ORAR EN EL MUNDO OBRERO
Ciclo “C” (2015 — 2016)
Ciclo “C” (2015 — 2016)
«MISERICORDIA
ENCARNADA»
ENCARNADA»
CUARESMA 2016
Miércoles de Ceniza
(10 de febrero de 2016)
En el Mensaje del papa Francisco para la Cuaresma se nos recuerda que la de este Año Jubilar de la Misericordia debe ser un momento para vivir y celebrar con intensidad la misericordia de Dios, haciendo hincapié en la primacía de la escucha orante de la Palabra, porque estamos llamados a experimentar en primera persona la misericordia.
Por eso ofrecemos nuevamente un material en clave de Lectio Divina, centrado en la
Misericordia que estamos llamados a ser para nuestro mundo obrero.
La misericordia transforma
nuestro corazón, nos hace capaces de misericordia,
nos impulsa a amar al prójimo, y nos anima a traducir nuestra fe en gestos
concretos y cotidianos destinados a ayudar compasivamente a nuestro prójimo.
Los pobres son los
privilegiados de la misericordia divina en el Evangelio, porque en el pobre la carne de Cristo se nos hace visible de
nuevo, para que le reconozcamos, le toquemos y lo asistamos. Los pobres del
mundo obrero son para nosotros “zarza ardiente” de amor gratuito ante los que
–como Moisés- solo podemos quitarnos las sandalias (Ex 3, 5) porque estamos en
tierra sagrada.
La historia de Dios con la
humanidad es una historia de misericordia entrañable. De nuevo en este tiempo, Dios sale a nuestro encuentro, va en
nuestra búsqueda, invitándonos a salir de la alienación existencial que, tantas
veces, nos sume en la indiferencia ante el sufrimiento, para experimentar en el
encuentro con los empobrecidos el abrazo misericordioso de Dios.
Una misericordia encarnada
transita caminos de justicia, dejando huellas de compasión; generando encuentros que humanizan. Una
misericordia encarnada, se hace cargo,
carga, y se encarga compasivamente del prójimo. Solo experimentando la
misericordia de Dios, su amor gratuito, su perdón generoso, su compasión,
podemos ser capaces de perdón, de compasión, de misericordia y de amor.
En esta Cuaresma, déjate
mirar compasivamente por el Dios de misericordia. Deja que llene tu vida de
su amor y su perdón gratuito y desbordante. Conviértete, y cree –haciéndolo vida- en el Evangelio.
Porque la misericordia encarnada no se queda en la superficialidad
de la vida, sino que ahonda en la misión evangelizadora. También nos lo
recordaba el papa Francisco, recientemente: Evangelizar
a los pobres: esta es la misión de Jesús, según él dice; esta es también la
misión de la Iglesia, y de cada bautizado en ella. Ser cristiano y ser misionero es la misma
cosa. Anunciar el Evangelio con la palabra y, antes que nada, con la vida, es
la finalidad principal de la comunidad cristiana y de cada uno de sus miembros.
Jesús dirige la Buena Noticia a todos, sin excluir a nadie, pero privilegiando
a los más alejados, a los que sufren, los enfermos, los descartados de la
sociedad.
Preguntémonos: ¿Qué
significa evangelizar a los pobres? Significa,
sobre todo, acercarse a ellos; significa tener la alegría de servirles, de liberarlos de su opresión y todo
esto en el nombre y el espíritu de
Cristo, porque él es el Evangelio de Dios, él es la misericordia de Dios,
es la liberación de Dios, es él quien se hizo pobre para hacernos ricos con su
pobreza. El anuncio mesiánico del Reino de Dios vivo entre nosotros está dirigido
preferentemente a los marginados, a los presos, a los oprimidos.
Se trata de ofrecer el poder del Evangelio de Dios, que
convierte corazones, cura las heridas, transforma las relaciones humanas y
sociales, según la lógica del amor. Los pobres están en el corazón del
Evangelio.
Esta cultura nos presenta el desafío de
evangelizarla y, por tanto, de humanizarla desde Jesucristo. Esto nos debe llevar a buscar formas de vida personal y social
que respondan al sentido de lo que somos los seres humanos y a convertirlas en la manera normal y
natural de ser y vivir. Formas de vida que hemos de extender en nuestros
ambientes. (Documentos XIII AG, pág. 17)
Nos ponemos en marcha, de vuelta al Padre, de vuelta a los
hermanos, de vuelta a la comunidad y a la misión. La conversión a Jesucristo y
a los empobrecidos del mundo obrero, marcan el inicio de nuestro camino, porque
como nos dice el papa, también en el Mensaje para esta Cuaresma: Lázaro (los pobres) es la posibilidad de
conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos.
La mejor actitud nos la propone Guillermo Rovirosa: La Cuaresma para la HOAC es tiempo de
oración, de sacrificio, de perseverancia, de despojarnos de miras humanas, de
tener codicias celestiales… Para la salvación del mundo obrero necesitamos
pulirnos sin reservas… Queremos ver y sentir el toque delgado de Dios… ¿No
contempláis, en la hora de Dios, la maravilla sin precedentes de la HOAC en
cruz, plenamente redentora? (Militantes, pág. 100-101)