Dibujos de Cerezo
ORAR
EN EL MUNDO OBRERO
Ciclo “B” (2011-2012)
6ª SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO
(12 febrero
2012)
Un Dios
que discrimina es falso;
y una ley discriminatoria es injusta.
La ley
que no tiene piedad de la miseria del
hombre es pura ideología y ha de ser erradicada.
La
marginación siempre es producto
de la injusticia humana;
Dios nada tiene que ver con ella,
por más que una falsa religión
le quiere colgar el muerto,
y a veces lo consiga.
VER:
Una mujer en paro,
casada y con dos hijas menores
ha ofrecido su casa a
una familia guineana
con cinco hijos,
que ha sido desahuciada
por el impago de la hipoteca.
Mamadou Diallo,
en paro desde hace dos años,
su mujer Aissatou y sus cinco hijos
-el menor de ellos de tan solo un mes-
recibieron hace unas semanas
una orden de desahucio del banco
en la que les indicaban que
el 18 de enero se procedería
al desalojo de su casa de Parla (Madrid)
por los impagos que
venían acumulándose
desde hace un año y medio.
“Estamos en una mala situación,
si nos echan tendremos que ir a la calle
porque no tenemos aquí familia
que nos pueda ayudar”,
ha explicado Mamadou.
Tras escuchar la historia
en los medios de comunicación
Cecilia Rivas, vecina de
Utebo (Zaragoza),
ha decidido darle
un techo a esta familia.
“Me sentí mal,
me dio pena y
mi corazón me dijo que
tenía que hacer algo”,
ha comentado.
“Mientras se arregla la situación”
Cecilia, que tiene dos hijas
de 17 y 10 años,
ha señalado que su familia
tampoco está en una
“buena situación económica”
puesto que ella está en el paro
y su marido mantiene “como puede”
su empresa de montaje de andamios.
“Yo doy una solución momentánea,
pueden estar en mi casa
unos días o semanas mientras
se arregla su situación”,
ha indicado.
Mamadou llegó hace
doce años a España,
donde trabajó tanto en el campo
como en la construcción
hasta que con la llegada de la crisis
se quedó sin trabajo y
con un piso que pagar.
Llevan ya varios meses sin gas
porque, dicen, no pueden afrontar
todas las facturas y los gastos
de los cinco hijos con los 426 euros
que percibe como subsidio.
"Tenemos cuatro hijos y un bebé
y es muy grande el gasto
en pañales y leche",
ha apuntado Mamadou.
La plataforma 'Stop
Desahucios'
ha animado a la gente a que
se solidarice con la familia Diallo
el 18 de enero en su domicilio,
con el fin de que el banco renegocie
las condiciones de la hipoteca.
REFLEXIONAMOS:
¡La salvación de los empobrecidos
está en que los seres humanos
seamos de verdad «humanos»!
Los de corazón de carne, como Cecilia,
reaccionan con misericordia entrañable
ante la necesidad del prójimo y
ofrecen lo poco o mucho que pueden hacer
(ver la parábola del Samaritano: Lc 10,25-37).
Cecilia oyó que su corazón de carne
le decía que tenía que hacer algo.
Los cristianos, miembros del Cuerpo de Cristo,
sabemos que nuestro viejo corazón de piedra
fue sustituido por el corazón de carne de Jesús.
¿Lo sabemos?
Ante la realidad de crisis que nos envuelve
¿escuchamos en nuestro interior
la voz de Jesús que nos llama
a actuar como él a favor de
nuestros hermanos empobrecidos?
¡Bienaventurado el que
lo pueda afirmar con verdad!
No basta como cristianos
dejarnos llevar por
nuestro corazón de carne,
como Cecilia,
y hacer lo que podamos individualmente.
Nosotros estamos llamados a
dejarnos llevar como comunidad,
como iglesia,
por el corazón de Jesús
y realizar las posibilidades del Reino
con la fuerza del Espíritu
que habita en nuestro corazón creyente.
Los cristianos, la HOAC, junto con
todas las Cecilias del mundo,
estamos llamados a cambiar
las estructuras de pecado
(como son las instituciones del
capitalismo fenerista actual:
banca usurera, empresa de amos y siervos,
propiedad sólo para unos cuantos…)
con nuestro compromiso social y político.
Repasemos sin prisas,
en un momento de esta semana,
nuestro Proyecto Evangelizador.
Pongamos la mano en nuestro corazón
y sintamos sus latidos…
discernamos entre los nuestros
y los que provienen del corazón de Jesús…
ORACIÓN (P.
Loidi con retoques)
Jesús, «habla», que te escuchamos,
y dinos lo que es ser mujer, ser hombre:
por qué podemos vivir con entereza y exigirla,
ser dueños y señores, a pesar de la explotación y la pobreza,
encender los ojos y mirar de frente, no al suelo, como esclavos.
Jesús, «habla» y dinos lo que es ser hermanas y hermanos:
por qué podemos amar y construir solidaridad,
a pesar del individualismo, la corrupción y la injusticia,
abrir la mano y ofrecerla, no cerrarla como los bancos.
Jesús, «habla» y dinos lo que es tener dignidad
como imágenes e hijos de Dios:
por qué podemos dar la cara por «nuestros» derechos
a pesar del paro, el hambre y la manipulación,
organizarnos y luchar por nuestros hermanos, como tú.
Jesús, «habla» porque la injusticia nos aprieta el cuello.
El desempleo hiere.
El hambre mata.
La productividad sin respiro dobla las espaldas.
Los que valen menos no interesan.
Los que no pueden se hunden.
El consumo nos tiene presos.
Los ídolos nos aplastan.
Las ceremonias nos distraen de
la «liturgia existencial» de cada día.
Tú que nos llamaste a ser mensajeros de la Buena Noticia
y sabes lo que es ser persona, hermano, hijo de Dios,
calienta nuestro corazón,
abre nuestras manos y mueve nuestros pies,
para construir un mundo distinto,
de hijos de Dios y hermanos tuyos.
Jesús «habla» a nuestro corazón.
¡Necesitamos oír de nuevo tu Evangelio!
EVANGELIO (Mc 1,40-45)
«Se le acerca un leproso,
suplicándole de rodillas:
“Si quieres,
puedes limpiarme”.
Compadecido,
extendió la mano y lo tocó diciendo:
“Quiero: queda
limpio”.
La lepra se le quitó inmediatamente
y quedó limpio.
Lo regañó y lo sacó
afuera en seguida,
diciéndole:
“¡Mira, no le digas
nada a nadie!
En cambio,
ve a que te examine el sacerdote
y ofrece por tu purificación
lo que prescribió Moisés
como prueba contra ellos”.
Él, cuando salió,
se puso a proclamar
y a divulgar el mensaje a más y mejor;
en consecuencia, [Jesús]
no podía ya entrar
manifiestamente en ninguna ciudad;
se quedaba fuera, en despoblado,
pero acudían a él de todas partes».
Pequeña explicación
El leproso
es el primer enfermo
que se acerca a Jesús
por iniciativa propia.
Según la
mentalidad religiosa de entonces,
“el leproso era impuro por su enfermedad,
que desde el punto de vista religioso,
lo excluía del acceso a Dios y, en consecuencia,
del pueblo elegido (Lv 13,45s).
Era
asimismo transmisor de impureza,
lo mismo a personas que a objetos.
El leproso
quedaba fuera de la sociedad,
temerosa de verse físicamente contagiada
y religiosamente contaminada.
Estaba
obligado a avisar a gritos
de su estado de impureza,
para que nadie se acercase a él,
y tenía que vivir en descampado
(Levítico 13,45s).
Era en
cierto modo un maldito,
un castigado por Dios.
[¿Quiénes
son los “malditos” hoy
para nuestra sociedad actual?]
¿Cómo es
posible que
“aquella religión tradicional”
produjera una marginación
tan inhumana e intolerable?
Cuidado
nosotros con las posibles
marginaciones inhumanas actuales:
homosexuales,
mujeres…
Fijémonos
en la actuación de Jesús.
Jesús
conoce la multitud de gente excluida
de la sinagoga por la doctrina oficial.
El leproso
aparece aquí como el prototipo
de toda marginación religiosa,
que en aquella sociedad era
la marginación absoluta.
En este
caso se trata de un marginado
que expresa su deseo de salir de
su miseria y marginación.
Este
marginado ha tenido que
vencer el temor a infringir la ley
para acercarse a Jesús.
Su actitud
humilde e insistente
manifiesta su absoluta confianza
en el poder de Jesús,
que equipara al de Dios
(“Si quieres, puedes limpiarme”).
¡Así tipifica
Mc la reacción de
los marginados a la proclamación de Jesús:
ante él los
desechados recuperan
la confianza en su liberación!
¡Qué
llamada para nosotros!
No se
encuentra en toda
la perícopa el verbo «curar»,
que pondría el acento en
el aspecto físico de la lepra,
sino «limpiar/purificar»,
que subraya el aspecto religioso.
Lo que interesa
ante todo al leproso es
conseguir su relación con
un Dios que lo rechaza.
¿Qué hace
Jesús?
«Conmovido,
extendió la mano y lo tocó…»
La actitud
que guía el querer
y la actividad de Jesús
es un amor tierno
igual al del Padre
(“se conmovió”),
que no puede soportar
la vista de la miseria humana.
El amor expresado
en
“conmoverse”
pasa a la acción
al “extender la mano”.
La
finalidad del gesto es “tocar”:
Jesús, que
posee
la “autoridad” divina,
niega con su gesto que
Dios excluya de su favor al leproso,
es decir, invalida el fundamento
teológico de la impureza.
Al mismo
tiempo
hace presente
la acción divina
que saca de la opresión
a los marginados.
En lugar de
rechazar
al marginado leproso,
Jesús completa
el acercamiento iniciado por aquél:
extiende la
mano y lo toca.
Estos dos
acercamientos significan lo siguiente:
Cualquier ley que impone una marginación,
aunque se presente como divina,
no expresa el ser ni la voluntad de Dios.
Un Dios que
discrimina es falso;
y una ley discriminatoria es injusta.
La ley que
no tiene piedad
de la miseria del hombre
es pura ideología y ha de ser erradicada.
Jesús, al
contrario,
es verdadero Dios:
se conmueve
ante la miseria,
acepta al marginado,
y pone su bien
por encima de
leyes humanas y “divinas”
(que nunca serán tales si marginan).
La
marginación siempre es
producto de la injusticia humana;
Dios nada
tiene que ver con ella,
por más que una falsa religión
le quiere colgar el muerto,
y a veces lo consiga.
Excluyamos
para siempre
la idea de que Dios excluye
de su amor a algún hombre,
cualquiera que sea su condición.
El rechazo
por parte de Dios
no ha existido nunca.
Dios no es
causante
de ninguna marginación;
ahora bien,
no podemos decir lo mismo
de la institución religiosa.
Pero el
evangelio de hoy
deja las cosas claras como el mediodía:
«Dios no
margina a nadie».
¡Lo triste
es ver a muchos marginados
que han interiorizado contra sí mismos
esta falsa ideología:
“somos
culpables de esta marginación”!
La ley de
Moisés imponía
interminables prescripciones
sobre la integración de
un leproso curado,
mostrando un Dios meticuloso,
exigente y difícil de contentar.
Esta ley
reflejaba solamente
el egoísmo y la dureza
de la sociedad judía,
que temía y apartaba
de sí al leproso.
Era la
prueba perenne
contra una sociedad
que no ayudaba al marginado
ni se interesaba por él,
demostrando así que
no conocía a Dios ni de lejos.
Una
sociedad así
es inaceptable
para el Dios de Jesús.
¿Y nuestra
sociedad?
El leproso
«se puso a proclamar
y a divulgar el mensaje más y mejor».
La
experiencia del amor de Dios,
del que pensaba estar excluido,
causa en el hombre una alegría tal
que no puede contenerla.
El hombre se convierte en
anunciador no del mero hecho sucedido,
sino del mensaje contenido en él:
Dios no es
como se lo habían presentado,
él no discrimina entre los hombres,
ofrece a todos su amor
y llama a todos a su Reino.
La
auto-marginación de Jesús
al involucrarse con los marginados
provoca que acudan a él
marginados de todas partes.
La
marginación que sufre Jesús
les asegura que está con ellos.
¿Nos
quejaremos, pues,
si somos marginados
por cualquiera de
los poderes de este mundo:
económico,
político,
cultural, social, religioso?
¡Feliz
marginación
la que nos identifique con los pobres!
SALMO DE LAMENTACIÓN
¡Ay de los que traman la injusticia
y planean legalizar la opresión!
Lo piensan y lo hacen, porque tienen el poder,
y endurecen aun más lo que dictan los mercados,
como suelen hacer los prepotentes.
Desean una reforma laboral y la imponen,
recortes en lo público y lo hacen.
Quitan de los débiles para pagar a usureros…
¿Quién se lo impide? ¿Quién alza su voz?
Sabedlo, el Señor alza su voz,
y va a tramar un “mal” contra esa gente,
−malos tiempos les vienen sin remedio−,
pues «alienta a su pueblo contra ellos
y no piensa soportar más atropellos».
Tu pueblo somos nosotros, Señor,
a quienes llenas de fuerza con tu Aliento,
y explicas en secreto el evangelio.
Tras el oro mamón van los pudientes…
tu pueblo, contigo, Jesús,
a servir a los de abajo, tu pobre pueblo,
¡los santos inocentes!
PLANTILLA PARA ORAR LA VIDA
Un VER Marginal:
En Madrid,
al contrario que en los pueblos,
veo a gente sin casa,
dormir en tierra,
a la intemperie,
hablar solos,
con aspecto “descuidado”,
pidiendo limosna,
sin nada que hacer…
transeúntes de los que
aparto el rostro…
JUZGAR:
Sé que lo
esencial y lo nuevo
introducido por Jesús,
a quien quiero seguir
como discípulo,
es el amor incondicional.
Un amor del
que nadie
queda excluido,
ni los enemigos,
pues Dios ama a todos,
hasta los “ingratos y los malos”
(Lc 6,35).
Mi amor deja de ser
verdadero si no amo
a los vulnerables,
los despreciados y
los invisibles.
Encuadrarme
en
el marco de la ley,
de lo establecido,
me aparta
irremisiblemente del amor.
Jesús vino
a despertarme
de la siesta ética,
del vivir tranquilo
cumpliendo mis deberes
cívicos y religiosos.
Me incita a
estar
atento al presente
acontecido y a
ser creativo.
El Reino se
instaura cuando
se tiene esta actitud amorosa
y absolutamente abierta
y acogedora.
¿Qué hacer?
Un día
«Pedro y Juan
subían al Templo
a la hora nona,
hora de oración.
Y había un hombre,
cojo desde el seno de su madre,
al cual llevaban
y ponían cada día
a la puerta del templo
llamada Hermosa,
para pedir limosna
a los que entraban en el Templo.
El cual, viendo a Pedro y Juan
que iban a entrar en el Templo,
pedía le diesen limosna.
Fijando su mirada en él
Pedro a una con Juan, le dijo:
Míranos.
Él estaba atento a ellos,
aguardando recibir algo de ellos.
Más dijo Pedro:
Plata y oro no tengo,
mas lo que tengo
eso te doy:
En el nombre de
Jesucristo nazareno,
ponte a andar.
Y cogiéndolo de
la mano derecha,
lo levantó;
y en el mismo instante
se le consolidaron
las plantas de los pies y los tobillos;
y de un salto se puso en pie
y echó a andar
y entró con ellos
en el Templo,
andando y saltando
y alabando a Dios…»
(Hech 3,1-8).
ACTUAR:
Tampoco yo
tengo «plata y oro»,
-aunque debo colaborar más
aportando
una parte de mi dinero
a Caritas y a otras entidades
que trabajan por los últimos, etc.-;
pero «lo
que tengo,
eso he de dar»:
Gracias a
Jesús tengo capacidad,
-aunque, ¡ay!,
demasiadas veces no se vea−,
para implicarme en la lucha por la justicia social,
por el reparto equitativo de las riquezas,
por la evangelización de
los empobrecidos del mundo obrero…
Este es mí
renovado ofrecimiento hoy,
una vez más, Jesús.
En concreto
me comprometo a .........
-
Lectura del libro del Levítico
13,1-2. 44-46:
El leproso tendrá su morada fuera del campamento.
-
Salmo 31,1-2. 5. 11 (J.: cf. 7):
Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación.
-
-
Lectura de la primera carta del
apóstol san Pablo a los Corintios 10,31-11,1:
R/. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.
-
-
Lectura del santo evangelio
según san Marcos 1,40-45:
La lepra se le quitó, y quedó limpio.
Jesús rescata a los
marginados.
La
ley mosaica marginaba de la vida comunitaria y social
al leproso porque lo consideraba impuro y pecador (1 lect.).
Jesús
cura al leproso, lo rescata de la marginación
y lo integra en la vida comunitaria del pueblo (Ev.).
El
apóstol exhorta al cristiano a buscar siempre
la gloria de Dios, siguiendo el ejemplo de Cristo (2 lect.).