El laicado es para la evangelización de lo secular.
“Es después del Concilio Vaticano II que el espíritu del mismo inspirará a los laicos iniciativas, fundamentos, métodos adaptados a las nuevas necesidades de los tiempos. Es en esta sucesión del concilio que podrán aparecer nuevos modos laicos de consagración y de sacrificio . Es por la unión leal de pastores y fieles que proseguirá la obra común” (Jean. Guitton, Diálogos conciliares, Barcelona, Ed. Pomaire, 1967, 9-389).
Estas palabras de Jean Guitton, uno de los filósofos cristianos más reconocidos del siglo XX, son de noviembre de 1964, fecha en la se desarrollaba el Concilio Vaticano II. ¿Qué podemos decir al respecto de las mismas? ¿Predicción? ¿Una mera intuición? ¿Acontecimiento? ¿Ilusión? ¿Por qué no pensar que parte de lo que afirma ha tenido lugar efectivamente durante los años del post-concilio? Pero por otra parte, ¿por qué no reconocer también que algo de lo que dice todavía es palabra que espera concreción?
Estas preguntas pueden servirnos de estímulo para abordar un tena complejo pero importante para el anuncio del Evangelio. Es el compromiso de los laicos en el mundo y el ministerio que le compete y que el Concilio en la iglesia a nivel eclesiológico provocó un cambio en su naturaleza y misión, que se manifiesta en la Lumen Gentium y Gaudium et Spes, un cambio de paradigma en la comprensión de la iglesia que pasa de iglesia jerarquizada a una iglesia como sacramento de salvación y de pueblo de Dios. Ya no se trata de que la iglesia detecte y combata los errores de la sociedad, sino que dialogue con ella, que acompañe los procesos del hombre contemporáneo, incluso se debe ayudar por la misma. Se trata de una relación recíproca y de ayuda mutua.
El ministerio de evangelizar la secularidad no parte del ministerio del orden, sino de:
“A los laicos corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el Reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios” LG 31.
Cuando la iglesia se propone impulsar la responsabilidad de los laicos cristianos en el campo de lo social, ha de respetar y armonizar autonomía y acompañamiento, sin lo cual esta participación resultaría imposible, ya por asfixia o por desamparo, este es el gran desafío de la iglesia de nuestros días. Ivés Congar hace década ya detectaba estas insuficiencias, eclesiológicas y antropológicas que hacía que se faltara el respeto al apostolado de los laicos, desestimando su identidad o misión, en buena parte debido a la falta de conciencia de los eclesiásticos sobre la autonomía de las realidades temporales.
El camino que aún queda por recorrer en la iglesia es grande, queda muchas cosas pendientes: deficiente comunión entre los pastores y el pueblo que reclama, instrumentos de profundización en los instrumentos de consulta de manera real, pues como dice el Papa Francisco “el clericalismo impide la emergencia de un laicado maduro y proactivo”
“Este es un tiempo en el que fiel laico recibe la llamada a un compromiso social y político no por delegación de ningún obispo o sacerdote, sino, directamente de Cristo por el Bautismo. La suya es una vocación específica y nativa, que se refuerza en la confirmación, crece y madura en la Eucaristía e incorpora al fiel laico de pleno derecho a la comunidad eclesial” (H.U. Von Balthasar. "¿Qué es el laico?", pág. 500-505).
“…una serie de insuficiencias eclesiológicas y antropológicas hacía que le faltaran el respeto al apostolado de los laicos, desestimando su identidad y misión. En gran parte, debido a la falta de conciencias de los eclesiásticos sobre la realidad autónoma de las realidades temporales” (Yvés. Congar. "Sacerdocio y laicado". 1.964).
La laicidad viene dada en orden a las funciones recibidas por el Bautismo: “Sacerdote, profeta y rey", en base a ello el laico lo es en su ser profeta, una necesidad eclesial de dar a conocer el mensaje de Cristo a las personas, ya que el profeta es quien lee las circunstancias concretas de la realidad humana e ilumina dicha realidad con la gracia de Dios y la Palabra de Dios, esto lo podemos ver en:
“La función profética de la iglesia comprenden toda actividad suscitada en ella por el Espíritu Santo, por la que conoce y da a conocer a Dios y su designio de la gracia, en las circunstancias de peregrinar” (Ivés. Congar. "Sacerdocio y laicado". Pág, 321)
También, el servicio del laico y de todo cristiano con respecto a su dignidad de realeza de Cristo es la de luchar, bajo la acción del Espíritu Santo contra las estructuras de pecado que se encuentran en la sociedad, siendo testimonio de vida en la verdad y la vida moral; en pro de la construcción del Reino de Dios, buscando justicia, amor, fraternidad y solidaridad.
José Manuel Carrascosa Freire
José Manuel Carrascosa Freire, presidente diocesano de la HOAC (de 2014 a 2019), Representante de la HOAC en el Secretariado diocesano de Pastoral Obrera y Coordinador del Sector 2: «Paro, pobreza marginación y exclusión social generadas por el mercado de trabajo».
Fallece Don Antonio Ceballos Atienza, a los 87 años.
Ante el fallecimiento de D.
Antonio Ceballos Atienza,
la HOAC y sus militantes, sentimos un gran dolor como personas, pero como creyentes, sentimos la alegría de que él ya va camino del Padre. Gracias D. Antonio por habernos dado tanto amor. DEP hermano e intercede por nosotros ante nuestro Señor.
El obispo emérito de Cádiz y Ceuta, monseñor Antonio Ceballos Atienza ha fallecido a las 18:30h de la tarde de hoy 21 de septiembre de 2022 en Jaén, donde residía.
El obispo de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza, ha lamentado la triste noticia y pide oraciones por su eterno descanso.
Próximamente se ofrecerán datos relativos al funeral del que fuera Obispo de Cádiz y Ceuta durante 18 años.
Sobre el Obispo Emérito
ANTONIO CEBALLOS ATIENZA, nació en Alcalá la Real en 1935. Fue en los seminarios Mayor y Menor diocesanos de Jaén donde inició los estudios de Humanidades y posteriormente los Estudios Teológicos, obteniendo el Doctorado en la Facultad de Teología de Granada, recibiendo el orden sacerdotal en la solemnidad de San Pedro y San Pablo del año 1962.
Pasó entonces a desempañar diversos cargos paulatinamente, como Vicario Cooperador en Jódar, Director del Seminario Mayor de Jaén o Delegado del Clero, entre otros, labores que compaginó con su actividad docente en el Seminario Menor y en el Mayor de Jaén; todo ello antes de ser nombrado en 1982 Canónigo de la Catedral y Director del Secretariado de la Comisión Episcopal del Clero de la Conferencia Episcopal Española (1985).
Fue ordenado Obispo en la Catedral de Ciudad Rodrigo y tomó posesión de aquella Diócesis el 25 de marzo de 1988, siendo en la actualidad Vocal de la Comisión Episcopal del Clero.
En 1991 visitó un buen número de Seminarios Mayores españoles como Visitador Apostólico, delegado por la Santa Sede y durante los últimos años ha organizado el Curso y el Mes de Renovación Sacerdotal en Salamanca, con gran éxito de participación y aprovechamiento por parte del alumnado.
El 10 de diciembre de 1993 fue nombrado Obispo de Cádiz y Ceuta, y Administrador Diocesano de la Diócesis de Ciudad Rodrigo, hasta que tomó posesión canónica de la nueva Diócesis el 29 de Enero de 1994.
Escritor prolífico, entre sus publicaciones podemos destacar “La argumentación teológica-bíblica en la “Biblia Parva” de San Pedro Pascual”, en “Estudios Bíblicos” vol. 42 (1984) Madrid, además de numerosas Cartas Pastorales y artículos.
El 30 de agosto de 2011, el Papa Benedicto XVI nombró Obispo Electo para la Diócesis de Cádiz y Ceuta a Don Rafael Zornoza Boy, siendo nombrado ese mismo día Obispo Administrador Apostólico hasta la toma de posesión de su Sucesor, que tuvo lugar, el 22 de octubre de 2011. A partir de este momento, pasó a ser Obispo Emérito de la Diócesis de Cádiz y Ceuta.
La Catedral de Cádiz acogerá el funeral del obispo emérito la mañana del viernes
En la noche de hoy, 21 de septiembre de 2022, la capilla ardiente se instalará en la Capilla Mayor del Seminario Diocesano de Jaén, donde se podrá velar los restos mortales de monseñor Antonio Ceballos, entre las 22h y las 24h de esta noche y las 8 y las 10:30 de la mañana de este jueves. La Catedral de la Asunción de la Virgen acogerá a las 11 horas una misa por el eterno descanso de su alma.
Posteriormente el cuerpo será trasladado a Cádiz y se instalará de nuevo, la capilla ardiente en la Iglesia de Santiago (Seminario diocesano de San Bartolomé). El viernes, 23 de septiembre, a las 12 horas, en la Catedral de Cádiz, se oficiará su entierro y sus restos serán depositados como era su deseo, en el primer Templo de la capital gaditana.
Palabras del Obispo de Cádiz y Ceuta ante el fallecimiento de Mons. Antonio Ceballos
Estamos viviendo un momento de profundo dolor por la noticia del fallecimiento de nuestro querido D. Antonio Ceballos, Obispo emérito de Cádiz y Ceuta. Sabíamos que estaba delicado y perdiendo salud, pero se ha precipitado su muerte de modo inesperado.
Ha sido un hombre muy humilde y enormemente bondadoso que ha dejado un rastro de vida evangélica y de pastor bueno, entregado a todos y muy orante. Ha sido muy querido en Jaén, su tierra, pero también en Ciudad Rodrigo, su primera sede episcopal y en Cádiz y Ceuta, donde ejerció desde el año 1993 al 2011, cuando el Santo Padre aceptó su renuncia por edad. Su pastoreo fue decisivo en la aplicación de la renovación del Concilio Vaticano II y en una orientación de la vida pastoral que afrontaba ya un cambio cultural que llega hasta hoy. El Sínodo Diocesano del año 2000 convocado por el dejó una impronta y unas directrices de trabajo que están aún presentes.
Pido a todos los fieles que nos unamos en una oración por su eterno descanso y demos gracias por su entrega como pastor de la diócesis durante tantos años que el Señor recompensará con creces.
Militantes de la HOAC y el Delegado de Pastoral Obrera despidieron en la catedral con un “hasta pronto” al obispo amigo, Don Antonio Ceballos, en una celebración de la Eucaristía muy emotiva y con palabras conmovedoras por parte de nuestro obispo, Don Sebastián Chico.
Monseñor Ceballos Atienza, obispo durante 5 años en Ciudad Rodrigo, 18 años en la diócesis de Cádiz-Ceuta, y en los últimos años de su vida en la Residencia de Las Hermanitas de Los Pobres de Jaén, donde fue visitado por militantes de la HOAC de Jaén y de Cádiz. La última vez en mayo de 2022 manifestando entonces con pesadumbre su dificultad de no poder celebrar el 1º de mayo con la HOAC diocesana de Jaén.
Como bien manifestó el Obispo de Jaén, fue una persona de una profunda espiritualidad, un hombre orante y de un compromiso fiel y convincente hacia los más pobres y entre ellos los parados y trabajadores inmigrantes.
Llevó hasta el final su total desapego hacia las riquezas, tal es así que nunca tuvo vivienda propia y entregó todo su dinero al final de su vida a los pobres.
No podemos dejar de recordar como en la visita realizada en mayo de este año nos manifestaba su grata impresión por poder compartir la marcha de la HOAC, de los militantes y de sus familias. También nos comunicó que a pesar de su estado de salud leería con mucho entusiasmo el libro de la HOAC “Ahora más que nunca” que le fue entregado y que ha sido editado por Ediciones HOAC en su 75 aniversario y algunos otros materiales de su fundador, Guillermo Rovirosa.
Fue una jornada memorable donde expresamos la comunión de vida y de acción con el que fue un buen pastor y, al que desde la HOAC de Jaén le expresamos nuestro agradecimiento y reconocimiento con las palabras que nombraba siempre el primer militante obrero de la HOAC, Guillermo Rovirosa “Hasta mañana en el altar”.
Hermandad Obrera de Acción Católica. HOAC -Jaén
MUCHAS
GRACIAS POR ENVIARNOS ESTE ARTÍCULO DIOCESANO DE JAÉN SOBRE D. ANTONIO CEBALLOS
ATIENZA, por José Manuel Carrascosa Freire
Muchas gracias por enviarnos este artículo diocesano de Jaén.
Aún con el dolor de la pérdida física, que no espiritual, de nuestro siempre obispo Antonio Ceballos damos gracias a Dios por habernos regalado a esta diócesis de Cádiz a un santo pastor, pobre y para los pobres, aún conservan mis ojos y mi corazón esa tierna y agradecida sonrisa y estoy seguro que también a cuántos estuvimos allí en la visita en mayo, esa sonrisa igual que la de un padre cuando va a visitarlos sus hijos.
Así como a mis padres biológicos nunca los olvidaré, a D. Antonio Ceballos Atienza, mi buen padre espiritual, tampoco lo podré olvidar fue tan buen pastor para todos, en especial para los obreros parados, inmigrantes, pueblo de Cádiz y Ceuta el que tuvimos, que lo guardaremos siempre en nuestros corazones.
Al que le pedimos que interceda por toda la HOAC, y por esta de Cádiz ante el Padre para que nos envíe obreros a su mies. Hasta mañana en el Altar hermano Antonio.
José Manuel Carrascosa Freire
Muchas perdidas físicas, o muchas ganancias espirituales, han acontecidos en nuestra diócesis. Sacerdotes, obispos, religiosas que consagraron sus vidas a los últimos, los pobres, los obreros, el más claro exponente de Jesús obrero y pobre, fueron sus vidas. ¿Qué nos queda ya a una diócesis pobre para los pobres que ya sólo quiere tener una economía saneada?. Espiritualmente nada. Porque Jesús nos dejó muy claro, "que no se puede estar con Dios y con el Cesar", no se puede estar en el templo admirando sus pompas y riquezas, porque allí no está Dios. ¿Tendrá la iglesia de Cádiz y Ceuta que volver al desierto, al establo de Belén para hallar su sentido de pertenencia espiritual a un pueblo de pobres pastores que fueron a adorarlo?.
José Manuel Carrascosa Freire, presidente diocesano de la HOAC (de 2014 a 2019), Representante de la HOAC en el Secretariado diocesano de Pastoral Obrera y Coordinador del Sector 2: «Paro, pobreza marginación y exclusión social generadas por el mercado de trabajo».
El pasado 21 de septiembre Dios llamaba a su presencia al obispo emérito de Cádiz y Ceuta, Antonio Ceballos Atienza. Pocos meses antes, apremiados por su llamada, dos sacerdotes de la diócesis habíamos acudido a Jaén a recibir de sus manos algunas insignias episcopales que quería dejar, como recuerdo, a las catedrales de Cádiz y de Ceuta.
Le encontramos muy debilitado en su salud física, pero, como siempre, muy vivo y ardiente en su espíritu. Nos contó lo duro que se le hacía afrontar las graves limitaciones de su estado y ser dependiente de los demás para todo. Y nos refirió que, hablando de todo ello con el Señor, Jesús le había dicho: “Antonio, tienes que evangelizar en pañales”. Creo que utilizó ese término para eludir la expresión “desnudo”. Es decir, desasido absolutamente de todo.
Y nos explicó: “Creemos haber hecho grandes renuncias, pero aún estamos apegados a muchas cosas: deseos, aspiraciones, seguridades, pequeñas cosas… Dios nos quiere en pañales, para que solo Él sea nuestro guía y nuestra fuerza”.
Pobre y para los pobres
Sin duda, este fue uno de los rasgos definitorios de la personalidad espiritual de D. Antonio: el desasimiento de todo. Su modelo de vida fue Cristo humilde y pobre. Y así vivió: humilde, pobre y para los pobres. Nacido en el seno de una familia sencilla, jamás se desclasó, y mantuvo siempre un estilo de vida de trabajo y austeridad. D. Antonio jamás supo de cuentas corrientes, ahorros o propiedades. Había que estar muy atentos a sus necesidades básicas, porque jamás pedía nada.
Su sueldo se le entregaba en mano, en billetes pequeños, que se echaba en el bolsillo, para distribuirlos entre los indigentes de Cádiz, que cada día acudían a él aprovechando su caminar desde su casa al obispado. Ciertamente, los pobres ocuparon un lugar preferente en su corazón. Mantuvo una especial preocupación por la acogida e integración social, laboral y eclesial de los migrantes. Sus cartas del 1º de mayo eran muy esperadas y nunca dejaban indiferente. Supo hacer aplicaciones valientes y muy concretas de la Doctrina Social de la Iglesia, siempre en favor de una mayor justicia social.
En ese espíritu de desasimiento de todo, D. Antonio vivió su ministerio episcopal según el mandato del Señor, como un servidor que lava los pies de todos. La humildad, la paciencia y la misericordia fueron las claves de su trato con sacerdotes, consagrados y laicos. Todos encontramos en él a un padre benévolo, magnánimo y paciente, que ejercía la corrección fraterna siempre con delicadeza, buscando ayudar.
En diálogo con el Señor
El gran amor de su vida fue Jesucristo. Dedicaba horas y horas al diálogo con Él ante el sagrario. Nos enseñó que la mejor oración para el apóstol consiste en llevar cada momento o situación de la vida al diálogo con el Señor, a la luz de su Palabra. Y allí, preguntarle: “¿Qué quieres que haga?”, para terminar ofreciendo lo que se percibe como voluntad de Dios, aunque cueste la propia vida. Siempre con la confianza de que la gracia todo lo hace posible. Él nos exhortaba con frecuencia a sumergirnos en el misterio pascual, porque –insistía– solo aceptando morir del todo nacemos a la vida nueva del Espíritu.
La Iglesia fue su otro gran amor. Al servicio de la Iglesia consagró todas sus energías y desvelos. Convocó un Sínodo para la renovación pastoral y espiritual de la Iglesia de Cádiz y Ceuta. Fue una preciosa experiencia de sinodalidad, que concluyó en el año 2000, dejando unas conclusiones que siguen siendo válidas y que anticiparon las orientaciones pastorales del magisterio pontificio posterior.
Dedicó una atención especial a los sacerdotes, cuidando nuestra formación integral, vida espiritual y necesidades materiales. Nos quiso como un padre, y nos animó continuamente a vivir entre nosotros un ideal de fraternidad apostólica. Promovió con empeño las vocaciones. Para ello, restableció el Seminario en la diócesis, cancelando una prolongada ausencia de varias décadas. También fue un decidido promotor del laicado, alentando su formación y confiando a los seglares tareas de gran responsabilidad.
Muchas cosas se podrían decir y contar de D. Antonio Ceballos. Fue, sin duda, un hombre de Dios, un testimonio vivo del Evangelio, un obispo santo. La Diócesis de Cádiz y Ceuta no puede menos que bendecir a Dios y darle gracias por haber podido disfrutar de este “pastor según su corazón”.
*Óscar González Esparragosa es vicario general de la Diócesis de Cádiz y Ceuta
Obituario.
FALLECE ANTONIO CEBALLOS ATIENZA,
UN SERVIDOR EN EL SENTIDO DE LA PALABRA Y EN EL SIGNIFICADO EVANGÉLICO, por José Antonio
Hernández Guerrero
Fallece Antonio Ceballos Atienza, un servidor en el sentido de la palabra y en el significado evangélico.
El padre Rafael Palomino acaba de comunicarme que hace media hora, tras sufrir un ictus, ha fallecido en Jaén Antonio Ceballos Atienza, un obispo servidor, que luchó durante toda su vida con las armas del amor contra el egoísmo, el odio, la pobreza y las desigualdades. En mi opinión, era un hombre bueno y un sacerdote ejemplar que transmitía aire puro a la vida de la Iglesia y estímulos saludables a todos los que lo trataban. Carente de afán de lucir en el candelero, era un espejo en el que se reflejaban los valores fundamentales del evangelio.
Aunque soy consciente de que el sacerdocio es un constituyente esencial y explícito de la condición episcopal, en este caso me parece oportuno subrayarlo porque, sin duda alguna, es el rasgo que mejor definía el perfil humano y cristiano de este hombre bueno, sencillo y laborioso que, dotado de un singular sentido pastoral, desde que escuchó la llamada de Jesús, se consideró un servidor de los hombres. Su permanente a la oración y su apertura a la amistad con Jesús de Nazaret constituían su explicación del acercamiento servicial al hombre. Esta relación personal con Cristo era la clave explícita de sus tareas concretas con los sacerdotes, sus hermanos, con los fieles y con los demás hombres y mujeres de cualquier condición y edad.
Como él mismo declaró el día en el que tomó posesión de las tareas de Obispo de Cádiz y Ceuta, vino dispuesto a servir en el sentido más estricto de la palabra y en el significado más ajustado a la concepción evangélica. No es extraño, por lo tanto, que, desde el primer momento, adoptara una actitud silenciosa y atenta con el fin de escuchar y de interpretar las demandas de los diocesanos. Es comprensible, además, que declarara abiertamente su decisión de orar para orientar sus acciones pastorales de acuerdo con las claves del Evangelio.
En reiteradas ocasiones le escuchamos explicar cómo, en este mundo saturado de ruidos, necesitamos confortables espacios de silencio e instantes prolongados para la oración, para la interiorización personal y para la apertura solidaria. Solía terminar sus homilías animando a los fieles para que, en silencio, serenos y tranquilos, miráramos hacia lo alto, hacia nuestro interior y hacia los que teníamos al lado con el fin de que, animados, progresáramos humanamente y creciéramos cristianamente. Que descanse en paz.
"No tenia nada, por no tener jamás tuvo casa propia ni propiedades"
El obispo Ceballos: un hombre sencillo, pobre y de oración profunda
"Era un hombre de Dios. De palabra frágil pero de fe recia. Su voz débil no reflejaba lo que era su espíritu y su fortaleza de fe"
" De una austeridad ejemplar porque él la vivía, y de un desapego a las cosas digno de mencionar. No tenia nada, por no tener jamás tuvo casa propia ni propiedades"
"No era Obispo de despacho. La cercanía con la gente y con sus curas la sentía, la vivía, la expresaba y le dedicaba tiempo. No fue Obispo gestor, fue Obispo pastor"
"Fue tremendamente humano y eso lo hizo ser divino y rezumar a Dios y evangelio y eso queda sembrado para siempre"
| Julio Millán, cura de Jaén
Era todavía un adolescente cuando conocí a Don Antonio. Era un hombre de Dios. De palabra frágil pero de fe recia. Su voz débil no reflejaba lo que era su espíritu y su fortaleza de fe. Hombre de profunda fe y honda oración que no tenia nada que ver con ñoñerías de espiritualidad fácil y aparente. De una austeridad ejemplar porque él la vivía, y de un desapego a las cosas digno de mencionar. No tenia nada, por no tener jamás tuvo casa propia ni propiedades.
Durante un tiempo fue mi párroco y mi rector a la vez, en tiempos difíciles y he de confesar que soy sacerdote por él, porque el obispo de entonces jamás me habría ordenado. Confiaba tanto en mi y me quería tanto que “dio la cara por mi” y se la jugó con valentía. No le fallé. Es verdad que se desvivía por sus curas y siempre estaba. No era Obispo de despacho. La cercanía con la gente y con sus curas la sentía, la vivía, la expresaba y le dedicaba tiempo. No fue Obispo gestor, fue Obispo pastor.
Era un hombre y un sacerdote curtido en la escucha siempre serena y sin prisa y de palabra acertada que además transmitía paz y serenidad. Con él aprendí a hacer homilías durante el tiempo de mi diaconado; cada sábado por la mañana dedicaba su tiempo a enseñarnos y además lo hacia en clima de oración para que lo que luego debíamos transmitir saliera del corazón y la vivencia y no solo del conocimiento. Propio de un hombre de Dios y de profunda oración. Tengo múltiples ejemplos con él al respecto, no importaba la hora. “Aquel día que me atrasé en mi llegada al Seminario, ya en el último año, y al entrar por la puerta me encuentro que estaba esperándome en pijama en la capilla y no se acostaba hasta que no llegara”. Solo para decirme: “vienes tarde y no me gusta, pero mañana hablamos. Buenas noches”.
Siempre de buen talante, alegre y cariñoso, hombre de poco ruido, salvo cuando jugaba el Real Madrid y marcaba algún gol, que él lo celebraba sin rubor.
Obispo cercano a los pobres y humildes de su Diócesis. En Cádiz es conocido de todos su cercanía a marginados, inmigrantes, gente de la calle…” el Obispo de lo social” que ponía rostros a las necesidades. En Ceuta con toda su problemática de inmigración siempre daba la cara y era ejemplo de sensibilidad social y de defender siempre al débil. No le estorbaban los pobres!.
Ha muerto Don Antonio Ceballos, pero su semilla sembrada en el surco de la vida por donde pasó, queda ahí para siempre. No ha muerto, se ha ganado estar en la “casa del Padre” y esta nueva etapa de su vida, al resplandor de quien es la Luz verdadera, nos sirve a todos y nos ayuda a todos. Predicó y sembró con el ejemplo y eso herencia se queda para siempre.
Se va a la casa del Padre con 87 años después de sesenta años de servicio pastoral y cinco de Obispo en Ciudad Rodrigo y dieciocho en Cádiz-Ceuta.
Fue tremendamente humano y eso lo hizo ser divino y rezumar a Dios y evangelio y eso queda sembrado para siempre. Como dijo un día el Obispo Casaldaliga, ahora el Señor le dirá: “Antonio, ¿has vivido, has amado? Y él sin decir nada, abrirá su corazón lleno de nombres”. Y detrás de cada nombre una vida, una historia, tal vez un sufrimiento del que nunca huyó y siempre lo hizo suyo. Por eso su vida ha sido “pan partido en la mesa de la vida” como la de Jesús.
Hermano, amigo, compañero y Obispo has llegado a donde siempre quisiste llegar: a la Casa del Padre. Ojala nos veamos y nos reconozcamos y riamos juntos recordando historietas, y tú con tu sonrisa siempre puesta y tu voz quebrada sigas alabando siempre al Padre tal y como nos enseñaste.
La capilla ardiente se instalará en el Seminario, donde se podrá velar el cuerpo, entre las 10 y las 12 de esta noche y las 8 y las 10:30 de la mañana de este jueves. La Catedral acogerá a las 11 horas una misa por el eterno descanso de su alma antes de trasladar su cuerpo a Cádiz donde se oficiará su entierro y reposarán sus restos.
En la tarde de hoy, ha fallecido Don Antonio Ceballos Atienza, Obispo emérito de Cádiz-Ceuta en la residencia de las Hermanitas de los Pobres de Jaén capital, donde residía desde que fue declarado emérito en octubre de 2011.
Monseñor Ceballos Atienza, natural de Alcalá la Real, y de 87 años de edad, ha fallecido por causas naturales, tras varios años con un delicado estado de salud.
El Obispo de Jaén, Don Sebastián Chico Martínez, ha mostrado su pesar por “el fallecimiento de este hombre de Dios que tanto trabajó por la Iglesia en España desde sus distintas responsabilidades, en especial por la de Jaén donde desempeñó distintos e importantes cargos pastorales”. A la vez, que ha pedido una oración por el eterno descanso de su alma y ha agradecido a Dios “una vida de entrega al servicio de la Iglesia”.
La capilla ardiente se instalará en Casa de la Iglesia de Jaén (Seminario diocesano), donde se podrá velar el cuerpo, entre las 10 y las 12 horas de esta noche y desde las 8 a las 10:30 de la mañana de este jueves. Allí podrán darle el último adiós a este obispo tan querido entre los jiennenses y los sacerdotes con los que compartió ministerio. La Catedral de Jaén acogerá, a las 11 horas, de este jueves, una misa por el eterno descanso de su alma, que presidirá el Obispo de Jaén.
Posteriormente, el cuerpo será trasladado hasta el Seminario de Cádiz donde se instalará, de nuevo, la capilla ardiente. El viernes, 23 de septiembre, a las 12 horas, en la Catedral de Cádiz, se oficiará su entierro y sus restos serán depositados, como era su deseo, en el primer Templo de la capital gaditana.
Los últimos años en los que ha permanecido en Jaén, después de que el Papa aceptara su renuncia, por edad, Monseñor Ceballos ha participado en numerosas celebraciones diocesanas, como las Misas Crismales; la apertura del proceso de beatificación de los mártires, ordenaciones sacerdotales, la presentación del Plan de Pastoral… hasta que su deterioro físico se lo impidió.
Biografía
Nació el 31 de julio de 1935 en Alcalá la Real (Jaén). Cursó las Humanidades y los Estudios eclesiásticos respectivamente en los Seminarios Diocesano Menor y Mayor de Jaén. Posteriormente obtuvo el Doctorado en la Facultad de Teología de Granada. Fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1962.
Cargos pastorales
Ha desempeñado, entre otros, los cargos de Vicario Cooperador en la Parroquia de Jódar (1962) y Profesor del Seminario Menor y Mayor.
Por otro lado, fue Director espiritual del Seminario Mayor de Jaén en Granada y Delegado del Clero en 1967. En 1972 fue Rector del Seminario Mayor de Jaén y Profesor de Teología y en 1977 Delegado del Clero y de Vocaciones. También fue Párroco de la Parroquia de San Bartolomé en Jaén (1972) y Canónigo de la Catedral desde 1982. Fue ordenado Obispo en la Catedral de Ciudad Rodrigo y tomó posesión de aquella Diócesis el 25 de marzo de 1988.
En 1991 visitó un buen número de Seminarios Mayores españoles como Visitador Apostólico, delegado por la Santa Sede.
El 10 de diciembre de 1993 fue nombrado Obispo de Cádiz y Ceuta, y Administrador Diocesano de la Diócesis de Ciudad Rodrigo, hasta que tomó posesión canónica de la nueva Diócesis el 29 de Enero de 1994. El martes 30 de agosto de 2011, la Santa Sede hizo público que el Papa Benedicto XVI aceptaba la renuncia al gobierno pastoral de la Diócesis de Cádiz y Ceuta que, Mons. D. Antonio Ceballos Atienza, le había presentado en conformidad con el canon 401, párrafo 1 del Código de Derecho Canónico.
“Yo figuro, entre los pequeños y los pobres…”. Lo dijo sin vanagloria ni falsa modestia. Más bien se trataba de un autorretrato de quien se sabía un hombre austero y sencillo, un más entre los últimos. El anawin que el Espíritu Santo coló en los recovecos de las conciencias episcopales en Añastro.
“Yo figuro, entre los pequeños y los pobres…”. Lo soltó con total naturalidad cuando celebró sus veinticinco años de ordenación episcopal. O mejor, cuando se lo celebraron, porque en su caso había -y hay- mucho que agradecerle como pastor. Un diócesis en deuda con él por su entrega apasionada como padre de todos, al estilo del Maestro Jesús. Y más ahora, que Don Antonio Ceballos ya descansa en paz.
Sin molestar
“Yo figuro, entre los pequeños y los pobres…”. Y sin molestar, como siempre hizo, se fue el que fue obispo de Cádiz y Ceuta durante casi dos décadas, al no superar un ictus que le sorprendió ayer. Murió esta tarde en Jaén a los 87 años. En su tierra, donde fue ordenado sacerdote hasta que desde Roma le confiaron como obispo la ciudad de Ciudad Rodrigo. Y donde volvió para ser uno más, sin entrometerse en las cuitas del presente. Se retiró en la residencia de las Hermanitas de los Pobres, sin distinciones mitrales ni baculares en el mantel o en los pasillos. Como tampoco las quiso antes.
“Yo figuro, entre los pequeños y los pobres…”. Dicho y hecho, especialmente entre aquellos que atravesaban el Estrecho buscando una oportunidad en la Europa que les recibe todavía hoy con concertinas. Pero, sobre todo, dignificó en la despedida a tantos a los que se comió el mar. Su denuncia fue la de aquel que quiso dar una sepultura honrosa a quienes no tenían nadie que les llorara ni les rezara cerca.
Con los parados
“Yo figuro, entre los pequeños y los pobres…”. Y abrazó a los parados. Y se manifestó con y por las víctimas de esa economía que mata. Y, cuando en plena crisis otros se despistaban con protestas cargadas de moralina, se bajó el sueldo y el de todo el clero para destinar el 10 por ciento del salario a Cáritas.
“Yo figuro, entre los pequeños y los pobres…”. A buen seguro, que también lo hará en el cielo. Donde ellos y él viajan en preferente.
"Nadie como él ha encarnado con tanta generosidad y claridad las bellas palabras del salmista".
"Un pastor bueno, magnánimo, generoso, entregado, humilde, sencillo; con olor no sólo a oveja, sino a migrante, a encarcelado, a enfermo, a humanidad, que supo vivir sin miedo su lema episcopal: 'In omnibus caritas'".
"Palabras como poder, tener, crecer, acaparar, medrar, subir, escalar, acumular, imponer, obligar, distancia, vanagloria, falsa modestia, dignidad del cargo, riquezas, juicio, castigo, y un largo etc. no tenían lugar ni resquicio en su vida".
Y su rostro resplandecerá al reconocer, a un lado y a otro, a tantos a los que ayudó, confortó, sirvió y amó, dándolo todo. O mejor dicho, de los que tanto recibió, se fortaleció y se sintió amado.
Decía Teresa de Lisieux que deseaba “permanecer pequeña para estar en los brazos de Jesús”. Esto, dicho con otras palabras, balbuciendo constantemente el salmo 130, era lo que intentaba vivir e inculcar a todo el que le rodeaba, nuestro querido Don Antonio, quien descansará en la espera de la resurrección, al abrigo de las entrañas de la roca ostionera, de la Catedral de la Santa Cruz sobre las aguas, su sede episcopal durante más de 18 años, en Cádiz y Ceuta.
Nadie como él ha encarnado con tanta generosidad y claridad las bellas palabras del salmista, que resuenan en los oídos de todos como un eco constante, al recordar su ejemplo, para que también nosotros las hagamos vida: “Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad; sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre”.
Sabemos que nada es casualidad sino providencia y acción constante de Dios, que nos va haciendo guiños para llevarnos y acercarnos a su luz. Y así, los que hemos tenido la suerte de compartir muchos momentos de celebración, cercanía, amistad, y caridad pastoral junto a él, hemos podido percibir que su vida no encajaba bien con algunos vocablos y actitudes tan manidas en la vida eclesial. Palabras como poder, tener, crecer, acaparar, medrar, subir, escalar, acumular, imponer, obligar, distancia, vanagloria, falsa modestia, dignidad del cargo, riquezas, juicio, castigo, y un largo etc no tenían lugar ni resquicio en su vida. Sin embargo, otras palabras tales como pobres, sencillo, humilde, desapego, misericordia, sin molestar, comprensión, perdón, austeridad, sencillez, uno más entre los últimos, padre de todos, sin entrometerse, sin distinciones, se colaban con facilidad en su existencia como un pequeño florilegio, que alumbraba e irradiaba en su caminar.
No crean que no tuvo defectos. Muchos, algunos evidentes; y él, consciente de ellos, se acercaba con generosidad constante al sacramento de la penitencia dando testimonio público de su necesidad de la gracia divina.
La vida de un hombre no es sino la suma y resta de todo lo bueno y débil que uno tiene. Y aquí, con generosidad, salimos ganando en un pastor bueno, magnánimo, generoso, entregado, humilde, sencillo; con olor no sólo a oveja, sino a migrante, a encarcelado, a enfermo, a humanidad, que supo vivir sin miedo su lema episcopal: “In omnibus caritas”.
Su vida nos ha dejado bellas páginas de un libro que no concluye con su muerte. ¡Qué fiesta, la del cielo! Cuando haya escuchado la voz de Aquél que mirándolo con misericordia lo llamó para seguirle. ¡Antonio, Antonio! Ven, entra y siéntate a la mesa del Reino. Y él, con cara de sorpresa buscará un lugar discreto y escondido.
Y volverá a escuchar la voz: ¡Antonio, Antonio! ¡Ahí no, ahí no, chiquillo! Ven, ven, y siéntate aquí entre los pobres, los sencillos, los humildes, los desheredados, los transeúntes, los encarcelados, los trabajadores, los enfermos a quienes visitaste, los desahuciados, los migrantes a quien devolviste la dignidad, levantando tu voz cascada para que todos te escucharan.
Y su rostro resplandecerá al reconocer, a un lado y a otro, a tantos a los que ayudó, confortó, sirvió y amó, dándolo todo. O mejor dicho, de los que tanto recibió, se fortaleció y se sintió amado. ¡Qué buen Padre! ¡Qué buen hermano! ¡Qué buen amigo! ¡Qué buen hijo! Te echaremos de menos. No te olvides de nosotros, e intercede por la Iglesia.
HA MUERTO ANTONIO CEBALLOS, OBISPO EMÉRITO DE CÁDIZ. Juan Cejudo
Ha muerto Antonio Ceballos, obispo de Cádiz y Ceuta. Se une así a la lista de obispos de Cádiz ya fallecidos que he conocido: D. Tomás Gutiérrez , Antonio Añoveros y Antonio Dorado.
Al obispo que más traté fue a Añoveros. También a Dorado y con Ceballos, menos porque justamente los años que él estuvo de obispo en Cádiz (de 1993 a 2.011) yo estaba fuera de Cádiz por motivos de trabajo. Pero tuve algunas ocasiones de hablar con él y también de enviarle algunas cartas. Quiero hablar de él desde esta experiencia mía personal. Otros podrán opinar de otros muchos aspectos de su vida.
Y mi experiencia con él ha sido muy positiva. Siempre me trató con amabilidad y afecto en las visitas que le hice en el obispado y guardo de él, como obispo, un magnífico recuerdo. Un hombre sencillo, cercano a todos, sin discriminar nunca a nadie. Vivía austeramente y dialogaba con todos los sacerdotes sin excepción, sin tener problema con ninguno. Era un pastor, no un funcionario ni un burócrata, ni un economista.
Muy sensible con los problemas sociales de la diócesis que son muchos: el paro, el problema de la vivienda, la inmigración, los problemas de los trabajadores y preocupado por la pastoral obrera.
Y es que él venía de un ambiente sencillo y además era un hombre que quería vivir los valores del Evangelio de Jesús.
Hace ya muchos años, en un encuentro estatal de MOCEOP un compañero me preguntó, al poco de llegar Ceballos a Cádiz, qué tal lo estaba haciendo Ceballos aquí como obispo y le hablé bien de él. Me dijo que él lo conocía como persona, pues había trabajado de pareja con él como obrero en la construcción y me dijo que como trabajador era muy buena persona, pero quería saber qué tal lo hacía como obispo.
En una ocasión que le envié una carta lo comentó con un primo mío a quien le dijo: "He recibido de tu primo una carta preciosa, que me ha encantado".
Creo que ha muerto un obispo de la línea de Francisco, pastor y cercano a todos, dialogante con todos, que vivió austeramente, sencillamente, queriendo vivir el Evangelio, no tan preocupado de cuestiones burocráticas, económicas etc...
Desde aquí mi recuerdo afectuoso a Ceballos a quien se le echa mucho de menos en la diócesis.
Ya él está gozando de una vida nueva junto a Dios, Padre-Madre.
LA
CATEDRAL DE CÁDIZ SE QUEDA PEQUEÑA PARA DESPEDIR A MONS. ANTONIO CEBALLOS
ATIENZA
23 de septiembre de 2022
Desde que quedara instalada la capilla ardiente en la tarde de ayer en la Iglesia de Santiago, cientos de fieles y sacerdotes se han acercado para orar por el eterno descanso del que fuera obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta entre los años 1993 y 2011.
A primera hora de esta mañana todavía eran muchos los que hacían cola para mostrar sus respetos y su cariño a un obispo que destacó por su bondad y su cercanía a los más necesitados.
A las once de la mañana quedaba clausurada la capilla ardiente para proceder a su traslado a la Catedral, donde, a las doce del mediodía, daba comienzo el funeral y la misa corpore insepulto.
Muchas personas se han quedado a las puertas de la seo gaditana ante la imposibilidad de acceder a ella debido a la gran afluencia de fieles que han asistido al funeral. Con el féretro presidiendo el altar mayor, sacerdotes, obispos como el de Jaén, Mons. Sebastián Chico Martínez; el de Huelva, Mons. Santiago Gómez Sierra; y el arzobispo emérito de Sevilla, Mons. Juan José Asenjo Pelegrina; así como autoridades civiles y militares, y numerosos fieles han estado presentes en la ceremonia para rezar por el alma de Mons. Ceballos.
El Obispo de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza, ha recordado brevemente la figura de su antecesor y la labor pastoral que realizó en nuestra diócesis, destacando su apertura a la nueva evangelización, el Sínodo diocesano convocado en el año 2000, su atención a los pobres y su impulso a la pastoral de migraciones. “Aquí, en su casa, en la Diócesis de Cádiz y Ceuta, sabemos que dejó lo mejor de sí mismo. Entregó su propia persona y su vida, por lo que siempre le tendremos presente con gratitud y con verdadero cariño”.
Así, Mons. Zornoza ha dado gracias por la vida y el ministerio de D. Antonio Ceballos, del que ha afirmado que era “un hombre humilde de verdad, enormemente bondadoso, que ha dejado por donde ha pasado un rastro de vida evangélica y de pastor bueno, entregado a todos, siempre orante, de una piedad profunda y sincera. Ha sido un hombre de Dios, cuyo ministerio sólo puede entenderse desde la clave y la lógica evangélica del servicio. Lo decisivo para nosotros es saber que ha representado a Cristo, ha sido su sacramento. Su corazón estaba en Cristo, Jesús y en María, la Virgen”.
Por último, el prelado ha afirmado que “el testamento que nos deja D. Antonio va unido sobre todo a la huella de su fe. Por eso, conmovidos, agradecemos a Dios su persona y su ministerio, y pedimos al Buen Pastor que le otorgue la paz eterna”.
Al término de la ceremonia, los restos de Mons. Antonio Ceballos fueron trasladados a la cripta del primer templo de la diócesis, quedando en el lugar reservado para los obispos.