Amigos, hermanos, que Jesús de Nazaret el Cristo, el hombre nos de la fuerza, la constancia, el entusiasmo para vivir con los hombres y mujeres más necesitados a la manera de Jesús.
Feliz encuentro y compromiso entusiasmado, vivificados por el amor en el año 2025 y otros sucesivos.
En algún momento el entusiasmo murió. La asistencia disminuyó, las ofrendas fueron más escasas, los sermones perdieron el fervor, las Biblias fueron cerradas, los miembros dejaron de evangelizar, los jóvenes se marcharon, los ancianos murieron… En algún lugar del camino al cielo se desviaron del sendero. (Apocalipsis 2,4).
Es posible invertir este proceso. Dios puede usar a alguien entusiasta —frecuentemente un predicador, otras veces un miembro dedicado— que está dispuesto a “avivar el fuego”. Otros vendrán a ver el fuego y también sentirán el calor. Nos gusta el espíritu de los constructores de la catedral en Sevilla, España, en 1401: “¡Construyamos aquí una iglesia tan grande que aquellos que vengan después de nosotros piensen que estuvimos locos por haber soñado en esto!”. (Allen Webster. " En busca del entusiasmo" global org.)
Si vamos a construir grandes iglesias (no edificaciones) para el Señor en nuestras comunidades, necesitamos un poco de esa clase de “sueño loco”. Ralph Waldo Emerson dijo, “Todos los movimientos grandes e imponentes en los anales del mundo son el triunfo del entusiasmo. Nunca se logró algo grande sin esto”.
Se elogió esta característica a través de las iglesias de Cristo en el primer siglo. Pablo usó el celo macedónico para incentivar a otras iglesias a cumplir sus responsabilidades (2 Corintios 9,2).
El gran celo de Epafrodito por las congregaciones en Colosas, Laodicea y Hierápolis impresionó a Pablo (Colosenses 4,13).
La carencia de entusiasmo originaba criticismo. Cuando los laodicenses se enfriaron, estuvieron en peligro de ser enviados al lugar caliente (Apocalipsis 3,15-17).
Estar entusiasmado por algo es sentir un fuego ardiente dentro. Y que ese fuego te haga vibrar, y sentirte vivo. Estar entusiasmado es celebrar la vida como un milagro, vivir cada segundo participando al máximo.
Estar entusiasmado no significa ignorar los problemas. No se puede navegar haciendo como si las olas o las tormentas no existieran. Lo que has de hacer es construir tu embarcación de manera que cuando lleguen las olas y las tormentas no la vuelquen, porque está hecha para navegar en todas las condiciones posibles...
Estar entusiasmado no es dejar de mirar el lado sombrío de las cosas, es escoger el lado luminoso de las cosas para detener la mirada. La mirada puede pasar por muchos lados, pero al final se acaba deteniendo en uno, y ese lado, puede ser el negativo o el positivo. Tu atención obtiene lo que surge del lugar donde se para. Si detienes tu atención en lo negativo obtendrás negatividad y si lo detienes en lo positivo obtendrás sensaciones positivas. Estar entusiasmado es estar dispuesto a hacer lo que sea necesario para sentir la vida brillar a tu alrededor. Estar dispuesto a mejorar, a luchar contra los hábitos inadecuados, a convertir en diarios los hábitos que escoges para ti.
Estar entusiasmado es darte cuenta de que hay gente que lo está pasando mal, e intentar ayudarles para que se sientan mejor. Y no solo en lo material, sino en intentar que se den cuenta de que el sufrimiento siempre nace en el fondo de uno mismo.
Estar entusiasmado es saber que en ocasiones las cosas serán difíciles. Y tendrás dudas o vendrán momentos en los que sentirás zozobra. Pero tener la fe de saber que serás capaz de superarlos y volver a ser quien quieres ser.
Estar entusiasmado es saber que estás poniendo todo de tu parte para caminar por el camino adecuado. Y que no existe una meta definitiva, porque nunca seremos perfectos. Que llegarás cerca, lejos o muy lejos, pero que en realidad lo que verdaderamente importa es que tu camino es el camino correcto el camino que has deseado siempre recorrer. Y que mientras recorres ese camino te sientes muy bien.
Estar entusiasmado no requiere tener una ideología o una filosofía concreta. No exige abandonar el mundo, irse a vivir a un monasterio. El entusiasmo no sirve de nada sino está dentro del mundo, sino se puede hacer compatible con vivir con los demás, con hacer con las cosas que haces normalmente.
Estar entusiasmado es querer llegar al momento en que se acabe la vida sintiendo que has vivido, que, si al nacer tenías tinta en la pluma, toda esa tinta la has usado en escribir una vida que mereciera la pena.
Estar entusiasmado es saber que a veces no conseguirás lo que quieres, que a veces te equivocarás, que a veces otros se equivocarán contigo, y que comprenderás que el error es parte de la vida. De tu vida y de la vida de los demás.
Estar entusiasmado es mirar a la vida sonriendo, y decirte cada mañana "estoy encantado de estar aquí". Celebrar el sol que te acaricia y la lluvia que limpia el cielo.
El seguimiento de Jesús arranca de un encuentro personal con Él. Un encuentro que se hace experiencia, vivencia, intercambio de vidas. Un encuentro donde Jesús entra en la vida y la conmueve, la conmociona. Un encuentro marcado por la fascinación, el desconcierto, la seducción. Un encuentro donde Jesús es Alguien vivo, presente, actual, interesado por mi vida, capaz de cambiarla. Encontrarse con Jesús supone abrir los ojos a su persona entrañable y abrir el corazón a su Evangelio, Buena Nueva.
Sin experiencia fuerte de encuentro con Jesús es imposible seguirle. Porque este encuentro revoluciona la vida, la pone en otro clima, la hace entrar en otro proyecto, la introduce en otro mundo de valores. El encuentro con Jesús es posible desde la fe. Una fe que es acercamiento, identificación, transformación. Una fe que lleva a hacer, de dos vidas, una; que lleva a la experiencia de que es Jesús quien vive en mí. Una fe que me lleva a fiarme, a lanzarme con los ojos cerrados, a abandonarme. Una fe que me hace salir de mí, romper mis barreras, destruir mis seguridades, olvidar mis miedos, cimentarme sobre la Roca. Una fe que entra en el juego del amor y que responde con un amor sin cálculos. Una fe que se alegra de corazón por haber encontrado a Jesús, se goza con su presencia, descubre las grandezas del corazón de Dios en Jesús, se entusiasma con todo lo suyo. Una fe que cae rendida ante Jesús como el Señor y le adora. Una fe que le reconoce como el Todo de la vida. En palabras de santa Teresa de Jesús: “Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta”.
La fe es adhesión a Alguien y no a algo. Así lo entendieron los primeros discípulos en el encuentro con Jesús. Les impresionó su vida. Les entusiasmó su persona. Y le siguieron a Él. Y poco a poco asumiendo su doctrina, su programa de vida, su camino, su Evangelio. El encuentro con Jesús marcó sus vidas. Les puso en movimiento, con rapidez, sin esperar a entender las cosas. Se pusieron a seguirle “ya”. Juan y Andrés recuerdan la hora del encuentro. Mateo deja su trabajo en el momento mismo del encuentro con Jesús. Pedro se siente pequeño, aturdido, desconcertado ante Jesús en la barca. Los hijos de Zebedeo dejan las redes y a su padre en el mismo instante. Natanael se queda asombrado. Pablo es deslumbrado. Los encuentros de Jesús llevan esa experiencia de Pablo al afirmar que todo lo estimó basura comparado con el amor a Jesús y su seguimiento. Porque la llamada que Jesús les hizo en el encuentro es apremiante, es exigente, es con autoridad. Hay una fuerza interior en Jesús que atrae sin razones. Hay una fuerza en su mirada que arrastra y no se le puede resistir. Hay una convicción en su voz, una capacidad de comunicación que le sientes dentro su palabra escuchada. Conocer a Jesús es entrar en la experiencia de su vida.
José Manuel Carrascosa Freire, presidente diocesano de la HOAC (de 2014 a 2019), Representante de la HOAC en el Secretariado diocesano de Pastoral Obrera y Coordinador del Sector 2: «Paro, pobreza‑marginación y exclusión social generadas por el mercado de trabajo».