Vivir el sueño misionero de llegar a todas las personas
Luis Manuel Romero | Director del secretariado de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar de la Conferencia Episcopal Española.
Deseo compartir la ilusión y la esperanza que tenemos puesta en la preparación del Congreso Nacional de Laicos, que se va a celebrar en Madrid del 14 al 16 de febrero de 2020.
Esta iniciativa surgió a raíz de la celebración de la Asamblea Plenaria del mes de abril de 2018, que trató como uno de los temas nucleares la cuestión de los laicos en la Iglesia y en el mundo. Entonces se decidió encomendar la organización de un congreso de Laicos a la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar.
Este congreso está pensado como un acontecimiento que forma parte de un proceso, de un itinerario, que tiene una fase previa diocesana y una etapa posterior, en la que tras la celebración del congreso, se marquen las líneas fundamentales para dinamizar el laicado en los próximos años.
En estos momentos, fase previa (precongreso), se está trabajando un Documento-Cuestionario en grupos de reflexión, que se han creado en las diócesis, porque queremos escuchar a los laicos, cuáles son sus inquietudes, sus dificultades, sus retos y desafíos para esta Iglesia, Pueblo de Dios en salida. La participación, en estos grupos de reflexión, está siendo bastante amplia y descubro, día a día, una gran ilusión y entusiasmo en los delegados de Apostolado Seglar y responsables de movimientos y asociaciones, en todo lo que respecta a la preparación y animación del congreso.
A continuación, en torno a finales del mes de octubre, se aconseja que se celebre en las diócesis una Jornada de Laicos, en la que se ponga en común las síntesis de las aportaciones de lo que se ha reflexionado en los grupos.
Las aportaciones de las diócesis, movimientos y asociaciones se enviarán a la Comisión de Laicos que está organizando el congreso y realizará un Instrumentum laboris. Este material de trabajo se mandará, posteriormente, a los delegados diocesanos de Apostolado Seglar, como base de lo que se va a tratar en el congreso.
La segunda etapa es propiamente la relativa al congreso, que se celebrará en Madrid del 14 al 16 de febrero. En él participarán representantes de todas las diócesis españolas y de los diferentes movimientos y asociaciones de apostolado seglar. Se trabajarán cuatro itinerarios que nos atañen a todos: el primer anuncio, el acompañamiento, los procesos formativos y la presencia en la vida pública. Todo el congreso tendrá dos líneas transversales fundamentales: la sinodalidad (comunión) y el discernimiento.
La tercera etapa no se concibe como el final del proceso, sino como el inicio de nuevos caminos que permitan concretar lo reflexionado en la fase diocesana y lo vivido con motivo del congreso.
El congreso, como no podía ser de otra manera, desea subrayar las claves evangelizadoras de la Iglesia universal desde el Concilio Vaticano II hasta hoy. En estos momentos nos sirve de gran orientación el programa pastoral diseñado por el papa Francisco en la exhortación apostólica Evangelii gaudium (2013), en la que define a la Iglesia como «una Iglesia en salida».
El papa Francisco piensa que, en esta dinámica de Iglesia en salida, necesitamos un laicado en salida: «Necesitamos –subrayó– laicos bien formados, animados por una fe sincera y límpida, cuya vida haya sido tocada por el encuentro personal y misericordioso con el amor de Cristo Jesús. Necesitamos laicos que se arriesguen, que se ensucien las manos, que no tengan miedo de equivocarse, que salgan adelante» (Discurso del papa Francisco a los participantes en el Consejo Pontificio para los laicos, 17/06/2016).
El congreso pretende que todo el pueblo de Dios, los laicos, junto con los pastores y la vida consagrada, nos planteemos seriamente nuestra vocación bautismal y la llamada que estamos recibiendo del Señor a una conversión pastoral misionera, que nos lleve a descubrir como algo fundamental la dimensión sociopolítica de nuestra fe, el compromiso en la vida pública (familia, trabajo, educación, economía, política, medios de comunicación…).
Necesitamos profundizar también, desde un discernimiento personal y comunitario, en lo que significa la sinodalidad (caminar juntos). La sinodalidad es el camino que la Iglesia del siglo XXI está invitada a transitar. No estamos tanto ante un tema para reflexionar, sino más bien frente a una actitud, un modo de trabajar juntos en la Iglesia.
Para poder crecer en sinodalidad es necesario que todos nos sintamos partícipes, corresponsables en la misión de la Iglesia. Que aprendamos a trabajar no por oficinas, sino por proyectos, que son los que nos ayudan a ir creciendo en la búsqueda de objetivos y logros comunes. Desde mi punto de vista, esta cuestión es clave también para evitar caer en la tentación del clericalismo y reconocer el protagonismo de la mujer en la Iglesia.
Para la difusión del congreso se ha elaborado una página web, pero, especialmente, se necesita la implicación de todos, desde nuestras posibilidades: obispos, sacerdotes, miembros de la vida consagrada y laicos.
Estamos ante una oportunidad para reflexionar sobre un tema común a todos: la dimensión evangelizadora de nuestra fe cristiana. Todos estamos llamados a ser protagonistas de esta misión. Contamos contigo. Los laicos no sois el futuro de la Iglesia, sino el presente, el ahora de una Iglesia sinodal y en salida.
Y mi deseo final es que todo este proceso lo vivamos desde la alegría y la esperanza, cuya fuente está en Cristo resucitado y es el motor de la evangelización.
Como dice el papa Francisco: «Tenemos necesidad de laicos con visión de futuro, no cerrados en las pequeñeces de la vida… tenemos necesidad de laicos con sabor a experiencia de vida, que se atrevan a soñar…» (ibídem).
Os animo a vivir un sueño, el sueño misionero de llegar a todas las personas, de un laicado en acción, que sea Pueblo de Dios en salida… ¡soñemos, soñemos con alegría!
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