CARTA PASTORAL
Cuaresma,
camino de amor
y
compromiso cristiano
Cádiz, 25 de Febrero de 2009
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
ESQUEMA
Introducción.
Primera parte: Cuaresma, conversión y ayuno
1.- Necesidad de conversión.
2.- Subida a Jerusalén.
3.- Purificación para el camino.
4.- El ayuno.
5.- El ayuno que Dios quiere es ayudar a los parados.
6.- Los signos de los tiempos.
Segunda parte: Reflexión cristiana ante la crisis
1.- “Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo y he escuchado el clamor… pues ya conozco sus angustias y sufrimientos” (Éxodo 3,7).
2.- “Tu eres mi protector y mi escudo, yo confío en tu palabra” (Salmo 118, 114).
3.- “¿Qué tenemos que hacer, hermanos?” (Hechos 2, 37).
Tercera parte: “Algo nuevo está brotando ya, ¿no lo notáis?” (Is 43,19)
1.- ¿Hay una nueva alternativa?
2.- ¿Hay motivos para la esperanza?
Cuarta parte: A modo de conclusión
1.- Situación, esperanza y responsabilidad.
2.- María, Nuestra Señora de los Dolores.
Anexo para el trabajo personal y en los grupos.
Primera parte: Cuaresma, conversión y ayuno
1.- Necesidad de conversión.
2.- Subida a Jerusalén.
3.- Purificación para el camino.
4.- El ayuno.
5.- El ayuno que Dios quiere es ayudar a los parados.
6.- Los signos de los tiempos.
Segunda parte: Reflexión cristiana ante la crisis
1.- “Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo y he escuchado el clamor… pues ya conozco sus angustias y sufrimientos” (Éxodo 3,7).
2.- “Tu eres mi protector y mi escudo, yo confío en tu palabra” (Salmo 118, 114).
3.- “¿Qué tenemos que hacer, hermanos?” (Hechos 2, 37).
Tercera parte: “Algo nuevo está brotando ya, ¿no lo notáis?” (Is 43,19)
1.- ¿Hay una nueva alternativa?
2.- ¿Hay motivos para la esperanza?
Cuarta parte: A modo de conclusión
1.- Situación, esperanza y responsabilidad.
2.- María, Nuestra Señora de los Dolores.
Anexo para el trabajo personal y en los grupos.
Mis queridos diocesanos:
1. Al disponernos, un año más, a celebrar la Santa Cuaresma, escucho la poderosa llamada de Dios que me urge de nuevo a renovar mi fidelidad a su Palabra y a su amor. Y, como pastor de la Iglesia que peregrina hacia el reino en Cádiz y Ceuta, después de haber escuchado vuestras peticiones: la del consejo pastoral diocesano y del consejo de apostolado seglar, la de las delegaciones de caritas y apostolado seglar, la de los secretariados de pastoral obrera, migraciones, manos unidas, pastoral familiar, justicia y paz y la de los movimientos de hoac y joc, y la de las comunidades parroquiales, deseo invitaros a todos los fieles cristianos, presbíteros, diáconos, religiosos, personas consagradas y laicos, en esta Cuaresma de 2009, a fin de que juntos respondamos ante los acontecimientos y consecuentes sufrimientos de tantas personas y familias afectadas por la crisis económica y social.
2. Todos nosotros, en el Bautismo, fuimos incorporados al misterio pascual de Cristo de modo que, al compartir sus sufrimientos, pudiéramos también participar de su gloria. Este es el itinerario de la Cuaresma como preparación para la Pascua del Señor.
PRIMERA PARTE
CUARESMA, CONVERSIÓN Y AYUNO
CUARESMA, CONVERSIÓN Y AYUNO
1.- Necesidad de conversión
3. La Cuaresma nos invita a hacer un alto en el camino de nuestra vida para preguntarnos si caminamos en la dirección justa. Percibimos que algo nos habremos desviado del sendero recto porque, sin darnos cuenta, emprendemos caminos que no son caminos del Evangelio; y si esto nos ocurre en nuestra vida es, sin duda, porque nos falta fe en el Evangelio.
4. Necesitamos convertirnos, en primer lugar, personalmente. La conversión personal es la piedra angular para el cristiano y para la comunidad eclesial. Porque “no hay humanidad nueva, si no hay hombres nuevos con la novedad del bautismo y de la vida según el Evangelio” (EN 18). Convertirse es, ante todo, en primer término, rechazar el pecado, desdecirnos de todo aquello que en nosotros no coincide con el plan de Dios sobre nuestras vidas. Esta conversión personal tiene también una dimensión esencialmente comunitaria y evangelizadora. La iglesia comienza por evangelizarse a sí misma (cf. EN 15).
2.- Subida a Jerusalén
5. En esta Cuaresma de 2009, nosotros debemos pedir la luz del Espíritu que nos haga comprender mejor el sentido de nuestro camino cuaresmal, y nos haga ver que la Cuaresma debe consistir para nosotros en una “subida a Jerusalén” compartiendo, solidariamente, la situación de tantos y tantas familias que sufren ya en sus vidas esta situación económica y del paro, teniendo los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús.
6. A este propósito, quiero recordar que durante tres años, 2006-2009, estamos trabajando en nuestras comunidades parroquiales y en los distintos movimientos el tema de la familia. Este curso se está trabajando sobre el proyecto de pastoral familiar que sea posible desde nuestra propia realidad. En el curso pastoral 2006-2007 se hizo un análisis de cómo se encontraban las familias de la diócesis en los aspectos social, pastoral y religioso. Me remito a la carta pastoral “Familia cristiana, buena noticia” de Agosto de 2007, donde hice una valoración y análisis de las aportaciones que habían hecho los grupos. Se hacía una denuncia de la situación laboral y económica en la que se encontraban muchas de nuestras familias y, entonces, la crisis no había dado la cara como lo está haciendo en estos momentos.
7. En un esfuerzo de aproximación a la realidad, constatamos que son las familias las que ya están sufriendo, de manera sangrante, las consecuencias de esta crisis económica y social. En todo lo que hagamos, para dar respuesta a esta situación, debemos tener muy presente a la familia, concretamente, en todo aquello que le afecta en lo económico, en lo religioso, en lo moral, en la transmisión de la fe y de los valores evangélicos y en todo lo que se refiere a las relaciones entre los esposos y de estos con los hijos. Es comprensible el desaliento, la angustia, las depresiones, y tantas otras preocupaciones por no poder llegar a fin de mes.
3.- Purificación para el camino
8. Vamos, pues, a emprender de nuevo ese camino cuaresmal que nos conduce hasta la Pascua. Un camino en el que nos ha precedido Cristo y que toda la Iglesia, tradicionalmente, ha concebido como una subida con Cristo a Jerusalén para participar en su misterio pascual.
9. La Cuaresma es un tiempo simbólico de cuarenta días que responde a lo que nos dice el evangelista Mateo (Mt 4,1) que “Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto” antes de comenzar su misión pública. Para la Iglesia es un tiempo de preparación para la celebración de la Pascua en el que los fieles cristianos Cuaresma 2009 practican la oración, la limosna y el ayuno para verificar la fe, avivar la esperanza y acrecentar la caridad. Es el tiempo del catecumenado para los que se han de bautizar en la Pascua, el momento de la conversión acercándonos al sacramento de la reconciliación y, finalmente, es el momento propicio para integrarnos más en la comunidad cristiana. De esta forma nos preparamos a la celebración de la Pascua de Resurrección.
4.- El ayuno
10. Cada año vivimos la experiencia de este camino cuaresmal hacia la Pascua, un camino que exige penitencia y conversión constante, purificación e iluminación de nuestros corazones.
11. El Papa Benedicto XVI nos recuerda en su Mensaje para la Cuaresma de 2009: “la Liturgia nos vuelve a proponer tres prácticas penitenciales a las que la tradición bíblica cristiana confiere un gran valor: la oración, el ayuno y la limosna”. Profundiza el Papa, en su Mensaje de Cuaresma, en las raíces que la tradición bíblica y patrística dedica a la práctica del ayuno. Nos dice que hoy el ayuno ha perdido algo de su valor espiritual, en cambio lo practicamos como una medida terapéutica para la salud.
12. “Al mismo tiempo, –nos sigue diciendo el Papa–, el ayuno nos ayuda a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos… Al escoger libremente privarnos de algo para ayudar a los demás, demostramos concretamente que el prójimo que pasa dificultades no nos es extraño”. En definitiva, ayunar voluntariamente para que otros no lo tengan que hacer forzosamente.
5.- El ayuno que Dios quiere es ayudar a los parados.
13. El Papa Benedicto XVI, en su Mensaje para la Cuaresma de 2009, nos ha hablado del ayuno a favor del prójimo, hagamos ayuno con el fin de apartarnos del resto del egoísmo, del apego excesivo a los bienes materiales o de cualquier otra clase. El verdadero ayuno debe ir unido con el amor al prójimo, como señaló, hace muchos siglos, el profeta Isaías: “el ayuno que yo quiero: partir el pan con el hambriento y recibir en tu casa a los pobres sin hogar” (Is 58,7), alcanza su pleno sentido cuando nos asemejamos a la cruz de Cristo, puesto que en nuestra sociedad actual hay muchos en el paro. Podríamos afirmar: el ayuno que yo quiero es ayudar a los parados.
6.- Los signos de los tiempos
14. Es precisamente esta dimensión solidaria de nuestra vuelta a Dios la que quiero subrayar ante vuestra consideración en este tiempo de cuaresma.
15. Los cristianos llevamos atravesado en nuestro corazón la solicitud por el destino, las angustias y las necesidades de todas las personas creyentes o increyentes, próximas o lejanas. A todos ellos nos envía Dios, ante todo, para comunicarles la grata noticia que dé sentido a toda su vida: “el hombre es amado por Dios”. Este es el profundo y sorprendente anuncio del que la Iglesia es deudora respecto al hombre y cómo ha de llegar a descubrirle en los “signos de los tiempos”.
16. Realmente, el descubrir los signos de los tiempos es una gracia de Dios. El hombre y la mujer de fe es aquella persona que sabe ver lo que Dios nos quiere revelar por medio de los acontecimientos, tanto personales como sociales y mundiales. ¿Pero cómo ver a Dios en la historia, si la forman hechos que dependen de la libertad humana llena, muchas veces, de ambiciones y crímenes? El Concilio Vaticano II cuando habla de los signos de los tiempos se refiere al mundo en el que vivimos “sus esperanzas, sus aspiraciones y contradicciones dramáticas” que con frecuencia le caracterizan. “Le corresponde a la Iglesia -sigue diciendo el Concilio- el deber permanente de escrutar los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio” (GS 4). Tan importante es esto que, en una de las Plegarias Eucarísticas, hacemos esta hermosa petición: “Que todos los miembros de la Iglesia sepamos discernir los signos de los tiempos y crezcamos en la fidelidad al Evangelio; que nos preocupemos de compartir en la caridad las angustias y las tristezas, las alegrías y las esperanzas de los hombres, y así les mostremos el camino de la salvación” (V/c).
17. Mirar la crisis económica y social como un signo de los tiempos puede llevarnos a depurar nuestros sistemas y estructuras económicas para llegar a un sistema que esté más de acuerdo con una comunicación de bienes y en coherencia con el proyecto del Padre Dios. Y, por otra parte, nos puede llevar también a descubrir la miseria del ser humano que se ha dejado llevar por el egoísmo, la codicia, la competitividad, el afán de posesión, su fuerza agresiva… causando tantas injusticias en los más pobres y más débiles de la sociedad. Y lo más dramático es que estos antivalores son propuestos en los medios de comunicación, en la escuela e incluso en la familia.
3. La Cuaresma nos invita a hacer un alto en el camino de nuestra vida para preguntarnos si caminamos en la dirección justa. Percibimos que algo nos habremos desviado del sendero recto porque, sin darnos cuenta, emprendemos caminos que no son caminos del Evangelio; y si esto nos ocurre en nuestra vida es, sin duda, porque nos falta fe en el Evangelio.
4. Necesitamos convertirnos, en primer lugar, personalmente. La conversión personal es la piedra angular para el cristiano y para la comunidad eclesial. Porque “no hay humanidad nueva, si no hay hombres nuevos con la novedad del bautismo y de la vida según el Evangelio” (EN 18). Convertirse es, ante todo, en primer término, rechazar el pecado, desdecirnos de todo aquello que en nosotros no coincide con el plan de Dios sobre nuestras vidas. Esta conversión personal tiene también una dimensión esencialmente comunitaria y evangelizadora. La iglesia comienza por evangelizarse a sí misma (cf. EN 15).
2.- Subida a Jerusalén
5. En esta Cuaresma de 2009, nosotros debemos pedir la luz del Espíritu que nos haga comprender mejor el sentido de nuestro camino cuaresmal, y nos haga ver que la Cuaresma debe consistir para nosotros en una “subida a Jerusalén” compartiendo, solidariamente, la situación de tantos y tantas familias que sufren ya en sus vidas esta situación económica y del paro, teniendo los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús.
6. A este propósito, quiero recordar que durante tres años, 2006-2009, estamos trabajando en nuestras comunidades parroquiales y en los distintos movimientos el tema de la familia. Este curso se está trabajando sobre el proyecto de pastoral familiar que sea posible desde nuestra propia realidad. En el curso pastoral 2006-2007 se hizo un análisis de cómo se encontraban las familias de la diócesis en los aspectos social, pastoral y religioso. Me remito a la carta pastoral “Familia cristiana, buena noticia” de Agosto de 2007, donde hice una valoración y análisis de las aportaciones que habían hecho los grupos. Se hacía una denuncia de la situación laboral y económica en la que se encontraban muchas de nuestras familias y, entonces, la crisis no había dado la cara como lo está haciendo en estos momentos.
7. En un esfuerzo de aproximación a la realidad, constatamos que son las familias las que ya están sufriendo, de manera sangrante, las consecuencias de esta crisis económica y social. En todo lo que hagamos, para dar respuesta a esta situación, debemos tener muy presente a la familia, concretamente, en todo aquello que le afecta en lo económico, en lo religioso, en lo moral, en la transmisión de la fe y de los valores evangélicos y en todo lo que se refiere a las relaciones entre los esposos y de estos con los hijos. Es comprensible el desaliento, la angustia, las depresiones, y tantas otras preocupaciones por no poder llegar a fin de mes.
3.- Purificación para el camino
8. Vamos, pues, a emprender de nuevo ese camino cuaresmal que nos conduce hasta la Pascua. Un camino en el que nos ha precedido Cristo y que toda la Iglesia, tradicionalmente, ha concebido como una subida con Cristo a Jerusalén para participar en su misterio pascual.
9. La Cuaresma es un tiempo simbólico de cuarenta días que responde a lo que nos dice el evangelista Mateo (Mt 4,1) que “Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto” antes de comenzar su misión pública. Para la Iglesia es un tiempo de preparación para la celebración de la Pascua en el que los fieles cristianos Cuaresma 2009 practican la oración, la limosna y el ayuno para verificar la fe, avivar la esperanza y acrecentar la caridad. Es el tiempo del catecumenado para los que se han de bautizar en la Pascua, el momento de la conversión acercándonos al sacramento de la reconciliación y, finalmente, es el momento propicio para integrarnos más en la comunidad cristiana. De esta forma nos preparamos a la celebración de la Pascua de Resurrección.
4.- El ayuno
10. Cada año vivimos la experiencia de este camino cuaresmal hacia la Pascua, un camino que exige penitencia y conversión constante, purificación e iluminación de nuestros corazones.
11. El Papa Benedicto XVI nos recuerda en su Mensaje para la Cuaresma de 2009: “la Liturgia nos vuelve a proponer tres prácticas penitenciales a las que la tradición bíblica cristiana confiere un gran valor: la oración, el ayuno y la limosna”. Profundiza el Papa, en su Mensaje de Cuaresma, en las raíces que la tradición bíblica y patrística dedica a la práctica del ayuno. Nos dice que hoy el ayuno ha perdido algo de su valor espiritual, en cambio lo practicamos como una medida terapéutica para la salud.
12. “Al mismo tiempo, –nos sigue diciendo el Papa–, el ayuno nos ayuda a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos… Al escoger libremente privarnos de algo para ayudar a los demás, demostramos concretamente que el prójimo que pasa dificultades no nos es extraño”. En definitiva, ayunar voluntariamente para que otros no lo tengan que hacer forzosamente.
5.- El ayuno que Dios quiere es ayudar a los parados.
13. El Papa Benedicto XVI, en su Mensaje para la Cuaresma de 2009, nos ha hablado del ayuno a favor del prójimo, hagamos ayuno con el fin de apartarnos del resto del egoísmo, del apego excesivo a los bienes materiales o de cualquier otra clase. El verdadero ayuno debe ir unido con el amor al prójimo, como señaló, hace muchos siglos, el profeta Isaías: “el ayuno que yo quiero: partir el pan con el hambriento y recibir en tu casa a los pobres sin hogar” (Is 58,7), alcanza su pleno sentido cuando nos asemejamos a la cruz de Cristo, puesto que en nuestra sociedad actual hay muchos en el paro. Podríamos afirmar: el ayuno que yo quiero es ayudar a los parados.
6.- Los signos de los tiempos
14. Es precisamente esta dimensión solidaria de nuestra vuelta a Dios la que quiero subrayar ante vuestra consideración en este tiempo de cuaresma.
15. Los cristianos llevamos atravesado en nuestro corazón la solicitud por el destino, las angustias y las necesidades de todas las personas creyentes o increyentes, próximas o lejanas. A todos ellos nos envía Dios, ante todo, para comunicarles la grata noticia que dé sentido a toda su vida: “el hombre es amado por Dios”. Este es el profundo y sorprendente anuncio del que la Iglesia es deudora respecto al hombre y cómo ha de llegar a descubrirle en los “signos de los tiempos”.
16. Realmente, el descubrir los signos de los tiempos es una gracia de Dios. El hombre y la mujer de fe es aquella persona que sabe ver lo que Dios nos quiere revelar por medio de los acontecimientos, tanto personales como sociales y mundiales. ¿Pero cómo ver a Dios en la historia, si la forman hechos que dependen de la libertad humana llena, muchas veces, de ambiciones y crímenes? El Concilio Vaticano II cuando habla de los signos de los tiempos se refiere al mundo en el que vivimos “sus esperanzas, sus aspiraciones y contradicciones dramáticas” que con frecuencia le caracterizan. “Le corresponde a la Iglesia -sigue diciendo el Concilio- el deber permanente de escrutar los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio” (GS 4). Tan importante es esto que, en una de las Plegarias Eucarísticas, hacemos esta hermosa petición: “Que todos los miembros de la Iglesia sepamos discernir los signos de los tiempos y crezcamos en la fidelidad al Evangelio; que nos preocupemos de compartir en la caridad las angustias y las tristezas, las alegrías y las esperanzas de los hombres, y así les mostremos el camino de la salvación” (V/c).
17. Mirar la crisis económica y social como un signo de los tiempos puede llevarnos a depurar nuestros sistemas y estructuras económicas para llegar a un sistema que esté más de acuerdo con una comunicación de bienes y en coherencia con el proyecto del Padre Dios. Y, por otra parte, nos puede llevar también a descubrir la miseria del ser humano que se ha dejado llevar por el egoísmo, la codicia, la competitividad, el afán de posesión, su fuerza agresiva… causando tantas injusticias en los más pobres y más débiles de la sociedad. Y lo más dramático es que estos antivalores son propuestos en los medios de comunicación, en la escuela e incluso en la familia.
SEGUNDA PARTE
REFLEXIÓN CRISTIANA ANTE LA CRISIS
REFLEXIÓN CRISTIANA ANTE LA CRISIS
18. Los cristianos, como afirma un texto antiguo en la Carta a Diogneto: “somos lo que el alma para el cuerpo”, hasta tal punto que nos sentimos responsables de la suerte de todos los hombres y de la marcha del mundo. En esta Cuaresma, Dios nos llama y nos envía, como llamó y envió a Moisés para la liberación de su pueblo en Egipto, a fin de que conozcamos la situación económica y de paro por la que estamos pasando.
19. Ahora bien, en nuestro mundo actual, son muchos los obstáculos que impiden la plena realización del hombre y son demasiadas las cadenas que esclavizan, oscureciendo su glorioso destino de ser imagen y semejanza de Dios.
1.- “Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo y he escuchado el clamor… pues ya conozco sus angustias y sufrimientos” (Exodo 3,7).
20. Tratemos de ver esta situación con la mirada de Dios. Este conocimiento y responsabilidad actual, tal y como Dios la ve, nos compromete, además, a ser instrumentos de la fuerza del Evangelio para hacer posible el pleno conocimiento y ejercicio de la dignidad del hombre, a través de la defensa y protección de su vida y libertad y nos esforcemos por construir una sociedad más justa y solidaria.
21. En nuestro mundo actual son muchas las amenazas que se ciernen hoy sobre la vida humana: el hambre que padece un tercio de la humanidad; la violencia contra las mujeres, que en muchas ocasiones, terminan en tragedia; los accidentes de tráfico, consecuencia, casi siempre, de la irresponsabilidad; la muerte de trabajadores, en muchos casos, fruto de un liberalismo económico desbordado; las drogas que merman la libertad y arrancan la vida de tantos jóvenes; el drama del aborto que, a su gravedad intrínseca, por su dimensión voluntaria y querida de un ser humano por decisión de sus padres, se une la tragedia de su aceptación por parte de algunos. Y, en estos momentos, estamos viviendo la situación económica y del paro de forma global.
22. Según los datos facilitados por el Ministerio de Trabajo, en enero de este año, nos encontramos en la provincia de Cádiz con más de 151.000 parados, correspondiendo a la diócesis de Cádiz cerca de 84.000. Ha crecido más del 50% con relación al 2008 en poblaciones como Benalup, Conil, Chiclana, Jimena, San José del Valle y San Roque. Precisamente en estas poblaciones donde había crecido más el trabajo en épocas anteriores. Y en cuanto a lo que se refiere a la Diócesis de Ceuta son ya cerca de 7.500 las personas que están sin trabajo. Los expertos hablan de una posibilidad de 4 millones de parados en toda España, lógicamente, estos números aumentarán también entre nosotros. Sin duda, uno de los peores efectos de la crisis económica es el aumento del paro, porque lleva consigo el empobrecimiento y las dificultades vitales de las personas y de las familias.
23. Pero resulta aún más sangrante la situación de tantas familias donde han quedado todos sus miembros sin trabajo y no digamos nada de aquellos trabajadores y trabajadoras que ya no reciben ni siquiera la ayuda familiar. Los datos constatados que nos aporta caritas son tremendamente significativos: las familias que actualmente se atienden en las caritas parroquiales han aumentado en un 55%.
24. Esta situación se ceba más en los emigrantes, los jóvenes y las mujeres. Pero, qué decir del último informe APDHA en el que se denuncia que en Cádiz y provincia 111.000 personas se encuentran en situación de pobreza grave, malviviendo con 6 euros diarios.
25. No podemos olvidar que entre las víctimas de la crisis nos encontramos con los países más empobrecidos que van en aumento de forma imparable. Cerca de 1.000 millones de personas pasan hambre y lo más inmoral es que, de ellos, 10 millones son niños que mueren al año por falta de lo más elemental. ¡Dios mío, esto es para perder el sueño!
26. Desde hace unos años vengo denunciando, en mis cartas pastorales con motivo del 1 de mayo, la recesión económica que padece nuestras gentes. Esto era una crisis anunciada cuyos efectos más trágicos estamos padeciendo en estos momentos.
27. Pero por muy completas que sean las estadísticas y muy preocupantes los datos expuestos, hay unas causas externas o técnicas que han provocado esta situación de crisis económica y social. Por una parte la crisis financiera surge de la continua incitación al endeudamiento y, consecuentemente, a la falta de ahorro familiar. De esto se han beneficiado las multinacionales y los sectores más pudientes de la sociedad, tanto en España como en el mundo. Los expertos venían hablando ya de la burbuja inmobiliaria, cuyos efectos están sufriendo ahora tantos parados de la construcción. Los gobiernos de muchos países, entre ellos España, han pensado que una solución para tapar esta crisis financiera es la de inyectar grandes cantidades de dinero en las entidades financieras; es una cantidad de dinero 300 veces mayor que la que se entrega a la FAO para la emergencia contra el hambre en el mundo. Los expertos, según la posición en que se coloquen, dan una u otra razón de las causas, de los efectos y las soluciones de la crisis.
28. Considero que a nosotros, esta Cuaresma de 2009, nos invita a hacer un examen serio de conciencia y a cambiar aquellas orientaciones operativas de nuestra vida que contradicen la verdad fundamental del hombre. Se pueden cambiar las estructuras financieras y económicas; tenemos la esperanza que esto sea así para que se establezca la justicia social pero, además de este “pecado estructural”, existe el pecado personal del egoísmo, la codicia, la avaricia y el de la falta de control y sobriedad que deberíamos revisar en esta Cuaresma. Si los corazones de las personas no cambian y se convierten, se reformará la estructura pero, al poco tiempo, caeremos en la misma situación. Mucho tiene que cambiar el sistema económico actual y mucho tenemos que cambiar nosotros también. Es esta una ocasión para que todos revisemos nuestras actitudes según nos pide Dios al observar estos nuevos signos de los tiempos.
2.- “Tu eres mi protector y mi escudo, yo confío en tu palabra” (Salmo 118, 114).
29. Esta síntesis de los datos para el conocimiento de la situación no soluciona la situación actual de paro que sigue presente como uno de los grandes problemas sociales de nuestro tiempo, y manifiesta que “hay algo que no funciona y concretamente en los puntos más críticos y de mayor relieve social” (LE 18). Nuestra colaboración solidaria tampoco puede resolver tan gran problema social, pero los católicos estamos llamados a denunciar las causas y los efectos del mismo y a hacer cuanto de nosotros dependa para mitigarlo.
30. Los católicos, ante las dificultades reales para solucionar este problema, no podemos caer en el desánimo, pues tenemos la firme convicción de nuestra fe en la fuerza del Espíritu de Dios, que es el único capaz de transformar los corazones de piedra en corazones de carne y dar vida a los huesos inanimados. Por ello, permitidme, hermanos, que esta Cuaresma de 2009, como una subida a Jerusalén, os haga una llamada a compartir los sufrimientos y un esfuerzo de solidaridad con las familias que ya están padeciendo la situación económica y el paro, confiados en la Palabra de Dios, expresada en la Iglesia, que ilumina los signos de los tiempos y abre caminos nuevos a seguir.
31. Con humildad y valentía a la vez, os presento para el estudio y contemplación de esta subida a Jerusalén, unos pasajes iluminativos a tener presente en este camino que manifiesten que Dios no abandona a su pueblo, dado que cuenta con profetas que no se cansan de proclamar sus preferencias por los pobres. Así ante una crisis social y de identidad del pueblo de Israel, el profeta Jeremías grita: “Así dice el Señor: Practicad el derecho y la justicia, arrancad al oprimido del poder del opresor; no oprimáis al emigrante, al huérfano y a la viuda.” Y más adelante sigue diciendo: “¡Ay de aquél que edifica su casa con injusticias y sus pisos violando el derecho; que hace trabajar al prójimo de balde sin pagarle su sueldo” (22, 3 y 13). Dios no abandona a su pueblo que cuenta con profetas que no se cansan de proclamar sus preferencias por los pobres.
32. Jesús anuncia y practica en plenitud con su propia vida el amor preferencial por los enfermos y los pobres y se comprometió con los problemas sociales de entonces: “para dar vista a los ciegos, liberar a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” (Lc 4,18). Jesús tiene credibilidad y autoridad para dictar principios a sus seguidores marcándoles su opción por los marginados: con los niños (Mc 10, 13-16); con los extranjeros y de otras culturas en la parábola del buen samaritano (Lc 10, 30-37); con los pecadores públicos en el caso de Zaqueo (Lc 19,1-10); y con los que sufren enfermedad (Lc 13,10-13).
33. Frente a un mundo de desigualdades y de miserias, volcado en el ganar, gastar y gozar, Jesús nos propone que sólo cabe compartir, como en la multiplicación de los panes (Mc 8,1-19); desacralizar las riquezas como en la escena del joven que quiere seguir a Jesús (Mt 19,16-22) y apasionarse por la justicia y la solidaridad, como nos describe el juicio de las naciones (Mt 25,34‑46). Finalmente, a aquellos que quieren ocupar puestos importantes, Jesús propone servir con sencillez a los demás, como en la escena de los hijos de Zebedeo (Mc 10,35-45).
34. Ya San Ambrosio en el siglo IV clamaba: “El Señor Dios quiso que esta tierra fuera poseída en comunidad por todos los hombres, ofreciendo sus productos para el bien de todos, pero es la avaricia la que reparte el derecho de propiedad”. Y, un siglo antes, San Clemente de Alejandría dijo: “Dios creó el género humano para la comunicación y la comunión de unos con otros, como Él que empezó a repartir de lo suyo, y a todos los hombres suministró su Logos común, y todo lo hizo por todos. Luego todo es común, y no pretendan los ricos tener más que los demás”.
35. A partir del siglo XIX hasta nuestros días, la Doctrina Social de la Iglesia viene dando respuestas a los problemas sociales y económicos del momento. Esta enseñanza social de la Iglesia más que una teoría está orientada a la acción, así lo propuso Juan Pablo II: “Para la Iglesia, el mensaje social del Evangelio no puede considerarse como una teoría, sino, por encima de todo, un fundamento y un estímulo para la acción” (CA 57). De esta enseñanza social de la Iglesia emanan una serie de principios fundamentales que iluminan y dan repuesta a la situación de crisis económica que estamos viviendo. De entre ellos:
36. El principio fundamental es el de la dignidad de la persona. La misión de Jesús y el ejemplo de su vida han dejado claro la dignidad de la persona humana, las necesidades de los más débiles y las víctimas de la injusticia (SRS 42). Esta dignidad de la persona humana se basa en el hecho de que ha sido creada a imagen y semejanza de Dios. El ser humano es sujeto de derechos y deberes, de ahí que todos los bienes de la tierra deban ordenarse en función de la persona, centro y cima de todos los bienes de la tierra.
37. La dignidad de la persona no se concretaría sin este otro principio: el destino universal de los bienes formulado por el Concilio Vaticano II de esta manera tan clara y precisa: “Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad” (GS 69). Este principio, para que sea efectivo, tiene que ser acompañado por la dimensión solidaria y fraterna de todas las personas y de todos los pueblos.
38. Juan Pablo II nos recuerda: “La Iglesia proclama y no cesa de trabajar por descubrir el valor del trabajo humano, y denuncia el fenómeno del paro, como resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano” (LE 8) Y más tarde dice: “Ante la realidad actual, en cuya estructura se encuentran profundamente insertos tantos conflictos, causados por el hombre, …se debe ante todo recordar un principio enseñado siempre por la Iglesia. Es el principio de la prioridad del trabajo sobre el capital… Este principio es una verdad evidente, que se deduce de toda la experiencia histórica del hombre” (LE 12). En cuanto a las relaciones económicas, resulta perverso e inmoral la explotación del trabajador en beneficio del capital. La falta de trabajo puede convertirse en una verdadera calamidad social, siendo particularmente dolorosa en lo que respecta a los jóvenes. La obligación de prestar subsidio a favor de los desocupados es una obligación que brota del principio fundamental de orden moral en este campo del derecho a la vida y a la subsistencia (LE 18). Si la Iglesia de Cádiz y Ceuta es solidaria con los parados, dejará entrever el reinado de Dios.
3.- ¿Qué tenemos que hacer, hermanos? (Hechos 2,37).
39. Cuando aquellos hombres y mujeres escucharon a Pedro su discurso sobre Jesús muerto y resucitado, quedaron tocados en el fondo de sus corazones y, fue entonces, cuando preguntaron qué debían hacer. Es cierto que, cuando nos llega la Palabra al fondo del corazón, nos formulamos la pregunta sobre lo que hay que hacer para ser consecuentes con esa experiencia personal de Dios.
40. Una vez que el clamor de las personas que sufren las consecuencias de la situación de crisis económica ha llegado hasta nosotros y que Dios nos ha revelado a través de su Palabra y de la Enseñanza de la Iglesia que todo esto es un signo nuevo de los tiempos, considero que somos interpelados por la pregunta de qué debemos hacer.
41. Somos conscientes de que la solución de la crisis económica y de paro en la que nos encontramos insertos, supera nuestras posibilidades. Pero estamos convencidos de que podemos hacer mucho más de lo que estamos haciendo.
42. Es verdad que las pequeñas cosas no cambian las estructuras, pero pueden cambiar a los hombres, que son los que deben cambiar las estructuras. Muchos nos hacemos a veces la pregunta: “¿Qué debe ser primero la reforma personal o la social?” La respuesta debe ir encaminada para acometer simultáneamente las dos. Se dice, con acierto, que si las estructuras no cambian, no podrán ser justas las personas. Si las personas no se convierten, no podrán cambiar las estructuras.
43. Teniendo en cuenta la situación descrita, os ofrezco algunas propuestas que pueden responder a la pregunta de qué podemos hacer:
● 1º Revisar nuestra vida personal en esta Cuaresma sobre nuestros descontroles: egoísmo, avaricia, codicia, deseos de aparentar, deseos de poseer cosas y la falta de vida sobria y sencilla. Esto lo podemos hacer personalmente o dentro de nuestros grupos de formación.
● 2º Conocer y saber lo que es pasar por la situación económica y de paro en las familias sin trabajo, jóvenes sin empleo ni esperanza, barrios marginados que carecen de casi todo lo necesario, promoviendo una adecuada toma de conciencia por parte de la comunidad cristiana que nos lleve a una actitud de solidaridad cristiana.
● 3º Atender, de manera especial, a las familias emigrantes. Y, para todos, crear unos espacios de atención y seguimiento para que entre todos se puedan encontrar soluciones conjuntas. Os propongo, con todo cariño, y sé que se hace, intensificar el acompañamiento de las personas y las de familias que vengan en busca de nuestra ayuda.
● 4º Recortar, por parte de los empresarios cristianos y de buena voluntad, las ganancias económicas en favor de mantener los puestos de trabajo, evitando los despidos. Es el momento de una justa negociación.
● 5º Entregar, empezando por mí, los sacerdotes, religiosos, religiosas y todos los cristianos de la diócesis, el 10% (el diezmo) de nuestro salario a Caritas Diocesana para los afectados por la crisis. Al menos podría hacerse esta acción durante toda la Cuaresma como limosna penitencial. Consumir menos para que otros puedan consumir.
● 6º Pongamos atención a las informaciones y propuestas que durante todo este tiempo de la crisis nos haga Caritas Diocesana que será la que distribuya entre las caritas parroquiales más necesitadas lo que generosamente vayamos entregando. Caritas nos indicará la forma más efectiva de hacerlo. Es fundamental la coordinación. Así aparece en el Plan Diocesano de Pastoral de este curso, como una tarea comunitaria de la mesa de los bienes.
● 7º Pero no basta con las acciones personales, también debemos tomar conciencia de esta situación Cuaresma 2009 en nuestras instituciones diocesanas. Por esto pido a las parroquias, a las hermandades y cofradías, a las delegaciones y secretariados, a las comunidades neocatecumenales y carismáticas, a los movimientos y asociaciones que, de sus propios ingresos, hagan también un signo visible de solidaridad y sobriedad. La Conferencia Episcopal Española ha distribuido entre las Caritas Diocesanas la cantidad de 2 millones de euros.
● 8º Concienciar, por parte de los párrocos y catequistas, a los que celebren algunos de los Sacramentos para que sean sobrios tanto en el momento de la celebración litúrgica como en la fiesta que, con tal motivo, se suele realizar.
● 9º Volver a releer en los grupos algunos textos de la Doctrina Social de la Iglesia para replantearnos los valores cristianos que siempre, pero ahora más, deberíamos tener presentes.
● 10º Hacer oraciones en la Eucaristía, en las celebraciones litúrgicas y en la catequesis de los niños, para que Dios inspire a los gobernantes y ayude a todos los hombres y mujeres a encontrar las justas soluciones al problema de la crisis económica y social.
19. Ahora bien, en nuestro mundo actual, son muchos los obstáculos que impiden la plena realización del hombre y son demasiadas las cadenas que esclavizan, oscureciendo su glorioso destino de ser imagen y semejanza de Dios.
1.- “Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo y he escuchado el clamor… pues ya conozco sus angustias y sufrimientos” (Exodo 3,7).
20. Tratemos de ver esta situación con la mirada de Dios. Este conocimiento y responsabilidad actual, tal y como Dios la ve, nos compromete, además, a ser instrumentos de la fuerza del Evangelio para hacer posible el pleno conocimiento y ejercicio de la dignidad del hombre, a través de la defensa y protección de su vida y libertad y nos esforcemos por construir una sociedad más justa y solidaria.
21. En nuestro mundo actual son muchas las amenazas que se ciernen hoy sobre la vida humana: el hambre que padece un tercio de la humanidad; la violencia contra las mujeres, que en muchas ocasiones, terminan en tragedia; los accidentes de tráfico, consecuencia, casi siempre, de la irresponsabilidad; la muerte de trabajadores, en muchos casos, fruto de un liberalismo económico desbordado; las drogas que merman la libertad y arrancan la vida de tantos jóvenes; el drama del aborto que, a su gravedad intrínseca, por su dimensión voluntaria y querida de un ser humano por decisión de sus padres, se une la tragedia de su aceptación por parte de algunos. Y, en estos momentos, estamos viviendo la situación económica y del paro de forma global.
22. Según los datos facilitados por el Ministerio de Trabajo, en enero de este año, nos encontramos en la provincia de Cádiz con más de 151.000 parados, correspondiendo a la diócesis de Cádiz cerca de 84.000. Ha crecido más del 50% con relación al 2008 en poblaciones como Benalup, Conil, Chiclana, Jimena, San José del Valle y San Roque. Precisamente en estas poblaciones donde había crecido más el trabajo en épocas anteriores. Y en cuanto a lo que se refiere a la Diócesis de Ceuta son ya cerca de 7.500 las personas que están sin trabajo. Los expertos hablan de una posibilidad de 4 millones de parados en toda España, lógicamente, estos números aumentarán también entre nosotros. Sin duda, uno de los peores efectos de la crisis económica es el aumento del paro, porque lleva consigo el empobrecimiento y las dificultades vitales de las personas y de las familias.
23. Pero resulta aún más sangrante la situación de tantas familias donde han quedado todos sus miembros sin trabajo y no digamos nada de aquellos trabajadores y trabajadoras que ya no reciben ni siquiera la ayuda familiar. Los datos constatados que nos aporta caritas son tremendamente significativos: las familias que actualmente se atienden en las caritas parroquiales han aumentado en un 55%.
24. Esta situación se ceba más en los emigrantes, los jóvenes y las mujeres. Pero, qué decir del último informe APDHA en el que se denuncia que en Cádiz y provincia 111.000 personas se encuentran en situación de pobreza grave, malviviendo con 6 euros diarios.
25. No podemos olvidar que entre las víctimas de la crisis nos encontramos con los países más empobrecidos que van en aumento de forma imparable. Cerca de 1.000 millones de personas pasan hambre y lo más inmoral es que, de ellos, 10 millones son niños que mueren al año por falta de lo más elemental. ¡Dios mío, esto es para perder el sueño!
26. Desde hace unos años vengo denunciando, en mis cartas pastorales con motivo del 1 de mayo, la recesión económica que padece nuestras gentes. Esto era una crisis anunciada cuyos efectos más trágicos estamos padeciendo en estos momentos.
27. Pero por muy completas que sean las estadísticas y muy preocupantes los datos expuestos, hay unas causas externas o técnicas que han provocado esta situación de crisis económica y social. Por una parte la crisis financiera surge de la continua incitación al endeudamiento y, consecuentemente, a la falta de ahorro familiar. De esto se han beneficiado las multinacionales y los sectores más pudientes de la sociedad, tanto en España como en el mundo. Los expertos venían hablando ya de la burbuja inmobiliaria, cuyos efectos están sufriendo ahora tantos parados de la construcción. Los gobiernos de muchos países, entre ellos España, han pensado que una solución para tapar esta crisis financiera es la de inyectar grandes cantidades de dinero en las entidades financieras; es una cantidad de dinero 300 veces mayor que la que se entrega a la FAO para la emergencia contra el hambre en el mundo. Los expertos, según la posición en que se coloquen, dan una u otra razón de las causas, de los efectos y las soluciones de la crisis.
28. Considero que a nosotros, esta Cuaresma de 2009, nos invita a hacer un examen serio de conciencia y a cambiar aquellas orientaciones operativas de nuestra vida que contradicen la verdad fundamental del hombre. Se pueden cambiar las estructuras financieras y económicas; tenemos la esperanza que esto sea así para que se establezca la justicia social pero, además de este “pecado estructural”, existe el pecado personal del egoísmo, la codicia, la avaricia y el de la falta de control y sobriedad que deberíamos revisar en esta Cuaresma. Si los corazones de las personas no cambian y se convierten, se reformará la estructura pero, al poco tiempo, caeremos en la misma situación. Mucho tiene que cambiar el sistema económico actual y mucho tenemos que cambiar nosotros también. Es esta una ocasión para que todos revisemos nuestras actitudes según nos pide Dios al observar estos nuevos signos de los tiempos.
2.- “Tu eres mi protector y mi escudo, yo confío en tu palabra” (Salmo 118, 114).
29. Esta síntesis de los datos para el conocimiento de la situación no soluciona la situación actual de paro que sigue presente como uno de los grandes problemas sociales de nuestro tiempo, y manifiesta que “hay algo que no funciona y concretamente en los puntos más críticos y de mayor relieve social” (LE 18). Nuestra colaboración solidaria tampoco puede resolver tan gran problema social, pero los católicos estamos llamados a denunciar las causas y los efectos del mismo y a hacer cuanto de nosotros dependa para mitigarlo.
30. Los católicos, ante las dificultades reales para solucionar este problema, no podemos caer en el desánimo, pues tenemos la firme convicción de nuestra fe en la fuerza del Espíritu de Dios, que es el único capaz de transformar los corazones de piedra en corazones de carne y dar vida a los huesos inanimados. Por ello, permitidme, hermanos, que esta Cuaresma de 2009, como una subida a Jerusalén, os haga una llamada a compartir los sufrimientos y un esfuerzo de solidaridad con las familias que ya están padeciendo la situación económica y el paro, confiados en la Palabra de Dios, expresada en la Iglesia, que ilumina los signos de los tiempos y abre caminos nuevos a seguir.
31. Con humildad y valentía a la vez, os presento para el estudio y contemplación de esta subida a Jerusalén, unos pasajes iluminativos a tener presente en este camino que manifiesten que Dios no abandona a su pueblo, dado que cuenta con profetas que no se cansan de proclamar sus preferencias por los pobres. Así ante una crisis social y de identidad del pueblo de Israel, el profeta Jeremías grita: “Así dice el Señor: Practicad el derecho y la justicia, arrancad al oprimido del poder del opresor; no oprimáis al emigrante, al huérfano y a la viuda.” Y más adelante sigue diciendo: “¡Ay de aquél que edifica su casa con injusticias y sus pisos violando el derecho; que hace trabajar al prójimo de balde sin pagarle su sueldo” (22, 3 y 13). Dios no abandona a su pueblo que cuenta con profetas que no se cansan de proclamar sus preferencias por los pobres.
32. Jesús anuncia y practica en plenitud con su propia vida el amor preferencial por los enfermos y los pobres y se comprometió con los problemas sociales de entonces: “para dar vista a los ciegos, liberar a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” (Lc 4,18). Jesús tiene credibilidad y autoridad para dictar principios a sus seguidores marcándoles su opción por los marginados: con los niños (Mc 10, 13-16); con los extranjeros y de otras culturas en la parábola del buen samaritano (Lc 10, 30-37); con los pecadores públicos en el caso de Zaqueo (Lc 19,1-10); y con los que sufren enfermedad (Lc 13,10-13).
33. Frente a un mundo de desigualdades y de miserias, volcado en el ganar, gastar y gozar, Jesús nos propone que sólo cabe compartir, como en la multiplicación de los panes (Mc 8,1-19); desacralizar las riquezas como en la escena del joven que quiere seguir a Jesús (Mt 19,16-22) y apasionarse por la justicia y la solidaridad, como nos describe el juicio de las naciones (Mt 25,34‑46). Finalmente, a aquellos que quieren ocupar puestos importantes, Jesús propone servir con sencillez a los demás, como en la escena de los hijos de Zebedeo (Mc 10,35-45).
34. Ya San Ambrosio en el siglo IV clamaba: “El Señor Dios quiso que esta tierra fuera poseída en comunidad por todos los hombres, ofreciendo sus productos para el bien de todos, pero es la avaricia la que reparte el derecho de propiedad”. Y, un siglo antes, San Clemente de Alejandría dijo: “Dios creó el género humano para la comunicación y la comunión de unos con otros, como Él que empezó a repartir de lo suyo, y a todos los hombres suministró su Logos común, y todo lo hizo por todos. Luego todo es común, y no pretendan los ricos tener más que los demás”.
35. A partir del siglo XIX hasta nuestros días, la Doctrina Social de la Iglesia viene dando respuestas a los problemas sociales y económicos del momento. Esta enseñanza social de la Iglesia más que una teoría está orientada a la acción, así lo propuso Juan Pablo II: “Para la Iglesia, el mensaje social del Evangelio no puede considerarse como una teoría, sino, por encima de todo, un fundamento y un estímulo para la acción” (CA 57). De esta enseñanza social de la Iglesia emanan una serie de principios fundamentales que iluminan y dan repuesta a la situación de crisis económica que estamos viviendo. De entre ellos:
36. El principio fundamental es el de la dignidad de la persona. La misión de Jesús y el ejemplo de su vida han dejado claro la dignidad de la persona humana, las necesidades de los más débiles y las víctimas de la injusticia (SRS 42). Esta dignidad de la persona humana se basa en el hecho de que ha sido creada a imagen y semejanza de Dios. El ser humano es sujeto de derechos y deberes, de ahí que todos los bienes de la tierra deban ordenarse en función de la persona, centro y cima de todos los bienes de la tierra.
37. La dignidad de la persona no se concretaría sin este otro principio: el destino universal de los bienes formulado por el Concilio Vaticano II de esta manera tan clara y precisa: “Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad” (GS 69). Este principio, para que sea efectivo, tiene que ser acompañado por la dimensión solidaria y fraterna de todas las personas y de todos los pueblos.
38. Juan Pablo II nos recuerda: “La Iglesia proclama y no cesa de trabajar por descubrir el valor del trabajo humano, y denuncia el fenómeno del paro, como resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano” (LE 8) Y más tarde dice: “Ante la realidad actual, en cuya estructura se encuentran profundamente insertos tantos conflictos, causados por el hombre, …se debe ante todo recordar un principio enseñado siempre por la Iglesia. Es el principio de la prioridad del trabajo sobre el capital… Este principio es una verdad evidente, que se deduce de toda la experiencia histórica del hombre” (LE 12). En cuanto a las relaciones económicas, resulta perverso e inmoral la explotación del trabajador en beneficio del capital. La falta de trabajo puede convertirse en una verdadera calamidad social, siendo particularmente dolorosa en lo que respecta a los jóvenes. La obligación de prestar subsidio a favor de los desocupados es una obligación que brota del principio fundamental de orden moral en este campo del derecho a la vida y a la subsistencia (LE 18). Si la Iglesia de Cádiz y Ceuta es solidaria con los parados, dejará entrever el reinado de Dios.
3.- ¿Qué tenemos que hacer, hermanos? (Hechos 2,37).
39. Cuando aquellos hombres y mujeres escucharon a Pedro su discurso sobre Jesús muerto y resucitado, quedaron tocados en el fondo de sus corazones y, fue entonces, cuando preguntaron qué debían hacer. Es cierto que, cuando nos llega la Palabra al fondo del corazón, nos formulamos la pregunta sobre lo que hay que hacer para ser consecuentes con esa experiencia personal de Dios.
40. Una vez que el clamor de las personas que sufren las consecuencias de la situación de crisis económica ha llegado hasta nosotros y que Dios nos ha revelado a través de su Palabra y de la Enseñanza de la Iglesia que todo esto es un signo nuevo de los tiempos, considero que somos interpelados por la pregunta de qué debemos hacer.
41. Somos conscientes de que la solución de la crisis económica y de paro en la que nos encontramos insertos, supera nuestras posibilidades. Pero estamos convencidos de que podemos hacer mucho más de lo que estamos haciendo.
42. Es verdad que las pequeñas cosas no cambian las estructuras, pero pueden cambiar a los hombres, que son los que deben cambiar las estructuras. Muchos nos hacemos a veces la pregunta: “¿Qué debe ser primero la reforma personal o la social?” La respuesta debe ir encaminada para acometer simultáneamente las dos. Se dice, con acierto, que si las estructuras no cambian, no podrán ser justas las personas. Si las personas no se convierten, no podrán cambiar las estructuras.
43. Teniendo en cuenta la situación descrita, os ofrezco algunas propuestas que pueden responder a la pregunta de qué podemos hacer:
● 1º Revisar nuestra vida personal en esta Cuaresma sobre nuestros descontroles: egoísmo, avaricia, codicia, deseos de aparentar, deseos de poseer cosas y la falta de vida sobria y sencilla. Esto lo podemos hacer personalmente o dentro de nuestros grupos de formación.
● 2º Conocer y saber lo que es pasar por la situación económica y de paro en las familias sin trabajo, jóvenes sin empleo ni esperanza, barrios marginados que carecen de casi todo lo necesario, promoviendo una adecuada toma de conciencia por parte de la comunidad cristiana que nos lleve a una actitud de solidaridad cristiana.
● 3º Atender, de manera especial, a las familias emigrantes. Y, para todos, crear unos espacios de atención y seguimiento para que entre todos se puedan encontrar soluciones conjuntas. Os propongo, con todo cariño, y sé que se hace, intensificar el acompañamiento de las personas y las de familias que vengan en busca de nuestra ayuda.
● 4º Recortar, por parte de los empresarios cristianos y de buena voluntad, las ganancias económicas en favor de mantener los puestos de trabajo, evitando los despidos. Es el momento de una justa negociación.
● 5º Entregar, empezando por mí, los sacerdotes, religiosos, religiosas y todos los cristianos de la diócesis, el 10% (el diezmo) de nuestro salario a Caritas Diocesana para los afectados por la crisis. Al menos podría hacerse esta acción durante toda la Cuaresma como limosna penitencial. Consumir menos para que otros puedan consumir.
● 6º Pongamos atención a las informaciones y propuestas que durante todo este tiempo de la crisis nos haga Caritas Diocesana que será la que distribuya entre las caritas parroquiales más necesitadas lo que generosamente vayamos entregando. Caritas nos indicará la forma más efectiva de hacerlo. Es fundamental la coordinación. Así aparece en el Plan Diocesano de Pastoral de este curso, como una tarea comunitaria de la mesa de los bienes.
● 7º Pero no basta con las acciones personales, también debemos tomar conciencia de esta situación Cuaresma 2009 en nuestras instituciones diocesanas. Por esto pido a las parroquias, a las hermandades y cofradías, a las delegaciones y secretariados, a las comunidades neocatecumenales y carismáticas, a los movimientos y asociaciones que, de sus propios ingresos, hagan también un signo visible de solidaridad y sobriedad. La Conferencia Episcopal Española ha distribuido entre las Caritas Diocesanas la cantidad de 2 millones de euros.
● 8º Concienciar, por parte de los párrocos y catequistas, a los que celebren algunos de los Sacramentos para que sean sobrios tanto en el momento de la celebración litúrgica como en la fiesta que, con tal motivo, se suele realizar.
● 9º Volver a releer en los grupos algunos textos de la Doctrina Social de la Iglesia para replantearnos los valores cristianos que siempre, pero ahora más, deberíamos tener presentes.
● 10º Hacer oraciones en la Eucaristía, en las celebraciones litúrgicas y en la catequesis de los niños, para que Dios inspire a los gobernantes y ayude a todos los hombres y mujeres a encontrar las justas soluciones al problema de la crisis económica y social.
TERCERA PARTE
“ALGO NUEVO ESTÁ BROTANDO YA¿NO LO NOTÁIS?” (Is 43,19)
“ALGO NUEVO ESTÁ BROTANDO YA¿NO LO NOTÁIS?” (Is 43,19)
1.- ¿Hay una nueva alternativa?
44. Juan Pablo II invitaba a la búsqueda de un “sistema justo” que eliminara “en su raíz” la antinomia entre el trabajo y el capital (cf. LE 13). ¿Cómo sería este nuevo sistema necesario para la hora presente? Aunque no corresponde esta tarea a la Iglesia, sino a los especialistas de la ciencia económica, sí se pide que se trate de buscar un sistema más justo donde aparezca una concepción nueva del ser humano, el hombre solidario y comprometido cuyo motor sea el amor y la misericordia; un ser humano luchador para conseguir una tierra nueva donde haya un nuevo orden económico, ecológico, político y social.
2.-¿Hay motivos para la esperanza?
45. “Esperar contra toda esperanza”, dice San Pablo dirigiéndose a los cristianos romanos (4,18). Como Abrahán esperó, a pesar de la esterilidad de Sara, nosotros tenemos que esperar a pesar de las dificultades de la situación.
46. En esta Cuaresma de 2009 os invito a descubrir de nuevo “cual es la esperanza a la que habéis sido llamados” (Ef 1,18-19). Aunque la situación y la extensión del paro pueda generar desesperanza, los cristianos tenemos la responsabilidad moral de ser germen de esperanza en la sociedad: “Nuestra esperanza debe ser sostenida, más que por la confianza que nos merece la ciencia económica y las nuevas tecnologías, por la fe en el hombre y en Dios. La esperanza de los cristianos nace, en primer lugar, de saber que el Señor está siempre obrando en nosotros y en el mundo, y, en segundo lugar, que también otros hombres colaboran en acciones convergentes de justicia y de paz, porque bajo cualquier aparente indiferencia, existe, en el corazón de cada hombre, una voluntad fraterna y una sed de justicia y de paz que es necesario satisfacer” (OA 48).
47. Por todo ello, debemos seguir predicando la esperanza cristiana, no como evasión de la realidad concreta y de sus problemas reales, sino como un principio de vida, de ilusión y de optimismo. Por otra parte debemos ser testimonio de la esperanza cristiana que se niega al fatalismo de dejar al mundo en su mal, debemos resistir al mal con el bien que lucha por superar la división entre ricos y pobres, entre poderosos y débiles. Debemos ser testimonio de apoyo a iniciativas y organizaciones de hombres de buena voluntad que intentan un mundo unido y fraterno. Debemos ser testimonio siendo profetas que urgen las necesarias reformas políticas, económicas y sociales para que la justicia alcance a todos los hombres y mujeres del mundo.
48. Estamos aún a tiempo de iluminar la sociedad actual de humanismo y racionalidad. A pesar de tanto dolor y sufrimiento de las personas y de las familias por causa de la crisis, no podemos renunciar a la esperanza. Podemos renovar, con nuestras actitudes, con nuestro testimonio y con la ayuda de Dios, una escala de valores donde predomine la responsabilidad y la solidaridad. Con nuestras actitudes cristianas estaremos alimentando la esperanza de un mundo mejor. Sabemos que Dios inspirará nuevos caminos y todos estamos convencidos de que el hombre es capaz de cambio y de más racionalidad.
44. Juan Pablo II invitaba a la búsqueda de un “sistema justo” que eliminara “en su raíz” la antinomia entre el trabajo y el capital (cf. LE 13). ¿Cómo sería este nuevo sistema necesario para la hora presente? Aunque no corresponde esta tarea a la Iglesia, sino a los especialistas de la ciencia económica, sí se pide que se trate de buscar un sistema más justo donde aparezca una concepción nueva del ser humano, el hombre solidario y comprometido cuyo motor sea el amor y la misericordia; un ser humano luchador para conseguir una tierra nueva donde haya un nuevo orden económico, ecológico, político y social.
2.-¿Hay motivos para la esperanza?
45. “Esperar contra toda esperanza”, dice San Pablo dirigiéndose a los cristianos romanos (4,18). Como Abrahán esperó, a pesar de la esterilidad de Sara, nosotros tenemos que esperar a pesar de las dificultades de la situación.
46. En esta Cuaresma de 2009 os invito a descubrir de nuevo “cual es la esperanza a la que habéis sido llamados” (Ef 1,18-19). Aunque la situación y la extensión del paro pueda generar desesperanza, los cristianos tenemos la responsabilidad moral de ser germen de esperanza en la sociedad: “Nuestra esperanza debe ser sostenida, más que por la confianza que nos merece la ciencia económica y las nuevas tecnologías, por la fe en el hombre y en Dios. La esperanza de los cristianos nace, en primer lugar, de saber que el Señor está siempre obrando en nosotros y en el mundo, y, en segundo lugar, que también otros hombres colaboran en acciones convergentes de justicia y de paz, porque bajo cualquier aparente indiferencia, existe, en el corazón de cada hombre, una voluntad fraterna y una sed de justicia y de paz que es necesario satisfacer” (OA 48).
47. Por todo ello, debemos seguir predicando la esperanza cristiana, no como evasión de la realidad concreta y de sus problemas reales, sino como un principio de vida, de ilusión y de optimismo. Por otra parte debemos ser testimonio de la esperanza cristiana que se niega al fatalismo de dejar al mundo en su mal, debemos resistir al mal con el bien que lucha por superar la división entre ricos y pobres, entre poderosos y débiles. Debemos ser testimonio de apoyo a iniciativas y organizaciones de hombres de buena voluntad que intentan un mundo unido y fraterno. Debemos ser testimonio siendo profetas que urgen las necesarias reformas políticas, económicas y sociales para que la justicia alcance a todos los hombres y mujeres del mundo.
48. Estamos aún a tiempo de iluminar la sociedad actual de humanismo y racionalidad. A pesar de tanto dolor y sufrimiento de las personas y de las familias por causa de la crisis, no podemos renunciar a la esperanza. Podemos renovar, con nuestras actitudes, con nuestro testimonio y con la ayuda de Dios, una escala de valores donde predomine la responsabilidad y la solidaridad. Con nuestras actitudes cristianas estaremos alimentando la esperanza de un mundo mejor. Sabemos que Dios inspirará nuevos caminos y todos estamos convencidos de que el hombre es capaz de cambio y de más racionalidad.
CUARTA PARTE
A MODO DE CONCLUSIÓN
A MODO DE CONCLUSIÓN
1.- Situación, esperanza y responsabilidad.
49. La situación que hemos descrito y contemplado nos deja muy claro que estamos en unos momentos de gracia y que es la hora y asunto de Dios.
50. Los cristianos vemos en esta nueva situación una referencia al fundamento de nuestra esperanza: Dios el Padre de todos los hombres. La espera de la llegada definitiva y gloriosa del Reino de Dios no podrá ser excusa para desentendernos de los hombres en su situación concreta en su vida social, nacional e internacional, más aún, nuestro compromiso con Dios nos exige el compromiso con los hombres.
51. Asumir la propia responsabilidad en la marcha del mundo es preguntarse sinceramente: ¿qué puedo hacer yo, según mis capacidades y mi propia vocación? Esa responsabilidad se ha de concretar, de forma real y práctica, en obras de justicia y de amor por pequeñas que parezcan. Siempre será, al menos, signo y testimonio.
2.- María, Nuestra Señora de los Dolores
52. La Virgen María subió a Jerusalén, silenciosa y anónimamente seguía a Jesús, acompañada de un grupo de mujeres. La tradición nos dice que lo encontró en la calle de la Amargura, cuando Jesús, bajo el peso de la cruz, caminaba hacia el Calvario. Ciertamente estaba allí, junto a la Cruz del Señor y, desde allí, el Señor nos la entregó como Madre. Ella participó de manera singular y excepcional del misterio de la muerte y resurrección del Hijo.
53. Que en nuestra subida a Jerusalén en la Cuaresma del presente año, Ella, modelo de familia trabajadora, esté con nosotros en esta situación de crisis económica y social que padecemos e interceda por nuestras familias. Ella, que sufrió en su carne tanta injusticia, nos conduzca por el camino de la esperanza.
54. Que el mismo Espíritu que condujo a Jesús al desierto aliente y fecunde nuestras intenciones y proyectos en sintonía con los deseos y esperanzas de nuestros hermanos y hermanas que sufren las consecuencias de esta crisis económica.
49. La situación que hemos descrito y contemplado nos deja muy claro que estamos en unos momentos de gracia y que es la hora y asunto de Dios.
50. Los cristianos vemos en esta nueva situación una referencia al fundamento de nuestra esperanza: Dios el Padre de todos los hombres. La espera de la llegada definitiva y gloriosa del Reino de Dios no podrá ser excusa para desentendernos de los hombres en su situación concreta en su vida social, nacional e internacional, más aún, nuestro compromiso con Dios nos exige el compromiso con los hombres.
51. Asumir la propia responsabilidad en la marcha del mundo es preguntarse sinceramente: ¿qué puedo hacer yo, según mis capacidades y mi propia vocación? Esa responsabilidad se ha de concretar, de forma real y práctica, en obras de justicia y de amor por pequeñas que parezcan. Siempre será, al menos, signo y testimonio.
2.- María, Nuestra Señora de los Dolores
52. La Virgen María subió a Jerusalén, silenciosa y anónimamente seguía a Jesús, acompañada de un grupo de mujeres. La tradición nos dice que lo encontró en la calle de la Amargura, cuando Jesús, bajo el peso de la cruz, caminaba hacia el Calvario. Ciertamente estaba allí, junto a la Cruz del Señor y, desde allí, el Señor nos la entregó como Madre. Ella participó de manera singular y excepcional del misterio de la muerte y resurrección del Hijo.
53. Que en nuestra subida a Jerusalén en la Cuaresma del presente año, Ella, modelo de familia trabajadora, esté con nosotros en esta situación de crisis económica y social que padecemos e interceda por nuestras familias. Ella, que sufrió en su carne tanta injusticia, nos conduzca por el camino de la esperanza.
54. Que el mismo Espíritu que condujo a Jesús al desierto aliente y fecunde nuestras intenciones y proyectos en sintonía con los deseos y esperanzas de nuestros hermanos y hermanas que sufren las consecuencias de esta crisis económica.
Reza por vosotros, os quiere y bendice.
+ Antonio, Obispo de Cádiz y Ceuta
+ Antonio, Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 25 de Febrero,
Miércoles de ceniza, de 2009.
Miércoles de ceniza, de 2009.
ANEXO
Para la reflexión personal y el trabajo en los grupos.
1.- Se inicia el encuentro con la invocación al Espíritu Santo.
2.- A continuación se hace una lectura reposada del documento.
3.- ¿Qué parte o párrafos del documento me han impactado e interpelado más? ¿Por qué?
4.- ¿Cómo está afectando la crisis en la comunidad parroquial o en el grupo donde planteo y vivo la fe? ¿Qué datos tengo?
5.- ¿Qué puedo hacer de las ofertas que plantea el documento en el número 43?
6.- Se concluye rezando todos juntos la oración diocesana para el Jubileo Paulino:
1.- Se inicia el encuentro con la invocación al Espíritu Santo.
2.- A continuación se hace una lectura reposada del documento.
3.- ¿Qué parte o párrafos del documento me han impactado e interpelado más? ¿Por qué?
4.- ¿Cómo está afectando la crisis en la comunidad parroquial o en el grupo donde planteo y vivo la fe? ¿Qué datos tengo?
5.- ¿Qué puedo hacer de las ofertas que plantea el documento en el número 43?
6.- Se concluye rezando todos juntos la oración diocesana para el Jubileo Paulino:
ORACIÓN AL APÓSTOL PABLO
Apóstol Pablo,
apasionado de Cristo y de su evangelio.
Intercede por nosotros los cristianos.
Que podamos decir contigo:
apasionado de Cristo y de su evangelio.
Intercede por nosotros los cristianos.
Que podamos decir contigo:
“Para mí la vida es Cristo”
Ayúdanos a convertirnos en apóstoles de Jesús,
en un mundo necesitado de Dios y de humanidad.
Que no nos cansemos de luchar en
Ayúdanos a convertirnos en apóstoles de Jesús,
en un mundo necesitado de Dios y de humanidad.
Que no nos cansemos de luchar en
el noble combate de la vida cristiana.
Que construyamos comunidades eclesiales auténticas
vivificadas por el Espíritu de Jesús.
Alabamos junto contigo a Dios, nuestro Padre.
A él la gloria y a Jesucristo, el Señor,
por los siglos de los siglos. Amén
Que construyamos comunidades eclesiales auténticas
vivificadas por el Espíritu de Jesús.
Alabamos junto contigo a Dios, nuestro Padre.
A él la gloria y a Jesucristo, el Señor,
por los siglos de los siglos. Amén