Queridos
amigos/as:
Recibid
un saludo muy cordial.
Queremos hacerle partícipe e invitarle a la Eucaristía que se celebrará por el eterno descanso del padre
JOSÉ VITINI DÍEZ (Pepe Vitini), fallecido el pasado 28 de enero de 2014, en su ciudad natal de San Fernando (Cádiz),
a los 68 años de edad y 38 de sacerdocio.
La
Eucaristía, tendrá lugar D.m. el próximo:
DIA: Jueves,
20 de febrero de 2014.
HORA: 7:30 de la tarde.
LUGAR: Parroquia de San Benito Abad
de Puerto Real (Cádiz), Barriada 512
Viviendas,
C/ Real 203 Cont.
Pepe
Vitini, fue cura obrero en Astilleros de Puerto Real,
hasta su jubilación. Acompañó y promocionó
la Pastoral Obrera en la diócesis y sus movimientos apostólicos de JOC y HOAC, principalmente
durante el tiempo que estuvo en Puerto Real, en su primera etapa como vicario
en la parroquia de San Sebastián, y en su última etapa como párroco en San
Benito Abad.
Se ruega una oración
por su eterno descanso.
Concédele
Señor, el descanso eterno.
Y brille para él la luz perpetua.
Descanse en paz.
Amén.
Su alma y las de todos los fieles difuntos
descansen en paz, por la misericordia del Señor.
Amén.
Nos hacemos eco de algunos enlaces en su Memoria:
IN MEMORIAM P. PEPE VITINI. La sencillez, la nobleza, la humildad le hicieron
hacerse uno de tantos.
!Gracias, Señor,
por su testimonio!
●
Carta de Alfonso Aguirre Cabezas, con motivo de la toma de posesión como
párroco de San Benito Abad de Puerto Real del sacerdote don José Vitini Díez:
MISA DE DIFUNTOS
POR PEPE VITINI
Celebrada
el 20 de febrero de 2014
Apoc 14,13;
S 22 1,3a-4.5.6; Mt 6,51-59
Homilia de Antonio Troya
Introducción: Dichosos los que mueren en
el Señor. Hoy nos hemos reunido como comunidad cristiana
para recordar a nuestro amigo Pepe Vitini, para dar gracias a Dios por su vida,
y para pedir a Dios que, por los méritos de Jesucristo, lo reciba presto en su
Casa del Cielo, a fin de que viva con Él eternamente. Quien vivió aquí para
Dios y para los hermanos, justo es que ahora goce de Dios, y forme parte de la
asamblea de los elegidos. «¡Dichosos ya los muertos que mueren en el
Señor! Sí (dice el Espíritu), que descansen de sus fatigas, porque sus obras
los acompañan.»
1. Un Hombre de Dios. La celebración de esta Eucaristía en Puerto Real nos traslada a muchos
de nosotros a otra Eucaristía celebrada muy cerca de aquí, en la parroquia de
San Sebastián con ocasión de la ordenación sacerdotal de Pepe y algunos compañeros.
Aquella fue una misa multitudinaria. La iglesia estaba repleta de gente, muchos
de ellos trabajadores de Matagorda, no pocos, cristianos por su bautismo, pero
bastante alejados de la Iglesia. Pero aquel era un día especial. Se ordenaba de
cura Pepe Vitini. Y, ¿a qué iban allí en esta ocasión? Aquello no era un
homenaje al amigo bueno, o al compañero que compartía fatigas y defendía sus
derechos. No, aquello era la ordenación sacerdotal de un obrero y sus
compañeros iban a estar con él en el momento de su ordenación como sacerdote,
porque veían en él a un hombre de Dios y lo veneraban como tal. Muchos de
ellos, a pesar de su tibia pertenencia a la Iglesia se sentían atraídos por
aquel hombre que ofrecía su vida para que Jesús de Nazaret estuviera de algún
modo presente entre ellos y los llenara de sus dones. Esto lo materializaron en
un signo elocuente: al final de la celebración pusieron sobre el altar, en el
que habíamos recordado la entrega de Cristo para la salvación de los hombres,
los atuendos del obrero: un mono, un casco y una botas. Es como si quisieran
expresar que Pepe con su opción por el trabajo unía su entrega a la de Jesús
para que los obreros llegaran a la fe que salva.
2. Al servicio de todos. Porque Pepe era en verdad un hombre de Dios.
Optó por el trabajo para estar muy cerca de los trabajadores y, sin ninguna pretensión
de proselitismo, mostrarle las riquezas del Jesús que compartió también con
ellos el trabajo. Y de tal manera tenía claro este objetivo que nunca quiso
participar en grupos que pudieran suponer división; se mantuvo siempre al
margen de ellos, considerando que su misión consistía solamente en un
testimonio claro del amor de Jesucristo a los obreros. Para él la fuerza de
Jesús era suficiente para cambiar las situaciones injustas. No quiere decir esto
que no participara en las reivindicaciones justas de sus compañeros: también
Jesús lo habría hecho sin ninguna duda.
A su misión evangelizadora entre los obreros unió
siempre su labor en la iglesia local. No sólo porque esta se enriqueció
notablemente por su labor en el astillero, sino porque trabajaba por formar
comunidades cristianas. Con gran amor y empeño trabajó en el barrio de Jarana
en comunión con las religiosas de Vedruna; también en el Río San Pedro, donde
construyó su primera iglesia. Y también merece una mención la fuerza
irradiadora de su persona que crea en los demás amistad y, yo diría, transcendencia.
De su última etapa en esta parroquia sabéis vosotros mucho más que yo y, si
alguno quiere, puede exponerlo. A mí se me quedan muchas cosas por decir, pero
no es ocasión ni debemos alargar esta celebración.
Conclusión: Una acción de gracias por
Pepe. Pero la vida de Pepe no es para contarla, sino
para imitarla: para imitar su entrega a Dios y su amor a Jesucristo en
cualquier lugar y situación en que nos encontremos. Y también para dar gracias
a Dios porque ni nuestra sociedad ni siquiera nuestra Iglesia está sobrada de
testimonios que avalen personalmente el evangelio de Jesús. Hagamos, pues, de
esta Eucaristía una acción de gracias, a la que seguramente se unirá nuestro
amigo y hermano Pepe desde el cielo.