PÁGINAS COMPLEMENTARIAS

lunes, 4 de febrero de 2019

SIEMPRE PODEMOS VOLVER A EMPEZAR, por José Antonio Hernández Guerrero




Siempre podemos
volver a empezar.




A mi juicio, uno de las aportaciones más lúcidas de este libro es la aplicación de unos criterios convergentes para fundamentar los valores y las virtudes que, de manera permanente, hemos de cultivar los creyentes. El resumen de los análisis que efectúa el autor, de los mensajes transmitidos en el relato de la Creación, de las enseñanzas de los Evangelios y de las Epístolas paulinas, e, incluso, la constatación de las exigencias de la vida humana actual es que Jesús, gracias a su obediencia, nos rescata de la muerte generada por la desobediencia de Adán y Eva, y se constituye en el centro de la creación. Fabio Rusini, sacerdote y especialista en Sagradas Escrituras, identifica los sucesivos pasos que los creyentes hemos de dar para empezar, una y otra vez, el camino del crecimiento humano y el proceso de la regeneración espiritual.


Partiendo del relato bíblico, interpreta el “Día primero” como la aceptación realista de las cosas tal como son, iluminadas por las luces de la razón y por la Luz del Verbo. La separación de las aguas y la formación del firmamento, narradas en el “Día segundo”, adquieren su significado pleno tras el encuentro con Jesús, “la fuente de agua viva”. Y la oposición entre el día y la noche es una llamada al respeto de la peculiaridad de cada persona como condición favorecedora de la fraternidad, de la unión y del amor: “amar implica que las relaciones sean más relevantes que los apetitos”. La formación de las dos grandes lumbreras -el sol y la luna- y la sucesión de los días y las noches -Día cuarto- nos transmite la grandeza de la sabiduría que consiste en iluminar el paso del tiempo respetando sus ritmos y aprovechando la fuerza vivificadora de la Luz. Y, en el Día quinto, el relato de la aparición de la vida es una amable invitación para que nosotros emprendamos la aventura de recomenzar cada día. Finalmente, en el Día sexto, es cuando Dios crea al varón y a la mujer a su imagen y semejanza, los bendice y les transmite la orden de que crezcan y se multipliquen, que llenen la tierra, que dominen los peces las aves y los ganados. La desobediencia del hombre a los imperativos de su condición, la transgresión de las reglas de juego exigidas por el orden físico, moral y social, y la renuncia a la convivencia servicial y armónica con los seres humanos y con los demás seres de la naturaleza arrastran como consecuencia la degeneración de su dignidad y la expulsión de la Vida.


Pero Jesús abre las puertas de una nueva vida porque, efectivamente, siempre podemos recomenzar el camino para seguir creciendo. La condición es que, cada uno de nosotros, reconociendo nuestra pobreza y nuestra dependencia, nuestros errores y nuestros fallos, nos decidamos a dar vida a otros. Por eso su conclusión es que “tener la impronta de la naturaleza divina dentro de sí, tener la imagen de Dios” quiere decir ser fecundo, tener deseo de generar vida, de procurar vida y de cuidarla. Quizás podríamos recomenzar preguntándonos en qué hemos de cambiar cada uno de nosotros para lograr mejorar esas cosas que están mal. En estos tiempos da la impresión de que “todo está mal”, pero que son los otros los únicos responsables y los únicos que tienen que cambiar.



José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente en nuestro “blog”, sobre las Claves del bienestar humano el sentido de la dignidad humana y el nuevo humanismo. Actualmente, nos envía también una reseña semanal sobre libros de pensamiento cristiano, evangelización, catequesis y teología. Con la intención, de informar, de manera clara y sencilla, de temas y de pensamientos actuales, que gustosamente publicamos en nuestro “blog”.


[«El arte de recomenzar»
Fabio Rosini
Madrid, Rialp, 2018]


GABRIEL DELGADO: «LA INMIGRACIÓN SE ESTÁ MANIPULANDO PARA BUSCAR RÉDITOS ELECTORALES»


De los 523 que atendieron en su diócesis en 2018 sólo el 7% se quedó. - ABC
Romualdo Maestre


Actualizado:

El Secretariado de Migraciones de la Diócesis de Cádiz afirma que no es verdad que los inmigrantes permanezcan en Andalucía.


-En la reunión de los obispos de Córdoba celebrada hace poco se dijo que la inmigración era un tema complejo, con más consecuencias positivas que negativas.

La inmigración tiene diferentes causas, económicas, tráfico de seres humanos, gente exilada que huye de persecuciones, de la violencia… La consecuencia más positiva sería la mejora de las condiciones de vida del propio inmigrante, de su familia, del país de origen y del de destino. Entre las negativas está el desarraigo. También la ruptura familiar, muchos padres dejan atrás a sus hijos. Igualmente la explotación, cuando se encuentran mucho tiempo en la irregularidad se aprovechan de ellos. Nos encontramos casos de soledad, se enfrentan a una nueva lengua, a una nueva cultura y hay sentimientos cruzados, están aquí pero también allí. Muchos vienen del mundo rural, con sus tradiciones y se encuentran sociedades secularizadas, más avanzadas, hay choques. De repente un joven llega y sus valores cambian por completo, tambalean las raíces que sostenían su vida.


-Ustedes alertan de un aumento de actitudes xenófobas y racistas con argumentos manipulados.

Por las redes sociales circulan muchos bulos falsos, tipo por ejemplo que en Andalucía hay ya tantos inmigrantes que aquí no caben más y que están llegando demasiados. Eso no se corresponde con la realidad. Hace diez años en Andalucía había 675.000 extranjeros y ahora mismo hay 618.000.


-¿Pero extranjeros en situación regular o irregular?

Extranjeros empadronados, que son las cifras oficiales que nosotros manejamos. Es decir, que han bajado su presencia varios miles. Estamos en un 7,38% de extranjeros. Pero también están diciendo muchas voces y plataformas que este año han llegado por mar y de forma irregular más pateras que nunca.


-Pero esas voces y plataformas tienen nombres.

Sí, pero yo no se los voy a poner; póngaselos usted si quiere. Es público y notorio —los medios lo sabéis—, que ese tipo de mensajes se han estado dando. Los datos oficiales de la ONU sobre Migraciones o los de Acnur (la Comisión de Ayuda al Refugiado) es que en 2018 han llegado a Europa 168.000 migrantes por mar. AEspaña, a Italia, a Grecia. Si echamos la vista atrás en el 2014 llegaron 247.000. En 2015 un millón. De esos ya no nos acordamos. Un año después 360.000. Es decir, que todos estos años atrás, correlativamente, han venido muchos más. Sin embargo, lo que se quiere transmitir a la ciudadanía es que están llegando más que nunca, que ya no caben, que son demasiados. ¿Con qué objetivo? Pues las migraciones se ha convertido en una moneda para conseguir un rédito electoral. Y esto provoca miedo, rechazo, tensión. A esto nos referíamos cuando dijimos que está creciendo el racismo y la xenofobia a partir de mensajes que están manipulando la realidad. Del total de migrantes que nosotros hemos acogido en nuestra diócesis el año pasado, 523, y de los que hemos hecho un estudio del destino al que querían ir, la inmensa mayoría, un 66% ha ido a Francia u otros países europeos. En Andalucía sólo se ha quedado un siete por ciento. Pero estas manipulaciones no sólo ocurren aquí, los obispos de Europa también están muy preocupados.


-Entonces las cifras de los 52.000 inmigrantes irregulares que se dicen que hay en Andalucía no son reales.

Nosotros llevamos mucho tiempo trabajando con las migraciones y somos incapaces de tener datos reales de algo que es un poco invisible. Esa cifra es aproximada a los migrantes que han llegado por mar de forma irregular según la ONU: 56.480 personas. Eso significaría que los 56.000 se hubieran quedado en Andalucía, pues yo le puedo asegurar que no es así.


-¿Cómo ven los obispos del sur al inmigrante?

Para la Iglesia católica y sus obispos el inmigrante es una persona con la misma dignidad y los mismos derechos que los demás. La pregunta es qué hacer con los que vienen por mar. Cuando me preguntaba por las consecuencias negativas no le cité la peor: la tragedia mortal, los que mueren en el mar. Y este pasado año ha sido muy duro, 769 migrantes muertos.


-Esos los contabilizados oficialmente.

Claro, seguro que las cifras serán peores. A nosotros nos llega información de pateras enteras llenas de gente desaparecidas. Verdaderamente escalofriante. Desde la Iglesia y desde otras organizaciones planteamos que se establezcan vías regulares y seguras para el tránsito de los migrantes. Hay gente que viene a estudiar, a trabajar, otros que buscan protección internacional. Si consiguiéramos regular todo esto evitaríamos muertes, el ser humano vale tanto que no podemos mirar para otro lado. Con una ordenación justa y digna evitaríamos el tráfico de personas en manos de mafias y la trata de niños.


-Qué opina del problema de los menores no acompañados.

Nos preocupa mucho porque aunque tutelados por la Junta los centros están desbordados con hasta el triple de su capacidad. Los menores se escapan. Deambulan de un sitio para otro. Para nosotros son sagrados, necesitan ser asistidos, ser acompañados, tener una protección especial. Eso está garantizado por que la ley así lo contempla, pero hay que vigilarlo. Nos consta que hay menores que están cayendo en manos de mafias que los explotan a nivel sexual.Esto es muy grave. Cualquier persona menor tiene que tener un contexto donde pueda crecer en armonía para prepararse para su futuro.


-¿Hay que actuar también en el país de origen?

Sin duda. Nosotros que llevamos mucho tiempo en la diócesis con las migraciones trabajamos también con la Iglesia y organizaciones de la otra orilla. Hemos hecho campañas para evitar el tránsito irregular que provoca tanto drama y tanta tragedia. Hicimos un vídeo muy divulgativo en varios idiomas que se titulaba «Entre el sueño de Europa y el desarrollo de África». En él se abría un debate para que reflexionaran sobre el futuro de África, si la gente más joven emigra, si los más preparados y los más dinámicos —los pobres no son los que se van—, abandonan su país, de alguna manera eso es una sangría.


-Ustedes con los inmigrantes que trabajan los ven suficientemente informados o han idealizado demasiado Europa.

Normalmente el inmigrante siempre tiene un sueño y a partir de él ha construido un proyecto migratorio. Lo primero que ha hecho en ese proyecto es rellenarlo de informaciones y de datos que le vienen de compatriotas, de familias, de las redes sociales, de los medios de comunicación, etc. Por tanto el inmigrante no viene a ciegas, tiene información sobre dónde quiere ir, qué es lo que se va a encontrar. Y normalmente todo eso mejora sustancialmente la propia realidad que está viviendo en ese momento. En todo caso, a mí lo que me gustaría es dejar constancia de las palabras del Papa Francisco que ha dicho que hay que cambiar la mirada sobre el inmigrante. No es un problema, un extraño o un delincuente, sino un nuevo vecino del barrio con el que yo quiero convivir y llevarme bien, por ejemplo. Y desde el punto de vista de la Iglesia es un nuevo hermano con el que hemos de lograr vivir la fraternidad.

Fuente: ABC Andalucía