Guillermo ROVIROSA
APÓSTOL DE LA CLASE OBRERA
PRIMER MILITANTE DE LA HOAC
DÍAS 5 Y 6 DE
MARZO DE
18 A 21 horas.
18 A 21 horas.
EN EL CLAUSTRO DE LA IGLESIA
DE SAN
FRANCISCO
PLAZA DE SAN
FRANCISCO
CÁDIZ
el día 5 a las 18 horas.
A cargo de
Francisco Güeto Moreno
Militante
de la HOAC de Cádiz
Guillermo Rovirosa Albet nace en
Vilanova i la Geltru (Barcelona), el 4 de agosto de 1897. A los 18 años
rompe con la vida cristiana y comienza los estudios en la Escuela de
Directores de Industrias Eléctricas de Barcelona. En 1922 se casa con
Catalina Canals. Vive un tiempo de desorientación y búsqueda de la verdad en
las filosofías y corrientes religiosas del momento. Se trasladan a Paris.
Unas palabras Casualmente oídas
al Arzobispo de Paris le hacen ver que ha rechazado a Jesucristo sin
conocerlo realmente. Por honestidad emprende un proceso de información sobre
la figura de Jesús que culmina con su conversión a la fe cristiana en la
navidad de 1933.
Trabaja en Madrid, allí le
sorprende la guerra civil. Es elegido presidente del comité obrero de su
empresa. Organiza una capilla clandestina en su casa. Entra en contacto con
la Doctrina social de la Iglesia. Al terminar la guerra es condenado a 12
años de cárcel de los que cumple uno.
A finales del 1940 se incorpora
a la Acción Católica. En mayo de 1946 los Obispos de España le encargan la
tarea de organizar y poner en marcha la Hermandad Obrera de Acción Católica
(HOAC), como movimiento apostólico especializado para obreros adultos. Se
dedicará por entero al apostolado en el mundo del trabajo, viviendo como un
obrero pobre.
Viaja infatigablemente por toda
España, organiza cursillos, hace posible el semanario obrero “TÚ”, dirige el
“Boletín de la HOAC”, visita la mayoría de los Seminarios, cuida
especialmente la formación de militantes. Su palabra honda y directa
conmueve siempre, reclamando la vivencia genuina del Evangelio, la
valoración del trabajo y la dignidad del obrero.
En 1957 la jerarquía
eclesiástica lo retira de la dirección de la HOAC. Rovirosa lo asume con
inmensa paz y, en adelante, y tras un accidente en que pierde un pie, hace
largas estancias en Monserrat. En este tiempo muy fecundo, de profundización
espiritual, de avance en su pensamiento y de permanente colaboración
apostólica.
El 27 de febrero de 1964 muere
en Madrid.
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