Navidad 2020
Querida hermana y hermano:
Hoy te proponemos
contemplar.
Simplemente.
Contemplar,
hacer silencio,
escuchar, acoger,
recibir, agradecer.
Busca el Nacimiento
que tengas en casa,
o llégate a tu parroquia,
y ante el Belén,
dedica un tiempo
de oración
a contemplar
el misterio de Dios
encarnado,
reconociendo
ese misterio
en la vida obrera.
Sitúate entre
los pastores,
con los magos,
ante el portal.
Lleva contigo
a tus compañeras
y compañeros
de trabajo.
Ponlos contigo
frente al misterio
del Amor.
Contempla a Dios
naciendo
en los recovecos
de esa vida obrera;
contempla
a ese Dios hecho
debilidad
en el amor.
Hasta mañana en el altar.
¡A cuidarse para cuidar!
Fernando Carlos Díaz Abajo
Consiliario General HOAC, y
Mª Ángeles Bayo Valderrama
Responsable de Organización
y Vida comunitaria.
San
Lucas 2,1-14.-
«Hoy os ha nacido
un salvador».
Vuelve
a leer el Evangelio.
Sigue contemplando
en silencio el Nacimiento.
Siéntete envuelta
en la ternura
de Dios aniñado.
Siente su caricia.
Agradece su amor.
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«ORAR CON LA IGLESIA»
TIEMPO
DE NAVIDAD (Ciclo ‘B’) Octava de Navidad
25 y 26 de diciembre de 2020.
TIEMPO DE NAVIDAD (Ciclo ‘B’)
Octava de Navidad: Nochebuena y Navidad
Viernes, 25 de diciembre de 2020.
NOCHEBUENA
En medio de la noche nació Cristo, la luz del mundo, la gracia
de Dios para todos los hombres. Y esta
primera venida en la humildad del pesebre es una llamada a vivir sobria, justa
y piadosamente, aguardando la dicha que esperamos: su segunda venida, «la
manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo» (2
lect.). El Hijo de Dios, al asumir la
naturaleza humana, nos ha unido a la naturaleza divina de modo admirable (cf.
orac. sobre las ofrendas). Hoy nos ha
nacido un Salvador, el Mesías, el Señor.
Que haya sitio para él en nuestro corazón. Viviendo santamente, podremos llegar un día a
la perfecta comunión con Cristo en la gloria (cf. orac. después de la
comunión).
Del Evangelio según
san Lucas 2,1-14.
“Hoy os ha nacido un Salvador”.
Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio… También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada. En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. Apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad».
COMENTARIO
La liturgia de esta noche nos
presenta las coordenadas histórico-teológicas del nacimiento de Jesús y el
cumplimiento de las promesas. Un triple anuncio: El profeta Isaías anuncia el
nacimiento de un niño que es consejero y príncipe de la paz. La noticia suscita un cántico de alegría (Is
9,1-3.5-6).
El ángel del Señor anuncia a los pastores el nacimiento del Salvador y
un coro angélico canta: "Gloria a Dios en el cielo..." (Lc
2,1-14). Pablo
anuncia y explica el significado de la manifestación de la gracia de Dios y
exhorta a los cristianos a hacer el bien (Tit 2,11-14)
ORACIÓN
En esta noche santa te queremos dar gracias por tanto amor. Gracias por nuestra familia y por nuestro hogar. Gracias por las personas que trabajan con nosotros. Bendícenos en este día tan especial en el que esperamos el Nacimiento de tu Hijo. Ayúdanos a preparar nuestros corazones para recibir al Niño Jesús con amor, con alegría y esperanza. Estamos aquí reunidos para adorarlo y darle gracias por venir a nuestro mundo a llenar nuestras vidas. Hoy al contemplar el pesebre recordamos especialmente a las familias que no tienen techo, alimento y comodidad. Te pedimos por ellas para que la Virgen y San José les ayuden a encontrar un cálido hogar.
NAVIDAD
El
Verbo, el Hijo de Dios, se hizo carne y habitó entre nosotros (Ev.). Es el niño que ha nacido, compartiendo
nuestra condición humana, para que podamos compartir su condición divina (cf.
1.ª orac.). Es la salvación de nuestro
Dios que todos verán (cf. 1 lect. y sal. resp.). Dios nos ha hablado por medio de su Hijo (2
lect.). A partir de ahora será ese Verbo
de Dios el que tendremos que recibir y escuchar llenos de fe y así podremos ser
en verdad hijos de Dios. En la
eucaristía el Salvador sigue comunicándonos su vida divina y abriéndonos el
camino para participar del don de su inmortalidad (cf. orac. después de la
comunión).
Del Evangelio según
san Juan 1,1-18.
“La Palabra se hizo carne y
acampó entre nosotros”
En principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.
COMENTARIO
El Salvador nace en Belén. Y la Palabra de Dios nos invita a vivir con gozo este acontecimiento. El Salvador de la humanidad será, simplemente, un niño, hijo de la joven María y del carpintero José. Pero será el Hijo de Dios que traerá consigo la paz para los hombres de buena voluntad. El evangelista san Juan afirma que quienes le reciben son hijos de Dios. Hoy podemos cantar con razón: Gloria a Dios en las alturas porque hay más paz en muchos corazones.
ORACIÓN
Te diré mi amor, rey mío, con una mirada suave, te lo diré contemplando tu cuerpo nacido entre pajas, te lo diré adorando tu carne; te lo diré con mis besos, te lo diré con el amor de tu Madre y con la fe más profunda de que soy capaz: bendito seas porque has venido en esta carne; bendito seas. Bendito seas por venir a poner paz en tanta guerra, calor donde hay tanto frío, bendito seas por venir a plantar el cielo en la tierra. Bendito seas niño Dios por venir a salvarme bendito seas mi redentor. Por tu nacimiento Jesús: Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el señor.
SAN ESTEBAN, PROTOMÁRTIR,
TIEMPO DE NAVIDAD (Ciclo ‘B’)
Octava de Navidad.
Sábado, 26 de diciembre de
2020.
Fiesta
de san Esteban, protomártir, varón lleno de fe y de Espíritu Santo, que fue el
primero de los siete diáconos que los apóstoles eligieron como cooperadores de
su ministerio, y también fue el primero de los discípulos del Señor que en Jerusalén
derramó su sangre, dando testimonio de Cristo Jesús al afirmar que veía al
Señor sentado en la gloria a la derecha del Padre, al ser lapidado mientras oraba
por los perseguidores (elog. del Martirologio Romano).
Del Evangelio según san Mateo 10,17-22.
“No seréis vosotros los que habléis, sino el
Espíritu de vuestro Padre”
Dijo Jesús a sus apóstoles: -“No os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: En su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
COMENTARIO
En el evangelio hemos leído palabras que nos hablan de entregar, acusar, odiar, perseguir. Parece que este porvenir, que Cristo predice a sus seguidores, suena mal al lado de los villancicos, que nos hablan de paz y de alegría. La fidelidad a Cristo, una fidelidad constante, puede traernos esas consecuencias. Así le ocurrió a san Esteban, el primer creyente que murió mártir por declarar que Jesucristo era Dios. Tenemos que estar dispuestos a aceptarlas y saber que el Espíritu Santo nos asistirá de un modo especial y que "el que persevere hasta el final, se salvará". Saber esto es también un motivo de fiesta y de alegría.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, nacido en Belén, que concediste a tu primer mártir Esteban seguir tu ejemplo. Concédenos que, como él, sepamos perdonar a nuestros enemigos, y rogar por los que nos maltratan. Tú, glorioso mártir San Esteban que por proclamar tu amor a Cristo en la tierra te fuiste a acompañarlo a Él en el cielo. Haz que seamos muchos, muchísimos los que con nuestras palabras y buenas obras nos declaremos amigos y seguidores de Jesús en esta vida y seamos sus compañeros en el gozo eterno del Paraíso. Amén.