PÁGINAS COMPLEMENTARIAS

miércoles, 27 de noviembre de 2013

ORAR EN EL MUNDO OBRERO
«ADVIENTO DE LA ESPERANZA»


ADVIENTO 2013

“ESPERANZA PARA EL MUNDO OBRERO”

CINCUENTENARIO DE GUILLERMO ROVIROSA


1)     MILITANTES EN CAMINO DE ESPERANZA

No es fácil la esperanza, hoy, para los hombres y mujeres del mundo obrero, mucho menos para los más débiles y precarios.  Quizás no lo fue nunca.  Pero hoy es más visible la inseguridad, la precariedad, la pobreza, la exclusión, y se hacen más notables sus consecuencias para las personas, la familia y la sociedad.

Pero no es menos cierto que Jesús se ha metido en nuestra historia y la ha sembrado de semillas de esperanza.

¿No oyes sus pasos silenciosos en la noche de los pobres, en la cotidianidad de tus vecinos y vecinas, de tus compañeros y compañeras de trabajo?  ¿No oyes el latido de esa semilla en las dolorosas situaciones del mundo obrero?  ¿No sentiste la Palabra de Vida acariciando sus penas y manteniendo sus vidas?

Ahora, Dios se dirige a ti pidiéndote que te atrevas a esperar con Jesús un mundo obrero más solidario, para una humanidad más solidaria; un movimiento obrero más abierto a los débiles, para una sociedad más humana y fraterna; unas organizaciones obreras más humanas, para una sociedad con un futuro más justo.  Acepta el reto que Dios te lanza.  Activa en ti una palabra de esperanza para la compañera del sindicato y el compañero de la asociación; un signo de justicia, para el abandonado; un gesto de acogida con el emigrante; un grito de ¡basta ya! con el desahuciado…

El Adviento quiere encaminarte a una esperanza de mirada limpia.  Es una ocasión para mejor situarte en tu Sector; para más hondamente implicarte en el Quehacer Apostólico de la HOAC; para más fielmente concretar tu proyecto Evangelizador; para más densamente cuidar a tu Grupo de Acción; para acrecentar la Comunión Trinitaria en tu equipo.  En definitiva, el Adviento viene a poner voz a tu oración:

Señor Jesús, Ayúdame a recorrer
este camino de esperanza.
Abre mi corazón a la confianza en los débiles.
En tus manos, Señor, pongo mi causa
y su causa, que es la tuya”.



2)     MILITANTES PARA DESCUBRIR BROTES DE ESPERANZA:

Basta una mirada para conocer las entrañas de las gentes.  Las hay portando sus escasas pertenencias: un deseo escondido, un sueño frustrado, una herida abierta…, una vida por realizar.  Las hay niños y ancianos, jóvenes y mujeres.  Conocemos sus nombres: Emigrante, busca-vida, parado, prejubilado, excluido, maltratada, explotada, sometida…  Todos y todas con un apellido común: “currantes”.  Las hay, también, constructores de dignidad, apostantes de derechos humanos, buscadores de vida nueva, portadores de esperanza, anunciadores del Evangelio, defensores de los hundidos, abridores de ojos y de conciencia, practicantes de solidaridad…  En definitiva, luchadores y luchadoras de igualdad, justicia y fraternidad.

 

¿Cuál es tu oficio en este caminar?  “Llega el momento de despertar, la liberación ahora está más cerca…  La noche va de pasada y el gran día, se avecina.  Abre los ojos y acostúmbrate a la luz del “día nuevo” que ya ha llegado, vive con humanidad y actúa en justicia.  Revístete del Señor” (Rom 13,11-14).  Él Señor te necesita para abrir horizontes a la promesa de Dios, ya que: “Todas las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza” (Rom 15,4-9).  Importa mucho que en ello pongas tu corazón, porque donde está el corazón, allí nos llevan nuestros empeños.

 

Hay mil señales de esperanza en el mundo obrero y en la gente de tu barrio, pero solo las ven quienes van por la vida con los ojos abiertos.  No es fácil, pero ¡es tan hermoso creer que la justicia resplandecerá por encima del capital y de sus desprecios!


En medio de tantos signos de muerte, Dios, te invita a la sorpresa: "Mirad, que realizó algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notas?" (Is 43,18-19).  Crea un clima de esperanza en tu pequeño mundo, con otro estilo de vida, y verás como “lo nuevo empieza a nacer”.

Adviento es una llamada a disfrutar de la fuente de esperanza que ya riega la vida obrera, la vida sencilla de tu barrio, a agradecer esa poca gente que mantiene encendida la lucha sindical o vecinal; esa mujer, tierna y estimulante, militante de fraternidad para sus vecinas; aquel jubilado que siempre tiene en sus labios una palabra de aliento; aquella familia pobre, apoyo de tantos y tantas; aquel sindicalista que todavía mantiene la confianza, cuando todos se excusan en el “¿para que luchar?”;  aquella religiosa que gasta su día en gestos de servicio y gratuidad; aquella funcionaria que comparte su trabajo con otros…  ¿Es que “lo nuevo” de Dios, no está naciendo ya?






3)     MILITANTES PARA ALENTAR LA ESPERANZA

La fuente de la esperanza, hoy, entre otros, está en los militantes-obreros-profetas, los que saben dar a las generaciones venideras razones para vivir y razones para esperar; los que hacen presente al Dios del amor y llenan la oscuridad con la luz del Evangelio; los que no renuncian a sus valores ni a su conciencia obrera, cuando el sueldo no alcanza para vivir; los que guiados y sostenidos por el Espíritu de Dios se entregan a los más débiles del mundo obrero, convencidos de que el amor enciende la mecha mortecina de la lucha, es fuente de justicia, crea solidaridad y enciende la esperanza en aquel otro día en que vivamos en Comunión.


Pero también los militantes-obreros-profetas se cansan.  Juan, “voz en el desierto”, el que se enfrentó con las injusticias, el que habló de fuego abrasador, se ha cansado de luchar, y desde la cárcel se pregunta desconsolado: Y todo ¿para qué?  El que alentó a otros, ahora tiene que pedir ayuda.  Y se acerca con humildad a Jesús: ¿Qué dice el amigo de Dios y de los hombres?  Jesús le abre el corazón.  Le ofrece su vida pobre.  En ella está apareciendo lo verdaderamente nuevo para la humanidad y para los pobres.  A Juan se le ilumina la cárcel.  El aliento y el ánimo de Jesús atraviesan los muros de la injusticia.  Se ha hecho presente en la noche, hasta convertirla también en tiempo de salvación.  Nada se ha perdido.  Ha merecido la pena llegar hasta aquí. 

Adviento te invita a hacer como Juan:

Si en ti y en tus compañeros y compañeras hay desaliento y desconfianza, grita: ¡Ven Señor, Jesús!  

Si en tu barrio crecen la violencia, la pobreza y la exclusión, repite: ¡Ven Señor, Jesús!

Si en tu empresa abunda la injusticia, se explota y la precariedad se extiende a todos los rincones, haz que tu voz resuene más fuerte: ¡Ven Señor, Jesús!

Cuando la llama de la solidaridad y la esperanza estén a punto de apagarse, y a ti ya no te quede ni voz, aunque sea con gestos, clama: ¡Ven, Señor, Jesús!





4)     MILITANTES PARA ANUNCIAR LA ESPERANZA

La semilla pasa un tiempo escondida en la tierra, después aparecen los brotes, más tarde irrumpen los fríos que ponen a prueba la planta, pero, al final, aparece el fruto.  Así pasa con la esperanza, el que espera hasta el final ve la salvación, porque la última palabra la tiene la Vida.

Recuerda  al carpintero José y a su esposa María, esperaron a Jesús con inconfundible amor de padre y madre, y vieron cumplido el milagro de la esperanza.  Recuerda a tantos obreros y obreras que, a lo largo de los siglos, han mantenido viva la llama de la esperanza, de la justicia y de la fraternidad.

Si quieres salir al paso de tus gentes, anuncia con tu vida y con tu palabra a Jesús, en él se han cumplido todas las esperanzas.  Pero ello requiere estar atento y en vela.

Anunciar la esperanza es hablar de Jesús con tu vida personal y familiar, obrera y vecinal; es acompañar desde tu debilidad a los más débiles del mundo obrero y del barrio; es unir tu voz a otras voces que gritan el mundo nuevo que Dios quiere; es sembrar gratuidad a tu alrededor, entre los amigos y compañeras; es creer en la bondad de un Padre que es todo ternura y amor y que superará todas las fuerzas fratricidas.


“El desengaño es la meta final de las ilusiones…  Las ilusiones pueden ponerse en las cosas o en los hombres.  La Esperanza ya es otra cosa, y solo puede ponerse en Dios…  Algunos hombres, los santos, han sido capaces de despojarse de ilusiones y revestirse de Esperanza y han alimentado desde hace dos mil años la esperanza de otros hombres.  (Rovirosa. “Militantes Obreros”. O.C. T. V, pág. 459-460)