Hay momentos duros,
tiempos de cruz,
pero nada puede destruir
la alegría sobrenatural,
que «se adapta
y se transforma,
y siempre permanece
al menos como
un brote de luz
que nace de
la certeza personal
de ser infinitamente
amado,
más allá
de todo».
tiempos de cruz,
pero nada puede destruir
la alegría sobrenatural,
que «se adapta
y se transforma,
y siempre permanece
al menos como
un brote de luz
que nace de
la certeza personal
de ser infinitamente
amado,
más allá
de todo».
Es una seguridad interior,
una serenidad esperanzada
que brinda una
satisfacción espiritual
incomprensible para
los parámetros
mundanos.
una serenidad esperanzada
que brinda una
satisfacción espiritual
incomprensible para
los parámetros
mundanos.