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UNA MIRADA CRISTIANA DEL TRABAJO HUMANO Y EL BIEN COMÚN
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LA VIDA DEL MUNDO OBRERO Y DE LOS POBRES,
CON MISERICORDIA Y COMPASIÓN.


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viernes, 12 de diciembre de 2014

LA CUMBRE DEL G-20
por Conchi Vallejo Quintero




Leo con estupor que en la cumbre del G-20 se constató que España dejó atrás el tiempo en que su economía era una preocupación mundial, y ahora, tras las reformas realizadas es ya vista como un ejemplo de superación.



Y yo me pregunto: si los dirigentes del resto de países saben que desde que empieza la crisis económica en el año 2.008, las distintas políticas económicas de los gobernantes, a nivel nacional, algunas, y otras impuestas por la Comunidad Europea, han propiciado el aumento del paro, pérdida de derechos de los trabajadores, bajada de salarios, empleo precario, aumento de la pobreza y de la exclusión social de millones de personas, miles de desahucios de familias trabajadoras que se han quedado sin sus viviendas, jóvenes –los mejores formados en toda la historia– que se ven obligados a emigrar a otros países porque en España no tienen futuro, recortes en sanidad y en educación, la deuda pública alcanza el 100% del PIB, Cáritas y otras ONG desbordadas ante tantas demandas de ayuda…


ESPAÑA PARTICIPA EN EL "G20" EN SU CONDICIÓN DE PAÍS INVITADO
Rajoy llega a Brisbane para participar en la cumbre del G20



Por el contrario, vemos como el gobierno rescata la banca con dinero público; las reformas laborales favorecen al empresario en detrimento de los derechos de los trabajadores; las 20 personas más ricas de España poseen las mismas riquezas que 14 millones de españoles; se hacen leyes que favorecen a los defraudadores; no se realiza ninguna propuesta para reducir el número de políticos tanto a nivel nacional, autonómico y local; tampoco se estudia la posibilidad de eliminar algunas instituciones de dudosa utilidad para la ciudadanía como el Senado y las Diputaciones Provinciales; no se eliminan, ni en tiempos de crisis, los privilegios de algunos políticos, y para colmo resulta que un número importante de los políticos de este país, son corruptos, personas ambiciosas e insaciables que no les importa nada el sufrimiento del pueblo al que tienen que servir.



La canciller alemana Angela Merkel y el presidente estadounidense Barack Obama forman parte de la Cumbre del G20 / EFE



No digamos de empresarios, obligados por su profesión a crear riqueza para el progreso económico de la sociedad. ¿A qué ejemplo de superación se refieren? Se me viene a la memoria el pasaje del Evangelio de Mt.23,4, referido a la hipocresía de los maestros de la ley y de los fariseos: “Atan cargas pesadas e insoportables y las echan a los hombros del pueblo, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas”.


Conchi Vallejo
Por el Equipo G.Rovirosa HOAC-Cádiz


HACIA UN NUEVO HUMANISMO:
«24.- Consumismo»,

por José Antonio Hernández Guerrero



Estoy de acuerdo con los que afirman que consumir es un ejercicio necesario y, por lo tanto, saludable y bueno, sobre todo,… para mejorar la macroeconomía. Es cierto que, para sobrevivir y para crecer -como todos sabemos- necesitamos gastar tiempo, consumir energías e invertir dinero, pero también es verdad que es malo no gastar cuando, como ocurre con el avariento, acumulando nos consumimos, nos encogemos, adelgazamos y, paradójicamente, nos empobrecemos humanamente.


Comprar, impulsados por un ansia irreprimible o animados por la ubicua publicidad, es también perjudicial porque, al generar una mayor ansiedad, se reduce nuestra libertad. Resulta paradójico que, en estos momentos en los que luchamos por alcanzar mayores libertades, progresivamente nos vayamos haciendo más obedientes a la influencia sutil -y en ocasiones asfixiante- de la publicidad, esa fuerza tan irracional, tan interesada y tan poderosa.


Cada día invertimos más dinero y más tiempo en comprar bienes materiales, en adquirir objetos y servicios de consumo que nos restan las energías y nos despojan de unos bienes inmateriales que son mucho más necesarios y más gratificantes: nos merman la libertad, la tranquilidad, el ocio y, en consecuencia, nos limitan la cantidad y la calidad de la vida humana. Acepto que, de vez en cuando, nos permitamos el lujo de hacernos a nosotros mismos un regalo, pero a condición de que, antes de comprar unos nuevos pantalones, miremos nuestro armario para comprobar si lo necesitamos y, sobre todo, que cuando decidamos gastar dinero, pensemos en los que están mucho más necesitados que nosotros.


José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente, sobre el sentido de la dignidad humana en «Hacia un nuevo humanismo».
23.- «Arrepentirse»,