José Luis Pinilla | Exdirector episcopal de Migraciones
Al terminar la crisis, vamos a tener flujos migratorios masivos derivados del deseo de la gente de buscar una solución a los problemas económicos…
«Pensamos que muchos países van a tener restringidas las entradas, como han hecho en este tiempo, sin favorecer los canales regulares de inmigración (…), para favorecer a sus nacionales. Este “proteccionismo nuevo” que se puede incrementar podría causar un incremento de los canales irregulares de inmigración».
La advertencia procede de Fabio Baggio, subsecretario de la Sección vaticana de Migrantes y Refugiados, en el VI Foro de Migraciones organizado por la Subcomisión Episcopal de Migraciones y la Universidad de Comillas. Advierte con rotundidad y clarividencia uno de los riesgos mayores al anteponer el «egoísmo nacional» al bien común de todos, especialmente de los más vulnerables.
El papa Francisco lo describía así en su mensaje de este año: «Este no es el tiempo del egoísmo, porque el desafío que enfrentamos nos une a todos y no hace acepción de personas. Para preservar la casa común y hacer todo lo posible para que se parezca, cada vez más, al plan original de Dios, debemos comprometernos a garantizar la cooperación internacional, la solidaridad global y el compromiso local, sin dejar fuera a nadie».
Fiel a su capacidad de sintetizar sus mensajes, esta vez lanza su mensaje anual a partir de seis parejas de verbos, con acciones muy concretas, vinculadas entre sí en una relación de causa-efecto.
Sigue así en la línea de sus famosos cuatro verbos en relación a los migrantes: «Acoger, proteger, promover e Integrar», que desde 2018 siguen siendo retos permanentemente actualizados para una acción cada vez más decidida en defensa de aquellos que por razones económicas, de violencia, de derechos humanos de desastres ecológicos, etc., se ven obligados a huir («Como Jesucristo, obligados a huir», dice el mensaje de este año).
Y que forjaron acciones muy concretas en los famosos Pactos globales sobre las migraciones promovidos por la ONU. Ni el Papa ni la Iglesia (¡ni por supuesto el Evangelio¡) quieren que sus mensajes sean papel mojado. Por eso, los aterriza en el documento 20 puntos de acción pastoral.
El Papa nos exhorta a descubrir y a conocer más a fondo la realidad de los desplazados internos. El primer tema es «conocer para comprender». Porque cuando hablamos de migrantes y desplazados, nos limitamos con demasiada frecuencia a números, estadísticas, titulares. Y olvidamos sobre todo que son personas.
El segundo, que es «acercarse para servir», nos viene muy bien para advertir a algunos grupos, asociaciones, partidos políticos, etc., en España, que los miedos y los prejuicios nos hacen distanciarnos (no con la distancia social de la pandemia, sino con la distancia grave de la insolidaridad).
La tercera frase es «escuchar para reconciliarse», que en el video explicativo, se muestra con el testimonio de un desplazado interno que explica cómo el trabajo en equipo y la aceptación recíproca pueden crear un futuro más esperanzador y una convivencia pacífica entre personas de diferentes religiones.
Las personas desplazadas internas
25 SEPTIEMBRE 2020 | POR REDACCIÓN
Mari Fran Sánchez | directora del Secretariado de la Subcomisión Episcopal de Migraciones y Movilidad Humana
La situación de los desplazados internos nos interpela, sobre todo, en un país como el nuestro, donde esta figura, digamos, no existe.
La clave y el desafío para nosotros es encontrar esos desplazados internos que acompañan de forma invisible nuestra vida cotidiana y que están más cerca de nosotros de lo que creemos. Me refiero, por ejemplo, a aquellos que se desplazan en función de la temporalidad de los trabajos que se les permite realizar y gracias a los que pueden vivir.
A este respecto, la cuarta frase de mensaje del papa Francisco nos dice que para «crecer es necesario compartir», y nos remite concretamente a las primeras comunidades cristianas, donde tenían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía.
La vida de aquellas primeras comunidades era el fiel reflejo de la voluntad de un Dios que puso los bienes de la tierra a disposición de todos, y no de unos pocos. Tomar conciencia que todo es de todos es clave para entender el mensaje cristiano que nos invita a crear continuamente la familia humana, que continuamente se ve amenazada por los intereses particulares y egoístas.
La cuarta frase nos remite a la promoción de las personas, para lo cual es necesario que ella misma se involucre activamente en su propio proceso y sea protagonista del mismo. Tal y como nos dice el papa Francisco, a veces, el impulso de servir a los demás nos impide ver sus riquezas.
Las necesidades básica y la urgencia por atenderlas nos puede hacer caer en el mero asistencialismo cuando se trata de acoger y acompañar a las personas migrantes.
Son muchas las áreas y dimensiones que es necesario acompañar, y esto pasa por descubrir las aptitudes, valores, habilidades y la riqueza que toda persona tiene.
En su última frase, el Papa incide en algo que es indispensable para construir, que es colaborar. Todos de una forma u otra, como pueblo de Dios, estamos llamados por vocación a colaborar y arrimar el hombro.
La construcción del reino de Dios es un compromiso común de todos. Y para colaborar debemos estar y permanecer unidos, no sirven para la construcción del reino las divisiones y las discordias.
El llamamiento es a toda la humanidad, que en estos momentos de pandemia se encuentra en la misma barca. No dejemos de remar juntos para preservar la casa común y que nadie quede atrás como consecuencia de la pandemia causada por la COVID-19.
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