¡ACOGE, ABRAZA, CUIDA, ACOMPAÑA...!
LA VIDA DEL MUNDO OBRERO, CON MISERICORDIA.
LA VIDA DEL MUNDO OBRERO, CON MISERICORDIA.
ACOGE,
ABRAZA, CUIDA, ACOMPAÑA...
Eso
hace Dios con nosotros, y eso queremos poder hacer nosotros con los
empobrecidos del mundo obrero. Por eso
es importante este tiempo de gracia que es el Adviento. Porque podemos hacer nuestra la invitación de
Dios, y dejarnos modelar para ser cauce de su amor, transparencia de su
misericordia para el mundo obrero empobrecido.
Adviento es tiempo de Esperanza.
Es
camino, es esperanza, es sueño y vida. Adviento
es escucha, oído, sentido, finura, atención y vigilancia. Adviento es amor cuya encarnación y cercanía
se adivina y se desea; se necesita hacer silencio y afinar los sentidos para
percibir en los pequeños signos cotidianos la esperanza que arraiga en la vida
del mundo obrero. Es tiempo de reconocer
las desesperanzas, los agotamientos, los cansancios y las tristezas, las luchas
que parecen inútiles… Es tiempo de dejar
que el amor de Dios recomponga los trozos rotos de nuestro barro, y nos rehaga
con su perdón, para mostrarnos un horizonte distinto al que, a veces, somos
capaces de imaginar. Es tiempo de
acelerar el paso, al ritmo de un corazón que late y se apasiona con la
justicia.
Adviento es tiempo de la Misericordia.
Es
el tiempo de misericordia que necesitan, que esperan y anhelan los
empobrecidos. Es el tiempo de la
compasión, que nos pone en camino a las “periferias” del mundo obrero. Es tiempo de caminar, este Adviento, hacia las
heridas del mundo obrero, de la mano del Dios del consuelo. Es tiempo de hacernos consuelo de Dios. Especialmente este año que quiere ser año de
la Misericordia; de la misericordia de Dios con nosotros, y de la nuestra, que
se hace compasión, caridad, y justicia para los empobrecidos.
Adviento es tiempo de Justicia.
Es
el tiempo de poner nuestra vida personal y comunitaria en sintonía con la
Justicia mayor de Dios. Acoger a las
víctimas de la injusticia, abrazarlas en el reconocimiento de nuestra
complicidad, hacernos servidores de los pobres y cuidarlos, como sacramento de
Dios. Adviento es tiempo que apunta
hacia el trabajo decente; es tiempo de sociedades humanas que caminan en
decencia hacia la fraternidad. Es tiempo
de acompañar su camino, y ponernos a su paso, tras la Vida cada día. El Adviento, si nos dejamos, nos ha de limpiar
de dentro a fuera, nos ha de volver del revés; ha de convertirnos, ha de ponernos
en marcha, no debe dejarnos tranquilos. Si
terminamos donde empezamos, no hemos acogido la Gracia impagable de este
tiempo.
Adviento es tiempo de soñar, con
María, la madre de Nazaret.
Ella
espera, prepara, rodea de ilusión y gratitud la espera. Se apresta a disponerlo todo para acoger, para
abrazar, para cuidar y acompañar la debilidad, a Dios humanado en la pequeñez
de un recién nacido. El mundo obrero nos
espera, espera a la Iglesia que, por nuestro medio, lo acoge, lo abraza, lo
cuida y acompaña, con la misma ternura que María, la madre, acogió a Jesús. Adviento es tiempo de encuentro entre Dios y
la humanidad.
¡Es
Adviento, estamos de suerte! Este
Adviento déjate guiar por la Palabra de Dios, para que sea Adviento de Esperanza
y de Misericordia, Adviento de Justicia y Vida para tus compañeras y compañeros
del mundo obrero.
Lo
que te ofrecemos es el material preparado para ayudarte a orar la vida del
mundo obrero en esa clave de Adviento.
Te
proponemos hacerlo con un método de oración y contemplación arraigado en la
historia de la Iglesia: la “lectio
divina”; de ese modo han contemplado la Palabra, y han orado muchas personas
creyentes antes que nosotros. Orar este
Adviento es insertarnos también nosotros en esa larga historia de fe y de vida
entregada.
Acoge
este tiempo como regalo, como gracia de Dios que te permite renovar la vida,
para ponerte en la sintonía de Dios. Hazte
cargo de la hermosa tarea de ayudar a cada componente de tu equipo a descubrir
y vivir el sueño de Dios en tu vida, en vuestra vida.
Acoge
este tiempo como posibilidad de esperar al Señor buscándolo en la vida del
mundo obrero, cada día, y hacer oración esa búsqueda y ese encuentro.
Experimenta
este Adviento cómo Dios te acoge, te abraza, te cuida y te acompaña, y así, con
esa misma ternura serás capaz de acoger, abrazar, cuidar y acompañar la vida
del mundo obrero.
COMISIÓN PERMANENTE DE LA HOAC