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sábado, 8 de abril de 2017

«LA MEDIOCRACIA»,
por José Antonio Hernández Guerrero




La mediocracia



Confieso que la palabra no es mía. Creo que la leí hace ya más de dos años en el periódico francés L'Express en un reportaje sobre la nueva sociedad francesa titulado “El triunfo de la mediocracia”. Se refería, como podrán suponer, a esa amplia masa de adictos televidentes que, pasivamente, alimentan su débil imaginación y llenan su vacío pensamiento con los productos más insustanciales que les proporciona la ya no tan pequeña pantalla.


Pero hemos de tener claro que esta “mediocracia” no está integrada sólo por ciudadanos de una determinada edad, de escaso nivel cultural o pertenecientes a un sector social o económico, sino que su malla se extiende por todos los ámbitos de la vida de nuestras ciudades y por todos los barrios de nuestros pueblos. Se caracteriza por padecer una pereza intelectual y por carecer del sentido crítico. Es esa comunidad que se reúne pasiva y plácidamente ante el televisor para, por ejemplo, “consentir” -reírse o llorar- con las efímeras sensaciones y con los cambiantes sentimientos de los “actores” de Acacias 38, del Gran Hermano o de aquella Isla de los famosos.


¿Para qué complicarnos la vida -dicen algunos- escuchando los problemas internacionales de la guerra, los azotes del hambre, los golpes del terrorismo, las agresiones a la ecología, o informándonos sobre literatura, sobre arte, sobre historia o sobre los trastornos étnicos? La mediocracia, producto de la mediocridad cultural, se contenta con ese caldo tibio, ni caliente ni frío, y se complace con el movimiento suave de las olas de la banalidad.


Si muchos televidentes tienen bastante con la desbordante oferta futbolística, otros se conforman con las repetidas historias de amor o de desamor, y con el frívolo cotilleo de las infidelidades conyugales. Su defecto no es la trivialidad sino, por el contrario, la trivialidad es su máxima golosina. En las tramas y subtramas de los personajes nada ocurre que no sea superficial y gracias a ello la satisfacción resbala y se reparte por los hogares. El pase de un argumento a otro opera, ante el espectador, como los hipnóticos pases de moda, donde el tránsito sin consecuencias se prolonga sin concluir jamás. Pasan las cosas una tras otra sin que pase nada profundo ni interesante.






José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente en nuestro “blog”, sobre las Claves del bienestar humano el sentido de la dignidad humana y el nuevo humanismo.


«LA GUERRA»,
por José Antonio Hernández Guerrero,
(Claves del bienestar humano)