Autor: Leonardo Boff
Uno de los factores que está dificultando la salida del caos económico-financiero es la escasez de líderes inspiradores. Los momentos de crisis promueven líderes carismáticos que proporcionan enfoque y sentido de dirección. El buen líder es el que capta los anhelos profundos del momento, sabe darles una expresión, crearles una metáfora y, sobre todo, sabe suscitar entusiasmo y energías para realizar cosas que a muchos les parecerían imposibles.
El líder debe servir a una causa que es mayor que él, la causa de todo un pueblo, y ahora, de toda la humanidad. Por eso, el líder no puede ser víctima de los intereses de grupos. El buen líder está continuamente desafiando la opinión pública para rechazar soluciones maquilladas y negarse a salidas convencionales que sólo tranquilizan pero no transforman el caos en creativo y generativo.
El encuentro de los G-20 el 2 de abril en Londres superó las expectativas, pues se elaboró un consenso global que puede ser eficaz para rescatar el equilibrio perdido. Barack Obama y Lula despuntaron como líderes inspiradores. Lula, recordando la pobreza en el mundo y Obama insistiendo en que el rescate debe ser verde, es decir, que ya no puede ser hecho a costa de la devastación de la naturaleza como ocurría hasta ahora.
El Presidente Lula ha mostrado ser un líder valeroso al afirmar: esta crisis fue provocada por hombres blancos, de ojos azules que presidían bancos e instituciones que dictaban normas para los demás, pero que ellos mismos no las seguían. Hoy están desmoralizados porque sus ideas eran trucos baratos. Ellos tenían una ideología imperial de dominación del mundo.
Mauro Santayana, el príncipe de los analistas políticos brasileros, nos reveló recientemente en un artículo del Jornal do Brasil (26/03) el plan estadounidense de dominación del mundo que estuvo oculto durante más de cuarenta años. Dicen los documentos ahora revelados: «la soberanía supranacional de una elite intelectual y de banqueros es seguramente preferible a la autodeterminación nacional practicada en los siglos pasados». En nombre de este propósito imperial se hicieron intervenciones económicas, políticas, culturales y militares en casi todas partes del mundo. Es la razón por la que Estados Unidos mantiene 700 bases militares en el mundo, con 500 mil soldados sirviendo en el exterior. Es el espíritu de Davos, donde los señores del mundo se reúnen anualmente no para pensar acerca de los problemas de la Tierra, de los pobres, de las mujeres, del hambre... sino sobre las monedas, los mercados, el crecimiento y los propios intereses. Es el más craso materialismo.
Este espíritu montado sobre el falso liderazgo, la mentira, la arrogancia y la violencia se derrumbó ahora junto con el sistema que lo sostenía. Obama muestra clara conciencia de este hecho. Lula fue uno de los pocos líderes mundiales que tuvo el valor de decir las verdades delante del Primer Ministro de Inglaterra, Gordon Brown, que nos visitó en marzo. Sólo espíritus mediocres que aún albergan dentro de sí al colonizador, y que se alinean incondicionalmente con el poder dominante, hicieron críticas al Presidente como si lo que dijo fuese expresión de racismo. No entendieron la metáfora y desvelaron lo que esconden: su sometimiento a la potencia más fuerte.
Pero llegará el día en que el espíritu de Porto Alegre, altermundista, generoso, amante de la vida y de la Tierra verá que su sueño comienza a realizarse. El liderazgo inspirador de Lula, de Evo Morales, de Fernando Lugo, de Rafael Correa y de Barack Obama hará que las potencialidades de lo nuevo, arrancadas del océano infinito de la Energía de fondo que sustenta todo el universo y cada ser, se vuelvan realidad. La humanidad y la Tierra lo merecen. Sólo así podrán seguir teniendo un futuro bienaventurado.
El líder debe servir a una causa que es mayor que él, la causa de todo un pueblo, y ahora, de toda la humanidad. Por eso, el líder no puede ser víctima de los intereses de grupos. El buen líder está continuamente desafiando la opinión pública para rechazar soluciones maquilladas y negarse a salidas convencionales que sólo tranquilizan pero no transforman el caos en creativo y generativo.
El encuentro de los G-20 el 2 de abril en Londres superó las expectativas, pues se elaboró un consenso global que puede ser eficaz para rescatar el equilibrio perdido. Barack Obama y Lula despuntaron como líderes inspiradores. Lula, recordando la pobreza en el mundo y Obama insistiendo en que el rescate debe ser verde, es decir, que ya no puede ser hecho a costa de la devastación de la naturaleza como ocurría hasta ahora.
El Presidente Lula ha mostrado ser un líder valeroso al afirmar: esta crisis fue provocada por hombres blancos, de ojos azules que presidían bancos e instituciones que dictaban normas para los demás, pero que ellos mismos no las seguían. Hoy están desmoralizados porque sus ideas eran trucos baratos. Ellos tenían una ideología imperial de dominación del mundo.
Mauro Santayana, el príncipe de los analistas políticos brasileros, nos reveló recientemente en un artículo del Jornal do Brasil (26/03) el plan estadounidense de dominación del mundo que estuvo oculto durante más de cuarenta años. Dicen los documentos ahora revelados: «la soberanía supranacional de una elite intelectual y de banqueros es seguramente preferible a la autodeterminación nacional practicada en los siglos pasados». En nombre de este propósito imperial se hicieron intervenciones económicas, políticas, culturales y militares en casi todas partes del mundo. Es la razón por la que Estados Unidos mantiene 700 bases militares en el mundo, con 500 mil soldados sirviendo en el exterior. Es el espíritu de Davos, donde los señores del mundo se reúnen anualmente no para pensar acerca de los problemas de la Tierra, de los pobres, de las mujeres, del hambre... sino sobre las monedas, los mercados, el crecimiento y los propios intereses. Es el más craso materialismo.
Este espíritu montado sobre el falso liderazgo, la mentira, la arrogancia y la violencia se derrumbó ahora junto con el sistema que lo sostenía. Obama muestra clara conciencia de este hecho. Lula fue uno de los pocos líderes mundiales que tuvo el valor de decir las verdades delante del Primer Ministro de Inglaterra, Gordon Brown, que nos visitó en marzo. Sólo espíritus mediocres que aún albergan dentro de sí al colonizador, y que se alinean incondicionalmente con el poder dominante, hicieron críticas al Presidente como si lo que dijo fuese expresión de racismo. No entendieron la metáfora y desvelaron lo que esconden: su sometimiento a la potencia más fuerte.
Pero llegará el día en que el espíritu de Porto Alegre, altermundista, generoso, amante de la vida y de la Tierra verá que su sueño comienza a realizarse. El liderazgo inspirador de Lula, de Evo Morales, de Fernando Lugo, de Rafael Correa y de Barack Obama hará que las potencialidades de lo nuevo, arrancadas del océano infinito de la Energía de fondo que sustenta todo el universo y cada ser, se vuelvan realidad. La humanidad y la Tierra lo merecen. Sólo así podrán seguir teniendo un futuro bienaventurado.