Esta madrugada ha fallecido el sacerdote diocesano y consiliario de la HOAC Andrés Avelino González Pérez, a la edad de 81 años .
En sus más de 50 años de servicio ministerial en su Diócesis de Cádiz y Ceuta, el padre Andrés Avelino ocupó, entre otros, los cargos de Coadjutor de las Parroquias de San Pedro, el Espíritu Santo y San Francisco Javier y Ecónomo de la Parroquia de San Pedro y San Francisco Javier, de Algeciras.
Fue también Capellán de la Cruz Roja de Algeciras, Consiliario Diocesano de la H.O.A.C., y Delegado Episcopal para el Apostolado del Mar, Arcipreste de Algeciras y en los últimos años, adscrito a la Parroquia de San Pedro y San Francisco Javier.
Por expreso deseo de su familia el velatorio será privado.
La Misa de Córpore Insepulto tendrá lugar mañana miércoles, 22 de septiembre, a las 9:00 horas, en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Palma, de Algeciras.
Se ruega tenerlo presente en las eucaristías particulares y elevar oraciones por su eterno descanso.
D.E.P.
Fallece el “hermano” Andrés Avelino González a los 81 años
Al tener noticia del fallecimiento de Andrés Avelino he recordado las palabras que el papa Francisco dirigió al periodista italiano Eugenio Scalfaro: “Si me encuentro ante una persona clerical, en un abrir y cerrar de ojos me convierto en anticlerical. El clericalismo no debería tener nada que ver con el cristianismo”, una frase casi idéntica de la que me dijo este hombre bueno y creyente coherente, un sacerdote que, sin ser radical ni integrista- leía y vivía el Evangelio profundizando hasta sus raíces y sin omitir ninguna de sus páginas. En una de las dilatadas conversaciones que mantuvimos hace ya más de cincuenta años, me explicó que él contemplaba los gestos de Jesús y escuchaba sus palabras, con la misma sencillez y con idéntica naturalidad con las que los contemplaron y las escucharon sus discípulos más directos: “Un pescador, por ejemplo, es el que, para alimentar a su familia, se adentra en el mar, echa las redes y recoge peces. Un pastor es el que apacienta las ovejas, las conoce, las llama por sus nombres y las conduce a pastos abundantes para que sacien su hambre”.
El “hermano Andrés Avelino”, como él quería que lo llamaran, estudió Humanidades, Filosofía y Teología en el Seminario Conciliar de San Bartolomé y, tras ser ordenado sacerdote por el Obispo Antonio Añoveros Ataún en 1970, trabajó como peón albañil, se embarcó y fue pescador durante diez años, y durante toda su vida sacerdotal fue párroco de San Pedro y San Francisco Javier de Algeciras.
Sus actitudes y sus comportamientos nos han mostrado que el sentido de las palabras y de los mensajes evangélicos lo captan mejor los niños ingenuos y los hombres sencillos que los doctos exégetas y los eminentes hermeneutas. Para interpretar en toda su profundidad el significado de las palabras evangélicas como “agua”, “pan” o “vino”, sirven más las experiencias del hambre o de la sed que los estudios lingüísticos; para conocer la naturaleza del trigo y de la cizaña, de la riqueza y de la pobreza, del trabajo y del descanso, de la salud y de la enfermedad, del poder y del servicio, de la alegría y de la tristeza, del dolor y del bienestar, del sufrimiento y del placer, del poder y de la impotencia, es más útil tratar de comprender a los hombres y esforzarse por leer los paisajes, que aprender las definiciones de la Retórica o de la Poética.
Su testimonio sencillo nos ha confirmado que los contenidos de la fe no se entienden si no percibimos, hacemos y padecemos la realidad de la vida. Por eso, en sus trabajos con los marineros y con los emigrantes, se empeñó por lograr que el mar no fuera el morir de unos hombres que luchan por sobrevivir, sino un horizonte abierto hacia un vivir más humano. Por eso, denunció la marginación y la explotación, las ansias de poder e, incluso, esa solidaridad de salón de la que se benefician sólo los más listos.
Andrés Avelino –ingenuo y elemental, ajeno a las modas y a los moldes- ha sido un personaje exótico y un cura raro, paradójicamente, por lo natural que era: por su manera tan normal de escuchar, de hablar, de vestirse, de tratar a la gente, de acompañarlas en su dolor, de celebrar los sacramentos y de predicar. Explicó el Evangelio, no como el arqueólogo o filólogo que investiga vestigios antiguos, sino como el que hace una llamada a la libertad y a la concienciación, como el que realiza una defensa de los más humildes, como el que emprende una aventura siempre recomenzada: una aventura que no consiste en escalar escarpados picos o en adentrarse en profundas cavernas, sino en acercarse a los hombres y a las mujeres que sufren.
Esta actitud audaz y este comportamiento valiente le han permitido vivir con dignidad sin necesidad de ínfulas. Andrés Avelino -prescindiendo de lo secundario y de lo banal, de lo anecdótico y de lo pasajero- siempre prefirió asentar su ministerio en el suelo nutricio del Evangelio y beber directamente en el manantial de las aguas transparentes de las Sagradas Escrituras. Que descanse en paz.
Por: José Antonio Hernández Guerrero
OBITUARIO. HA FALLECIDO ANDRÉS AVELINO, NUESTRO HERMANO EN LA FE, CURA Y AMIGO, por Francisco González Álvarez
Obituario. Ha fallecido Andrés Avelino, nuestro hermano en la fe, cura y amigo.
Os envío un obituario que he redactado en el fallecimiento de nuestro querido amigo Andrés Avelino. Si lo consideráis oportuno, dadle difusión.
He mencionado un hecho relacionado con su cese sin previo aviso. He pensado mucho ponerlo en el escrito o no; al final, me he decidido por lo primero, porque, de haberlo omitido, creo que habría sido poco fiel al sufrimiento del que algunos fuimos testigos precisamente por el hecho al que hago mención.
Un abrazo.
Paco.
Hoy, 21 de septiembre, he recibido de mis amigos y amigas de compromisos militantes la triste noticia del fallecimiento de Andrés Avelino, el cura de “Pescadores”. Procedente de Burgos, su tierra natal, arraigó en nuestra Diócesis de Cádiz y Ceuta, concretamente, en esa puerta abierta al Estrecho de Gibraltar que es la ciudad de Algeciras.
Conocí a Andrés Avelino en la HOAC, de la que fue durante años su consiliario diocesano. Su sola presencia daba una fuerte impresión de acogida. Destacaba por su buen humor, sus abrazos de bienvenida, a la vez que saludaba con algunas de sus palabras características: “¿Cómo estás, tío grande?”
Me impresionaba su convencimiento en el seguimiento de Jesús de Nazaret, profundamente enraizado en el compromiso con los pobres, las personas sin hogar e inmigrantes. La iglesia de “Pescadores” y dependencias estaban abiertas a toda aquella persona necesitada de la ayuda y servicio de Andrés. Más de una vez tuvo que declarar en comisaría por acoger a inmigrantes “sin papeles”. Sin embargo, a pesar de las dificultades y amenazas de la policía, seguía comprometido con los sin voz, con los necesitados.
Su colaboradores y colaboradoras en las diversas tareas solidarias que llevaba entre manos y que formaban parte de las comunidades que él mismo alentaba, no comprendían, a veces, de dónde sacaba las fuerzas para continuar con una lucha que llevaba a cabo en el proceloso mar de la precariedad, la pobreza, la injusticia y la ilegalidad hipócrita que convierte a las personas vulnerables en sospechosos y, en ocasiones, en delincuentes sin serlo. Para Andrés, todas las personas y principalmente las afectadas por los embates dolorosos de la vida eran hijos del Dios Padre-Madre, que gratuitamente reparte los dones y bienes de la vida, y que algunos, no pocos, acaparan en su afán desmedido de lucro. Con convicción repetía frecuentemente la palabra: “Gratuidad”, que para quienes le oían significaba trabajar por el Reino de Dios y los pobres a cambio de nada.
Sorprendía también su sencillez, la amistad con los amigos y amigas del barrio, su ser cura sin parecerlo, sus sentidas y creativas homilías y eucaristías; su libertad a la hora de interpretar las actuaciones en el seno de la Iglesia. Cuando nos centrábamos en la crítica, nos decía que el “tinglaillo”, refiriéndose a la Iglesia, había que cambiarlo para que se pareciera cada vez más a la comunidad de creyentes que quería Jesús de Nazaret.
Un día, cuando los síntomas de la enfermedad empezaban a hacerse presentes, se sobresaltó al ver que un grupo de vecinos se acercaron a la parroquia mostrándole un periódico, en el que aparecía su cese como párroco, sin haber recibido comunicación de la decisión tomada por el obispo diocesano, Mons. Zornoza. Esta actitud del prelado sentó muy mal a Andrés que repetía con frecuencia: “Por la forma en que el obispo me ha despedido sin previo aviso, no sé si ya soy cura o bombero”. Se percibía vacío en sus funciones de cura y párroco de su barrio; como si no se le hubiese considerado su dignidad de persona y sacerdote. En esta delicada situación, sus amigos de la comunidad y parroquianos no le abandonaron hasta que ya no fue posible cualquier ayuda.
Se nos ha ido el amigo, el cura militante y solidario, que abrió caminos en la forma de entender su ministerio. Los que le conocieron y trataron dicen de él que “vivió el Evangelio de manera radical -una radicalidad que molestaba-, con la palabra y su ejemplo de vida”. “Los inmigrantes siempre lo recordarán. Un hombre bueno -la bondad hecha persona- ya está gozando de una vida nueva”. “Se ha ido- comenta otro compañero- un hermano, un amigo (…), uno más del pueblo. “Se ha ido uno de los grandes de la solidaridad, ejemplo de creyentes y no creyentes”. Y esta relación de comentarios termina con una afirmación: “No te olvidaremos”.
Querido Andrés, ya gozas de la bondad infinita del Padre-Madre, como te gustaba nombrar a Dios. Termino con unas palabras de una buena amiga: “Descansa en Paz, amigo Andrés. Cuida de nosotros”. Así sea.
cura obrero de Pescadores
- Fue una persona dispuesta siempre a ayudar a quienes más lo necesitaban, desde trabajadores hasta inmigrantes irregulares que buscaban cobijo
https://tudiocesis.wordpress.com/2016/08/15/el-eterno-cura-obrero-de-pescadores/
http://www.europasur.es/article/algeciras/2348154/eterno/cura/obrero/pescadores.html
ENTREVISTA A ANDRÉS AVELINO. Por Luiyi
Publicada el domingo, 10 de agosto de 2008
http://sanbartolome63.blogspot.com.es/2008/08/entrevista-andrs-avelino-por-luiyi.html