La importancia de las palabras.
Más que las caras, los espejos de las almas son las palabras. El lenguaje humano y cada uno de sus elementos -la peculiar pronunciación de los sonidos, la particular construcción gramatical y la singular elección de las palabras- retratan las diferentes constituciones psicológicas, los característicos talantes morales y los singulares gustos estéticos de cada ser humano: descubren, además, la idiosincrasia de los grupos humanos en los que cada uno de nosotros estamos integrados.
El vocabulario de los hablantes es uno de los criterios más fiables para conocer nuestros contenidos interiores, los valores que guardamos en nuestras mentes y en nuestros corazones y, también, para constatar las distancias que separan nuestras ideas de nuestros comportamientos. En los discursos políticos actuales son llamativas la ausencia o la escasez de palabras tan importantes como “belleza”, “bondad”, “bien” y “verdad”, esos valores que, como es sabido, constituyen las bases de la vida humana, de la coherencia moral, del bienestar psicológico, de la convivencia familiar y de la paz social. Fíjense, por ejemplo, cómo la palabra “virtud” casi ha desaparecido. La reducción del bienestar humano a la economía, además de ser una ingenua simplificación del bienestar humano, entraña un empobrecimiento dañino de la vida individual, familiar y social. Nos hace más vulnerables porque devalúan los demás bienes personales y colectivos.
El vocabulario de los hablantes es uno de los criterios más fiables para conocer nuestros contenidos interiores, los valores que guardamos en nuestras mentes y en nuestros corazones y, también, para constatar las distancias que separan nuestras ideas de nuestros comportamientos. En los discursos políticos actuales son llamativas la ausencia o la escasez de palabras tan importantes como “belleza”, “bondad”, “bien” y “verdad”, esos valores que, como es sabido, constituyen las bases de la vida humana, de la coherencia moral, del bienestar psicológico, de la convivencia familiar y de la paz social. Fíjense, por ejemplo, cómo la palabra “virtud” casi ha desaparecido. La reducción del bienestar humano a la economía, además de ser una ingenua simplificación del bienestar humano, entraña un empobrecimiento dañino de la vida individual, familiar y social. Nos hace más vulnerables porque devalúan los demás bienes personales y colectivos.
José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente en nuestro “blog”, sobre las Claves del bienestar humano el sentido de la dignidad humana y el nuevo humanismo. Actualmente, nos envía también una reseña semanal sobre libros de pensamiento cristiano, evangelización, catequesis y teología. Con la intención, de informar, de manera clara y sencilla, de temas y de pensamientos actuales, que gustosamente publicamos en nuestro “blog”.
ARTÍCULOS EN EL FARO DE CEUTA:
https://elfarodeceuta.es/autor/jose-antonio-hernandez-guerrero
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