Nos identificamos con JOSÉ y con MARÍA,
de vida sencilla y ordinaria,
embarazada de la presencia fecundante del Espíritu,
que gesta potencialidades insospechadas.
TESTIMONIO
Su corazón de madre se desgarró el pasado 15 de setiembre cuando las llamas le arrebataron a su hija Mercé Orgaz López en el infierno que se desencadenó en la fábrica de Patatas Lahera, en Alesón (La Rioja)…
«No quiero venganza sino justicia para mi hija y si la empresa no reunía las condiciones adecuadas para el trabajo que se estaba haciendo, que paguen su responsabilidad. No hablo de las pólizas, de los seguros… ¿Qué más me da el dinero? ¿Quién me devuelve a mi hija?
El problema de mi hija se podía se podía haber evitado, creo… Mi hija no hizo la denuncia oportuna porque tenía miedo a perder su puesto, pero a mí sí me habló de sus temores y me decía: “Mamá, cualquier día va a pasar una desgracia porque los cables están por el suelo y no hay ni enchufes sino que los hilos pelados se conectan directamente a la pared”. No le dieron ni ropa especial, sólo una camiseta, tenía problemas hasta para que le diesen guantes y yo le tuve que pagar las botas de seguridad.
Esto es terrible. Nadie sabe lo que es hasta que te pasa y he decidido poner en marcha un colectivo en el que nos podamos apoyar unos y otros, que sirva para concienciar a la gente de lo que está pasando y para intentar cambiar las leyes» (Diario La Rioja, 15/11/2010).
PLEGARIA
YO TE pido, Señor, lo mejor para el mundo.
Porque sé que también eso es lo que Tú quieres.
Y al pedírtelo rindo mi voluntad a la tuya,
y aprendiendo voy a ver el triunfo de tu gracia.
Sobre el mundo, Tú y yo, vigilantes a una
-si bien tu vigilancia supera todo límite-,
para que tanta luz de bondad y belleza
alcance metas altas de verdad compartida.
Tus manos y las mías se tocan en el fondo,
ambas atareadas en su quehacer más propio;
y de tu amor al mundo, en que el mío se alimenta,
va surgiendo la vida como espacio de encuentro.
Yo te pido, Señor, lo mejor para el mundo.
Te lo pide en silencio mi diario trabajo.
Amando lo que Tú amas. Luchando contra el caos.
Poniendo en la tristeza la luz de una esperanza.
Humano, quiero dar lo que me corresponde.
El Cielo será, al fin, obra de Dios y el hombre.
Mientras tanto, en la Tierra, de la que somos parte,
el gozo nos espera en la diaria entrega.
PALABRA DE DIOS
Mateo 1,18-24
Así nació Jesús el Mesías:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
Su esposo, José, que era hombre justo y no quería infamarla, decidió repudiarla en secreto.
Pero, apenas tomó está resolución, se le apareció en sueños el ángel del Señor, que le dijo:
- José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte contigo a María, tu mujer, porque la criatura que lleva en su seno viene del Espíritu Santo.
Dará luz a un hijo, y le pondrás de nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.
Esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta:
“Mirad: la virgen concebirá y dará a luz a un hijo y le pondrá de nombre Emmanuel (Is 7,14) (que significa “Dios con nosotros”).
Cuando se despertó José, hizo lo que le había dicho el ángel del Se-ñor y se llevó a su mujer a su casa.
PARA ENTENDER EL TEXTO
El personaje destacado es José, que es calificado como justo, por una doble razón: porque es misericordioso con María y porque acepta con obediencia y disponibilidad la tarea que le encomienda Dios (a través del ángel del Señor).
Como María en Lucas, José aparece en Mateo como la persona que, en medio del desconcierto de una acción misteriosa de Dios que supera la razón y la capacidad humanas, acoge con una fe sencilla y totalmente disponible la acción y la palabra de Dios.
Jesús es el hijo de David, hijo de Abraham (Mt 1,1), heredero de las promesas de Israel.
Ahora es presentado como Hijo de Dios, que viene del Espíritu Santo al seno de María, al seno de la humanidad. Como Hijo de Dios, es:
- Jesús, Yehosua (=Yahvé salva), que salvará a su pueblo de sus pecados, de todo lo que le deshumaniza.
- Emmanuel (=Dios-con-nosotros): Jesús, Hijo de Dios que, desde entonces y para siempre acompaña la vida y misión de su pueblo, de la Iglesia, de la Humanidad. Esta presencia, anunciada al comienzo del evangelio, se repetirá en el último versículo del mismo: mirad que yo estoy con vosotros cada día, hasta el fin del mundo (Mt 28,20). La Iglesia realizará su misión evangelizadora unida a Jesús, que la acompaña. En realidad, es Jesús quien realizará la salvación a través de la Iglesia. Ésta anuncia el evangelio de Jesús, con palabras y acciones de liberación.
ACTUALIZACIÓN DE LA PALABRA
El núcleo de la fe cristiana es una afirmación sorprendente: Dios se ha hecho humano, ha entrado a formar parte de la realidad humana, con sus pretensiones de plenitud y con su frustración congénita y continuamente reproducida.
Ser cristiano no es admitir un Dios que está sobre, encima de la Humanidad y de su historia. El Dios de Jesús vive y actúa dentro de nosotros y con nosotros, dentro de la historia humana, en el fondo de toda la realidad, en el hondón del alma.
Desde dentro, Jesús anima nuestro presente, nos sostiene, nos inspira, nos anima, nos renueva, nos consuela, nos reconcilia.
Jesús acompaña nuestro caminar con mirada serena y tierna, con mano firme y suave, con semblante acogedor y estimulante. Nos atrae a sí de la forma más entrañable, tanto más solícito y accesible cuanto más necesitados y caídos estamos: Acercaos a mí todos los que estáis rendidos y abrumados… (Mt 11, 28).
Jesús dinamiza nuestro presente y nos provoca a ser dinamizadores de la historia humana, de la vida de las personas, de la sociedad y sus instituciones, de la Iglesia, desde los valores y aspiraciones del evangelio: la libertad y el amor, la justicia y la paz, la igualdad y la fraternidad, la felicidad compartida en la comunión. La clave de realización del evangelio será la felicidad de los pobres: Dichosos vosotros los pobres, porque tenéis a Dios por Rey (Lc 6,20).
Jesús Libertador es el centro y el dinamizador auténtico de la historia humana.
Desde que Jesús apareció en la historia humana, ésta no es la misma.
Jesús es la apuesta por la persona, valorada siempre como fin y nunca como medio.
En Jesús la persona humana es superada a sí misma, como hijo/a de Dios.
Jesús es el vínculo de la fraternidad, derramando en nosotros el Espíritu de amor.
Jesús es el único verdadero defensor y rehabilitador de los empobrecidos y deshumanizados.
Jesús es el Hombre primero y último, soñado por Dios y realizado plenamente en Él.
La Iglesia: transparencia de Jesús y abrazo de la Trinidad
… la Iglesia lleva a cabo su propio camino interior, aquel que la conduce a través de la fe, la esperanza y el amor, a hacerse transparencia de Cristo para el mundo. Ésta es su misión y éste es su camino: ser cada vez más, en medio de los hombres, presencia de Cristo, a quien Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención (1Cor 1,30)” (Benedicto XVI, Discurso en el aeropuerto de Santiago de Compostela).
Mediante la fe, somos introducidos en el misterio de amor que es la Santísima Trinidad. Somos, de alguna manera, abrazados por Dios, transformados por su amor. La Iglesia es ese abrazo de Dios en el que los hombres aprenden también a abrazar a sus hermanos, descubriendo en ellos la imagen y semejanza divina, que constituye la verdad más profunda de su ser, y que es origen de la genuina libertad” (Discurso en la visita a la catedral de Santiago de Compostela).
Salir al desierto, romper con este mundo de deshumanización, acercarnos a un Dios que entrega y ofrece la salvación en clave de éxodo. Somos invitados a “acudir a lugares desconocidos, a desplazarnos hacia el mar, a ponernos en camino hacia lugares hasta ahora no visitados, en los que la inseguridad a la vez que la novedad están en ellos muy presentes. Lugares que nos invitan a vivir el hoy en apertura hacia el futuro desconocido y novedoso, en el que se va a recibir la vida, y que, al mismo tiempo, invitan a romper con un pasado… caracterizado por la muerte y la ausencia de vida” (E. Sanz Giménez-Rico, VN 2.730-2.010).
“Con los brazos alzados a Dios la Iglesia quiere ser casa de acogida de quienes sufren las condiciones de vida y trabajo que hoy imperan en nuestra sociedad, haciendo un llamamiento a mirar la realidad desde el lugar de los pobres, que es lugar de Dios en la historia” (Comu-nicado de las XVI Jornadas G. de P. Obrera).
SALMO 66
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros,
conozca la tierra tus caminos,
las naciones tu salvación.
Oh, Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor nuestro Dios,
que Dios nos bendiga y que le teman
los confines todos de la tierra.
Es una bendición, en forma de petición, para el pueblo: “Dios nos bendiga”. Una petición eficaz, que surte efecto. Y universaliza su alcance: todos los pueblos.
Números 6, 24-26: El Señor te bendiga y te guarde, el Señor te muestre su rostro radiante y tenga piedad de ti; el Señor te muestre su rostro y te conceda la paz.
El arranque de la actuación de Dios es la piedad: es la intimidad de Dios que se derrama en forma de bendición.
El bendecir de Dios es bien-hacer, porque Dios hace lo que dice.
La tierra ha dado su fruto. Contra un espiritualismo desencarnado o desprecio de lo material, la persona se ha de dedicar al éxito de la “creación”: recoger una hermosa cosecha, llevar a feliz término una empresa, educar a las personas, renovar la sociedad. Hay que vivir una espiritualidad del fracaso, cuando suceda, pero también una espiritualidad de la “cosecha”. Ofrecemos a Dios los frutos de la tierra y del trabajo del hombre, que se convertirán en su cuerpo.
Valorar también la búsqueda de la felicidad y la fiesta. Atreverse a pedir a Dios no solamente que cese el dolor, sino que nos llene de felicidad y alegría. La alegría es el secreto del cristiano.
Jesús es el camino. Jesús es el rostro de Dios, la sonrisa de Dios. El Dios invisible se hizo visible en el rostro humano de Cristo.
Efesios 1,3: Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo el Mesías, que por medio del Mesías nos ha bendecido desde el cielo con toda bendición del Espíritu.
Bendito el fruto de tu vientre (Lc 1, 42). “La tierra: Santa María, de nuestra tierra, de nuestra raza, de este barro, de Adán. La tierra ha dado su fruto: el fruto perdido en el paraíso se recobra aquí… Fruto para que lo comamos, para que comamos su carne. Fruto virgen nacido de una virgen, Señor nacido de la esclava, Dios nacido del hombre, hijo nacido de mujer, fruto nacido de la tierra” (San Jerónimo).
Memoria de una vida de bendición
El día 25 de agosto pasado falleció Pepe Jiménez, militante de la diócesis de Cádiz y presidente general de la HOAC en los años 1989-1993. En el acto de reconocimiento público y eclesial que se celebró en Cádiz el día 13 de noviembre, su esposa Margarita, entre otras cosas, dijo:
“En nuestro proyecto de vida en común evidentemente había tres ejes fundamentales:
- seguir a Jesús;
- compromiso social y eclesial;
- consolidar la pareja y crear una familia abierta.
Yo, junto a él, descubrí el compromiso social desde la exigencia del evangelio. Es difícil expresar la fe de Pepe, pero estoy convencida de que ha sido un verdadero apóstol de Jesús. Era el centro de su vida, la partida y el fin de cualquier acción militante”.
(...) En febrero del 95 Pepe fue diagnosticado de esclerosis múltiple. En este momento empieza para mí una etapa de parálisis social y de enfado con Dios. Pero Pepe se mantiene firme, piensa hacer frente con valentía; como él decía: “La esclerosis no me va a doblegar”. Sigue con su actividad diaria y da gracias a Dios por los 40 años de vida sana y pide al Padre vivir con dignidad la enfermedad.
(...) Entonces abandona la medicación y nos quedamos en manos del destino. La fortaleza psicológica que hay que tener para tomar esta decisión es inmensa, pero Pepe, lejos de tirar la toalla y recrearse en su miseria, se dedica a partir de ahora, y más que nunca, a escuchar y a amar a los que le rodean: familia y compañeros, que no huyeron y supieron compartir esta etapa de su vida, y un nuevo compromiso social: “dignificar la vida de los enfermos de esclerosis múltiple”. Pronto me pide que sea sus piernas, sus manos y su fuerza ante este compromiso y es así como llegamos a estar de nuevo juntos en un compromiso social.
Pepe, mi Jiménez, como a mí me gustaba llamarlo, partió a presencia del Padre el día 25 de agosto, no sin antes pedirme que lo dejara marchar. Nos conocíamos a la perfección y sabía que mi fuerza y mi constancia podían alargar aún más su sufrimiento y ya él tenía su camino y su aprendizaje terminado. Y, así, igual que luché junto a él para dignificar su vida, le ayudé a dignificar su muerte”.
Una vez más tienes,
junto a ti,
gratis,
la Navidad.
Como otros muchos años
desde que eres consciente.
Él pasará,
junto a ti,
tal como es,
sin disfraces.
¡Qué raro se nos hace!
Llamará a tu puerta
con suavidad
-o inoportunamente-,
como otros muchos años
esperando oír tu voz,
voz de trabajo o calle,
de alegría o de dolor,
fuerte o suave,
la tuya,
sin disfraces.
¡Qué raro se nos hace!
No te pedirá nada,
que aunque lo quiere todo,
lo quiere gratis,
¿entiendes?
Manía extraña
de quien ama a tope
y lo da todo sin asustarse.
¡Qué raros se nos hace!
Navidad para ti,
si sueñas y compartes,
si caminas y te encarnas,
como él,
junto a los que nada tienen.
Navidad para ti,
si amas amándole a tope,
o si amándole amas a tope
a quienes tú bien sabes.
Navidad para ti,
si todavía te atreves,
como los primeros creyentes,
a decir cada día:
“No te hagas esperar.
¡Maran atha!”
Su corazón de madre se desgarró el pasado 15 de setiembre cuando las llamas le arrebataron a su hija Mercé Orgaz López en el infierno que se desencadenó en la fábrica de Patatas Lahera, en Alesón (La Rioja)…
«No quiero venganza sino justicia para mi hija y si la empresa no reunía las condiciones adecuadas para el trabajo que se estaba haciendo, que paguen su responsabilidad. No hablo de las pólizas, de los seguros… ¿Qué más me da el dinero? ¿Quién me devuelve a mi hija?
El problema de mi hija se podía se podía haber evitado, creo… Mi hija no hizo la denuncia oportuna porque tenía miedo a perder su puesto, pero a mí sí me habló de sus temores y me decía: “Mamá, cualquier día va a pasar una desgracia porque los cables están por el suelo y no hay ni enchufes sino que los hilos pelados se conectan directamente a la pared”. No le dieron ni ropa especial, sólo una camiseta, tenía problemas hasta para que le diesen guantes y yo le tuve que pagar las botas de seguridad.
Esto es terrible. Nadie sabe lo que es hasta que te pasa y he decidido poner en marcha un colectivo en el que nos podamos apoyar unos y otros, que sirva para concienciar a la gente de lo que está pasando y para intentar cambiar las leyes» (Diario La Rioja, 15/11/2010).
Oremos el milagro del amor dolorido de esta madre que, ante la muerte indebida e injustificable de su joven hija, reacciona, no con victimismo resentido ni resignado, sino con solidaridad para prevenir tragedias parecidas. Los milagros de Jesús hoy en y a través de nosotros.
PLEGARIA
YO TE pido, Señor, lo mejor para el mundo.
Porque sé que también eso es lo que Tú quieres.
Y al pedírtelo rindo mi voluntad a la tuya,
y aprendiendo voy a ver el triunfo de tu gracia.
Sobre el mundo, Tú y yo, vigilantes a una
-si bien tu vigilancia supera todo límite-,
para que tanta luz de bondad y belleza
alcance metas altas de verdad compartida.
Tus manos y las mías se tocan en el fondo,
ambas atareadas en su quehacer más propio;
y de tu amor al mundo, en que el mío se alimenta,
va surgiendo la vida como espacio de encuentro.
Yo te pido, Señor, lo mejor para el mundo.
Te lo pide en silencio mi diario trabajo.
Amando lo que Tú amas. Luchando contra el caos.
Poniendo en la tristeza la luz de una esperanza.
Humano, quiero dar lo que me corresponde.
El Cielo será, al fin, obra de Dios y el hombre.
Mientras tanto, en la Tierra, de la que somos parte,
el gozo nos espera en la diaria entrega.
PALABRA DE DIOS
Mateo 1,18-24
Así nació Jesús el Mesías:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
Su esposo, José, que era hombre justo y no quería infamarla, decidió repudiarla en secreto.
Pero, apenas tomó está resolución, se le apareció en sueños el ángel del Señor, que le dijo:
- José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte contigo a María, tu mujer, porque la criatura que lleva en su seno viene del Espíritu Santo.
Dará luz a un hijo, y le pondrás de nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.
Esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta:
“Mirad: la virgen concebirá y dará a luz a un hijo y le pondrá de nombre Emmanuel (Is 7,14) (que significa “Dios con nosotros”).
Cuando se despertó José, hizo lo que le había dicho el ángel del Se-ñor y se llevó a su mujer a su casa.
PARA ENTENDER EL TEXTO
El personaje destacado es José, que es calificado como justo, por una doble razón: porque es misericordioso con María y porque acepta con obediencia y disponibilidad la tarea que le encomienda Dios (a través del ángel del Señor).
Como María en Lucas, José aparece en Mateo como la persona que, en medio del desconcierto de una acción misteriosa de Dios que supera la razón y la capacidad humanas, acoge con una fe sencilla y totalmente disponible la acción y la palabra de Dios.
Jesús es el hijo de David, hijo de Abraham (Mt 1,1), heredero de las promesas de Israel.
Ahora es presentado como Hijo de Dios, que viene del Espíritu Santo al seno de María, al seno de la humanidad. Como Hijo de Dios, es:
- Jesús, Yehosua (=Yahvé salva), que salvará a su pueblo de sus pecados, de todo lo que le deshumaniza.
- Emmanuel (=Dios-con-nosotros): Jesús, Hijo de Dios que, desde entonces y para siempre acompaña la vida y misión de su pueblo, de la Iglesia, de la Humanidad. Esta presencia, anunciada al comienzo del evangelio, se repetirá en el último versículo del mismo: mirad que yo estoy con vosotros cada día, hasta el fin del mundo (Mt 28,20). La Iglesia realizará su misión evangelizadora unida a Jesús, que la acompaña. En realidad, es Jesús quien realizará la salvación a través de la Iglesia. Ésta anuncia el evangelio de Jesús, con palabras y acciones de liberación.
Nos identificamos con JOSÉ, que acogió la vocación de ponerse al servicio de la ac-ción culminante de Dios de injertar al Hijo en la historia humana por la acción del Espíritu en MARÍA. ¡Misterio asombroso a contemplar, admirar y alabar en feliz éxta-sis! Experimentemos la más maravillosa fantasía hecha realidad: servir también noso-tros de instrumento y cauce de la presencia liberadora de Jesucristo en las personas empobrecidas del mundo obrero.
ACTUALIZACIÓN DE LA PALABRA
El núcleo de la fe cristiana es una afirmación sorprendente: Dios se ha hecho humano, ha entrado a formar parte de la realidad humana, con sus pretensiones de plenitud y con su frustración congénita y continuamente reproducida.
Ser cristiano no es admitir un Dios que está sobre, encima de la Humanidad y de su historia. El Dios de Jesús vive y actúa dentro de nosotros y con nosotros, dentro de la historia humana, en el fondo de toda la realidad, en el hondón del alma.
Desde dentro, Jesús anima nuestro presente, nos sostiene, nos inspira, nos anima, nos renueva, nos consuela, nos reconcilia.
Jesús acompaña nuestro caminar con mirada serena y tierna, con mano firme y suave, con semblante acogedor y estimulante. Nos atrae a sí de la forma más entrañable, tanto más solícito y accesible cuanto más necesitados y caídos estamos: Acercaos a mí todos los que estáis rendidos y abrumados… (Mt 11, 28).
Jesús dinamiza nuestro presente y nos provoca a ser dinamizadores de la historia humana, de la vida de las personas, de la sociedad y sus instituciones, de la Iglesia, desde los valores y aspiraciones del evangelio: la libertad y el amor, la justicia y la paz, la igualdad y la fraternidad, la felicidad compartida en la comunión. La clave de realización del evangelio será la felicidad de los pobres: Dichosos vosotros los pobres, porque tenéis a Dios por Rey (Lc 6,20).
Jesús Libertador es el centro y el dinamizador auténtico de la historia humana.
Desde que Jesús apareció en la historia humana, ésta no es la misma.
Jesús es la apuesta por la persona, valorada siempre como fin y nunca como medio.
En Jesús la persona humana es superada a sí misma, como hijo/a de Dios.
Jesús es el vínculo de la fraternidad, derramando en nosotros el Espíritu de amor.
Jesús es el único verdadero defensor y rehabilitador de los empobrecidos y deshumanizados.
Jesús es el Hombre primero y último, soñado por Dios y realizado plenamente en Él.
La mejor felicitación cristiana de la Navidad: que acojamos a Jesucristo en nuestro corazón, en nuestra mentalidad-comprensión de nosotros mismos y de los demás, en su modo de vida libre y solidaria, en la opción de hacernos –como Él- pobres entre los pobres para enriquecerles con nuestra pobreza (cf. 2 Cor 8,10). Demos y practiquemos acciones de gracias al Señor: nuestra relación con los más débiles, empobrecidos y excluidos de la sociedad, los últimos que no cuentan para nadie pero sí son importantes para nosotros; la denuncia de su situación inhumana; la promoción de su dignidad en las instituciones y mediaciones sociopolíticas (sindicatos, asociaciones…).
La Iglesia: transparencia de Jesús y abrazo de la Trinidad
… la Iglesia lleva a cabo su propio camino interior, aquel que la conduce a través de la fe, la esperanza y el amor, a hacerse transparencia de Cristo para el mundo. Ésta es su misión y éste es su camino: ser cada vez más, en medio de los hombres, presencia de Cristo, a quien Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención (1Cor 1,30)” (Benedicto XVI, Discurso en el aeropuerto de Santiago de Compostela).
Mediante la fe, somos introducidos en el misterio de amor que es la Santísima Trinidad. Somos, de alguna manera, abrazados por Dios, transformados por su amor. La Iglesia es ese abrazo de Dios en el que los hombres aprenden también a abrazar a sus hermanos, descubriendo en ellos la imagen y semejanza divina, que constituye la verdad más profunda de su ser, y que es origen de la genuina libertad” (Discurso en la visita a la catedral de Santiago de Compostela).
Salir al desierto, romper con este mundo de deshumanización, acercarnos a un Dios que entrega y ofrece la salvación en clave de éxodo. Somos invitados a “acudir a lugares desconocidos, a desplazarnos hacia el mar, a ponernos en camino hacia lugares hasta ahora no visitados, en los que la inseguridad a la vez que la novedad están en ellos muy presentes. Lugares que nos invitan a vivir el hoy en apertura hacia el futuro desconocido y novedoso, en el que se va a recibir la vida, y que, al mismo tiempo, invitan a romper con un pasado… caracterizado por la muerte y la ausencia de vida” (E. Sanz Giménez-Rico, VN 2.730-2.010).
“Con los brazos alzados a Dios la Iglesia quiere ser casa de acogida de quienes sufren las condiciones de vida y trabajo que hoy imperan en nuestra sociedad, haciendo un llamamiento a mirar la realidad desde el lugar de los pobres, que es lugar de Dios en la historia” (Comu-nicado de las XVI Jornadas G. de P. Obrera).
SALMO 66
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros,
conozca la tierra tus caminos,
las naciones tu salvación.
Oh, Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor nuestro Dios,
que Dios nos bendiga y que le teman
los confines todos de la tierra.
Cantemos con Jesús las maravillas de Dios en la naturaleza y en la historia humana. Avistemos las experiencias hermosas de amor y solidaridad que cada uno de nosotros/as disfrutamos como receptores agraciados y/o como actores afortunados. Tenemos la certeza, quizás la experiencia viva, de la bendición de Dios, de Jesús, a nosotros/as. ¡Cuántos benditos a nuestro alrededor, los pobres y sencillos del evangelio!
Es una bendición, en forma de petición, para el pueblo: “Dios nos bendiga”. Una petición eficaz, que surte efecto. Y universaliza su alcance: todos los pueblos.
Números 6, 24-26: El Señor te bendiga y te guarde, el Señor te muestre su rostro radiante y tenga piedad de ti; el Señor te muestre su rostro y te conceda la paz.
El arranque de la actuación de Dios es la piedad: es la intimidad de Dios que se derrama en forma de bendición.
El bendecir de Dios es bien-hacer, porque Dios hace lo que dice.
La tierra ha dado su fruto. Contra un espiritualismo desencarnado o desprecio de lo material, la persona se ha de dedicar al éxito de la “creación”: recoger una hermosa cosecha, llevar a feliz término una empresa, educar a las personas, renovar la sociedad. Hay que vivir una espiritualidad del fracaso, cuando suceda, pero también una espiritualidad de la “cosecha”. Ofrecemos a Dios los frutos de la tierra y del trabajo del hombre, que se convertirán en su cuerpo.
Valorar también la búsqueda de la felicidad y la fiesta. Atreverse a pedir a Dios no solamente que cese el dolor, sino que nos llene de felicidad y alegría. La alegría es el secreto del cristiano.
Jesús es el camino. Jesús es el rostro de Dios, la sonrisa de Dios. El Dios invisible se hizo visible en el rostro humano de Cristo.
Efesios 1,3: Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo el Mesías, que por medio del Mesías nos ha bendecido desde el cielo con toda bendición del Espíritu.
Bendito el fruto de tu vientre (Lc 1, 42). “La tierra: Santa María, de nuestra tierra, de nuestra raza, de este barro, de Adán. La tierra ha dado su fruto: el fruto perdido en el paraíso se recobra aquí… Fruto para que lo comamos, para que comamos su carne. Fruto virgen nacido de una virgen, Señor nacido de la esclava, Dios nacido del hombre, hijo nacido de mujer, fruto nacido de la tierra” (San Jerónimo).
Memoria de una vida de bendición
El día 25 de agosto pasado falleció Pepe Jiménez, militante de la diócesis de Cádiz y presidente general de la HOAC en los años 1989-1993. En el acto de reconocimiento público y eclesial que se celebró en Cádiz el día 13 de noviembre, su esposa Margarita, entre otras cosas, dijo:
“En nuestro proyecto de vida en común evidentemente había tres ejes fundamentales:
- seguir a Jesús;
- compromiso social y eclesial;
- consolidar la pareja y crear una familia abierta.
Yo, junto a él, descubrí el compromiso social desde la exigencia del evangelio. Es difícil expresar la fe de Pepe, pero estoy convencida de que ha sido un verdadero apóstol de Jesús. Era el centro de su vida, la partida y el fin de cualquier acción militante”.
(...) En febrero del 95 Pepe fue diagnosticado de esclerosis múltiple. En este momento empieza para mí una etapa de parálisis social y de enfado con Dios. Pero Pepe se mantiene firme, piensa hacer frente con valentía; como él decía: “La esclerosis no me va a doblegar”. Sigue con su actividad diaria y da gracias a Dios por los 40 años de vida sana y pide al Padre vivir con dignidad la enfermedad.
(...) Entonces abandona la medicación y nos quedamos en manos del destino. La fortaleza psicológica que hay que tener para tomar esta decisión es inmensa, pero Pepe, lejos de tirar la toalla y recrearse en su miseria, se dedica a partir de ahora, y más que nunca, a escuchar y a amar a los que le rodean: familia y compañeros, que no huyeron y supieron compartir esta etapa de su vida, y un nuevo compromiso social: “dignificar la vida de los enfermos de esclerosis múltiple”. Pronto me pide que sea sus piernas, sus manos y su fuerza ante este compromiso y es así como llegamos a estar de nuevo juntos en un compromiso social.
Pepe, mi Jiménez, como a mí me gustaba llamarlo, partió a presencia del Padre el día 25 de agosto, no sin antes pedirme que lo dejara marchar. Nos conocíamos a la perfección y sabía que mi fuerza y mi constancia podían alargar aún más su sufrimiento y ya él tenía su camino y su aprendizaje terminado. Y, así, igual que luché junto a él para dignificar su vida, le ayudé a dignificar su muerte”.
Hay vidas y muertes que son una parábola del Reino, o una actualización de la vi-da/muerte del mismo Jesús. Dejémonos colmar de la profunda alegría que nos regala la vida, pasión y muerte de Pepe. Acojamos del Espíritu de Jesús, hoy, para nosotros, esta pasión de amor.
Una vez más tienes,
junto a ti,
gratis,
la Navidad.
Como otros muchos años
desde que eres consciente.
Él pasará,
junto a ti,
tal como es,
sin disfraces.
¡Qué raro se nos hace!
Llamará a tu puerta
con suavidad
-o inoportunamente-,
como otros muchos años
esperando oír tu voz,
voz de trabajo o calle,
de alegría o de dolor,
fuerte o suave,
la tuya,
sin disfraces.
¡Qué raro se nos hace!
No te pedirá nada,
que aunque lo quiere todo,
lo quiere gratis,
¿entiendes?
Manía extraña
de quien ama a tope
y lo da todo sin asustarse.
¡Qué raros se nos hace!
Navidad para ti,
si sueñas y compartes,
si caminas y te encarnas,
como él,
junto a los que nada tienen.
Navidad para ti,
si amas amándole a tope,
o si amándole amas a tope
a quienes tú bien sabes.
Navidad para ti,
si todavía te atreves,
como los primeros creyentes,
a decir cada día:
“No te hagas esperar.
¡Maran atha!”
La paz puede ser posible.
El amor no es “una pasión inútil”.
La fraternidad, real y diaria,
merece ser perseguida.
Cristo, ciudadano de un pequeño país,
hijo de Dios y de María,
ha creído en nosotros.
Pero su fuerza, insospechada y desconocida,
lenta e inexorable a la vez,
radica en algo sencillo y profundo:
una conversión de la mente,
una transformación del corazón
El amor no es “una pasión inútil”.
La fraternidad, real y diaria,
merece ser perseguida.
Cristo, ciudadano de un pequeño país,
hijo de Dios y de María,
ha creído en nosotros.
Pero su fuerza, insospechada y desconocida,
lenta e inexorable a la vez,
radica en algo sencillo y profundo:
una conversión de la mente,
una transformación del corazón
(María José Sirera Oliag)