DÍA DE LA HOAC 2024
Te invitamos a este Acto Diocesano
que tendrá lugar (D.m.) el próximo:
DIA: Martes, 7 de mayo de 2024
HORA DE COMIENZO: 5:00 de la tarde
(17:00h.)
LUGAR: En Cádiz, Parroquia de San
Francisco Javier
Avda. del Guadalquivir, N.º 15 – Dpdo.
PROGRAMA:
1. Saludo de la Comisión
Diocesana de la HOAC: Presentación de la Campaña.
2. Presentación del Cuaderno
núm. 26 de la HOAC:
«CUIDAR EL TRABAJO, CUIDAR LA VIDA»
3. Diálogo compartido:
Cuestionario para la reflexión personal y en grupo.
¡¡¡LA HOAC DIOCESANA TE INVITA
A QUE PARTICIPES!!!
1.
La Cultura
del Cuidado
Cuando hablamos de la cultura del cuidado como cultura social nos
referimos a una manera de sentir, pensar y actuar que busca «crear las condiciones de una convivencia más
justa y humana que ponga la vida en el centro» y que responde a la conciencia de una experiencia
básica y central en la vida humana, porque «el cuidado nace de la conciencia de que somos hijos e hijas del
cuidado desde el inicio de los tiempos»1[i].
La cultura del cuidado significa poner la vida en
el centro, cuidar la vida, que es «realidad sagrada que se nos ha confiado para que la custodiemos
con sentido de responsabilidad»2[ii]. El cuidado
de la vida es esencial para el ser humano. Sin cuidarnos unos a otros, sin cuidar la vida
social, sin cuidar el planeta, no podemos vivir dignamente. Es una necesidad radical de toda persona y de
la vida social, porque el amor que expresa el cuidado es lo que nos humaniza. Somos para cuidar, sobre todo para cuidar la
fragilidad3[iii]. «El cuidado es una regla de oro de nuestra
humanidad»4[iv].
Sin embargo, vivimos en un sistema social en el que
chocan la lógica que genera el dominio de la economía de la máxima rentabilidad
y la lógica del cuidado que nace del reconocimiento de la dignidad del ser
humano. Desde la lógica que ha situado
en el centro la rentabilidad económica, desplazando a las personas y a la casa
común, se organiza la vida social y se empuja a las personas a vivir para
producir y consumir siempre más.
La cultura del cuidado recorre toda la propuesta de
la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Como
recordó el Concilio Vaticano II al referirse a la dignidad de la persona y la
familia humana, «cada uno, sin excepción de nadie,
debe considerar al prójimo como otro yo, cuidando en primer lugar de su vida y
de los medios necesarios para vivirla dignamente»5[v].
El papa Francisco ha puesto particularmente de
relieve la importancia de esta cultura del cuidado en el contexto de un sistema
que descuida la vida. De hecho, podemos considerar
todo el planteamiento de las encíclicas Laudato si’ y Fratelli tutti como una propuesta integral de la cultura del
cuidado de la casa común y de la familia humana que la habitamos6[vi].
2.
Cuidar el
trabajo
Para cuidar la vida desde la perspectiva que hemos
señalado de la cultura del cuidado es imprescindible cuidar el trabajo. Siempre la DSI ha destacado la importancia de cuidar
el trabajo por la dignidad de la persona, sujeto del trabajo. Así lo expresó, por ejemplo, el Concilio
Vaticano II:
«El trabajo humano (…) es muy superior a los
restantes elementos de la vida económica, pues estos últimos no tienen otro
papel que el de instrumentos. Pues el
trabajo humano (…) procede de inmediato de la persona (…)»7[vii].
El papa Francisco ha expresado con mucha claridad y
concreción lo que significa hoy esto desde la perspectiva del cuidado:
«Un trabajo que no cuida, que destruye la
creación, que pone en peligro la supervivencia de las generaciones futuras, no
es respetuoso con la dignidad de los trabajadores y no puede considerarse
decente.
Por el contrario, un trabajo que cuida contribuye
a la restauración de la plena dignidad humana, contribuirá a asegurar un futuro
sostenible a las generaciones futuras.
Y en esta dimensión del cuidado entran en primer
lugar, los trabajadores. O sea, una
pregunta que podemos hacernos en lo cotidiano: ¿cómo una empresa, imaginemos, cuida
a los trabajadores»8[viii].
Mirar el trabajo desde esta perspectiva del cuidado
nos muestra un camino a recorrer, las transformaciones que son necesarias para
que el trabajo sea más humano, respondiendo a su auténtica vocación. Se trata de transformaciones que no son
sencillas, pero que necesitamos ir afrontando. Son necesarias para que el trabajo, llamado a
ser «principio de vida», no sea un obstáculo para la vida. Son necesarias para cuidar la vida9[ix].
Que las transformaciones que necesitamos para
cuidar el trabajo no sean nada sencillas no significa que no sean posibles. Es un camino a recorrer para cuidar la vida. Para ello, lo primero es ser capaces de
reconocer la necesidad de esos cambios y hacerlo con una convicción:
«No todo está perdido, porque los seres humanos,
capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a
optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos
mentales y sociales que les impongan (…)
No hay sistemas que anulen por completo la apertura
al bien, a la verdad y a la belleza, ni la capacidad de reacción que Dios sigue
alentando desde lo profundo de los corazones humanos. A cada persona de este mundo le pido que no
olvide esa dignidad suya que nadie tiene derecho a quitarle»10[x].
Mantener viva esa esperanza no es ninguna
ingenuidad, es reconocer nuestra dignidad.
2.1.
Un trabajo
que cuide la casa común
El descuido del planeta es también un descuido del trabajo y de
la vida. Pone en serio peligro la vida en condiciones dignas de las futuras
generaciones y de hecho hace ya mucho más difícil la vida de muchas personas empobrecidas,
poniendo también en peligro la propia supervivencia de la humanidad. Y, así, pone en peligro nuestra propia
dignidad.
Avanzar en cuidar el trabajo desde la perspectiva del cuidado
de la casa común nos pide colaborar a plantear socialmente esta necesidad y a
descubrir las transformaciones que implican en nuestro modelo de producción y consumo;
colaborar en la reivindicación de decisiones políticas mucho más decididas que
hasta ahora que posibiliten esa transición justa hacia otro modelo de
producción y consumo; colaborar a generar la conciencia social que permita
crecer en modificar los hábitos de consumo que son dañinos para la casa común.
En todo esto es muy importante ayudar a descubrir algo que
hemos perdido en gran medida en nuestra sociedad, la capacidad tan humana de la
contemplación, de aprender a reconocer el sentido de la realidad y, en ella, el
sentido de nuestra vida y de nuestro trabajo:
«¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos
sucedan…? (…) ¿Para qué pasamos por este
mundo? ¿para qué vinimos a esta vida? ¿para qué trabajamos y luchamos? ¿para
qué nos necesita esta tierra? Por eso,
ya no basta decir que debemos preocuparnos por las futuras generaciones. Se requiere advertir que lo que está en juego
es nuestra propia dignidad»11[xi].
2.2.
Un trabajo
que cuide la sociedad
El cuidado de la creación, al que está llamado el trabajo, implica
el cuidado del planeta, de la casa común. Pero, inseparablemente, también el cuidado de
la familia humana que la habitamos12[xii], por tanto, del cuidado de la sociedad. Cuidar el trabajo es, por ello, cuidar la vida
social, considerar y organizar el trabajo de tal manera que cuide la vida
social.
Esta dimensión implica igualmente muchos aspectos que
necesitamos cambiar en nuestra sociedad. Es necesario colaborar a que crezca la
conciencia social de esos cambios y actuar en consecuencia. Se trata de aspectos como los siguientes:
a) Promover
los trabajos que responden a las verdaderas necesidades sociales e ir
abandonando y transformando aquellos que no lo hacen.
b) Garantizar
socialmente que todas las personas puedan aportar sus capacidades, ya sea a
través de un empleo o de trabajos que no son empleos, o de ambos. Se trata de algo esencial para el desarrollo
de la sociedad y la vida digna de las personas13[xiii].
c) Combatir las desigualdades
sociales que se generan en el empleo, buscando acabar con la exclusión del empleo y con la
precarización del empleo,
que producen un gran daño a
las personas y a los vínculos sociales.
d) Reconocer y valorar
los trabajos que no son empleos.
Se trata de trabajos esenciales para el cuidado de la vida y el
funcionamiento de la sociedad (como los que se realizan en el hogar, en el
cuidado de niños y mayores, de personas dependientes, en el voluntariado en diversas
realidades sociales, en la dedicación al funcionamiento de muchas
organizaciones sociales, etc.).
e) Cuidar
el valor y el sentido de las empresas como comunidad de trabajo al servicio de
la sociedad. Es muy importante promover la reflexión social
sobre el sentido y el valor de las empresas como comunidad de personas que
busca servir al bien común con su trabajo14[xiv].
f) Propiciar que el
trabajo cuide y posibilite la vida familiar. No se trata solo de «conciliar» la vida familiar y laboral, sino de avanzar hacia que el empleo
se adapte a las necesidades de la vida familiar, para que sean posibles los
derechos familiares de las personas y que las familias puedan realizar su
importante función social15[xv].
Es necesario que «las empresas, las organizaciones profesionales,
los sindicatos y el Estado se hagan promotores de políticas laborales que no
perjudiquen sino favorezcan el núcleo familiar»16[xvi]. «La familia constituye uno de los puntos de referencia
más importantes según los cuales debe formarse el orden socio-ético del trabajo
humano»17[xvii].
g) Cuidar las prácticas
de consumo. Con ellas
podemos promover y apoyar los trabajos que responden a verdaderas necesidades
sociales, las empresas que cuidan a los trabajadores, su vida familiar, buscan
el bien común…, y no colaborar (o colaborar lo menos posible) con las que basan
su negocio en la precarización del empleo, las que debilitan los vínculos
sociales...
h) Prestigiar y apoyar,
desde su necesaria renovación, la labor de las organizaciones de trabajadores y
trabajadoras, particularmente de los sindicatos18[xviii]. Son «un elemento indispensable de la vida social (…)
un exponente de la lucha por la justicia social»19[xix]. Su labor es esencial para cuidar la vida social
desde el cuidado del trabajo.
2.3.
Cuidar a
los trabajadores y trabajadoras: el trabajo digno
El trabajo en condiciones dignas es aquel que se realiza desde
la primacía y el respeto a la dignidad de toda persona trabajadora20[xx]. Francisco subraya que
todo trabajo lo primero que debe cuidar es a los trabajadores y trabajadoras
que lo realizan. Solo un trabajo
realizado en condiciones dignas puede promover el bien común y ser elemento imprescindible para la construcción del cuidado
del planeta y de la sociedad. Lo que
hemos señalado en los dos apartados anteriores solo es posible si el trabajo es
digno, si cuida, en primer lugar, a los trabajadores y trabajadoras21[xxi].
¿Qué es cuidar a los trabajadores y trabajadoras?22[xxii]. Al menos
lo siguiente:
a) Cuidar y promover la seguridad y salud de las personas trabajadoras,
en un sentido integral, para hacer efectivo el que es un derecho fundamental en
el trabajo: «el derecho a ambientes de
trabajo y a procesos productivos que no comporten perjuicio a la salud física
de los trabajadores y no dañen su integridad moral»23[xxiii]. Es muy importante
tener presente y promover el sentido integral de la salud y seguridad en el
trabajo24[xxiv].
b) En relación con lo que implica la defensa de la salud integral en
el trabajo, un trabajo digno es un trabajo estable25[xxv] que
permita la seguridad vital de las personas y las familias trabajadoras,
desarrollar un proyecto de vida.
c) Un empleo digno es aquel en el
que son plenamente respetados los derechos de las personas trabajadoras. Hay derechos vinculados al empleo y se trata
de reconocer y hacer efectiva la prioridad de las personas en su trabajo sobre
la rentabilidad (todo lo contrario de lo que ocurre ahora con demasiada
frecuencia).
«Cuando se trata de determinar una política
laboral correcta desde el punto de vista ético (…) tal política es correcta
cuando los derechos objetivos del hombre del trabajo son plenamente respetados
(…) La realización de los derechos del
hombre del trabajo no puede estar condenada a constituir solamente un derivado
de los sistemas económicos, los cuales (…) se dejen guiar sobre todo por el
criterio del máximo beneficio. Al
contrario, es precisamente la consideración de los derechos objetivos del
hombre del trabajo (…) lo que debe constituir el criterio decisivo y
fundamental para la formación de toda la economía»26[xxvi].
d) Promover los derechos sociales de personas y familias, así como la
necesaria protección social de todas las personas. La defensa de los derechos que «brotan del solo hecho de poseer la inalienable
dignidad humana»27[xxvii], entre los que están los derechos sociales, es muy
importante para avanzar hacia el trabajo digno.
La defensa, promoción y extensión a todas las personas, sin exclusiones,
de derechos como, por ejemplo, el derecho a la
salud, a la educación, a la vivienda, a las prestaciones sociales que protejan
a las personas a lo largo de toda su vida y en sus diversas circunstancias…,
liberan a las personas y familias de quedar exclusivamente a merced de la
rentabilidad económica para sobrevivir. La
protección social es también una protección efectiva de las personas y de su
trabajo.
3.
La dignidad
del trabajo
Cuidar el trabajo, cuidar la vida es reconocer y respetar la dignidad del trabajo, afirmándola
en la práctica, buscar que responda lo mejor posible a su vocación, a lo que está
llamado a ser. Es particularmente
importante colaborar a que se crezca en ese reconocimiento, personal y social,
de la dignidad del trabajo, de su sentido.
La DSI insiste especialmente en esta dignidad del trabajo. En primer lugar, porque la dignidad del
trabajo está directamente vinculada a la dignidad de la persona, sujeto del
trabajo: «El primer fundamento del
valor del trabajo es el hombre mismo, su sujeto. A esto va unida inmediatamente una
consecuencia muy importante (…): el trabajo está “en función del hombre” y no
el hombre “en función del trabajo”»28[xxviii]. El trabajo nos remite
siempre a la dignidad de la persona que lo realiza, que es la que da dignidad
al trabajo, pero vivir esa dignidad del trabajo es muy importante para una vida
digna y la realización de nuestra humanidad.
Pero no solo esto, porque el trabajo es un bien de la persona: «No es solo un bien “útil” (…) sino un bien “digno”,
es decir, que corresponde a la dignidad del hombre, un bien que expresa su
dignidad y la aumenta (…) El trabajo es un bien del hombre –es un bien de su humanidad–,
porque mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza
adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre,
es más, en cierto sentido, “se hace más hombre”. Porque “la actividad humana, así como procede del
hombre, así también se ordena al hombre. Pues este con su acción no solo transforma las
cosas y la sociedad, sino que se perfecciona a sí mismo”»29[xxix].
El trabajo es digno de la persona, porque con él puede colaborar
al desarrollo personal, familiar, social… Es digno porque está llamado a realizar y
desarrollar la dignidad de la persona y la vida de la familia humana. Por eso es tan importante cuidarlo, cuidar
ese bien:
«Estamos llamados al trabajo
desde nuestra creación. No debe buscarse
que el progreso tecnológico reemplace cada vez más el trabajo humano, con lo
cual la humanidad se dañaría a sí misma. El trabajo es una necesidad, parte del sentido
de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de
realización personal»30[xxx].
De ahí que la DSI
vincule la dignidad del trabajo a que este, además de un modo de «ganarse el pan», puede ser (si se realiza
en condiciones dignas) un cauce para el desarrollo personal, para desarrollar
las propias capacidades y ponerlas al servicio de los demás, para establecer
relaciones sanas, para compartir dones, para ser corresponsables en la
construcción de la sociedad…
Para la DSI la dignidad del trabajo está vinculada a que el
trabajo está llamado a ser participación en la obra de la creación: «Los hombres y mujeres que, mientras procuran el
sustento para sí y su familia, realizan el trabajo de forma que resulte
provechoso y en servicio de la sociedad, con razón pueden pensar que con su trabajo
desarrollan la obra del Creador, sirven al bien de sus hermanos y contribuyen
de modo personal a que se cumplan los designios de Dios en la historia»31[xxxi]. De ahí que Francisco
afirme que «el trabajo es lo que hace
al hombre semejante a Dios, porque con el trabajo el hombre es un creador (…) Y esta es la dignidad del trabajo (…) La vocación que Dios nos da es muy hermosa:
crear, re-crear, trabajar»32[xxxii].
La dignidad de la persona y la dignidad de su
trabajo es lo que reclama que el trabajo sea humano (que lo vivamos humanamente
y que se realice en condiciones dignas).
Y lo que nos hace plenamente humanos y humaniza es el amor: «El comportamiento de la persona es plenamente
humano cuando nace del amor, manifiesta amor y está ordenado al amor»33[xxxiii]. También en
el trabajo. En el reconocimiento de la
dignidad del trabajo es muy importante comprender que el amor es lo que más radicalmente
da sentido, orientación y fundamento al trabajo. El amor es el sentido más radical y profundo del
trabajo humano. Cuidar el trabajo es una
expresión del amor que nos humaniza34[xxxiv]. Situarnos
en esta perspectiva del trabajo como camino para amar significa, entre otras
cosas, reconocer agradecidamente que:
- El trabajo forma parte de nuestro ser y vocación,
es una dimensión de la persona, no es una cuestión fundamentalmente económica
sino humana.
- La finalidad más honda del trabajo es ser donación a
los demás, servicio a los demás.
- Está llamado a ser instrumento central en la construcción
de la sociedad, para cuidar la vida social y el planeta.
- Puede ser camino para construir relaciones de comunión
y fraternidad entre las personas, siempre es relación.
- Entendido así, el trabajo se convierte en un don que
no tiene precio.
La dignidad del trabajo nos llama a recorrer
pacientemente el camino de avanzar hacia que el trabajo sea humano. Lo cual implica tanto un cambio profundo en la
manera de entender el trabajo como cambios profundos en la manera de
organizarlo y tratarlo, para que sea un poco más posible ese trabajar por amor,
amar trabajando. Tanto en el empleo como
en los trabajos que no son empleos. Para
cuidar el trabajo, cuidar la vida necesitamos transitar ese camino.
En la mentalidad dominante en nuestra sociedad esto
es una pura ingenuidad. Pero creemos que
no es así. Se trata de no perder la
capacidad, tan humana, de imaginar y pensar otra realidad. Hacerlo tiene un gran valor porque es lo que
nos puede mover a la acción concreta en defensa de la dignidad de cada persona y
de todas las personas. Es caminar en la
esperanza, imaginando otra realidad más humana y buscando construirla juntos. Porque «promover condiciones de trabajo dignas, especialmente para los
colectivos más vulnerables, significa en la situación actual que tenemos que
seguir soñando, que no nos pueden robar el sueño común»35[xxxv]. •
[i] 1 Luis Aranguren Gonzalo, El cuidado que transforma y
compromete, Cuadernos HOAC, nº 25, Ediciones HOAC,
2023, pág. 6 y 10. Esta publicación es una sugerente reflexión sobre lo que es
e implica el cuidado para la transformación de la sociedad en «la recreación
habitable de nuestro mundo», según el autor.
[ii] 2 Juan
Pablo II, Evangelium vitae, 2.
[iii] 3 Papa
Francisco, Fratelli tutti, 115.
[iv] 4 Papa
Francisco, catequesis Curar al mundo: 7. Cuidado
de la casa común y actitud contemplativa, 16 de septiembre de 2020.
[v] 5 Gaudium et spes, 27.
[vi] 6 Laudato si’, 202
y 229; Fratelli tutti, 17 y 36.
[vii] 7 Gaudium et spes, 67.
[viii]
8 Papa Francisco. Mensaje a la 109 Conferencia Internacional
del Trabajo de la Organización Internacional del Trabajo, 17 de junio de 2021.
[ix] 9 Comisión
Episcopal de Apostolado Seglar, Departamento de Pastoral Obrera (Edición de
Alfonso Alcaide Maestre), El trabajo humano, principio de vida (EDICE, Madrid 2007). El planteamiento de esta publicación sigue
siendo muy importante para comprender en su raíz lo que significa cuidar el
trabajo como elemento esencial de la humanización, de la realización de nuestra
humanidad.
[xi] 11 Laudato si’, 160.
[xii] 12 Cfr.
Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 24. Y ese cuidado de la vida social es esencial
para cuidar la vida de las personas, porque «Dios no creó al hombre en
solitario (…) El hombre es, en efecto, por su íntima naturaleza, un ser social,
y no puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse con los demás» (Gaudium et spes, 12).
[xiii]
13 Fratelli tutti, 162.
[xiv] 14 Lógicamente,
las empresas necesitan beneficios para funcionar, pero ese no puede ser, si
queremos que sean humanas y socialmente útiles, su objetivo: «Finalidad de la
empresa no es simplemente la producción de beneficios, sino más bien la
existencia misma de la empresa como comunidad de hombres que (…) buscan la
satisfacción de sus necesidades fundamentales y constituyen un grupo particular
al servicio de la sociedad entera» (Juan Pablo II, Centesimus annus, 35). «La
empresa debe caracterizarse por la capacidad de servir al bien común de la
sociedad mediante la producción de bienes y servicios útiles» (Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia, 338).
[xv] 15 Véase
Comisión Permanente de la HOAC, Trabajo y familia. Derechos
familiares de las personas y derechos sociales de las familias, Cuadernos HOAC, nº 11 (Ed. HOAC, 2015).
[xvi] 16 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 294.
[xvii]
17 Laborem exercens, 10.
[xviii]
18 Véase Joan Sifre Martínez y Francisco Porcar
Rebollar, Fraternidad y
justicia. Las organizaciones de los
trabajadores y de las trabajadoras ante el futuro del trabajo, Cuadernos HOAC, nº 16, (Ed. HOAC, 2018).
[xix] 19 Laborem exercens,20.
[xx] 20 Caritas in veritate, 63.
[xxi] 21 Cfr.
Fernando Carlos Díaz Abajo, El trabajo decente, cuidador de la creación, condición de
fraternidad y amistad social. Ponencia en Jornadas Generales de Pastoral del
Trabajo, noviembre de 2021, www.bit.ly/TrabajoDecenteFraternidad.
[xxii]
22 Véase en Comisión Permanente de la HOAC, Soñar el trabajo digno
construyendo prácticas de comunión.
Propuestas y prácticas para defender el trabajo digno, Cuadernos HOAC nº 22, (Ed HOAC, 2022).
[xxiv]
24 Véase Sebastián Mora, En defensa de la
seguridad integral en el trabajo, Noticias Obreras, n.º 1668, enero de 2024, pp. 19-26. www.bit.ly/SaludIntegralTrabajo También:
Departamento de Pastoral del Trabajo de la CEE, Día Mundial por la
Seguridad y Salud en el Trabajo. Un
trabajo que cuida, contribuye a la restauración de la plena dignidad humana, Cuadernos de la Pastoral del Trabajo, n.º 1, abril
de 2023.
[xxv] 25 Los
obispos españoles, en Iglesia, servidora de
los pobres, 32, han subrayado que un
empleo digno necesita ser un empleo estable porque el empleo debe permitir la
seguridad vital. Por eso señalan que «la
política económica debe estar al servicio del trabajo digno» y que el empeño
por el empleo digno y estable es «una destacada forma de caridad y justicia
social».
[xxvi]
26 Laborem exercens, 17.
[xxix]
29 Laborem exercens, 9 y Concilio Vaticano II, Gaudium et spes,
[xxx] 30 Laudato si’, 128.
Aquí no podemos detenernos en considerar el lugar de la tecnología en relación
al trabajo, pero es algo a lo que es necesario prestar mucha atención desde la
perspectiva de la dignidad del trabajo.
Francisco no plantea una postura antitecnológica sino algo bien
distinto: el uso que hacemos de la tecnología.
Las innovaciones tecnológicas en el mundo del trabajo pueden ser un bien
si las utilizamos para facilitar el trabajo humano, para hacerlo más digno, más
justo, más humano. Pero pueden ser un
gran problema cuando se utilizan solo desde la perspectiva de la rentabilidad
económica, descartando lo humano.
Entonces destruyen el bien del trabajo, descartan personas, provocan
mayores desigualdades y hacen aún más vulnerables a los trabajadores
empobrecidos. Es interesante en este
sentido la reflexión que ofrece Francisco en Inteligencia artificial y paz, Mensaje para la Jornada Mundial de
la Paz, 1 de enero de 2024 (publicada
el 8 de diciembre de 2023).
www.bit.ly/InteligenciaArtificialYPaz
[xxxi]
31 Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 34.
[xxxii]
32 Papa Francisco. Homilía en Santa Marta con motivo
del 1º de Mayo de 2020.
[xxxiii]
33 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia,
580.
[xxxiv]
34 Véase Comisión Permanente de la HOAC, La dignidad del trabajo
y el trabajo digno, Cuadernos HOAC, nº 12, Ed
HOAC, 2016, pp. 10-22.
[xxxv]
35 Véase las obras citadas: En defensa de la salud
integral en el trabajo, de
Sebastián Mora, en Noticias Obreras, p. 24. En Soñar el trabajo digno
construyendo prácticas de comunión, CP HOAC, Cuaderno HOAC nº 22 (pp. 8-10) que plantea la gran
importancia de este «soñar juntos» que recorre toda la propuesta de fraternidad
que hace Francisco en Fratelli tutti: «seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño
de fraternidad y de amistad social» (n. 6).
1. PRESENTACIÓN DE LA CAMPAÑA: Este Cuaderno
núm. 26: «CUIDAR EL TRABAJO CUIDAR LA VIDA»: Ofrece la reflexión de
la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) sobre el significado y la
importancia de cuidar el trabajo, cuidar la vida. Un planteamiento que invita a comprometerse a promover
el cuidado del trabajo, fundamental para la construcción del bien común
en nuestra sociedad.
El punto de
partida explícito es la propuesta de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI),
«pero entendiendo que lo que aquí planteamos puede ser compartido y vivido por
todas las personas que se preocupan por la afirmación práctica de la
dignidad humana y por la justicia en la vida social». Todas las personas y
organizaciones sociales de buena voluntad están llamadas a cuidar el
trabajo, cuidar la vida.
Esquema
del Cuaderno: Introducción.
1. La
cultura del cuidado.
2. Cuidar el
trabajo:
2.1. Un trabajo que cuide la
casa común.
2.2. Un trabajo que cuide la
sociedad.
2.3. Cuidar a los trabajadores y trabajadoras: el trabajo digno.
3. La dignidad del trabajo.
4. Equipaje para el camino.
Cuestionario para la reflexión personal y en
grupo.
2. ACLARACIONES
SOBRE EL PLANTEAMIENTO: Después de leer detenidamente el tema del
Cuaderno: cuidar el trabajo, cuidar la vida: Aclaramos todas las
dudas que nos surjan. En este punto,
además de las aclaraciones, podemos compartir cómo entendemos algunos de los
aspectos que consideramos fundamentales.
Para avanzar, desde la diversidad, a una mayor comunión de los
planteamientos.
3. DE
LO PERSONAL A LO COMUNITARIO: Lo que pensamos del tema del Cuaderno: cuidar
el trabajo, cuidar la vida: ¿Asumimos
el contenido del material? Comunión y
comprensión del planteamiento. Lo que
compartimos, lo que es común, lo que es diverso, lo que es contradictorio. ¿Qué consecuencias tiene con la fe? Se trata de enriquecer la comprensión
personal que cada uno tenemos con la que tienen y nos puede aportar los demás para
crecer en una comprensión comunitaria del tema.
4. LA ACCIÓN DE DIOS EN NUESTRA VIDA: Lo que vivimos.
4.1.- Logros: Miramos con detenimiento
nuestra vida en este aspecto, la oramos y reflexionamos para darnos mejor
cuenta de lo que vivimos: ¿Qué tengo
hecho vida del planteamiento? ¿Y los
demás miembros de mi comunidad?
Presentamos hechos:
Momento
de silencio, para dar gracias a Dios, por los logros compartidos.
4.2.- Dificultades: Del planteamiento
señalado. Miramos con detenimiento
nuestra vida en este aspecto, la oramos y reflexionamos para darnos mejor
cuenta de lo que no vivimos: ¿Cuáles son los aspectos que no tengo incorporados
a mi vida militante o los tengo de una manera insuficiente? ¿Y los demás miembros del Equipo? Presentamos hechos:
Momento
de silencio, para tomar conciencia de la presencia de Dios en nuestras vidas, y
que nos ayude a superar las dificultades compartidas.
4.3.- Interpelaciones: Para avanzar, crecer,
madurar, cambiar… ¿Qué interpelaciones para la vida personal y comunitaria recibo
del planteamiento?
5. A LA
LUZ DE LAS INTERPELACIONES NOS PLANTEAMOS EL CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN
PERSONAL Y EN GRUPO:
5.1. De lo
planteado en el Cuaderno, ¿qué destacarías como especialmente importante?
5.2. Fijándote
en el apartado 3 sobre la dignidad del trabajo, ¿Qué crees que pasaría si nos
planteamos así el trabajo?
5.3. Teniendo
en cuenta el conjunto de lo planteado en el Cuaderno para cuidar el trabajo,
¿qué necesidades vemos en nosotros, en nuestros ambientes sociales y/o
eclesiales, en las organizaciones en las que participamos?
5.4. ¿Qué
podemos hacer personalmente y/o en grupo para crecer en cuidar el trabajo,
cuidar la vida?
5.5. Os
invitamos a difundir este Cuaderno entre otras personas y grupos. ¿Qué podemos
hacer en ese sentido?
SOMOS
La Hermandad
Obrera de Acción Católica (HOAC) somos hombres y mujeres que vivimos la fe de Jesús junto
al mundo obrero más empobrecido.
Somos Iglesia en
las periferias del mundo obrero.
Somos Acción
Católica para la Pastoral
Obrera y del Trabajo.
Por tanto, movimiento de la Iglesia Católica enviado a evangelizar expresamente
el mundo obrero y
del trabajo.
Por eso, la militancia «hoacista» nos formamos para vivir desde la mirada de Jesús. Cultivamos nuestra espiritualidad personal y comunitaria y nos
comprometemos por
la justicia, como respuesta, agradecida al amor de Dios.
Con este Acto Diocesano pretendemos avanzar en:
Ø Nuestra identidad
de discípulos y apóstoles.
Ø Ser comunidad de
vida, bienes y
acción en la Iglesia y en el mundo obrero.
PORQUÉ
QUEREMOS
Ø Vivir mejor el Evangelio.
Ø Servir mejor al mundo obrero y del trabajo.
PARA
SEGUIR
Ø Mirando al futuro siendo Iglesia plantada en medio
de la vida obrera…
Ø Tejiendo historias de encarnación,
de cuidados y
de abrazos.