ADVIENTO 2013
“ESPERANZA PARA EL MUNDO OBRERO”
CINCUENTENARIO DE GUILLERMO ROVIROSA
1) MILITANTES EN CAMINO DE
ESPERANZA
No es fácil la esperanza, hoy, para los hombres y mujeres
del mundo obrero, mucho menos para los más débiles y precarios. Quizás no lo fue nunca. Pero hoy es más visible la inseguridad, la
precariedad, la pobreza, la exclusión, y se hacen más notables sus consecuencias
para las personas, la familia y la sociedad.
Pero no es menos cierto que Jesús se ha metido en nuestra
historia y la ha sembrado de semillas de esperanza.
¿No oyes sus pasos silenciosos en la noche de los pobres,
en la cotidianidad de tus vecinos y vecinas, de tus compañeros y compañeras de
trabajo? ¿No oyes el latido de esa
semilla en las dolorosas situaciones del mundo obrero? ¿No sentiste la Palabra de Vida acariciando
sus penas y manteniendo sus vidas?
Ahora, Dios se dirige a ti pidiéndote que te atrevas a
esperar con Jesús un
mundo obrero más solidario, para una humanidad más solidaria; un movimiento
obrero más abierto a los débiles, para una sociedad más humana y fraterna; unas
organizaciones obreras más humanas, para una sociedad con un futuro más justo. Acepta el reto que Dios te lanza. Activa en ti una palabra de esperanza para la
compañera del sindicato y el compañero de la asociación; un signo de justicia,
para el abandonado; un gesto de acogida con el emigrante; un grito de ¡basta ya!
con el desahuciado…
El Adviento quiere encaminarte a una esperanza de mirada
limpia. Es una ocasión para mejor situarte
en tu Sector; para más hondamente implicarte en el Quehacer Apostólico de la
HOAC; para más fielmente concretar tu proyecto Evangelizador; para más densamente
cuidar a tu Grupo de Acción; para acrecentar la Comunión Trinitaria en tu
equipo. En definitiva, el Adviento viene
a poner voz a tu oración:
“Señor
Jesús, Ayúdame a recorrer
este camino de esperanza.
Abre mi corazón a la confianza en los débiles.
En tus manos, Señor, pongo mi causa
y su causa, que es la tuya”.
este camino de esperanza.
Abre mi corazón a la confianza en los débiles.
En tus manos, Señor, pongo mi causa
y su causa, que es la tuya”.
2) MILITANTES PARA DESCUBRIR BROTES
DE ESPERANZA:
Basta una mirada para conocer las
entrañas de las gentes. Las hay portando
sus escasas pertenencias: un deseo escondido, un sueño frustrado, una herida
abierta…, una vida por realizar. Las hay
niños y ancianos, jóvenes y mujeres. Conocemos
sus nombres: Emigrante, busca-vida, parado, prejubilado, excluido, maltratada,
explotada, sometida… Todos y todas con
un apellido común: “currantes”. Las hay,
también, constructores de dignidad, apostantes de derechos humanos, buscadores
de vida nueva, portadores de esperanza, anunciadores del Evangelio, defensores
de los hundidos, abridores de ojos y de conciencia, practicantes de
solidaridad… En definitiva, luchadores y
luchadoras de igualdad, justicia y fraternidad.
¿Cuál es tu oficio en este caminar? “Llega
el momento de despertar, la liberación ahora está más cerca… La noche va de pasada y el gran día, se
avecina. Abre los ojos y acostúmbrate a
la luz del “día nuevo” que ya ha llegado, vive con humanidad y actúa en
justicia. Revístete del Señor” (Rom 13,11-14).
Él Señor te necesita para abrir
horizontes a la promesa de Dios, ya que: “Todas
las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que
entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la
esperanza” (Rom 15,4-9). Importa
mucho que en ello pongas tu corazón, porque donde está el corazón, allí nos
llevan nuestros empeños.
Hay mil señales de esperanza en el mundo obrero y en la gente de tu
barrio, pero solo las ven quienes van por la vida con los ojos abiertos. No es fácil, pero ¡es tan hermoso creer que la
justicia resplandecerá por encima del capital y de sus desprecios!
En medio de tantos signos de muerte, Dios, te invita a la
sorpresa: "Mirad, que realizó algo
nuevo; ya está brotando, ¿no lo notas?" (Is 43,18-19). Crea un clima de esperanza en tu pequeño mundo,
con otro estilo de vida, y verás como “lo
nuevo empieza a nacer”.
Adviento es una llamada a disfrutar de
la fuente de esperanza que ya riega la vida obrera, la vida sencilla de tu
barrio, a agradecer esa poca gente que mantiene encendida la lucha sindical o
vecinal; esa mujer, tierna y estimulante, militante de fraternidad para sus
vecinas; aquel jubilado que siempre tiene en sus labios una palabra de aliento;
aquella familia pobre, apoyo de tantos y tantas; aquel sindicalista que todavía
mantiene la confianza, cuando todos se excusan en el “¿para que luchar?”; aquella religiosa que gasta su día en gestos
de servicio y gratuidad; aquella funcionaria que comparte su trabajo con otros…
¿Es que “lo nuevo” de Dios, no está
naciendo ya?
3) MILITANTES PARA ALENTAR LA
ESPERANZA
La fuente de la esperanza, hoy,
entre otros, está en los militantes-obreros-profetas, los que saben dar a las generaciones venideras
razones para vivir y razones para esperar; los que hacen presente al Dios del
amor y llenan la oscuridad con la luz del Evangelio; los que no renuncian a sus
valores ni a su conciencia obrera, cuando el sueldo no alcanza para vivir; los
que guiados y sostenidos por el Espíritu de Dios se entregan a los más débiles
del mundo obrero, convencidos de que el amor enciende la mecha mortecina de la
lucha, es fuente de justicia, crea solidaridad y enciende la esperanza en aquel
otro día en que vivamos en Comunión.
Pero también los militantes-obreros-profetas se cansan. Juan, “voz
en el desierto”, el que se enfrentó con las injusticias, el que habló de
fuego abrasador, se ha cansado de luchar, y desde la cárcel se pregunta
desconsolado: Y todo ¿para qué? El que
alentó a otros, ahora tiene que pedir ayuda. Y se acerca con humildad a Jesús: ¿Qué dice el
amigo de Dios y de los hombres? Jesús le
abre el corazón. Le ofrece su vida pobre.
En ella está apareciendo lo verdaderamente
nuevo para la humanidad y para los pobres. A Juan se le ilumina la cárcel. El aliento y el ánimo de Jesús atraviesan los
muros de la injusticia. Se ha hecho
presente en la noche, hasta convertirla también en tiempo de salvación. Nada se ha perdido. Ha merecido la pena llegar hasta aquí.
Adviento te invita a hacer como Juan:
Si en ti y en tus compañeros y compañeras hay desaliento
y desconfianza, grita: ¡Ven Señor, Jesús!
Si en tu barrio crecen la violencia, la pobreza y la
exclusión, repite: ¡Ven Señor, Jesús!
Si en tu empresa abunda la injusticia, se explota y la
precariedad se extiende a todos los rincones, haz que tu voz resuene más
fuerte: ¡Ven Señor, Jesús!
Cuando la llama de la solidaridad y la esperanza estén a
punto de apagarse, y a ti ya no te quede ni voz, aunque sea con gestos, clama: ¡Ven,
Señor, Jesús!
4) MILITANTES PARA ANUNCIAR LA
ESPERANZA
La semilla pasa un tiempo escondida en la tierra, después
aparecen los brotes, más tarde irrumpen los fríos que ponen a prueba la planta,
pero, al final, aparece el fruto. Así
pasa con la esperanza, el que espera hasta el final ve la salvación, porque la
última palabra la tiene la Vida.
Recuerda al
carpintero José y a su esposa María, esperaron a Jesús con inconfundible amor
de padre y madre, y vieron cumplido el milagro de la esperanza. Recuerda a tantos obreros y obreras que, a lo
largo de los siglos, han mantenido viva la llama de la esperanza, de la
justicia y de la fraternidad.
Si quieres salir al paso de tus gentes, anuncia con tu
vida y con tu palabra a Jesús, en él se han cumplido todas las esperanzas. Pero ello requiere estar atento y en vela.
Anunciar la esperanza es hablar de Jesús con tu vida
personal y familiar, obrera y vecinal; es acompañar desde tu debilidad a los
más débiles del mundo obrero y del barrio; es unir tu voz a otras voces que
gritan el mundo nuevo que Dios quiere; es sembrar gratuidad a tu alrededor,
entre los amigos y compañeras; es creer en la bondad de un Padre que es todo
ternura y amor y que superará todas las fuerzas fratricidas.
“El desengaño es la meta
final de las ilusiones… Las ilusiones
pueden ponerse en las cosas o en los hombres. La Esperanza ya es otra cosa, y solo puede
ponerse en Dios… Algunos hombres, los
santos, han sido capaces de despojarse de ilusiones y revestirse de Esperanza y
han alimentado desde hace dos mil años la esperanza de otros hombres. (Rovirosa. “Militantes Obreros”. O.C. T. V, pág. 459-460)