Foto: Pepe Jiménez con 36 años (1989)
Publicado por LA VOZ DE CÁDIZ 03.07.2010
Autor: JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ GUERRERO
En mi opinión, el rasgo más característico y más valioso de Pepe Jiménez es, aún más que su fortaleza, su habilidad para identificar la causa por la que merece la pena luchar hasta la extenuación y su tino para descubrir los gérmenes de los males que impiden nuestro bienestar. A mí me llama la atención, especialmente, la claridad de los mensajes que, con su estimulante conducta, inspirada en la verdad de Cristo; él dicta a sus compañeros y a sus amigos. Iluminado por la fe y animado por el amor, sabe liberarse de la esclavitud en la que estamos apresados y logra crearse un microclima espiritual de paz y un ambiente anímico de serenidad, para no distraer su atención de lo esencial: su amistad con Jesús. Y es que Pepe lee y vive el Evangelio profundizando hasta sus raíces y sin omitir ninguna de sus páginas. Contempla los gestos y escucha sus palabras, con la misma sencillez y con idéntica naturalidad con que los contemplaron y las escucharon sus discípulos más directos. Sus actitudes nobles y sus comportamientos coherentes nos muestran que el sentido de las palabras y de los mensajes evangélicos lo captan mejor los niños ingenuos y los hombres sencillos que los doctos exégetas y los eminentes hermeneutas.
Pepe es, ante todo, un hombre de fe profunda en Jesús a quien ha seguido con lealtad. Otra de sus fidelidades es el Mundo Obrero, como a él le gusta llamarlo. Ahí están como pruebas su dilatada trayectoria en la HOAC -de la que fue Presidente Nacional-, que hizo compatible con su valiente militancia sindical. A pesar de su frágil estado de salud, se sumó al encierro de parados en Santo Domingo de 1978. Una tercera fidelidad es la Iglesia, a la que, como nos recuerda Paco, nunca ha dejado de recordarle sus responsabilidades para con los pobres y con el mundo del trabajo. Ignoro si su fragilidad física congénita o su humildad ascética adquirida fueron los fundamentos en los que cimentó su manera sencilla y su forma profunda de interpretar los acontecimientos diarios y su singular sensibilidad para identificar, a través de las pequeñas cosas y de los sucesos triviales, la mano amorosa de Dios que le ofrece, día a día, la posibilidad de sentirlo a su lado. Pepe es un hombre fuerte y constante, que asume con serenidad la realidad y afronta con entereza el sufrimiento.
Pepe es, ante todo, un hombre de fe profunda en Jesús a quien ha seguido con lealtad. Otra de sus fidelidades es el Mundo Obrero, como a él le gusta llamarlo. Ahí están como pruebas su dilatada trayectoria en la HOAC -de la que fue Presidente Nacional-, que hizo compatible con su valiente militancia sindical. A pesar de su frágil estado de salud, se sumó al encierro de parados en Santo Domingo de 1978. Una tercera fidelidad es la Iglesia, a la que, como nos recuerda Paco, nunca ha dejado de recordarle sus responsabilidades para con los pobres y con el mundo del trabajo. Ignoro si su fragilidad física congénita o su humildad ascética adquirida fueron los fundamentos en los que cimentó su manera sencilla y su forma profunda de interpretar los acontecimientos diarios y su singular sensibilidad para identificar, a través de las pequeñas cosas y de los sucesos triviales, la mano amorosa de Dios que le ofrece, día a día, la posibilidad de sentirlo a su lado. Pepe es un hombre fuerte y constante, que asume con serenidad la realidad y afronta con entereza el sufrimiento.
Foto: Pepe Jiménez con 54 años (2007)