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UNA MIRADA CRISTIANA DEL TRABAJO HUMANO Y EL BIEN COMÚN
¡ACOGE, ABRAZA, CUIDA, ACOMPAÑA...!
LA VIDA DEL MUNDO OBRERO Y DE LOS POBRES,
CON MISERICORDIA Y COMPASIÓN.


¡Bienvenido/bienvenida! al "blog" de la HOAC diocesana de Cádiz y Ceuta.


viernes, 24 de abril de 2015

«LA FIESTA DEL 1 DE MAYO, DÍA DEL TRABAJO»


Estimado/a amigo/a:
Recibe un saludo muy cordial del Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera de Cádiz y Ceuta. Tenemos el gusto de invitaros a la celebración de la Eucaristía del 1º de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores y Festividad de San José Obrero . Este año celebrado bajo el lema "La Parroquia, Semilla de Esperanza en el Mundo Obrero" nos reuniremos en Cádiz, en la Parroquia de Nuestra Señora de Loreto, el viernes 1 de Mayo a las 19'00 presididos por nuestro Obispo, Don Rafael para celebrar juntos la Eucaristía.

Os ajunto Carta de Invitación, Cartel y un Comunicado elaborado por el Departamento de Pastoral Obrera de la CEE.

Un saludo afectuoso,  


Eugenio Díaz Melero
 Director del Secretariado Diocesano
          de Pastoral Obrera


Teléfono 956 41 65 89 Móvil 696 55 10 00



«LA PARROQUIA,
SEMILLA DE ESPERANZA
EN EL MUNDO OBRERO»


Celebración Eucarística:

Preside:
D. Rafael Zornoza Boy
Obispo de Cádiz y Ceuta

Día 1 de Mayo
a las 19:00 horas.

Parroquia de Ntra. Sra. de Loreto Cádiz.





“LA PARROQUIA, SEMILLA DE ESPERANZA EN EL MUNDO OBRERO”

 

A todos los sacerdotes, congregaciones de religiosos/as, comunidades parroquiales, grupos y movimientos laicales, delegaciones y secretariados diocesanos.

 

Queridos hermanos y hermanas os invitamos a celebrar juntos la festividad del 1º de Mayo; Día Internacional de los Trabajadores y Fiesta de San José Obrero.

Desde el Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera os invitamos un año más a que lo celebremos en torno a la mesa de la eucaristía, en la que se hace presente la vida de los trabajadores y la de aquellos que no tienen trabajo acogidos todos por Jesucristo que entrega su vida para darnos vida.

 

 Como nos recuerda D. Antonio Algora, Obispo Responsable de la Pastoral Obrera de la CEE: “Tristemente, tenemos que seguir reconociendo la existencia de injusticias que afectan directamente a los hombres y mujeres del mundo del trabajo y a sus familias, deshumanizando la vida, precarizando el trabajo y la existencia, dificultando la vida familiar y los proyectos personales: el desempleo, la precariedad, la desregulación de las condiciones de trabajo, las inhumanas condiciones de trabajo en algunos sectores productivos, la falta de reconocimiento efectivo de derechos laborales que son expresión de los derechos humanos, y de la sagrada dignidad de la persona; se sigue anteponiendo el beneficio a la dignidad del trabajo humano”.

 

La situación de todas estas personas y familias han de tener una presencia especial en nuestras Parroquias. Se nos llama a ser Parroquias abiertas, acogedoras, que sepan acompañar las situaciones de dolor y sufrimiento que se vive por parte de tantas personas y que vemos continuamente en nuestros, barrios, ciudades y pueblos. Se nos llama a ser parroquias encarnadas en la realidad de nuestros barrios para ser así Semilla de Esperanza en el Mundo Obrero.

 

            Celebraremos la Eucaristía el viernes 1 de mayo a las 19:00 h en la Parroquia de Nuestra Señora de Loreto en Cádiz.

 

Invitamos a todos los sacerdotes que tengan posibilidad, a que concelebren la Eucaristía, y a todos los miembros de la comunidad diocesana que puedan desplazarse, a que participen en esta celebración diocesana. Animamos igualmente a las parroquias que puedan, a colaborar y facilitar el traslado de las personas interesadas.

 

Si necesitáis contactar con el Secretariado, podéis poneros en contacto al teléfono  696 55 10 00 o por correo electrónico a pobreracadiz@gmail.com. A vuestra disposición y un fuerte abrazo en Cristo Obrero,      

 

Eugenio Díaz Melero
Director del Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera


Departamento de Pastoral Obrera

Comisión Episcopal de Apostolado Seglar

 

 

Nota para la festividad del 1º de mayo,
San José Obrero.


Por un trabajo decente, por un domingo libre de trabajo


En la celebración del 1º de mayo, San José Obrero, fiesta cristiana del trabajo, se nos ofrece un año más la ocasión de recordar lo que celebramos y de seguir empeñando nuestras fuerzas, las que Dios nos da, en la construcción del Reino de Dios. Es el permanente compromiso de la Iglesia que quiere seguir, en fidelidad, los pasos de su Señor; es el compromiso que se nos ha invitado a vivir renovadamente con ocasión del reciente XX aniversario de "La pastoral Obrera de toda la Iglesia"




Tristemente, tenemos que seguir reconociendo la existencia de injusticias que afectan directamente a los hombres y mujeres del mundo del trabajo y a sus familias, deshumanizando la vida, precarizando el trabajo y la existencia, dificultando la vida familiar y los proyectos personales: el desempleo, la precariedad, la desregulación de las condiciones de trabajo, las inhumanas condiciones de trabajo en algunos sectores productivos, la falta de reconocimiento efectivo de derechos laborales que son expresión de los derechos humanos, y de la sagrada dignidad de la persona; se sigue anteponiendo el beneficio a la dignidad del trabajo humano.




En palabras del Papa Francisco: "Es hora de favorecer las políticas de empleo, pero es necesario sobre todo volver a dar dignidad al trabajo, garantizando también las condiciones adecuadas para su desarrollo. Eso implica, por una lado, buscar nuevos modos para compaginar la flexibilidad del mercado con la necesaria estabilidad y seguridad de las perspectiva laborales, indispensables para el desarrollo humano de los trabajadores; por otro lado, significa favorecer un adecuado contexto social que no apunte a la explotación de las personas, sino a garantizar, a través del trabajo, la posibilidad de construir una familia y de educar a los hijos... Ha llegado la hora de construir juntos la Europa que no gire en torno a la economía, sino a la sacralidad de la persona humana".




Esta tarea, que es de toda la sociedad, es también una tarea propiamente eclesial, porque lo que está en juego en un trabajo digno es la dignidad de la persona y la suerte de los pobres, por eso invitamos a toda la comunidad eclesial a implicarse en esta tarea como "nuestra causa". Es la invitación de san Juan Pablo II:




"Para realizar la justicia social... son siempre necesarios nuevos movimientos de solidaridad de los hombres del trabajo. Esta solidaridad debe estar siempre presente allí donde lo requiera la degradación social del sujeto del trabajo, la explotación de los trabajadores... La Iglesia está vivamente comprometida en esta causa, porque la considera como su misión, como verificación de su fidelidad a Cristo, para poder ser realmente la "Iglesia de los pobres". Y los pobres... aparecen en muchos casos como resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano: bien sea porque se limitan las posibilidades del trabajo -es decir por la plaga del desempleo-, bien porque se desprecia el trabajo y los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia".




Es necesario poner en el centro de la vida social, política y económica a la persona, poner el trabajo por delante del capital. Es imprescindible el trabajo digno para hacer posible una vida digna hoy para personas y familias. Es necesario promover políticas de fomento del empleo digno y estable por encima de cualquier otra cosa.




Por eso adquiere especial significación en esta situación la campaña que diversas organizaciones católicas en nuestro país han puesto en marcha, acogiendo la Declaración por un trabajo decente que representantes de organizaciones de inspiración católica y de congregaciones religiosas, junto con las autoridades de la Santa Sede y los líderes de la Organización Internacional del Trabajo, hicieron pública en abril de 2014 con el objetivo de colocar explícitamente el "trabajo decente para todas las personas" entre los objetivos de desarrollo sostenible en la agenda post-2015 .




Igualmente es importante promover condiciones de justicia que posibiliten un domingo libre de trabajo, y activar la campaña que en la COMECE (Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea) se viene impulsando desde el año 2011




Queremos hacer nuestro ese objetivo de promover y crear un entorno propicio al trabajo decente. Es esencial para enfrentar los desafíos actuales de creciente injusticia social y desigualdad, reforzando al mismo tiempo la dignidad humana y contribuyendo al bien común. Un trabajo decente que, como nos recordaba Benedicto XVI retomando la iniciativa de San Juan Pablo II, "significa un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar; un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación."


En efecto, no podemos dejar sin respuesta el sufrimiento humano resultante tanto de estructuras injustas como del egoísmo de las personas que da lugar a formas de trabajo precario o mal remunerado, del tráfico de seres humanos y de trabajo forzado, de variadas formas de desempleo juvenil y de migración forzada. En España, en Europa y en todo el mundo, el acceso a un trabajo decente debe ser una meta prioritaria de las políticas públicas y de las organizaciones sociales, empresariales y sindicales. Es necesaria la articulación de políticas en España, en la Unión Europea y en el ámbito de Naciones Unidas de cara a la consecución de este objetivo. Es urgente la formulación y puesta en práctica de un nuevo conjunto de objetivos de desarrollo internacionales, junto con unas condiciones de ayuda y unas políticas económicas.


Nuestro compromiso cristiano es siempre Acción de Gracias. La mejor manera que tenemos de celebrar esta fiesta es mediante la Acción de Gracias que reconoce con gratitud los bienes recibidos del Señor y nos impulsa a compartirlos con nuestros hermanos para que todos puedan vivir. La mejor manera de celebrarlo es encontrarnos en el camino de la Vida, tras los pasos del Señor Resucitado, acompañando la vida de los pobres y trabajando por recuperar su dignidad. A esa tarea os invitamos. En esa tarea nos encontramos.

1 de mayo de 2015
 
 
+ Antonio Ángel Algora Hernando
Obispo prior de Ciudad Real
Obispo responsable de Pastoral Obrera de la CEE
 





COMUNICADO 1º MAYO 2015 JOC y HOAC






MIRAR EL PASADO,
 
 LUCHAR EL PRESENTE,
 
 CONSTRUIR EL FUTURO

 

Celebramos un año más el 1 de mayo, día festivo y reivindicativo para el movimiento obrero en todo el mundo, y día también de celebración en nuestra Iglesia, fiesta de San José Obrero, trabajador que nos mostró la dignidad de ser un obrero, herencia que compartió con el propio Jesús.

 

Para la JOC Y la HOAC, movimientos de militantes obreros cristianos, este día es especial por doble motivo. Como trabajadores, porque lo celebramos codo con codo con nuestros hermanos para que se realice de una vez la dignidad que no vemos reconocida, y como cristianos, porque en Jesús obrero tenemos el mejor fundamento de poder conseguir la utopía que anhelamos: una sociedad de hermanos donde todos y todas podamos tener un trabajo digno que nos permita nuestro sostenimiento y el de nuestras familias, nuestra realización personal y nuestra contribución a esa sociedad mejor (CV, 63).

 

Celebramos este 1º de mayo MIRANDO AL PASADO. Esta fiesta nació a finales del siglo XIX, en París. Se concibió como jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a aquellas y aquellos que murieron por reivindicar los tres 8 -8 horas de trabajo, 8 de descanso y 8 para la relación social- y marcó un punto de inflexión en el movimiento obrero mundial, de manera que el 1 de mayo quedó consagrado como día para manifestar la inalienable dignidad del trabajador frente al capital. Hoy nos seguimos preguntando ¿cuántas movilizaciones seguirán siendo necesarias para que se acaben aceptando las más justas reivindicaciones del mundo del trabajo? ¿Cuántas más para que recobremos la conciencia de la dignidad de las personas como lo más sagrado?

 

La Iglesia hemos ido acompañando a lo largo de la historia los procesos de cambio, intentando iluminar desde la fe los acontecimientos y la realidad social cambiante. Quizá muchas veces con nuestras sombras, en forma de tibieza, de confusión o de diagnósticos equivocados. A la vez también, con indiscutibles llamadas y manifestaciones en defensa de la dignidad de las personas: “Cuando la vida social –también el trabajo- pone en el centro al dinero, y no a la persona, negamos la primacía del ser humano sobre las cosas, negamos la primacía de Dios” (Evangelii Gaudium 55).

 

Hoy nos encontramos con graves situaciones de desempleo, desigualdad, pobreza y precariedad, en todo el mundo. Son signo y consecuencia de una forma de hacer y funcionar en la que la lógica prevalente es la del dinero, no la de procurar garantizar el bien-ser o bien-vivir de todas las personas.

 

El último informe Foessa indica cómo la crisis está causando un riesgo de falta de cohesión social en España que se ha fundamentado en estos últimos años en el incremento de la desigualdad, el aumento del desempleo, el descenso de los sistemas de protección social, el desgaste de los mecanismos de protección familiar, las desigualdades territoriales y las dificultades recaudatorias, debidas a la economía sumergida y el fraude fiscal.

 

Cuando observamos esta realidad, no podemos olvidar, como dice el Papa Francisco, que “el desempleo es consecuencia de un sistema globalizado en el cual el dinero es el ídolo y el único que manda”, o que “se descarta a los jóvenes y a los ancianos”.

 

No vivimos tiempos de recuperación laboral y social en nuestro país cuando:

    hay más de 12 millones de pobres, mientras que la riqueza de los más ricos sigue aumentando.

    persisten tasas desempleo superiores al 23%, y la precariedad laboral es cada vez mayor.

    el 90% de los empleos creados en los últimos años son temporales, y muchos a tiempo parcial

    los trabajadores pobres superan ya el 12% del conjunto de los trabajadores.

    En 1.700.000 familias, ninguno de su miembros tiene empleo y más de 700.000 no tienen ningún ingreso.

    más de la mitad de los desempleados (55,71%) ya no cobra ningún tipo de prestación.

    los desahucios siguen siendo una lacra para tantas familias arruinadas. Según el INE, fueron 184 desahucios al día en 2013, y se incrementaron un 7,8% en 2014.

    la mitad de los y las jóvenes están en desempleo, muchos abocados a la emigración forzosa, ocupando puestos de cualificación inferior a su nivel de estudios...

    las personas inmigrantes engrosan la bolsa de la economía sumergida y tienen los peores salarios.

    la brecha salarial entre ambos sexos sigue aumentando, (...)

 

Esta situación, estos datos, son fuente de indignación y de dolor. También son una llamada a nuestra conciencia. No se puede construir un mundo que camine hacia la igualdad y la justicia desde las premisas sobre las que funciona nuestra economía nacional e internacional, nuestras relaciones laborales, nuestro funcionamiento social. No hay remedio si no empezamos a poner a las personas y a las familias, especialmente a las más empobrecidas y castigadas, en el centro. Por eso queremos LUCHAR EL PRESENTE, tratando de ser alza-voz del sufrimiento y las esperanzas de tantas personas trabajadoras y sus familias “He oído el clamor de mi pueblo” (Ex 6,5)

 

En el mundo obrero y del trabajo necesitamos que se promuevan políticas:

-   que recuperen el sentido humano del trabajo

-   que promuevan trabajo digno

-   que pongan sus objetivos en erradicar la pobreza y la desigualdad,

-   que fomenten una verdadera participación ciudadana

-   que defiendan los derechos sociales como un deber de justicia

-   que defiendan la vida en todas sus etapas

 


Ante esta situación recordamos las recientes palabras del Papa Francisco: "No es suficiente con que los pobres recojan migajas que caen de la mesa de los ricos, hay bienes básicos como la tierra, el trabajo y la casa, además de servicios públicos como salud, educación, seguridad o medio ambiente, de los que ningún ser humano debería quedar excluido (...). Mientras no se logre una distribución equitativa de la riqueza, no se lograrán resolver los males de la humanidad". (Acto inaugural de la VII Cumbre de las Américas).

 

Y ANUNCIAMOS como seguidores de Jesús de Nazaret en su Iglesia y como testigos de la resurrección, la ESPERANZA como programa de acción. Esperanza que nos ayude a cambiar la manera de sentir, pensar y actuar, superando los viejos planteamientos capitalistas del beneficio como único motor posible de la historia, para ir alumbrando y CONSTRUYENDO EL FUTURO, como ya ocurre en muchas partes, alternativas que vayan generando una nueva realidad desde la dignidad y la fraternidad donde la persona sea lo primero.

 

Feliz 1º de mayo, festividad de San José Obrero.



Secretariado de Pastoral Obrera
DIOCESIS DE CADIZ Y CEUTA


FOTOS DE LA MANIFESTACIÓN EN CÁDIZ
DEL PRIMERO DE MAYO

Realizadas por Pepe Carrascosa.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
LA HOAC DIOCESANA, COMPARTIENDO EN EL BAR DE LOS SINDICATOS TRAS ACABAR LA MANIFESTACIÓN EN CÁDIZ.


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 




«43.- EL HAMBRE»
(Hacia un nuevo humanismo),
por José Antonio Hernández Guerrero




Aunque parezca una obviedad, hemos de seguir insistiendo en que el hambre no es una enfermedad social infecciosa, traumática o genética, sino que es una malformación humana -o inhumana- originada por la forma -inadecuada, arbitraria e injusta- de la que los hombres en sociedad manipulamos y gestionamos los recursos que nos proporciona el entorno natural en el que vivimos.


Reconocemos que, a veces, el hambre es el resultado directo de las catástrofes naturales, pero, incluso en estos casos, sus más amplias y más graves consecuencias dependen de nuestra manera razonable o irrazonable, justa o injusta, solidaria o insolidaria de distribuir y de aplicar los medios para prevenir y para paliar sus efectos devastadores.


Por eso hemos de denuncia que el hambre es un mal cuyos orígenes, causas y efectos dependen, sobre todo, de nuestras actitudes egoístas y de nuestras conductas insolidarias. En mi opinión, si, por ejemplo, hiciéramos un ejercicio de imaginación y si nos representáramos a nosotros mismos en las situaciones de esos mendigos con los que diariamente nos cruzamos y, sobre todo, si nos esforzáramos un poco por sintonizar con sus sensaciones y con sus sentimientos, es posible que se avivara nuestro sentido de la justicia para exigir una concepción diferente de la economía, y es probable que se “alimentara” nuestra solidaridad activa, al menos, con algunos de los más próximos.


José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente en nuestro “blog”, sobre el sentido de la dignidad humana y el nuevo humanismo.
42.- « «RECUPERAR LA ALEGRÍA»
(Hacia un nuevo humanismo)