14º Domingo del Tiempo Ordinario (8 julio 2018)
05 JULIO 2018 | POR OLGA
También nosotros podemos encontrarnos con una dificultad: la incapacidad para acoger la manifestación de Dios en lo cotidiano. Podemos divinizar tanto a Jesús que nos olvidemos de su humanidad, pero la divinidad de Jesús solo se reconoce en el ser como nosotros, en el hacerse uno como nosotros, en su abajamiento y entrega; especialmente en la cruz: Verdaderamente este es Hijo de Dios. Dios se ha colocado del lado de los insignificantes, de los que no cuentan, por mucho que no lo queramos ver o que nos escandalice.
San Marcos 6,1-6:
«No desprecian a un profeta
más que en su tierra»
«No desprecian a un profeta
más que en su tierra»
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