Plano para acceder a la Parroquia de María Auxiliadora
por la carretera de circunvalación
Quienes somos
Somos y nos sentimos Iglesia. Creemos que esta Iglesia, con sus luces y sus sombras, es la Iglesia de Jesucristo, y deseamos y trabajamos para que seamos cada día más la Iglesia de todos los empobrecidos del mundo, porque sólo así podremos ser la Iglesia de todos.
Somos mujeres y hombres trabajadores que tenemos una experiencia y una aventura.
La experiencia de sentirnos amados por Jesucristo. La aventura de vivir esta experiencia construyendo la justicia que brota de ella, procurando que los empobrecidos del mundo obrero lleguen a ser los protagonistas de su vidas.
El trabajo es cada día más escaso y más precario. Las personas son utilizadas como instrumentos de producción y consumo cuyo coste hay que reducir al mínimo. Sin embargo, la persona es lo más importante de todo cuanto existe y sus posibilidades de vida dependen de su trabajo. Las necesidades básicas de la persona: salud, educación, vivienda, descanso…, se han convertido en un lujo para muchos trabajadores y trabajadoras, y para quienes no pueden acceder a un empleo. Pensamos que el trabajo debe posibilitar los recursos necesarios para vivir con dignidad y formar una familia.
Ante esta situación queremos:
• Construir un proyecto de humanización que nos ayude a vivir en libertad: optando por la comunión frente al individualismo; por la solidaridad frente a la competencia y por el ser frente al tener.
• Compartir la vida con nuestros compañeros y compañeras de trabajo, con nuestros vecinos del barrio…, y plantearnos con ellos qué podemos hacer para que nuestro mundo sea más justo y más humano.
• Transmitir el tesoro de la fe en Jesucristo y su Evangelio, clave para la reconstrucción de la persona y del mundo.
El cambio de nuestro mundo exige nuestra propia transformación personal. La formación, con el método acción-reflexión-acción, nos posibilita actuar con criterios humanizadores e ir forjando en nosotros actitudes liberadoras.
Nos exige el compromiso que, junto con otros, realizamos como aportación real a la toma de conciencia y a la transformación de las personas y del pequeño mundo en que vivimos.
Como fundamento de este proceso reconocemos la acción del Espíritu de Jesús que trabaja en nosotros y en todos. Para percibirlo así y responder adecuadamente, cuidamos la espiritualidad cristiana como dinamismo que posibilita la entrega, fortalece en la lucha y anima la esperanza de la vida comprometida.
Somos y nos sentimos Iglesia. Creemos que esta Iglesia, con sus luces y sus sombras, es la Iglesia de Jesucristo, y deseamos y trabajamos para que seamos cada día más la Iglesia de todos los empobrecidos del mundo, porque sólo así podremos ser la Iglesia de todos.
Somos mujeres y hombres trabajadores que tenemos una experiencia y una aventura.
La experiencia de sentirnos amados por Jesucristo. La aventura de vivir esta experiencia construyendo la justicia que brota de ella, procurando que los empobrecidos del mundo obrero lleguen a ser los protagonistas de su vidas.
El trabajo es cada día más escaso y más precario. Las personas son utilizadas como instrumentos de producción y consumo cuyo coste hay que reducir al mínimo. Sin embargo, la persona es lo más importante de todo cuanto existe y sus posibilidades de vida dependen de su trabajo. Las necesidades básicas de la persona: salud, educación, vivienda, descanso…, se han convertido en un lujo para muchos trabajadores y trabajadoras, y para quienes no pueden acceder a un empleo. Pensamos que el trabajo debe posibilitar los recursos necesarios para vivir con dignidad y formar una familia.
Ante esta situación queremos:
• Construir un proyecto de humanización que nos ayude a vivir en libertad: optando por la comunión frente al individualismo; por la solidaridad frente a la competencia y por el ser frente al tener.
• Compartir la vida con nuestros compañeros y compañeras de trabajo, con nuestros vecinos del barrio…, y plantearnos con ellos qué podemos hacer para que nuestro mundo sea más justo y más humano.
• Transmitir el tesoro de la fe en Jesucristo y su Evangelio, clave para la reconstrucción de la persona y del mundo.
El cambio de nuestro mundo exige nuestra propia transformación personal. La formación, con el método acción-reflexión-acción, nos posibilita actuar con criterios humanizadores e ir forjando en nosotros actitudes liberadoras.
Nos exige el compromiso que, junto con otros, realizamos como aportación real a la toma de conciencia y a la transformación de las personas y del pequeño mundo en que vivimos.
Como fundamento de este proceso reconocemos la acción del Espíritu de Jesús que trabaja en nosotros y en todos. Para percibirlo así y responder adecuadamente, cuidamos la espiritualidad cristiana como dinamismo que posibilita la entrega, fortalece en la lucha y anima la esperanza de la vida comprometida.
¡Te esperamos!
el domingo 23 de enero de 2011
a las 11.00 horas de la mañana
en la Parroquia María Auxiliadora
C/ Vejer, s/n Puerto Real (Cádiz)
[Ver convocatoria en pdf...]