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UNA MIRADA CRISTIANA DEL TRABAJO HUMANO Y EL BIEN COMÚN
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CON MISERICORDIA Y COMPASIÓN.


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jueves, 1 de agosto de 2013

EUCARISTÍA POR EL ETERNO DESCANSO DEL PADRE MIGUEL CISTERÓ CISTERÓ:
PARROQUIA DE SAN SEBASTIÁN (PUERTO REAL).
MIÉRCOLES 7 DE AGOSTO DE 2013
A LAS 8 DE LA TARDE.


Queridos amigos/as:

Recibid un saludo muy cordial.

Queremos hacerle partícipe e invitarle a la Eucaristía que celebraremos por el eterno descanso del padre Miguel Cisteró Cisteró, que falleció el pasado 18 de julio en Algeciras, a los 93 años.

La Eucaristía, tendrá lugar D.m. el próximo:

    DIA: Miércoles 7 de agosto de 2013.
    HORA: 8:00 de la tarde.
    LUGAR: Parroquia de San Sebastián de Puerto Real.
Se ruega una oración por su eterno descanso.

      Concédele Señor, el descanso eterno.
      Y brille para él la luz perpetua.
      Descanse en paz.
      Amén.

      Su alma y las de todos los fieles difuntos
      descansen en paz, por la misericordia del Señor.
      Amén.


Miguel Cisteró Cisteró, nacido en Cervera (Lerida),
el 12 de abril de 1920.

- Seminarios claretianos (Hijos del Sdo. Corazón de María);
en Zaragoza, Huesca, Barcelona, Badajoz y Tarragona, de 1931 a 1946.

- Profesor de filosofía lógica, en el Filosofado de Solsona (Lérida) de 1947 a 1949

- Ordenado diácono en Lérida, el 27 de enero de 1946, y

- Ordenado presbítero en Barcelona, el 2 de junio de 1946.


● Recorrido pastoral en Diócesis de origen:

1. Superior de las comunidades de Gerona, posteriormente en Francia, de las comunidades de Angers, Lyon, Narbonne y París.

2. De 1952 a 1958 Visitador General Permanente de las Comunidades de Francia, simultáneamente párroco durante 10 años de las parroquias francesas de Lyon y Narbonne.
También dentro de este periodo, del 52 al 56, fue Director del pequeño teologado claretiano de Angers.

3. De 1969 a 1982, Capellán de emigrantes, incardinado en la Diócesis de Montpellier.
Consiliario de la ACO Francesa


● Recorrido en nuestra Diócesis:

4. En 1982 solicitó ejercer su ministerio a nuestra a la Diócesis de Cádiz y Ceuta, concediéndole D. Antonio Dorado Soto, entonces Obispo de Cádiz y Ceuta, su Licencia Ministerial el 19 de julio de 1982.

5. Nombrado Ecónomo de la Parroquial de la Inmaculada de Campamento y encargado de la de San Hiscio de Puente Mayorga, el 26 de julio de 1982 hasta 1985.

6. El 31 de agosto de 1985 fue nombrado Párroco de San Sebastián, Administrador Parroquial de San Benito Abad y el Buen Pastor de Puerto Real.

7. Incardinado en nuestra Diócesis el 5 de febrero de 1987.
Nombrado delegado diocesano de migraciones.

8. El 5 de octubre de 1989, fue reconocido en agradecimiento por Mons. D. Antonio Dorado Soto, por su “generosa donación a la Diócesis de los valores que poseía y alabó la actitud de desprendimiento propia de un sacerdote que quería vivir plenamente el Evangelio”.
Nombrado consiliario diocesano de la HOAC.

9. El 6 de marzo de 1992 fue nombrado Capellán del Hospital de San Rafael de Cádiz.

10. El 9 de marzo de 1992 también nombrado Archivero Auxiliar Diocesano, en colaboración con el Rvdo. D. Pablo Antón Solé, que en paz descanse, y el Rvdo. D. Juan Luis Roquette Gaona.

11. Tiene escrito un libro, con dos ediciones publicadas:
    «EN CAMINO», “Hacia una Pastoral del Mundo Obrero”.
    “De una pastoral parroquial al mundo obrero”
    Cuyo “Prólogo” está escirto por el catedrático de la UCA,
    José Antonio Hernández Guerrero,
    que escribió también su “Obituario”


Título: EN CAMINO.
Autor: Miguel Cisteró

De una pastoral parroquial al mundo obrero
Editorial: Desclée
Edición: Primera Año:1998



Hacia una Pastoral del MUNDO OBRERO
Editorial Edibesa
Edición: Segunda Año: 2001



OBITUARIO DEL PADRE
MIGUEL CISTERÓ CISTERÓ


Un sacerdote sencillo, inteligente y trabajador

Por: José Antonio Hernández Guerrero



ASAMBLEA DIOCESANA DE LA HOAC, 3 de OCTUBRE 1998

Tras recorrer una dilatada trayectoria vital y un variado itinerario pastoral, Miguel Cisteró ha fallecido en Algeciras a la edad de 93 años. Este sacerdote sencillo, inteligente y trabajador, ha vivido una vida intensa, entregada a los demás y dedicada, especialmente, a la atención de los enfermos, de los emigrantes y de los integrantes del mundo obrero. Su manera preferida de predicar -de explicar el sentido de la oración, de la vida sacramental, del ejercicio de la caridad- era conversando y compartiendo los problemas y las alegrías de sus hermanos.


En nuestra opinión la fuerza de sus palabras -claras y valientes- residía en su identificación con las situaciones de injusticia y de desigualdad. El valor de sus denuncias de los comportamientos insolidarios, de las diferentes formas de marginación social y de la pobreza de la mayor parte de la humanidad estribaba en su vida coherente y austera, en un comportamiento dotado de una notable capacidad para hacer creíbles y vivibles sus palabras. Su testimonio no sólo arroja una potente luz enfocada a los problemas más actuales e importantes de este mundo caótico y competitivo, lleno de luces y transido de sombras, sino que, además, suministra unas pautas que, copiadas del Evangelio, siguen siendo válidas para sensibilizar las conciencias y para sembrar las semillas de la libertad, de la justicia y del amor.


Su conducta, sus actitudes y sus palabras constituyen una invitación fraternal a compartir la vida y una vacuna contra la invasión de ese sentimiento de desesperanza, de impotencia, de derrota y de ansiedad que, a veces, amenaza a muchos de nuestros conciudadanos. La vida del padre Miguel es un estimulo para evitar que nos arrastremos por las apatías que pueden derivar en la desintegración ruinosa, un testimonio que conserva la frescura y recupera la intensidad de vida entregada a los hermanos y, también, una invitación para que pensemos retrospectivamente en nosotros mismos sin que nos asalten las oleadas de la nostalgia.


Algunas vidas sacerdotales, ejercidas como un constante servicio la comunidad eclesial y al mundo necesitado siguen interpelando a quienes sienten el deber y la urgencia de transmitir con su testimonio y de pregonar su palabra el “milagro” del amor. Que descanse en paz.



EUCARISTÍA POR EL ETERNO DESCANSO

DEL PADRE MIGUEL CISTERÓ CISTERÓ

EN LA PARROQUIA DE SAN SEBASTIÁN (PUERTO REAL).
 MIÉRCOLES 7 DE AGOSTO A LAS 8 DE LA TARDE.


CANTOS DE LA EUCARISTÍA:
De Entrada: ATARDECER DE LA VIDA
Salmo: MUESTRANOS SEÑOR TU MISERICORDIA
Ofertorio: JUNTO A TI SANTOS - PADRE NUESTRO
Comunión: ADIÓS, AMIGO - CONFIAR SIEMPRE EN DIOS
R E S U C I T Ó
A cargo de la Masa Coral, que participa en esta celebración de la Comunidad Cristiana de Puerto Real.

MONICIÓN DE ENTRADA
SEMBLANZA DEL PADRE MIGUEL CISTERÓ CISTERÓ 

El jueves 18 de julio de 2013, alrededor de las cinco de la tarde, fallecía el padre Miguel Cisteró Cisteró, a los 93 años de edad, había nacido en Cervera (Lerida) en 1920.  Quienes lo conocimos y convivimos con él, hemos sentido profundamente su pérdida; fue delegado diocesano de migraciones y consiliario diocesano de la HOAC. 

Sus últimos años los vivió con tranquilidad en el Hogar San José en Algeciras, cuya capilla fue testigo de una misa solemne “córpore insepulto”, en la que estuvieron junto al Vicario General de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, José Luis Caburrasi, sacerdotes de la zona y númerosas personas del entorno y del mismo hospital, el Presidente diocesano de la Hoac y militantes de Cádiz y de Puerto Real. 

En esta su Parroquia de San Sebastián, queremos con la celebración de esta Eucaristía darle gracias a Dios por habernos dado a nuestro querido hermano el padre Miguel Cisteró, cuya imagen guardamos en nuestro corazón y contemplamos en la presencia del Padre. 

La comunidad parroquial, recordamos aquel día de septiembre de 1985, en que llega a nuestra localidad de Puerto Real, al ser nombrado, por D. Antonio Dorado Soto, Párroco de San Sebastián, Administrador Parroquial de San Benito Abad y del Buen Pastor en el Barrio de Jarana. 

Tiempos aquellos convulsos que recordamos de “rotación” en Astilleros por falta de cargas de trabajo, movilizaciones sindicales, huelgas y manifestaciones de protesta, llegándose a las famosas “luchas callejeras” que cantara Carlos Cano en su habanera:

¡Guardias no tiréis pelotas que pa’ pelotas Puerto Real!

 

En ese ambiente de negruras que aparecían en el horizonte laboral, la constancia del padre Miguel, nos hacía ver en cada asamblea de la comunidad parroquial que se celebraba a fin de curso la clara carencia que teníamos de un movimiento organizado que se preparara para dar al mundo obrero y a la Iglesia un testimonio de presencia y de encarnación en medio de los trabajadores.
 

Para el padre Miguel y para la comunidad parroquial, fue un reto evangelizador el que laicos/as adultos, se comprometieran en sus propias organizaciones obreras, para compartir con los compañeros de trabajo, escuela o barrio el esfuerzo solidario y la lucha reivindicativa.  Estar organizados también, desde dentro de la Iglesia en un movimiento evangelizador, para renovar además la propia vida de la Iglesia, suscitando en ella una mayor apertura al mundo obrero de los pobres y de los alejados.  Para el padre Miguel está era la llamada urgente que le hacía el Señor.




El fruto lo relata con estas palabras en su libro: «EN CAMINO», “Hacia una Pastoral del Mundo Obrero”.  O como decía en su primera edición: “De una pastoral parroquial al mundo obrero”

«Confieso la emoción que sentí cuando, en la puesta en común final de esta asamblea parroquial (año 1988), una vez hecho el recuento de los pareceres y discernido el soplo de lo Alto, un portavoz propuso a la asamblea la siguiente formulación, que recogió el aplauso cerrado de los presentes: “Reunidos en asamblea eclesial, considerando una llamada del Señor nuestra apertura a los alejados, particularmente en el mundo del trabajo, el Espíritu Santo y nosotros decidimos enviar en misión a los hermanos E.S.B. y J.C.V. para organizar la HOAC en la parroquia con todos los que se sientan llamados a ello”»


El 5 de octubre de 1989, fue reconocido en agradecimiento por Mons. D. Antonio Dorado Soto, por su “generosa donación a la Diócesis de los valores que poseía y alabó la actitud de desprendimiento propia de un sacerdote que quería vivir plenamente el Evangelio”. 

El catedrático de la UCA, José Antonio Hernández Guerrero, que hizo el “Prólogo” del libro de Miguel Cisteró, escribió también su obituario en el que lo recuerda como un sacerdote “sencillo, inteligente y trabajador, que ha vivido una vida intensa, entregada a los demás y dedicada, especialmente, a la atención de los enfermos, de los emigrantes y de los integrantes de mundo obrero.  Su manera preferida de predicar -de explicar el sentido de la oración, de la vida sacramental, del ejercicio de la caridad- era conversando y compartiendo los problemas y las alegrías de sus hermanos”. 

Concédele  Señor, el descanso eterno.
Y brille para él la luz perpetua.
Descanse en paz.
Amén.
Su alma y las de todos los fieles difuntos
descansen en paz, por la misericordia del Señor.
Amén.


 
ACCIÓN DE GRACIAS:

Le damos gracias al Padre por la vida del Sacerdote y amigo Miguel Cisteró, por sus consejos y animación a la misión, por su cercanía a nuestras familias, su preocupación  constante por el mundo obrero en general y en especial por los emigrantes, por su testimonio e integridad.

A continuación leo el ESTRACTO de la carta testamento, que el Padre Miguel Cisteró Cisteró entregó a D. Antonio Ceballos, para que se abriera el día de su muerte.

- Unido al Señor Jesús en la cruz, ofrezco el sufrimiento que me pueda sobrevenir, y la misma muerte, por la salvación del Mundo Obrero, en lo temporal y en lo eterno, y, en particular, de sus militantes. Nombraría gustoso a cuantos conozco de la ACO, de la HOAC y de la JOC, que llevo en el corazón. Y pido, esperanzado, que crezcan en los sacerdotes la esperanza y la entrega pastoral al servicio del Mundo Obrero y de sus Movimientos Apostólicos.

- A la familia claretiana, que ha sido muchos años mi familia religiosa, quiero expresarle mi agradecimiento por la formación y la confianza recibidas.

- A mi anterior diócesis de Montpellier, en Francia, y a ésta, mi diócesis de Cádiz y Ceuta, que tan bien me acogieron en momentos duros para mí; a los dos Obispos que he conocido, y a los numerosos seglares y sacerdotes de las parroquias y poblaciones que he frecuentado por mi ministerio, quiero expresar mi sincero agradecimiento, augurándoles una fraterna amistad que pueda reunirnos para siempre a la vera del Padre y de la Madre.




 






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