5º Domingo del Tiempo Ordinario (05 de febrero)
Queridas hermanas y hermanos:
El sabor de la vida es su humanidad.
La vida verdadera sabe a humanidad.
A humanidad plena y digna.
Sabe a fraternidad.
Sabe a comunión,
a trabajo decente,
a sanidad universal,
a vecindad entrelazada,
a soledades habitadas,
a condiciones dignas
de vida para todas
y para todos.
Sabe a esperanza,
a mañana y a futuro.
Sabe a políticas
que ponen en el centro
la vida de las personas
y sus necesidades.
Sabe a risa y alegría.
Sabe a acogida de los últimos.
Sabe a bienaventuranza y a Reino.
Sabe a misericordia y a consuelo.
Sabe a entrega gratuita por amor.
¿Es ese el sabor
que le damos
a la vida?
¡Hasta mañana en el altar!
Fernando Carlos Díaz Abajo
Consiliario General HOAC, y
Mª Ángeles Bayo Valderrama
Responsable de Organización
y Vida comunitaria.
Del evangelio según
san Mateo 5,13-16.
«Brille así vuestra luz».
Tendríamos que preguntarnos si lo que
vivimos
en nuestras comunidades cristianas
es hoy signo, sal o luz, para nuestro mundo.
Preguntarnos si cada una y cada uno de nosotros
ponemos en nuestro pequeño mundo
algo que realmente dé sabor
de humanidad a la vida;
algo que consuele, que sane,
que acompañe, que libere,
que humanice la existencia
de nuestras hermanas y hermanos.
Preguntarnos si nuestra vida en su pequeñez
es hoy signo de esperanza.
Mi
proyecto de vida
es ser sal y luz.
A eso me convoca
la vocación cristiana
y el seguimiento de Jesús.
¿Qué pasos concretos,
en la realidad que habito,
tengo que dar para
crecer en serlo?
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5ª Semana del Tiempo Ordinario (Ciclo ‘A’)
Del 05 al 11 de febrero de 2023.
- Isaías 58,7-10: Romperá
tu luz como la aurora.
- Salmo 111: R./: El
justo brilla en las tinieblas como una luz.
- 1ª Corintios 2,1-5: Os anuncié el misterio de Cristo crucificado.
En el Evangelio de hoy Cristo nos dice
que somos la sal de la tierra y la luz del mundo. Pero no podremos iluminar al mundo si no
estamos unidos por la fe y la gracia de Dios a Cristo. La participación en la eucaristía nos une a
Cristo (cf. De). Y, desde ahí, practicando las obras de
misericordia —«parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo,
cubre a quien ves desnudo y no te desentiendas de los tuyos»— brillará nuestra
luz en las tinieblas y nuestra oscuridad se volverá mediodía (1 Lect).
Del Evangelio de san
Mateo 5,13-16.
“Vosotros sois la luz del mundo”.
Dijo Jesús a sus discípulos: -"Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?. No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo".
COMENTARIO
El cristiano tiene que “condimentar” el ambiente en el que vive: Ha de ser sal. Y la sal a veces consistirá en sembrar paz, alegría, compañía, consuelo, esperanza. Otras veces tendrá que dar sentido a situaciones especiales, acontecimientos peculiares, sacar de dudas o tambaleos, porque debe ser luz. A veces, dice el Señor, la sal se vuelve “sosa”: Cuando escondo mi fe, cuando tengo miedo de mostrar mi criterio cristiano, cuando no doy testimonio de mi esperanza..., estoy siendo sal sosa, sin sustancia, simple y pura apariencia. Cuando presentamos el gozo de estar viviendo el Evangelio de Jesús, estamos siendo luz para los demás.
ORACIÓN
Señor que no pierda la alegría del Evangelio, la ilusión de la fe, el compromiso por una vida más humana, más cristiana; ni me falte la esperanza de hacer un mundo más justo. Sobre todo Señor que no me falte la esperanza en Ti y en tu promesa de Salvación. Quiero vivir unidad y para que mi vida sea luz para el mundo que mi vida alumbre a los de mi casa a los que la rodean. Que mis obras buenas te den gloria Padre del cielo. Amén. Que mis obras buenas te den gloria Padre del cielo. Amén.
Del Evangelio de san
Marcos 6,53-56.
“Los que lo tocaban se ponían sanos”.
Jesús y sus discípulos, terminada la travesía, tocaron tierra en Genesaret, y atracaron. Apenas desembarcados, algunos lo reconocieron, y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaban los enfermos en camillas. En la aldea o pueblo o caserío donde llegaba, colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos el borde de su manto; y los que lo tocaban se ponían sanos.
COMENTARIO
Dios no abandona al hombre-mujer a su propia suerte. Cristo inició la obra de restauración, como una segunda creación. Dios no se desentiende de la suerte de los hombres-mujeres, es superior al mal y quiere ponerle remedio. Pero así como no pidió permiso para crearlo, la obra de restauración no se lleva a cabo sin la colaboración libre del hombre-mujer. En múltiples pasajes del Evangelio se realza con fuerza la presencia del mal en el mundo y del poder de Jesús sobre las fuerzas del mal. Que estos relatos engendren en nosotros la fe en Jesús nuestro Salvador.
ORACIÓN
Tu Palabra Señor, me invita a la contemplación, porque eres Tú quien me habla y me haces descubrir tu Personalidad en todo lo que dices. Transforma mi lectura en una profunda mirada que busca tu Presencia y llega a encontrar un rostro amigo, con una sonrisa divina, a través de tu Palabra. Que, enriqueciéndose con un texto que es vida, mi alma y mi corazón puedan encontrar en Ti un descanso que les abra a un conocimiento cargado de amor.
Del Evangelio de san Marcos 7,1-13.
Se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavarse las manos, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: -“¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?”. Él les contestó: -“Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”.
COMENTARIO
Cuando se procede según la letra, llega un momento en que uno cree haberlo hecho todo cuando en realidad no ha hecho nada. Hay que pensar en términos de amor. El amor es una exigencia que nunca dice “basta”. Si las prácticas se omiten, el corazón se alejará más. Pero la mera ejecución de las prácticas, nunca pueden dejarnos satisfechos. Son sólo un primer elemento para evaluar nuestra religiosidad, a condición de leerlo todo en clave de corazón. Ahora bien, en el cristianismo el amor tiene un nombre: Jesucristo. ¿En qué hago consistir fundamentalmente mi religiosidad?.
ORACIÓN
No dejes Señor que encierre mi vida religiosa en unas fórmulas muertas; ni en el cumplimiento de unas normas. No permitas que sea infiel al Evangelio mutilando su contenido o anteponiendo la letra al Espíritu, o poniendo atención en lo accesorio y olvidando lo principal. Dame crecer en profundidad interior, crecer en cumplir tus preceptos Señor y honrarte con el corazón. Señor, concédeme crecer en profundidad interior.
Del Evangelio de san
Marcos 7,14-23.
“Lo que sale de dentro
es lo que hace impuro al hombre”.
Llamó
Jesús a la gente y les dijo: -“Escuchad y entended: Nada que entre de fuera
puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al
hombre”. Y siguió: -"Lo que sale de
dentro, eso sí mancha al hombre. Porque
de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las
fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes,
desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al
hombre impuro”.
COMENTARIO
Con
su enseñanza sobre lo puro e impuro Jesús reconoce que todo participa de la
bondad inicial de la creación. Las cosas
no son puras o impuras, sagradas o profanas, en sí mismas, sino a través del
corazón del hombre, a cuya libertad queda el mal o buen uso de ellas. El Evangelio de Jesús venía a establecer un
nuevo orden de prioridades: El corazón, es decir, el centro de la persona,
abierto a Dios.
ORACIÓN
Señor limpia mi corazón, limpia lo empañado de mi corazón, ilumina lo oscuro de mi corazón purifícame de juicios negativos, de segundas intenciones; libérame de los apegos y prejuicios y dame un corazón transparente. Señor transforma mi corazón y mi mente; ábreme los ojos del corazón. Libera mi corazón de envidias, fraudes, difamación, frivolidad. Señor limpia mi corazón.
Del Evangelio de san
Marcos 7,24-30.
“Los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños”.
Jesús fue a la región de Tiro. Una mujer le rogaba que echase el demonio de su hija. Él le dijo: -“No está bien echarles a los perros el pan de los hijos”. Pero ella replicó: -“Tienes razón, Señor; pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños”. Él le contestó: -“Anda, vete, que, por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija”. Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.
COMENTARIO
Una mujer cananea se acerca a Jesús y en su humildad se contenta con las migajas que caen de la mesa del banquete. Es una mujer de fe. Sólo pide una mínima atención de ese amor de Jesús distribuido en abundancia a todos los hijos de Israel. Por la fe, esta humilde mujer se convierte en “hija del Padre”. Su fe provoca la admiración de Jesús. La acción de la gracia de Dios hace posible el milagro cuando hay fe.
ORACIÓN
Bendito seas Dios de ternura porque siempre das tu gracia a quién cree en Ti. Hazme conocer que soy hijo tuyo, y que Tú siempre quieres darme el pan de la vida. Que pueda colaborar, con mi fe a que tu bondad se manifieste en mi vida. Que por la fe eche los demonios del egoísmo, la mentira, la envidia. Que por la fe sepa que no tengo derechos ante Ti, sino posibilidad de vivir el amor que canta en el corazón y ensancha el alma que se ve sanada.
Del Evangelio de san
Marcos 7,31-37.
“Hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
Le presentaron a Jesús un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: -"Ábrete". Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Y en el colmo del asombro decían: -“Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
COMENTARIO
La sordera en el Antiguo Testamento es símbolo de la dureza de corazón. Es el pecado que más reprocha Dios a su pueblo. Jesús a este que es sordo y mudo le abre su vida al mundo de la comunicación humana y religiosa. En el bautismo los oídos y la lengua quedan abiertos para oír y proclamar la palabra de Dios. Pero muchos oídos que se abrieron entonces se han taponado pronto para toda palabra del espíritu. ¿Está nuestro oído abierto?. Saber oír es condición para el diálogo entre nosotros y con Dios.
ORACIÓN
Alabado seas Dios Salvador, que no nos abandonas en nuestras debilidades ni aceptas que el Maligno nos destruya. Tu Hijo Jesús nos rehabilita para una vida nueva; Él dice: ‘Ábrete’, y se nos abren los oídos a la comunicación y a tu palabra. Él toca nuestra lengua y nos abrimos al diálogo y a la alabanza. Él extiende su mano y nosotros quedamos curados. ¡Qué admirables son tus obras, Señor, dueño de la vida!. Bendito seas por siempre.
Memoria
de la Bienaventurada Virgen María de Lourdes. Cuatro años después de la proclamación de su
Inmaculada Concepción, la Santísima Virgen se apareció en repetidas ocasiones a
la humilde joven santa María Bernarda Soubirous en los montes Pirineos, junto
al río Gave, en la gruta de Massabielle, de la población de Lourdes, y desde
entonces aquel lugar es frecuentado por muchos cristianos, que acuden
devotamente a rezar.
Del Evangelio de san
Marcos 8,1-10.
“La gente comió hasta quedar satisfecha”.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: -"Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer”. Y les preguntó: -"¿Cuántos panes tenéis?". Ellos contestaron: -"Siete". Tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos cuantos peces; Jesús los bendijo, y mandó que los sirvieran también. La gente comió hasta quedar satisfecha, eran unos cuatro mil.
COMENTARIO
El milagro de los panes, como el maná del desierto, es un signo que prefigura la eucaristía que Cristo instituyó la víspera de su pasión con los mismos gestos y lenguaje de la multiplicación. Pero también es un signo de la convocatoria universal a la salvación y al banquete del reino de Dios. En la mesa de la Eucaristía, aquí prefigurada, ese pan compartido será el cuerpo de Cristo que da vida eterna al que lo come.
ORACIÓN
Bondadoso Padre, créanos de nuevo a través de tu Hijo Jesucristo. Libéranos de lo que nos ata. Envíanos tu Santo Espíritu para que nos capacites a compartir tu trabajo de reconstruir nuestro mundo y restaurar la justicia. Señor Jesús, enséñanos a ser generosos, a compartir nuestros bienes y cualidades. Llénanos de tu alegría para celebrar la vida en plenitud. Fortalécenos para ser una comunidad de amor creciendo por la fuerza del sacramento de la Eucaristía. Amén.
LECTURA DE LA PALABRA
EN CLIMA DE ORACIÓN
1.
Hago silencio, exterior e interior.
Estoy
en la presencia del Señor
Contemplo a Dios que me quiere, me acoge, me escucha, me habla.
2.
Petición:
«Humildemente te pido, a ti, Señor, que eres la luz verdadera y la fuente misma de toda luz, que, meditando fielmente tu Palabra, viva siempre en tu claridad. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor».
3.
Palabra de Dios:
Leo tranquila y detenidamente el texto evangélico para hoy, en comunión con toda la Iglesia. Me fijo bien en todos los detalles.
4.
Ante la Palabra
leída:
Ø ¿Qué dice este texto? (Lectura honda: circunstancias, actitudes…).
Ø ¿Qué me dice a mí, personalmente? (Meditación).
Ø Desde esto, ¿qué te digo yo ahora, Señor? (Oración).
Ø ¡Quiero identificarme contigo, Señor!. ¿Qué hacer?.
(Contemplación, iluminación de mi vida concreta).
5.
Oración:
Hay una oración-reflexión propia de cada día, como inicio de respuesta
al texto evangélico. Al final puede
añadirse la siguiente:
«Gracias, Señor, por tu presencia y tu cercanía en este rato de
oración; y por la luz y la fuerza que me has dado. Ayúdame a vivir según tu voluntad y sirviendo
siempre a mis hermanos/as. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor».