Núm. 1.532 [01-02-12 / 29-02-12]
«Las sucesivas reformas laborales
ni han creado empleo
ni lo han hecho más decente.
ni han creado empleo
ni lo han hecho más decente.
Al contrario, han precarizado
cada vez más el empleo y
han empobrecido a muchas
familias trabajadoras»
cada vez más el empleo y
han empobrecido a muchas
familias trabajadoras»
Tenemos sobre la mesa otra reforma laboral. Una vez más se dice que es necesaria para
afrontar la situación económica y crear empleo. ¿Cuántas veces hemos oído ese mismo argumento
que siempre se ha demostrado falso? Las
sucesivas reformas laborales ni han creado empleo ni lo han hecho más decente. Al contrario, han precarizado cada vez más el
empleo y han empobrecido a muchas familias trabajadoras. Porque, como la actual, han partido del mismo
mal planteamiento: pretender adaptar las condiciones de trabajo y la vida
laboral de las personas a las exigencias de «la economía» para incrementar la
rentabilidad del trabajo y aumentar los beneficios. Pero esa no es la solución, es el problema.
Se habla de «la
economía» como si fuera un sujeto. Pero
no lo es. Sujetos son las personas, los
grupos sociales, las instituciones…, que toman decisiones y orientan el
funcionamiento de la economía. Hablar de
«la economía» como sujeto es una forma de encubrir la realidad, de ocultar
intereses, de eludir responsabilidades, presentándola como algo natural o
inexorable a lo que no hay más remedio que adaptarse. Pero la economía, como todo lo que es
resultado de decisiones y acciones humanas, tiene un carácter ético, es moral o
inmoral, humana o inhumana, según cómo se oriente. Y este es el meollo de la cuestión: «La economía tiene necesidad de la ética
para su correcto funcionamiento, no de una ética cualquiera, sino de una ética
amiga de la persona» (Benedicto XVI, «Caritas in veritate», 45).
Pero, ¿qué es
una ética amiga de la persona en la vida económica?, ¿qué es lo que hace que el
funcionamiento de la economía sea ético? En la Iglesia pensamos que la clave está en
que la persona sea, de verdad, sujeto y fin de la economía, que ésta se oriente
al servicio de las necesidades humanas, que esté sometida a fines sociales de
justicia. Para ello es esencial la forma
en que es tratado el trabajo. El respeto
a la dignidad del trabajo, vinculado a la dignidad de la persona, es criterio
central de la ética en la economía. Por
eso, son principios básicos de humanidad para el funcionamiento de la economía:
1º.- Reconocer
que el trabajo no es una cosa, una mercancía, sino una realidad unida al mismo
ser de la persona: «El primer fundamento
del valor del trabajo es el hombre mismo, su sujeto (…): el trabajo está en
función del hombre y no el hombre en función del trabajo» (Juan Pablo II, «Laborem exercens», 6).
2º.- Respetar
la prioridad del trabajo sobre todos los demás elementos de la economía. El trabajo es mucho más que un valor
económico, pero es también el primer y mayor valor económico: «El trabajo humano (…) es muy superior a los restantes elementos
de la vida económica, pues estos últimos no tienen otro papel que el de
instrumentos» (Concilio Vaticano II, «Gaudium
et spes» 67).
3º.- Organizar
siempre el trabajo en función de la persona, porque es la economía la que debe
adaptarse a las necesidades de las personas y no al revés: «El conjunto del proceso de producción debe, pues, adaptarse a las
necesidades de la persona» (GS, 67).
4º.- Reconocer
y hacer realidad en el funcionamiento de la economía los derechos de los
trabajadores y sus familias: «Cuando se
trata de determinar una política laboral correcta desde el punto de vista ético
(…) tal política es correcta cuando
los derechos objetivos del hombre del trabajo son plenamente respetados (…) La realización de los derechos del hombre
del trabajo no puede estar condenada a constituir solamente un derivado de los
sistemas económicos, los cuales (…)
se dejen guiar sobre todo por el criterio del máximo beneficio. Al contrario, es precisamente la consideración
de los derechos objetivos del hombre del trabajo (…) lo que debe constituir el criterio adecuado y fundamental para la
formación de toda la economía» (LE, 17).
¿Para cuándo
una reforma de la economía que busque hacer realidad estos principios de
humanidad? ■
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EDITORIAL
Publicado en NOTICIAS
OBRERAS:
Núm. 1532 [01-02-12 / 29-02-12] pág. 5
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