PÁGINAS COMPLEMENTARIAS

miércoles, 22 de julio de 2009

N.O. 1484/87: PARA EVANGELIZAR EL MUNDO OBRERO Y DEL TRABAJO, HUMANICEMOS LA CULTURA


Editorial de Noticias Obreras
Núm. 1.484-1.487 [16-07-09 / 15-09-09]

PARA EVANGELIZAR EL MUNDO OBRERO Y DEL TRABAJO,
HUMANICEMOS LA CULTURA


http://www.hoac.es/pdf/Noticias%20Obreras/2%20julio/editorial.pdf

«La prueba de nuestra humanización será la justicia generada,
y su fruto, nuestra felicidad»


Hace seis años, la HOAC celebramos la XI Asamblea General. La situación era muy distinta a la de ahora: la economía crecía a buen ritmo y el empleo también: en dos años creamos dos millones de empleos, hasta alcanzar 17,5 millones de empleados, y las previsiones apuntaban a un fuerte crecimiento del empleo, como así fue. El paro, por el contrario, se situaba en 2,2 millones, la mitad que en la actualidad. Parecía como si las previsiones que auguraban un futuro problemático provinieran de aquellos que sólo ven el lado negativo de la realidad y necesitan recrearse en él para seguir viviendo en su mundo y confirmar sus teorías.


En aquellas circunstancias, la HOAC apostamos por unir nuestras vidas y nuestros medios a las personas que peor lo estaban pasando: los precarios y los oprimidos por las condiciones de trabajo; los pobres y excluidos del mercado del trabajo; las familias obreras y las dificultades que encuentran para asumir sus responsabilidades a causa del trabajo; la terrible situación de los inmigrantes, y las dificultades que el trabajo plantea a las mujeres por su condición de mujeres. Estas cinco situaciones centraron nuestra atención y han centrado nuestro trabajo en estos seis años. El trabajo realizado ha sido mucho; los frutos conseguidos, menos, y las dificultades cuantiosas, como toda actividad que pretenda acercarse a la realidad de dolor que hay en nuestro mundo.


A pesar de las dificultades que nos hemos encontrado, la evolución de los acontecimientos, y la situación actual de estos segmentos del mundo obrero y del trabajo, ponen de manifiesto que aquella decisión fue acertada. No nos encontrábamos ante «un desajuste» del sistema, más bien eran sus víctimas las que se mostraban a nuestros ojos en medio de una orgía creciente de consumo que adormecía muchas conciencias. Ahora, zarandeados por el torbellino de la crisis inmoral económica, son muchas las voces que se alzan pidiendo que se ponga fin a tanta miseria, a tanta desazón, a tanta angustia como genera el no saber del mañana cuando todo –proyectos, familia, hijos, vejez, etc.– queda por hacer.


La injusticia, que no nos había abandonado, ha vuelto con todo su poder y señorío para profundizar y extender el dolor que genera. ¿Cómo anunciar a Jesucristo en medio de tanto dolor? ¿Cómo decirles que Él murió para que nadie más sufriera a causa de la injusticia? ¿Cómo decirles que Jesucristo es la Buena Noticia que ellos esperan y desean? Sólo hay una forma, si no queremos que nuestras palabras suenen huecas: unir nuestras vidas a las de ellos; compartir con ellos techo y pan; mostrarles que nosotros, que apenas somos nada, formamos parte de la respuesta que Dios les da a las muchas peticiones de ayuda que le han hecho. Nosotros somos, personal y comunitariamente, parte de la presencia amorosa de Dios y de la Iglesia en medio de ellos.


A esta tarea continuamos llamados e interpelados, pero nos encontramos con un problema: nuestra sociedad, y nosotros como parte de ella, nos hemos acostumbrado a convivir con el dolor. El dolor ajeno ha llegado a parecernos normal. Tenemos el discurso estéticamente correcto, pero normalmente no va acompañado de las radicales decisiones que son necesarias para enfrentarnos a sus causas, compartirlo y paliarlo en la medida de lo posible y, así, poder seguir llamándonos humanos sin que se nos caiga la cara de vergüenza.


Más dinero para los bancos

Nuestro gobierno ha puesto a disposición de los bancos más de 230.000 millones de euros, más del doble de lo que el Estado se gasta en pensiones cada año. Mientras tanto, los beneficios de los bancos, en plena crisis provocada por ellos mismos, son bochornosos: 23.936 millones de euros en 2008, y un total de 112.923 millones de euros desde 2004.



Mientras que esto ocurre, el paro, la pobreza y la exclusión crecen; una multitud vive angustiada por el pago de la hipoteca; algunos miles han perdido su casa o están pendientes de que se la quiten, y Cáritas nos informa de que más de la mitad de los que se acercan pidiendo ayuda son enviados por los servicios sociales de la administración. ¿Cómo soportamos esta injusticia sin apenas hacer nada? Posiblemente, porque nuestra conciencia permanece adormecida por el bienestar que disfrutamos. Porque hemos llegado a creer que compartir lo que tenemos con los que lo necesitan es una opción y no una obligación moral. Porque la moral objetiva la hemos convertido en un cajón de sastre, en la que cada uno metemos lo que nos interesa o lo que menos nos incomoda. Porque el «yo», el «mí» y el «mío» se han metido tan dentro de nuestra conciencia que no han dejado espacio para el «tú», lo «suyo» y lo «vuestro». Porque, en definitiva, estamos totalmente convencidos de que cada uno somos el centro del universo.


Cultura consumista

La cultura consumista dificulta nuestro juicio y nuestra voluntad. Nos sentimos seguros en nuestra seguridad material, y cuanto más seguros nos sentimos más nos alejamos de la seguridad definitiva que es la confianza en Dios. Así, nos creemos libres, pero, en realidad, tenemos un miedo horrible a la libertad, porque la libertad está indisolublemente unida al amor, y éste, a la justicia. Somos libres para amar, no para hacer lo que se nos antoje. La cultura consumista nos propone, y educa nuestro deseo, para que hagamos lo que nos apetece en cada momento. Pero, paradójicamente, esta manera de proceder se opone a la libertad, porque nos aparta del amor: nos aparta del Amor de Dios y de la confianza absoluta que brota de Él. Y nos aparta del amor a los otros, que surge del amor de Dios. El amor de Dios es el origen de toda libertad; el amor a los otros, su finalidad.



El lema que hemos elegido para nuestra Asamblea dice: «Para evangelizar el mundo obrero y del trabajo, humanicemos la cultura». Al principio de este tercer milenio, Jesucristo nos ha regalado un mundo que nos facilita mucho la tarea de humanizar la cultura: nos está mostrando, con toda evidencia, la indisoluble unidad que hay entre amor y justicia. Ya no es posible combatir la injusticia sin amor, –amor que se concreta en vivir por el otro y con el otro la pobreza, la humildad y el sacrificio– y sabemos que sólo podemos amar porque Él nos amó primero; sólo podemos amar sintiéndonos amados, recreando en nuestra vida la experiencia del amor de Dios y dejándonos transformar por ella.


Humanizarnos para promover la Justicia

Pablo nos dice: «el que es de Cristo es una criatura nueva» (2Cor. 5, 17). La pregunta que debemos responder es ¿Qué hay en mi vida, y en nuestra vida, que me hace, y nos hace, ser una criatura nueva, y qué hay que lo impide o dificulta? Gracias a Dios, no podemos humanizar la cultura sin humanizarnos, sin dejarnos humanizar por Él; la prueba de nuestra humanización será la justicia generada, y su fruto, nuestra felicidad, porque Dios siempre devuelve ciento por uno. ■

EDITORIAL
Publicado en NOTICIAS OBRERAS:
Núm. 1.484 – 1.487 [16-7-09 / 15-9-09] pág. 5 y 6
http://www.hoac.es/pdf/Noticias%20Obreras/2%20julio/editorial.pdf


OTROS TEMAS DE INTERÉS PUBLICADOS EN ESTE NÚMERO:


Laboral: Los trabajadores de Miranda resisten:
«El campamento de la esperanza de Rottneros», por Julio César Rico



Trabajo y precariedad: Experiencia de un equipo de Getafe
«Inmigrantes en la Iglesia», por HOAC Getafe



Tema de la quincena: «Una realidad a evangelizar»
Resumen del documento de trabajo de la XII Asamblea General de la HOAC.
por la Comisión Permanente de la HOAC



Entrevista: A Francisco Güeto, presidente saliente de la HOAC:
«Debemos seguir creciendo en cercanía con los empobrecidos del sistema»,
por la Redacción



Experiencia: Plataforma por el Empleo Digno en Plasencia
«“Parados” sí, quietos no», por José Luis Palacios



● XII Asamblea General de la HOAC: Madrid, del 13 al 16 de agosto de 2009,
«PARA EVANGELIZAR EL MUNDO OBRERO Y DEL TRABAJO,
HUMANICEMOS LA CULTURA».


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