PÁGINAS COMPLEMENTARIAS

viernes, 23 de septiembre de 2016

«PARADOJAS», por José Antonio Hernández Guerrero




Paradojas



Uno de los fenómenos sociales actuales más llamativos es el de la contradicción que se establece entre la teoría y la práctica, entre lo que pensamos, decimos y hacemos como, por ejemplo, entre la defensa de la moralidad y el aumento de la corrupción, entre el aplauso a las acciones desinteresadas y la obsesión por el dinero o entre la preocupación por los problemas sociales y el desinterés de las cuestiones políticas. Como consecuencia de esta extraña dualidad, el camino se ha convertido en meta; el medio, en fin; el instrumento, en objetivo. Fíjense cómo el laicismo convive con el fundamentalismo religioso y el puritanismo cohabita con la pérdida del sentido de la maldad. Nuestra sociedad tecnificada y gélida predica la paz al mismo tiempo que aumentan las agresividades más recónditas; exalta las ideologías sublimes, mientras fomenta las prácticas alienantes; promete futuros paradisíacos, mientras se estanca en un presente desolador. El actual modelo de vida nos está endureciendo de tal manera, que nos sentimos incapacitados para percibir nuestras graves y múltiples incoherencias.


Si, por ejemplo, examináramos las corrientes económicas predominantes, fácilmente podríamos llegar a la conclusión de que estamos manipulados hasta tal punto que aceptamos que somos meros medios de producción y no destinatarios directos de una mejora verdaderamente humana personal, familiar y social.


Muchos proyectos comerciales nos objetivan hasta tal punto a los clientes que, más que considerarnos como sujetos, nos transforman en simples objetos de consumo. La publicidad planifica, además de nuestro trabajo, nuestras vacaciones, nuestra libertad, nuestros amores y nuestras preferencias artísticas y culturales: nos impone la música, los vestidos, las comidas, las bebidas y hasta la manera de hablar.


Si pretendemos mantener nuestra independencia, no tendremos más remedio que aprender a caminar por la vida pausadamente pero siempre avanzando y siempre ascendiendo por este pluriverso de valores contradictorios donde nos movemos. Si pretendemos que nuestra vida sea humana, deberíamos concebirla como el ascenso a una montaña, como un peregrinar incesante hacia unos objetivos razonables y hacia el destino de un bienestar humano. Reconociendo la dificultad de comprender el mundo y, dentro de éste, a nosotros mismos, hemos de fijar una meta, un destino, para ir, pacientemente, dando paso tras paso en esa dirección; pero, a condición de que la búsqueda de esta meta no implique la ausencia de aventura, sino que, por el contrario, encierre la posibilidad de riesgos y los asumamos con serenidad aceptando de antemano las inevitables dificultades.






José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente en nuestro “blog”, sobre las Claves del bienestar humano el sentido de la dignidad humana y el nuevo humanismo.


«SER LO QUE SE ES»,
(Claves del bienestar humano)