20 de junio: Día Mundial de las Personas Refugiadas
Reivindicamos nuestra identidad como tierra de acogida.
Nuestra
tierra siempre ha sido tierra de inclusión, paso y estancia de muchas gentes de
muy diversas procedencias, de todas las culturas y de todas las creencias. Al
tiempo muchas gaditanas y gaditanos también tuvieron que emigrar y han sido
recibidos y acogidos en muchas otras tierras.
Por ello
las gentes de Cádiz hemos expresado de mil formas nuestra voluntad de acogida
de quienes llaman a nuestras puertas.
Mientras tanto el gobierno de España, que se
comprometió a acoger a 17.337 personas de las que huyen de la guerra y el
terror, apenas ha acogido al 7,5 % de ellas. A este ritmo se tardarían 22 años
en cumplir este mínimo compromiso humanitario.
Denunciamos que mientras los gobiernos pierden el tiempo, miles de
personas pierden la vida.
Cuando se cuestiona el derecho a sobrevivir y se culpabiliza a quienes
huyen. Cuando decenas de miles de personas han perdido la vida en el
Mediterráneo en los últimos treinta años. Cuando sólo durante 2016 fueron 5.000
los muertos y en lo que va de año van más de 1.300, muchas de ellas niñas y
niños. Cuando ante tal catástrofe humanitaria no se conmueven los cimientos ni
se alteran las conciencias, es que algo muy grave está sucediendo en toda
Europa.
Defendemos el derecho a huir de la injusticia, de la guerra y de la
muerte
La
situación es insostenible. Cada vez son más las personas que huyen de los
conflictos armados, de la violencia y de la vulneración de sus derechos, en la
que ya se ha convertido en la mayor crisis humanitaria de migrantes y
refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. En pleno siglo XXI.
Exigimos que los derechos
humanos se respeten en las fronteras
Ante ello Europa levanta muros cada vez más altos, construye
alambradas e instala concertinas, intenta cerrar fronteras a cal y canto,
endurece las políticas de asilo, despliega patrulleras, ejércitos y drones,
llega acuerdos inhumanos con países como Turquía para expulsar a los que logran
pasar y presiona y compra a los países africanos para que ellos se encarguen de
ejercer de guardias de fronteras de la Unión Europea. Ante los pobres y
perseguidos levantamos nuestra fortaleza europea llena de inhumanidad y
crueldad, invirtiendo para ello ingentes cantidades de recursos que podrían ser
empleados en mejorar la situación de las personas.
Defendemos la cultura de los derechos humanos frente al miedo, el odio
y la indiferencia.
Con esta política de migración y asilo están alimentando los
sentimientos más oscuros del ser humano: Crecen en toda Europa el odio, el
racismo, la xenofobia… Esas políticas se han convertido en un verdadero veneno
que está generando una cultura de crueldad y rechazo hacia los pobres, hacia la
gente más vulnerable y -particularmente- hacia quienes llaman a nuestras
puertas. Crece también alimentada por esa política de los dirigentes europeos,
quienes mejor predican y defienden el odio, las organizaciones de la más
siniestra ultraderecha. Al fin y al cabo, Europa, sus gobiernos, han terminado
por hacer suyo su discurso.
Sabemos que salvar la
vida es un impulso más poderoso que todos los muros y fronteras.
Pero es inútil. Es cruelmente inútil. Por
mucho que hayan desatado una verdadera guerra contra los migrantes, las
personas continuarán intentando llegar porque las razones que las llevan a
subirse a una patera de muerte o sortear una alambrada punzante, son más
fuertes y terribles que los muros que podamos levantar en su camino.
Declaramos que crear espacios para la acogida es un
imperativo y condición para la conciencia
Por todo
ello es necesario y urgente que toda la ciudadanía, colectivos, partidos,
asociaciones, entidades y movimientos sociales seamos capaces de movilizarnos
para decir alto y claro lo que queremos.
·
Queremos una Europa Acogedora, NO una Europa
Fortaleza.
·
Que se proteja el derecho a la vida y al refugio, NO
que se vulneren los derechos de las personas que intentan llegar a nuestras
fronteras huyendo de la muerte.
·
Que se acoja a estas personas cumpliendo con la
legislación internacional y que se cumplan los compromisos y obligaciones
adquiridos. NO se puede expulsar a nadie a países no seguros.
Por todas estas razones,
el próximo martes 20 de junio, en el Día Mundial de las Personas Refugiadas,
saldremos a la calle para mostrar nuestra solidaridad con los que sufren y
nuestra indignación con los que lo permiten. Saldremos a la calle para exigir
al Gobierno de España -y a la UE en su conjunto- que no jueguen con la vida de
millones de personas y ofrezca unas políticas migratorias y de acogida que
garanticen los derechos humanos.
ADHESIONES