Ramón Luque Sánchez.
Desde la perspectiva personal que lo contemplo, el rasgo humano que más caracteriza a Ramón es su condición de poeta. La poesía es su tarea vital y constituye la definición globalizadora de su existencia. Es poeta porque hace versos, pero, sobre todo, porque contempla, siente, vive y cuenta la vida como un poeta.
Con su palabra precisa, clara y estimulante nos muestra una senda para que aprendamos a vivir, o sea, a soportar con paciencia y con sabiduría el calor y el frío, la lluvia y el viento; para que nos decidamos a construir con sabiduría el difícil y esquivo bienestar, a luchar sin tregua y a esperar, siempre y confiadamente, mejores tiempos.
Sus poemas nos orientan y nos alientan para que leamos los episodios de la vida cotidiana y para que extraigamos sus sustanciosos jugos, para que disfrutemos de esos momentos de la vida diaria que nos proporcionan la felicidad efímera y necesaria: “para que vivamos y revivamos a través de la palabra”.
Sus textos nos animan para que nos prohibamos el desaliento y peleemos para seguir vivos. Ramón ejerce la escritura para aproximarse y salvar el instante, conocer el mundo, “bucear”, penetrar en su interior, expresar sus vivencias y, sobre todo, comunicarse con nosotros, sus lectores. Con su mirada incisiva y con su humor agudo nos provoca una sonrisa cómplice y una reflexión autocrítica. Nos descubre los significados de episodios sólo aparentemente anecdóticos. En su poesía, que alterna las formas cultas con las populares y mezcla el tono irónico y con el gesto desenfadado, pone de manifiesto cómo la melancolía por el paso del tiempo y la nostalgia de su infancia entrañan una constate interrogación sobre las claves del bienestar y del malestar del ser humano.
Con su palabra precisa, clara y estimulante nos muestra una senda para que aprendamos a vivir, o sea, a soportar con paciencia y con sabiduría el calor y el frío, la lluvia y el viento; para que nos decidamos a construir con sabiduría el difícil y esquivo bienestar, a luchar sin tregua y a esperar, siempre y confiadamente, mejores tiempos.
Sus poemas nos orientan y nos alientan para que leamos los episodios de la vida cotidiana y para que extraigamos sus sustanciosos jugos, para que disfrutemos de esos momentos de la vida diaria que nos proporcionan la felicidad efímera y necesaria: “para que vivamos y revivamos a través de la palabra”.
Sus textos nos animan para que nos prohibamos el desaliento y peleemos para seguir vivos. Ramón ejerce la escritura para aproximarse y salvar el instante, conocer el mundo, “bucear”, penetrar en su interior, expresar sus vivencias y, sobre todo, comunicarse con nosotros, sus lectores. Con su mirada incisiva y con su humor agudo nos provoca una sonrisa cómplice y una reflexión autocrítica. Nos descubre los significados de episodios sólo aparentemente anecdóticos. En su poesía, que alterna las formas cultas con las populares y mezcla el tono irónico y con el gesto desenfadado, pone de manifiesto cómo la melancolía por el paso del tiempo y la nostalgia de su infancia entrañan una constate interrogación sobre las claves del bienestar y del malestar del ser humano.
José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente en nuestro “blog”, sobre las Claves del bienestar humano el sentido de la dignidad humana y el nuevo humanismo. Nos suele enviar, también una reseña semanal sobre libros de pensamiento cristiano, evangelización, catequesis y teología. Con la intención, de informar, de manera clara y sencilla, de temas y de pensamientos actuales, que gustosamente publicamos en nuestro “blog”.
PARA VER OTROS ARTÍCULOS DE JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ GUERRERO, PULSAR »AQUÍ«
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