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sábado, 8 de mayo de 2021

DOMINGO SEXTO DE PASCUA (09 de mayo de 2021), por Antonio Troya Magallanes




DOMINGO SEXTO DE PASCUA
(09 de mayo de 2021)




Introducción: El gran fruto de la Pascua.

No acaban estas consideraciones que estamos haciendo sobre la Pascua sin recordarnos que el fruto más ubérrimo de la misma es el amor. Por eso hoy Jesús nos recuerda que su amor a nosotros es muy semejante al que el Padre le tiene a Él; ese amor con el que lo ha asistido en toda su pasión y lo ha resucitado al tercer día de su muerte. En definitiva, tanto el amor con que lo ama el Padre como el amor con que Él nos ama a nosotros tiene un nombre: Espíritu Santo. Y el Espíritu Santo es el gran don de la Pascua. Y para que ese don sea efectivo nos recuerda que nos ha regalado un gran mandamiento: «Que os améis unos a otros como yo os he amado». Así no guardaremos el don del Espíritu en lo hondo de nuestro corazón, sino que le daremos libre salida.


1. El amor, herramienta para construir el Reino.

Porque el amor a Dios en Jesús se ha excitado sin duda en estos días, cuando con un corazón limpio por las prácticas cuaresmales hemos contemplado lo que el Hijo de Dios ha padecido por nosotros y el amor con que lo ha hecho, sin contar con el gozo de que nos ha llenado su resurrección. Pero nos tienen que durar todo el año sus frutos; por eso Jesús nos recuerda hoy el amor a los hermanos, que es el fruto del amor a Dios, el fruto de la Pascua. Y somos tan inconstantes que mantenernos en el amor nos cuesta. Pero hay que trabajarlo. El Resucitado está con nosotros. Y nos recuerda especialmente el amor a los hermanos, porque es la gran herramienta para construir el Reino de Dios que ha sido el objeto de su predicación. Si nos amamos los unos a los otros habrá comunidad cristiana que es como un avance del Reino; si amamos a todos los hombres, en el mundo habrá justicia, porque sabremos dar a cada uno lo suyo; habrá solidaridad porque cada uno estará al servicio del otro; habrá paz, porque quien alterará el orden de la sociedad si cada uno está en perfecta comunión con todos: es decir se darán las tres condiciones con las que se edifica el Reino.


2. El amor, medio seguro para conocer a Dios.

Y lo que es ya el súmmum: conoceremos a Dios. Pero no por los libros, ni siquiera los sagrados, sino ¡por experiencia! Porque Dios es Amor, y al vivir la experiencia del amor a los hermanos en nosotros mismos, viviremos también una experiencia de Dios, porque «todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios». Y podremos penetrar un poco en el amor de Dios por el que mandó al mundo a su Hijo unigénito para que vivamos por medio de Él, y no sólo lo mandó al mundo, sino que lo entregó a la muerte para que nosotros, sus siervos, pudiéramos recobrar la vida que Él mismo nos infundió al crearnos. Si no supiéramos que Dios es infinito se nos haría imposible entender esto; pero como es infinito y su esencia es Amor, ya comprendemos que un Amor infinito puede llegar adónde nosotros no podemos ni pensar. Así llega Dios a entregar al Hijo para rescatar al esclavo. Ahora nos toca a nosotros decidir cómo corresponder a tal amor: seguro que no es suficiente cumplir sus mandamientos, sino que exige una entrega tan total que sólo vivamos para Él. Y vivir para Él es amar y servir a sus hijos, los hombres ¡nuestros hermanos! Servirlos siempre y en todo.


Conclusión: Agradecimiento y respuesta al Amor.

Y esa experiencia del Amor de Dios es la que hacemos presente en la Eucaristía que celebramos. Aquí Dios nos vuelve a entregar a su Hijo, para que este acontecimiento no pase nunca a ser “pasado”, sino que se haga continuamente “presente”. ¡Con qué reverencia y agradecimiento debemos celebrar este inmenso Amor de Dios, y con qué generosidad hemos de responder a tal dádiva!.



Antonio Troya Magallanes, nace en San Fernando (Cádiz), el 28 de diciembre del año 1927, un cura al que a muchos nos ha alegrado conocer y a los que a muchos nos ha dejado una gran huella de humanidad. Fiel defensor del Concilio Vaticano II, su labor pastoral y su compromiso evangélico y social chocó con una sociedad autoritaria y caciquil.


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Antonio Troya Magallanes, nombrado “hijo adoptivo de Puerto Real”:
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Antonio Troya Magallanes, perfil sacerdotal (Pág. 23), por JAHG:
http://www.obispadocadizyceuta.es/wp-content/uploads/2003/07/BOO2541-Julio-Agosto-2003.pdf