ORAR
EN EL MUNDO OBRERO
Ciclo “A” (2010-2011)
29ª SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO
(16 octubre
2011)
Deudores lo somos sólo
de Dios y del pueblo.
A los césares de turno
no les debemos nada.
de Dios y del pueblo.
A los césares de turno
no les debemos nada.
Tu vida después de los recortes
Sospechas que tienes una pulmonía.
El médico de cabecera te diagnosticó una bronquitis
severa hace unos días y no mejoras, sigues con fiebre, tosiendo… los
antibióticos no te han funcionado.
Es de noche.
No puedes casi respirar.
En cada respiración oyes líquido en tus pulmones.
Llamas al 061 para pedir una ambulancia.
Te ponen en espera.
Cada respiración se te hace interminable.
Intentas aguantar.
Esperas 15 minutos, cuelgas el teléfono y llamas al 061
otra vez.
Te ponen en espera.
Piensas en qué hacer.
No te puedes casi levantar de la cama.
Empiezas a sentir miedo.
Intentas respirar despacio pero te ahogas.
Pasan 15 minutos más, cuelgas el teléfono y llamas otra
vez al 061.
Una vez más te ponen en espera.
Después de otros 15 minutos te entra pánico y llamas a
un amigo.
Viene corriendo.
Le pides que te lleven al CAP que está a tres manzanas.
Entre tres amigos te bajan a la calle y os metéis en un
taxi.
Intentas seguir respirando.
Llegáis al CAP pero han cerrado las urgencias de no-che.
Tú ya no puedes ni pensar.
Tus amigos te vuelven a meter en un taxi y vais al
hospital a 30 minutos de viaje.
Cada minuto se te hace eterno pero piensas que pronto te
ayudarán.
Ya estás en urgencias:
-¿Qué le pasa?
-Me estoy ahogando.
-Debe de ser una gripe pero estamos desbordados
(intentas hablar pero no haces más que toser).
-Quédese ahí sentado que tenemos mucha gente.
Cuatro hora más tarde.
Piensas que has estado días ahí, porque cada minuto se
te ha hecho interminable.
Pasa un enfermero corriendo, le paras:
-Por favor…
-Sí, espere.
Vuelve con una maquinita y te mira el oxígeno.
-No está tan mal…
-No puedo respirar, no puedo respirar.
-Mire, lo suyo no es para estar en urgencias, sobre todo
como están las cosas.
Váyase a casa y vaya mañana a su CAP.
(Esta historia está basada en dos hechos reales:
1. Que cuando se llama al 061 en Catalunya ahora, te
ponen en espera y puedes estar esperando hasta 45 minutos…
Perfecto, sobre todo si se está teniendo un infarto.
2. Los más de 50.000 enfermos del Síndrome de la Fatiga
Crónica/Encefelitis Miálgia que hay en Catalunya, nunca han sido atendidos en
urgencias, aunque vayan con pulmonías o lo que sea.
Su enfermedad no se toma en serio desde que se dio a
conocer en España hace 25 años.
Lo que viven esos enfermos es lo que va a ocurrir al
resto de la población.
Lo serio ya no será serio (con los recortes).
(Fuente: http://defensasanitatpublica.wordpress.com/cuentanos-tu-historia-nou/)
ORAMOS
Si Dios no estuviera
implicado
en la liberación de los
trabajadores,
vano sería nuestro compromiso
obrero.
Si Dios no exigiera los
derechos sociales
inútil sería el trabajo de
los sindicatos.
Pero la causa de los pobres
es la causa de Dios,
todo él se implica en
la liberación de los obreros
(Ex 3).
Por eso en su Nombre
nos levantamos temprano,
y si hace falta retrasamos
el descanso más allá de
medianoche,
los que anhelamos una vida
digna
para los empobrecidas,
y el respeto cabal a la
dignidad de los obreras.
Es el Señor el que alienta la
causa del trabajo
y defiende la justicia del
jodido.
Sí, tienen sentido nuestros
desvelos y fatigas,
¡es Dios quien nos empuja al
compromiso!
Dichoso el trabajador
a quien tú educas en la
lucha,
porque hay un porvenir
para los que están
pisoteados.
Mat 22,15-22
(somos deudores de Dios;
al
César, en cambio,
no
le debemos nada
si hemos llegado a ser
totalmente pobres)
“Entonces se retiraron los fariseos y llegaron a un
acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta.
Le enviaron algunos discípulos suyos, con unos
partidarios de Herodes, y le dijeron:
«Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el
camino de Dios conforme a la verdad, sin que te importe nadie, porque no te
fijas en apariencias.
Dinos, pues, qué opinas:
¿es lícito pagar impuesto al César o no?»
Comprendiendo su mala voluntad,
les dijo Jesús:
«Hipócritas, ¿por qué me tentáis?
Enseñadme la moneda del impuesto».
Le presentaron un denario.
Él les preguntó:
«De quién son esta imagen y esta inscripción?»
Le respondieron:
«Del César».
Entonces les replicó:
«Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que
es de Dios».
Al oírlo se maravillaron y dejándolo se fueron”.
Pequeña exégesis
(para leer con lápiz)
1.
INTRODUCCIÓN:
Tal vez el interés de Mateo sea poner de manifiesto cómo
los fariseos (adversarios de la nueva comunidad cristiana), en su maldad,
tienden una trampa a Jesús y cómo fracasan en el empeño.
Pero a los lectores actuales les interesa, sobre todo,
qué significado tiene el texto para la cuestión de las relaciones de la
comunidad cristiana con el Estado.
Ahora bien, respecto de esta cuestión, este texto ha
sido menos relevante que el de Rom 13,1-7.
Es gratificante saber que la interpretación de la
Iglesia antigua subrayó el carácter decisivo de la obediencia a Dios por
encima de todo.
Durante la época moderna, sin embargo, el tema de las
relaciones de la iglesia con el Estado fue cobrando el sentido dual que hoy es
usual en boca de cualquiera (“al gobierno lo que es del gobierno, y a la
iglesia lo que es de la iglesia”), el cual va más allá de lo que fundamenta el
texto que estamos meditando.
En resumen, el texto no trata el tema de los impuestos,
aunque lo parezca.
El tema de los impuestos en una sociedad democrática es
fundamental, pero su base no está en este texto.
El fundamento de los impuestos se basa en el sentido de
justicia más elemental:
Que paga más el que más tiene.
Y sabemos que este sentido suele brillar por su ausencia
en nuestros lares capitalistas actuales… donde el capitán-patrón paga menos que
el marinero-obrero.
Según Tertuliano, la moneda que ostenta la efigie del
César pertenece al César, pero el hombre integral, imagen y semejanza de Dios,
pertenece a Dios.
Hilario puede decir que somos deudores de Dios por el
cuerpo, el alma y la voluntad, es decir, por el hombre entero; al César, en
cambio, no le debemos nada si hemos llegado a ser totalmente pobres.
Hagámonos preguntas sobre el texto.
El precepto fiscal y el precepto de dar a Dios lo que es
suyo, ¿están al mismo nivel?
Es decir, ¿El que presta al Estado lo que le adeuda,
está obedeciendo a Dios?
¿O guardan una relación desnivelada, de suerte que el
precepto de dar a Dios lo que es suyo abarca, supera y limita el precepto
fiscal?
O, una tercera posibilidad, ¿no será mejor considerar el
tributo al César NO como un precepto de Jesús en sentido estricto, sino
como un énfasis retórico contra los fariseos, puesto que Jesús desenmascaró su
pregunta como hipocresía y les mandó ¡irónicamente! hacer lo que ya hacían como
prisioneros del mundo y comprometidos con el César?
2.
EXPLICACIÓN:
La captatio benevolentiae o “lavado de cara” de
los fariseos es un retrato verdadero de Jesús y debería ser el de los
cristianos:
«Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el
camino de Dios con verdad; además, no te importa de nadie porque tú no miras la
condición de las personas».
Como se ha dicho tantas veces, la pregunta quiere poner
en un aprieto (!) a Jesús: si se expresa en contra del tributo al César, podrá
ser acusado de sedición; si acepta el pago del tributo, se hará impopular ante
la gente.
Los fariseos no saben que Jesús conoce bien sus intrigas
(cf. 12,15; 16,8).
Ahora va a denunciar “su malicia” y dejar en claro su
hipocresía.
Ante una pregunta que no es una pregunta, Jesús va a
hacer una “demostración” o sociograma.
Les pide que le enseñen un denario romano (Mateo lo
llama “la moneda del tributo”).
Al poseer ellos esa “moneda del tributo”, están
demostrando «en acto» que pagan impuestos y tienen contestada para sí, hace
tiempo, la pregunta que formulan a Jesús.
Las monedas imperiales (con efigie y leyenda) no eran
meros objetos de valor, sino que implicaban sumisión y respeto al poder
político y religioso del emperador.
Por ejemplo, era sancionable el llevar consigo una
moneda con la efigie del Augusto dentro de un estuche de aseo o en un burdel.
El meollo de la demostración no
está en hacer ver que esos fariseos son unos judíos renegados al utilizar
monedas con figuras humanas -algo que hacían entonces casi todos los judíos-,
sino en que, al utilizar una moneda con símbolos políticos y religiosos del
poder romano, han reconocido plenamente su soberanía.
Por eso no es nada extraño que Jesús los invite en
consecuencia a pagar los impuestos; los invita a hacer lo que ya hacen.
No hay un razonamiento especial a favor de esta
invitación: se limita a confirmar lo que sus adversarios hacen de tiempo atrás.
Este texto, pues, no trata del deber fiscal.
Para ello hay que acudir a otros textos.
El texto actual significa simplemente:
pagad los impuestos y no me hagáis preguntas capciosas;
¡hipócritas, tenéis ya encima la moneda fiscal!
La verdadera respuesta de Jesús a la pregunta de los
adversarios está en el versículo 21c: «a Dios lo que es de Dios».
La invitación a dar a Dios lo que le pertenece, la añade
Jesús sin haber sido preguntado.
En ella reside, pues, la verdadera sorpresa del texto.
Todo pertenece a Dios: cielo y tierra,
los humanos, y naturalmente, también los reinos y los emperadores.
Jesús no trata de agregar al mandato del pago fiscal un
precepto suplementario-religioso.
La obediencia a Dios es el precepto de todos los
preceptos, el que los abarca, sustenta y sobrepasa todos.
Jesús no dice, por tanto, que una mitad del ser humano
pertenece al César: la mitad material, o cultural, o exterior, relacionada con
el “reino del mundo”; y la otra mitad a Dios: la mitad espiritual, personal o
interior.
No quiere destacar siquiera el pago fiscal o la obediencia
al Estado como un precepto especial de Dios.
No es este el asunto que se trata en el texto.
Una teología cristiana del Estado no tiene ningún
fundamento en Mt 22,16-21.
Lo que dice el texto, su meollo central es que «hemos
de dar a Dios lo que le pertenece”, es decir, TODO.
«Hemos de obedecer a Dios antes que a los hombres».
SALMO 8
(final ecológico)
En los versículos 6-9 se habla del hombre como rey de
la creación.
En este Salmo 8, a diferencia del Salmo 2, no se habla
de la relación entre los hombres, sino de la relación entre la “especie” hombre
y las otras especies de la naturaleza, en particular los animales, es decir,
los seres vivientes.
Entre los dos salmos existe una estrecha semejanza,
porque en la ideología real los animales salvajes personifican las fuerzas del
caos, al cual el rey debía someter, lo mismo que a los enemigos de la nación.
La dignidad real del hombre
(v.6).
A la inmensidad del cielo el salmista había contrapuesto
la insignificancia del hombre (v. 5).
El v. 6 subraya en contraste la inconmensurable grandeza
de este insignificante y pequeño ser:
“lo hiciste un poco inferior a Dios”.
Nos encontramos con la concepción bíblica del hombre
como “imagen de Dios” (Gn 1,26-27).
En el trasfondo de esta concepción se encuentra la
ideología real del Antiguo Oriente, sobre todo de Egipto.
El faraón era “hijo de Dios” y “su imagen”.
En cuanto ‘imagen’, ‘estatua’ de la divinidad, el faraón
debe derrotar las fuerzas del caos y favorecer el desarrollo de la vida.
La operación que hacen el Sal 8 y Gn 1,26-27 es “una
democratización”, es decir, atribuir a todo hombre aquello que en el mundo
circundante era prerrogativa del rey.
En efecto, las dos prerrogativas de que habla el v. 6
(“lo has coronado de gloria y majestad)
son prerrogativas comunes de Dios y del rey.
En cuanto imagen de Dios, el pequeño hombre irradia en
el mundo la “gloria”, como dice 1Cor 11,7.
El “Esplendor”, por su parte, −−———que evidencia
el aspecto estético propio del rey: “ornamento, esplendor, belleza”−, le pertenece
a todo hijo de vecino: ¡el esplendor está simplemente en ser humano!
El insignificante hombre es presentado como “rey” de la
creación, lugarteniente de Dios en la tierra.
Por grande que sea presentado el hombre, él no es Dios,
sino “un poco inferior” a Él.
El reconocimiento de la grandeza del hombre se hace dirigiéndose,
en adoración, al “tú” divino.
El rey de la creación es un insignificante mortal
(´énôš), cuya única arma es la oración (“de la boca de los niños y lactantes”).
Como Dios elige “niños y lactantes” para poner fin a la
violencia de los enemigos, así elige un ser insignificante y desarmado como el
hombre por encauzar la violencia de las bestias salvajes [=fuerzas económicas]
y hacer reinar el orden en el mundo.
Dios elige lo que es pequeño para confundir a lo que es
grande (1Cor 1,26-29).
El dominio universal del hombre
(vv. 7-9).
El hombre es constituido rey de la creación no por sí
mismo, sino para custodiar la vida sobre la tierra.
Es responsable de “todo lo que respira” (cf. Sal 150,6).
El dominio real del hombre es “sobre la obra de sus
manos” (v. 7).
Esta expresión forma un paralelo con “obra de tus dedos”
(v. 4).
El salmo distingue la parte sobre la que domina Dios
directamente, el cielo, y aquella que ha confiado al dominio del hombre (cf.
Sal 115,16).
Pero al decir que el objeto del dominio del hombre son
las “obras de tus dedos”, subraya que el dominio del hombre es un dominio
delegado, responsable, ejercido en nombre del creador, no en nombre
propio, ni para satisfacer sus egoísmos.
El verbo “dominar”, caracteriza diversas formas de
dominio.
Convicción común del AT es que el dueño del mundo es
Dios (Job 25,2; Sal 66,7).
Cualquier otro dominio está subordinado a éste.
Desgraciadamente el hombre estúpido ha abusado de su
poder, como las lamentaciones que siguen, en los Sal 10-15, lo muestran.
Como “pastor de los animales”, como guardián de la vida,
el hombre está por ello, llamado a combatir a los animales nocivos.
En la mentalidad del Antiguo Oriente el hombre, por una
parte, es “pastor” de los animales (Gn 1,28ss); por otra, es “su señor”(Gn
9,2).
Hay animales que el hombre, según Job 38-39, no puede
domesticar: león, cuervo, rebeco, ciervo, asno salvaje, buey salvaje, avestruz,
caballo de guerra, halcón, buitre.
Sólo Dios los tiene bajo su control: se revela así como
“señor de los animales”.
Como “señor de los animales” viene figurada generalmente
una divinidad o el rey.
En el Sal 8, y es una novedad también respecto de Job,
el “señor de los animales” es el insignificante hombre.
En resumen: Lo que para Job era prerrogativa de Dios, y
para la ideología egipciana era tarea del faraón, se confía ahora a manos del
insignificante hombre, según el Sal 8.
Por eso el ser humano ha sido “coronado de gloria y
majestad”.
El ser humano vulgar, de la calle, cualquiera, el que
habla en román paladino, el insignificante, uno de tantos, uno cualquiera…
La gloria de Yhwh sobre la tierra
(v. 10).
El salmo concluye subrayando la potencia del nombre de
Dios sobre la tierra.
Si el versículo 2 se refería a la victoria de los “niños
y lactantes” contra el “enemigo y vengativo” (v.3), el versículo 10 mira,
retrospectivamente, al dominio del “hombre” sobre los animales (vv. 6-9).
“Poderoso”, por eso, es el nombre de Dios, porque en la
tierra está su representante, el hombre, que tiene en jaque las fuerzas del
caos y protege la vida.
Por tercera vez aparece la partícula «qué», que expresa
la estupefacta admiración del hombre frente a las maravillas de Dios.
La grandeza del hombre no es conquista suya, sino regalo
de Dios.
Por eso el salmo no termina con la alabanza al hombre,
sino a Dios, que ha dado tanto poder al hombre.
Leo despacito lo
que he ido subrayando y resumo aquellas ideas fundamentales que el Sal 8 me ha
regalado.
Las escribo para
ir repasándolas de vez en cuando.
Profundizo
también actualizando las ‘alimañas’ personales (dicho con todo el cariño, como
cuando Jesús llamó “zorra” a Herodes) y estructurales que personifican hoy las
fuerzas del caos capitalista, y a quienes los trabajadores, hombres sálmicos,
debemos someter por voluntad de Dios.
CANTO ORACIONAL
Ojalá uno pudiera vivir de su
trabajo,
comer de sus fatigas,
tener un empleo seguro,
un salario decente,
y como compañera otra
asalariada,
con quien compartirlo todo…
Pero esta sociedad clasista
impide hasta lo mínimo,
casarse y tener hijos es casi
una osadía,
pues son jornales de mierda
los que a la trágala ofrece.
Malas condiciones de trabajo,
alteraciones de salud,
viles salarios,
mala alimentación…
esa es la interminable crisis
de los obreros, Señor,
¡a los que miran con envidia
los que carecen de empleo!
Por eso mi compañera no deja
de trabajar,
asiste aunque esté
conmocionado su organismo;
con la presión arterial que
tenga se presenta,
no falta, a pesar de la
fiebre y los dolores abdominales;
trabaja constipada o con
diarrea;
no protesta por los dobles
turnos,
¡ni embarazada deja de
asistir!
A veces pienso, Señor,
que nos tienes olvidados,
y me tienta dejar de orarte,
¿para qué? me digo, si tú no
escuchas.
Señor, no permitas que los
capitalistas
te traten como a un lelo,
no permitas que se burlen de
tu Nombre Santo…
Alza la mano y rómpeles… sus
planes,
pues tú eres el socorro de
los pobres,
el libertador de los obreros.
PARA MEDITAR
«Es curioso
observar que este hecho de la usura que domina toda la economía y que es causa
y motivo de toda clase de blasfemias, inmoralidades, prevaricaciones,
adulterios, crímenes, fechorías, guerras, hambres, revueltas, miserias, etc.,
no cuenta en todo el magisterio de la Iglesia más que con la encíclica
mencionada
[Vix pervenit de Benedicto XIV del año
1748] y la respuesta del Santo Oficio a una consulta particular.
Todo ello, ¿no
produce cierta náusea?
Sobre todo si se
compara con el alud de magisterio oficial que se ha prodigado sobre las mangas
de las jóvenes o sobre los trajes de baño.
(G. Rovirosa, OC
III, p 120).
Como dice Juan Pablo II en la LE, 8: “La Iglesia está vivamente comprometida con
esta causa [=la justicia social], porque la considera como su misión, su
servicio, como verificación de su fidelidad a Cristo, para poder ser
verdaderamente la “Iglesia de los pobres” (…).
Todos estamos
implicados, por nuestra actuación, no sólo por nuestras palabras, en ayudarnos
para que nuestra Iglesia pueda ser verdaderamente la “Iglesia de los pobres”.
- Is 45,1. 4-6. Llevó de la
mano a Ciro para doblegar ante él las naciones.
- Salmo 95. R/. Aclamad la gloria y el poder del
Señor.
- 1Ts 1,1-5b. Recordamos
vuestra fe, vuestro amor y vuestra esperanza.
- Mt 22,15-21. Pagadle al
César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Dios
y el César.
Uno
de los temas más discutidos es la relación religión-estado.
La
liturgia subraya que no existe sólo una lectura laica de la historia sino que
la fe tiene sus derechos y criterios interpretativos (1 lect.).
Jesús
expresa los niveles de competencia de lo humano y lo divino, las competencias
de Dios y las del Estado (Ev.).
La
comunidad cristiana debe vivir con autenticidad los valores de la fe, esperanza
y caridad (2 lect.).