6º Domingo del Tiempo Ordinario (11 febrero 2018)
Nuestra vida está llamada a ser sanadora. Será sanadora si cura e integra, si ayuda a otros a encontrar sanación en su vida que les permita integrarse en la vida. Nuestras actitudes, nuestra manera de tratar a las personas, nuestra manera de servirlas y la intensidad con que lo hacemos, están llamadas a ser instrumentos de sanación, de acogida, de inclusión. ¿Lo son? ¿Lo notan los pobres en su vida?
La respuesta, después de que lo oremos.
San Marcos 1,40-45:
«La lepra se le quitó
y quedó limpio».
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