PÁGINAS COMPLEMENTARIAS

sábado, 12 de junio de 2021

DOMINGO UNDÉCIMO DEL TIEMPO ORDINARIO (13 de junio de 2021), por Antonio Troya Magallanes




DOMINGO UNDÉCIMO DEL TIEMPO ORDINARIO
(13 de junio de 2021)




Introducción: Cómo nos adoctrina Jesús sobre el Reino de Dios.

El tema favorito en la predicación de Jesús es el Reino de Dios, porque su misión, como la de los cristianos, es convertir este mundo que se no ha dado en una sociedad en la que todos nos amemos y Dios la dirija como verdadero rey. No nos da una definición de lo que es ese reino, pero poco a poco, sobre todo en las parábolas nos va dando elementos para que vayamos haciendo una idea clara de lo que es. En el evangelio de hoy tenemos dos de esos elementos: el Reino es fruto de la Palabra y para eso la Palabra de Dios es siempre operante (el hombre que echa la simiente y, aunque después se desentienda de ella, la simiente va construyendo el reino en nuestros corazones). Segundo elemento: esa simiente es parece muy pequeña (el grano de mostaza), pero tiene tal fuerza que invade el corazón de los hombres y, a la larga, el universo entero.


1. Cómo se va realizando en el mundo la enseñanza de Jesús.

Según la primera comparación la simiente tiene en sí fuerza suficiente para transformar los corazones y para transformar el mundo. Cuando la escuchamos puede parecernos que no ha hecho nada en nosotros, pero a la larga, si la hemos escuchado con atención, experimentamos que da fruto de santidad, de vida eterna. O puede parecernos que una palabra es demasiado débil para cambiar el mundo, pero después observaremos que el mundo en muchas cosas es mejor que antes de que se proclamara la Palabra (pensemos en cuantos cristianos entregan su vida al servicio de los más necesitados). Ha superado y está superando dificultades múltiples, pero no ha dejado de dar fruto. La segunda comparación viene a completar la primera: insiste en la desproporción entre la fragilidad de una palabra y los grandes resultados que se obtienen (pensemos en la labor de los cristianos en el Tercer Mundo, o en la aportación de Caritas al coronavirus). O fijémonos en lo que ha hecho en cada uno de nosotros (concretamente en mí) y advertiremos que la obra no es pequeña, aunque nos empeñemos en ignorarla. Estamos tan acostumbrados a oír hablar de estas cosas que no les damos importancia, pero ¡ay que si la tienen!.


2. Consecuencias que hemos de sacar de estas consideraciones.

Estas consideraciones nos han de hacer cambiar muchas valoraciones. Respecto a nosotros mismos: podríamos ser un tirado o un drogadicto y somos personas decentes que adoran a Dios y se preocupan por el bien de todos. Pensemos en nuestro mundo y valoremos el influjo en él del Evangelio, por ejemplo ¿de dónde sale la declaración de los derechos humanos? De ningún sitio más que de la palabra de Jesús. Y esa declaración, aunque mal cumplida, ha cambiado muchas cosas. Otros hechos que han cambiado el mundo tienen, aunque sus autores no quieran reconocerlo, una raíz cristiana, como la revolución francesa. Tenemos que tener una consideración muy positiva de la influencia del cristianismo en el mundo, incluso en países que no son de mayoría cristiana. Y así, no sólo seremos más objetivos, sino que podremos gloriarnos a gusto en la Palabra que predicamos y sobre todo al autor primero de esa palabra, Cristo Señor nuestro.


Conclusión: Recogiendo frutos.

Y esforcémonos para que esa Palabra dé todo su fruto en la comunidad cristiana que queremos ser, de modo que escuchando atentamente y con fe viva la Palabra y acogiéndola en nuestra vida por la comunión de su cuerpo –que es la Palabra hecha carne– podamos no sólo aprovecharnos de sus frutos, sino incluso conseguir que esa Palabra ilumine nuestro mundo –el trozo de mundo en el que nos movemos– y se convierta de verdad en Reino de Dios. Así seríamos discípulos aventajados del gran Maestro, Cristo Jesús.



Antonio Troya Magallanes, nace en San Fernando (Cádiz), el 28 de diciembre del año 1927, un cura al que a muchos nos ha alegrado conocer y a los que a muchos nos ha dejado una gran huella de humanidad. Fiel defensor del Concilio Vaticano II, su labor pastoral y su compromiso evangélico y social chocó con una sociedad autoritaria y caciquil.


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Antonio Troya Magallanes, perfil sacerdotal (Pág. 23), por JAHG:
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