dirige a su barrio con su gente, y allí sigue celebrando la Eucaristía con el nuevo párroco. Los conoce a todos, se sabe el nombre de los que conducen autobuses, de las mujeres que salen a diario a realizar limpieza en el centro de la ciudad, te dice el nombre y el número de todos los que están en la cárcel y que son de su parroquia, la cantidad de analfabetos, de parados…; a los niños, que él mismo ha bautizado, les da caramelos, y continuamente va cargado con la edición del TÚ, hoja mensual de la HOAC, que en ocasiones él lee a los que no saben hacerlo. Ha celebrado la vida, la muerte y los sufrimientos de todos ellos y ha deseado transmitir la fe y la esperanza, les ha entregado la Palabra de vida en las catequesis y grupos de vida y les ha perdonado en nombre del Padre.

Vivió su infancia en el País Vasco, pudo ser un bandido, dice él, pero se dejó tocar por el Dios de la vida y siempre ha estado al lado de los obreros y ha buscado anunciarles y vivir con ellos el Evangelio, en su tierra, en Sevilla, en Ferrol y, por último, en la ciudad de Badajoz, en esta parroquia pobre y humilde de un barrio marginal de la ciudad.

Un consiliario apóstol de la HOAC, un sacerdote de cuerpo entero entregado con radicalidad allí donde la Iglesia lo ha llamado a trabajar por el reino entre los últimos; lo que más le satisface y le alimenta actualmente es hacer la voluntad del Padre, sin importarle mucho los resultados, y siempre se despide con su «hasta mañana en el altar».


El presbítero: ministerio que sirve y acompaña
en nombre de Jesús


El barbero me contestó que a don Jesús no le hacían homenaje porque era uno más del barrio».
Palabras sencillas que nos hablan de la Iglesia como sacramento de unidad en medio de los hombres. Así es Dios, que en Jesucristo se hace compañero de la humanidad entrando más dentro de ella que ella misma (Flp 2, 6-11).

Los presbíteros, por tanto, deben presidir de forma que, buscando, no sus intereses, sino los de Jesucristo, trabajen juntamente con los fieles seglares y se porten entre ellos a imitación del Maestro, que entre los hombres «no vino a ser servido, sino a servir, y dar su vida en redención de muchos» (Mt 20, 28) (PO 9).


Mirando a Cristo

«Al cura Jesús lo que más le satisface y le alimenta actualmente —como siempre— es hacer la voluntad del Padre, sin importarle mucho los resultados, y siempre se despide con su “hasta mañana en el altar”».

Esta actitud del presbítero, de obediencia al Padre, sólo es sostenible fundamentándose en Cristo; si toda la comunidad ha de mirar a Cristo para ser signo y señal de su resurrección, los presbíteros dentro de ella «conseguirán la unidad de su vida uniéndose a Cristo en el conocimiento de la voluntad del Padre y en la entrega de sí mismos por el rebaño que se les ha confiado.

En este sentido el presbítero mirando a Cristo sabe que:
  • Es un hombre para los demás. Sus experiencias más profundas han de ser siempre accesibles a todos: «Los amó hasta el extremo» (Jn 13, 1ss.).
  • Habla de Dios con las experiencias de todos sus hermanos que él hace suyas; incluso las más banales. Todo ello sin buscar gloria propia.
  • Su pasión es hacer la voluntad del Padre, que no quiere que nadie se pierda: pobres, ignorantes, pecadores…
  • Toda su actividad termina en el Padre. Los dones recibidos por el Padre han sido dados en hechos y palabras de salvación, y, ahora, enriquecidos por la acogida de los hombres, retornan al origen con ofrendas de alabanza.
  • Cristo es el único «Mediador» (1 Tm 2, 5) y el sacerdote ha de ser un intermediario para disponer los espíritus para ese gran acto de fe en la paternidad de Dios.

El presbítero en la comunidad eclesial

«Ha celebrado la vida, la muerte y los sufrimientos de todos ellos y ha deseado transmitir la fe y la esperanza, les ha entregado la Palabra de vida en las catequesis y grupos de vida y les ha perdonado en nombre del Padre…».

La identidad del presbítero como la de la comunidad eclesial es la de la «Comunión y Misión». El presbítero es testigo con la comunidad y en medio de ella y se siente llamado a que se realicen las claves fundamentales de la comunión (Hch 4, 32):
  • Todo lo tenían en común.
  • Tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús.
  • Al servicio del Reino: incorporando a los pequeños y a los pobres en la comunidad.
La misión, del mismo modo, es de la comunidad eclesial, y ahí tiene su especificidad el ministerio pastoral:
  • Salir a los caminos con las «palabras y los signos» de Jesús para anunciar la salvación en su persona.
  • La Palabra: leyendo creyentemente la vida y los acontecimientos de la historia humana.
  • Los sacramentos: celebrando la vida y las señales de la resurrección.
    • Bautizando en su nombre a los que se conviertan (Mt 28, 19).
    • «Haciendo esto en memoria suya» (cf. Lc 22, 19).

Para caminar y vivir unidos

El presbítero, discípulo del Resucitado «con» y «en medio» de la comunidad, para que él siga acompañando de modo encarnado a las personas de nuestro tiempo.

«Un presbítero diocesano, un consiliario de Acción Católica, un apóstol de la HOAC, un sacerdote de cuerpo entero entregado con radicalidad allí donde la Iglesia lo ha llamado a trabajar por el Reino entre los últimos».

La misión y la vivencia de la comunión no es fácil para nadie, todos necesitamos de todos para que se pueda realizar. Los presbíteros necesitan claramente de la ayuda de la comunidad a la que sirven para ser fieles a la misma, y esta también necesita presbíteros auténticos y originales que la ayuden a construirse en la unidad. El Concilio lo expresa con mucha claridad: «Este Sagrado Concilio, aun teniendo presente los gozos de la vida sacerdotal, no puede olvidar las dificultades en que se ven los presbíteros en las actuales circunstancias de la vida de hoy. Sabe también cuánto se transforman las condiciones económicas y sociales e incluso las costumbres humanas, y cuánto se muda el orden de valores en el aprecio de los hombres; por lo cual los ministros de la Iglesia, e incluso muchas veces los fieles cristianos, se sienten en este mundo como ajenos a él, buscando angustiosamente los medios idóneos y las palabras para poder comunicar con él. Porque los nuevos impedimentos que obstaculizan la fe, la aparente esterilidad del trabajo realizado, y la acerba soledad que sienten pueden ponerles en peligro de que decaigan sus ánimos» (PO 22).

José Moreno Losada.
http://blogs.hoy.es/de-lo-divino-y-lo-humano/2016/08/12/ha-muerto-el-cura-de-la-uva-el-de-los-obreros/




Despedida a Jesús Martín Mendieta

El sacerdote Jesús Martín Mendieta, de 87 años, se ha despedido de nuestra Diócesis con una Eucaristía en la parroquia de Santa Engracia, en Badajoz, de la que era párroco desde 1989 y en la que se encontraba en situación de emérito. Tras más de 20 años en nuestra Diócesis, en los que ha sido Delegado para la Pastoral Obrera y consiliario de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), Martín Mendieta regresa a Bilbao, su tierra natal.
 
La Eucaristía de despedida estuvo concelebrada por varios sacerdotes, algunos de la HOAC llegados de Madrid y Cáceres, y presidida por el párroco Andrés Cruz. Además, contó con la presencia del Delegado episcopal para el Clero, Luis Romero, que leyó una carta del Arzobispo, agradeciendo su labor por los más pobres.

Además, a Jesús le acompañaron los miembros de la Comisión Permanente de la HOAC y militantes de movimientos de la Acción Católica, con los que ha trabajado durante años. 



que los obreros
muertos en el campo de honor
del trabajo y de la lucha,
descansen en paz.
María, Madre de los pobres.
Ruega por nosotros.