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sábado, 24 de noviembre de 2018

¡GRITA POR LAS MUJERES QUE SUFREN VIOLENCIA! GRITA POR LA JUSTICIA. 25N: En nombre de Dios, ni una víctima más

¡Grita por las mujeres que sufren violencia!
Grita por la justicia

22 NOVIEMBRE 2018 | POR  
Violencia de género: 52 MUJERES (y 2 niños, 5 niñas y 2 hombres) ASESINADAS DURANTE 2018.
(6 de ellas por hombres no parejas o exparejas)


«Sacramento Roca, la mujer de 36 años asesinada el viernes 16 de noviembre de 2018, por su expareja mientras trabajaba en una tienda de muebles en Palma, presentó hace cinco días una denuncia en la Jefatura de la Policía Nacional en la que apuntaba a su expareja, el vigilante de seguridad de 45 años Rafael Pantoja, como la persona que estaba detrás de los pinchazos en las ruedas de su coche y de varios carteles colgados por las calles de la capital en los que se ofrecía sexo con su número de teléfono.  La pareja había roto la relación a principios del pasado octubre, pero el hombre se había negado a aceptar los hechos y, según fuentes de la investigación, se había presentado en varias ocasiones en el puesto de trabajo de Sacramento para intentar convencerla de retomar la relación». Fuente: EL PAÍS, 17 NOV 2018

Año 2017: 55 mujeres asesinadasViolencia de género: 52 MUJERES (y 2 niños, 5 niñas y 2 hombres) ASESINADAS DURANTE 2018 (6 de ellas por hombres no parejas o exparejas).  Fuente: Ministerio del Interior

En total 971 desde el 1 de enero de 2003, cuando empezaron a contabilizarse.  Hasta 33 menores han quedado huérfanos y 27 niños y niñas han sido asesinados por violencia machista desde 2013.


25N: En nombre de Dios, ni una víctima más

Las violencias contra las mujeres constituyen una grave violación de los derechos humanos en cualquiera de sus manifestaciones afectando a todas las mujeres, a sus familias, sus comunidades y la sociedad.

Se estima que el 35 % de las mujeres del mundo han sufrido violencia física y/o sexual por parte de su compañero sentimental o una persona distinta en algún momento de su vida (OMS).  La violencia contra las mujeres afecta a familias y comunidades de todas las generaciones, y refuerza otros tipos de violencia prevalecientes en la sociedad.  La violencia contra las mujeres no se reduce a una cultura, región o país específico, ni a grupos particulares de mujeres en la sociedad.  Las raíces de la violencia contra la mujer yacen en la discriminación persistente contra las mujeres.

Las raíces de estas violencias yacen en la discriminación persistente contra ellas.  El papa Francisco, tanto en Evangelii gaudium como en Amoris laetitia, condena la violencia contra las mujeres «como una cobarde degradación del poder masculino y como la máxima expresión de relaciones de poder y desigualdad entre hombres y mujeres».

Como insiste el Papa Francisco «No podemos “naturalizar” la violencia, tomarla como algo natural.  No, no se naturaliza la violencia hacia las mujeres, sosteniendo una cultura machista que no asume el rol protagónico de la mujer dentro de nuestras comunidades.  No nos es lícito mirar para otro lado, hermanos, y dejar que tantas mujeres, especialmente adolescentes sean “pisoteadas” en su dignidad» (*Papa Francisco, Encuentro con la Población de Puerto Maldonado, Perú 19 de enero de 2018).

Como Iglesia estamos llamados a propiciar un cambio social y cultural, generando relaciones de igualdad.  Queremos que las mujeres víctimas de la violencia nos sientan radical, afectiva y efectivamente a su lado, mostrando nuestro firme compromiso de ser una comunidad transformada por el Dios manifestado en Jesús, que es amor liberador, uniendo esfuerzos con otros colectivos en la denuncia y reivindicación de medidas a favor de las víctimas de la violencia y de su prevención.

«La Iglesia quiere que las mujeres víctimas de violencia la sientan inequívoca, radical, afectiva y efectivamente de su lado».  Por ello, nos proponemos una vida libre de violencias contra las mujeres, con los siguientes objetivos:

1.- Sensibilizar y visibilizar que las violencias contra las mujeres son radicalmente opuestas al Evangelio de Jesús.  Participar en las campañas que se realicen

2.- Favorecer que las comunidades cristianas (parroquias) sean un lugar seguro protección y respeto para las mujeres víctimas y a sus hijas e hijos.

3.- Eliminar lenguajes y prácticas excluyentes discriminatorias.

4.- Visibilizar y participar con otros colectivos en la denuncia y en la reivindicación de medidas a favor de las víctimas de las violencias y de su prevención.


Reflexión

Cuando comencé a mirar el mundo con gafas violetas, entendí el verdadero drama que suponen las violencias de género.  Las nombro en plural porque son múltiples: humillaciones, insultos, vejaciones, acoso, ablaciones, violaciones, asesinatos.  Unas violencias que afectan a más mujeres de nuestros ambientes de las que pensamos, que no las reconocen o cuentan, aunque cada vez vayan rompiendo más su silencio. Fíjate en ti misma y en las mujeres de tu entorno, si viven relaciones igualitarias, si tienen trabajo decente, tiempo para sí.  Si no vamos siendo conscientes de que esto es resultado de un sistema de dominación y de que la violencia es la herramienta que los hombres utilizan para perpetuar esa situación de subordinación, difícilmente podremos combatir las causas.

Como cristianas y cristianos estamos llamados a propiciar un cambio cultural también en el seno de nuestra Iglesia, en su estructura, enseñanzas y prácticas.  Revisando las concepciones tradicionales de la mujer vinculada a valores de sumisión.  Superando la dualidad que asocia su cuerpo a lo «pecaminoso» e «impuro».  Reconociendo su exclusión de los ámbitos de toma de decisiones y favoreciendo su participación.  En muchos pasajes evangélicos podemos descubrir cómo Jesús transgredió las normas de su tiempo en su relación con las mujeres, cómo las reconoció, denunció su sufrimiento y las puso como modelo de fe.

La violencia de género tiene su mejor antídoto en el reconocimiento de la igual dignidad de todas las personas, hombres y mujeres.  El amor no se debe confundir con dominación, explotación o posesión, porque tiene que ser compatible con un absoluto respeto a que la otra persona crezca y se desarrolle tal como es.  Esta concepción está en la entraña misma del mensaje de Cristo y supone para la Iglesia una exigencia de compromiso en su erradicación.

Desde el Sector de la Mujer de la HOAC trabajamos por el empoderamiento de las mujeres trabajadoras, especialmente de aquellas que viven situaciones más desfavorables.  Lo hacemos desde la formación y el discernimiento colectivo, el acompañamiento, la denuncia de las situaciones de desigualdad e injusticia, colaborando a construir y dar visibilidad a experiencias alternativas en la forma de vivir.  ¡¡Por una vida libre de violencias contra las mujeres!!.


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