23º Domingo del Tiempo Ordinario
(9 septiembre 2018)
Queridas hermanas y hermanos: Os supongo repuestos, animosos, alegres y esperanzados ante el nuevo curso. Para sustentar esa alegría la oración es insustituible. Esta semana el evangelio nos invita a cultivar la “virtud de escuchar” la vida, para percibir y proclamar su misterio. Jesús, con su gesto, realiza en el sordomudo lo que todos necesitamos: abrir nuestra vida a nuestra realidad más profunda, y ayudarnos a escuchar la llamada de la Vida. Sin oídos para escuchar ni boca para hablar es imposible comunicarse con Dios y con los demás, formar pueblo, acoger el Evangelio.
San Marcos 7,31-37:
«Hace
oír a los sordos
y hablar a los mudos».