El Movimiento de Trabajadores Cristianos de Europa (MTCE) ha elaborado una Carta de Derechos de la Familia con la que quiere reivindicar ante las instituciones europeas políticas que permitan el desarrollo pleno de la vida familiar, actualmente muy condicionada y mediatizada por las necesidades productivas y la precarización del mercado de trabajo.
El seminario europeo celebrado en la ciudad húngara de Szombathely el pasado mes de noviembre reunió a 60 representantes de los movimientos integrados en el MTCE (ECWM-EBCA), sindicalistas, activistas y expertos procedentes de once países, para abordar la «Desigualdad entre hombres y mujeres en el mundo laboral» y promover «estrategias para una integración mejor de la vida familiar y profesional». Ya en 2009, en Nantes el MTCE había puesto de manifiesto su preocupación por las dificultades de las familias a la hora de compatibilizar el ámbito personal y social con los actuales ritmos de trabajo.
En esta ocasión, los miembros de los movimientos cristianos europeos insertos en el mundo del trabajo se habían propuesto definir qué derechos fundamentales, nuevos o en retroceso, deben defenderse conjuntamente dentro de Europa para que la actual organización del empleo no se imponga a las necesidades de las personas.
Representantes de KAB de Alemania, KAMM de Hungría, KAP de la República Checa (KAP), MCW de Gran Bretaña, LOC de Portugal e IFES de Rumanía pudieron exponer la situación que viven las familias obreras en sus respectivos países, mientras que María José Rodríguez (HOAC) habló de los problemas que la precarización y la flexibilidad provocan en las familias. Ilke Jaspers (ACV, Bélgica) repasó cómo los diferentes sistemas de seguridad social de los países europeos intentan apoyar la conciliación entre vida laboral y familiar y las reacciones que se están produciendo ante los recortes de derechos laborales.
La acción conjunta que plantea el MTCE pasa por poner de manifiesto las dificultades en los ámbitos de actuación de cada movimiento nacional que encuentran las familias y proponer soluciones, junto con otros agentes sociales y eclesiales. Pero también, el MTCE quiere concienciar a las instituciones políticas y eclesiales de que la actual crisis de las familias, en buena medida, se debe a la organización de las relaciones laborales para dar satisfacción a los objetivos macroeconómicos y no a las necesidades humanas.
«Si queremos que la familia sea un lugar propicio para la humanización y esté en condiciones de cumplir su importante papel social, hay que acabar con lo que hoy está vulnerando derechos básicos de los seres humanos», comenta Charo Castelló, actual presidenta del MTCE.
Por ahora, cada movimiento está dando a conocer a sus miembros las conclusiones alcanzadas en Szombathely y difundiendo en sus ámbitos de actuación la «Carta de Derechos de la Familia», a la espera de lanzar una campaña a nivel europeo de adhesión y definir la estrategia para llegar a las instituciones europeas, tanto políticas como eclesiales.
En esta ocasión, los miembros de los movimientos cristianos europeos insertos en el mundo del trabajo se habían propuesto definir qué derechos fundamentales, nuevos o en retroceso, deben defenderse conjuntamente dentro de Europa para que la actual organización del empleo no se imponga a las necesidades de las personas.
Representantes de KAB de Alemania, KAMM de Hungría, KAP de la República Checa (KAP), MCW de Gran Bretaña, LOC de Portugal e IFES de Rumanía pudieron exponer la situación que viven las familias obreras en sus respectivos países, mientras que María José Rodríguez (HOAC) habló de los problemas que la precarización y la flexibilidad provocan en las familias. Ilke Jaspers (ACV, Bélgica) repasó cómo los diferentes sistemas de seguridad social de los países europeos intentan apoyar la conciliación entre vida laboral y familiar y las reacciones que se están produciendo ante los recortes de derechos laborales.
La acción conjunta que plantea el MTCE pasa por poner de manifiesto las dificultades en los ámbitos de actuación de cada movimiento nacional que encuentran las familias y proponer soluciones, junto con otros agentes sociales y eclesiales. Pero también, el MTCE quiere concienciar a las instituciones políticas y eclesiales de que la actual crisis de las familias, en buena medida, se debe a la organización de las relaciones laborales para dar satisfacción a los objetivos macroeconómicos y no a las necesidades humanas.
«Si queremos que la familia sea un lugar propicio para la humanización y esté en condiciones de cumplir su importante papel social, hay que acabar con lo que hoy está vulnerando derechos básicos de los seres humanos», comenta Charo Castelló, actual presidenta del MTCE.
Por ahora, cada movimiento está dando a conocer a sus miembros las conclusiones alcanzadas en Szombathely y difundiendo en sus ámbitos de actuación la «Carta de Derechos de la Familia», a la espera de lanzar una campaña a nivel europeo de adhesión y definir la estrategia para llegar a las instituciones europeas, tanto políticas como eclesiales.
Nosotros y nosotras, miembros del Movimiento de Trabajadores Cristianos de Europa (MTCE), procedentes de varios países de Europa, hemos reflexionado sobre la compatibilidad entre vida familiar y vida profesional.
Constatamos:
◦Una flexibilidad y una precariedad crecientes del trabajo y un paro cada vez más extensivo que fragilizan a las familias;
◦Una organización del trabajo que obstaculiza la vida personal y familiar: cada vez existe menos tiempo para estar juntos (por ejemplo, el trabajo en domingo);
◦Una disminución, o a veces una desaparición de derechos sociales, que penaliza principalmente a las familias trabajadoras;
◦Un pensamiento dominante «individualista y consumista», que nos hace creer que esas situaciones son naturales y que no pueden cambiar…
Estas realidades impiden el desarrollo de la vida familiar y la participación en la vida social. Creemos que el sistema capitalista neoliberal es el que destruye una institución fundamental de toda sociedad: la familia. Esta situación se ha agravado y constituye un formidable reto para quienes estamos preocupados y preocupadas por la dignidad, la libertad y el desarrollo integral de las personas.
Nadie cuestiona el derecho a ser madre o padre, a formar una familia, educar a sus hijos… Pero, ¿qué condiciones objetivas permiten hacerlo, sin dejar de ser penalizado? ¿Cómo nos hacemos personalmente responsables para que la vida de la familia sea un lugar de desarrollo de la persona, de corresponsabilidad, de compromiso social y cristiano?
Por todo ello reivindicamos los «derechos familiares de las personas y los derechos sociales de las familias».
Lo hacemos sobre la base de nuestra concepción cristiana de la persona humana y sobre la base de la igualdad entre la mujer y el hombre. Afirmamos que las mujeres y los hombres tienen libertad de elección.
Para garantizar la compatibilidad entre vida familiar y vida profesional, reclamamos:
«Los derechos familiares de las personas»
◦Derecho a ser madre y padre.
◦Derecho a fundar, mantener y desarrollar una familia.
◦Derecho a cuidar a las personas mayores.
◦Derecho a educar a los hijos e hijas.
◦Derecho a cultivar las relaciones de pareja.
◦Derecho a una jornada de trabajo compatible con la vida familiar.
◦Derecho a desarrollar la propia vocación.
◦Derecho a tener un compromiso político, sindical, social o cristiano.
◦Derecho a no ser penalizado o penalizada de cualquier manera a causa del ejercicio de estos derechos.
◦Derecho a recibir la ayuda necesaria que garantiza el ejercicio de los derechos familiares de las personas.
Y los derechos sociales de las familias:
◦Derecho a que la organización del trabajo respete la vida familiar.
◦Derecho a un trabajo digno.
◦Derecho a un salario justo y suficiente.
◦Derecho a una red de prestaciones sociales que garantice el alojamiento, la educación, la salud, el paro, la invalidez y la jubilación.
«El trabajo está hecho para la persona y no la persona para el trabajo» (Laborem exercens, 6).
Constatamos:
◦Una flexibilidad y una precariedad crecientes del trabajo y un paro cada vez más extensivo que fragilizan a las familias;
◦Una organización del trabajo que obstaculiza la vida personal y familiar: cada vez existe menos tiempo para estar juntos (por ejemplo, el trabajo en domingo);
◦Una disminución, o a veces una desaparición de derechos sociales, que penaliza principalmente a las familias trabajadoras;
◦Un pensamiento dominante «individualista y consumista», que nos hace creer que esas situaciones son naturales y que no pueden cambiar…
Estas realidades impiden el desarrollo de la vida familiar y la participación en la vida social. Creemos que el sistema capitalista neoliberal es el que destruye una institución fundamental de toda sociedad: la familia. Esta situación se ha agravado y constituye un formidable reto para quienes estamos preocupados y preocupadas por la dignidad, la libertad y el desarrollo integral de las personas.
Nadie cuestiona el derecho a ser madre o padre, a formar una familia, educar a sus hijos… Pero, ¿qué condiciones objetivas permiten hacerlo, sin dejar de ser penalizado? ¿Cómo nos hacemos personalmente responsables para que la vida de la familia sea un lugar de desarrollo de la persona, de corresponsabilidad, de compromiso social y cristiano?
Por todo ello reivindicamos los «derechos familiares de las personas y los derechos sociales de las familias».
Lo hacemos sobre la base de nuestra concepción cristiana de la persona humana y sobre la base de la igualdad entre la mujer y el hombre. Afirmamos que las mujeres y los hombres tienen libertad de elección.
Para garantizar la compatibilidad entre vida familiar y vida profesional, reclamamos:
«Los derechos familiares de las personas»
◦Derecho a ser madre y padre.
◦Derecho a fundar, mantener y desarrollar una familia.
◦Derecho a cuidar a las personas mayores.
◦Derecho a educar a los hijos e hijas.
◦Derecho a cultivar las relaciones de pareja.
◦Derecho a una jornada de trabajo compatible con la vida familiar.
◦Derecho a desarrollar la propia vocación.
◦Derecho a tener un compromiso político, sindical, social o cristiano.
◦Derecho a no ser penalizado o penalizada de cualquier manera a causa del ejercicio de estos derechos.
◦Derecho a recibir la ayuda necesaria que garantiza el ejercicio de los derechos familiares de las personas.
Y los derechos sociales de las familias:
◦Derecho a que la organización del trabajo respete la vida familiar.
◦Derecho a un trabajo digno.
◦Derecho a un salario justo y suficiente.
◦Derecho a una red de prestaciones sociales que garantice el alojamiento, la educación, la salud, el paro, la invalidez y la jubilación.
«El trabajo está hecho para la persona y no la persona para el trabajo» (Laborem exercens, 6).
El “Movimiento Europeo de Trabajadores Cristianos (MTCE)””
es una red de 24 organizaciones de trabajadores en 15 países de la Unión Europea y de Suiza.
es una red de 24 organizaciones de trabajadores en 15 países de la Unión Europea y de Suiza.
El MTCE se entiende como una red de trabajadores cristianos que defiende las creaciones de una Europa social y justa. En este sentido, el MTCE trabaja en la realización de un Modelo Social Europeo. La dignidad humana, la solidaridad y la justicia son los puntos de orientación centrales.
El MTCE sigue el método de ver-juzgar-actuar. La base de la reflexión es la percepción consciente y el análisis de las circunstancias vitales de las personas en el campo de tensión de estructuras sociales, económicas y políticas. Después sigue la valoración según los parámetros del Evangelio y la doctrina social eclesiástica. De ella emana la actuación política y pastoral, así como la elaboración y formulación de soluciones de problemas políticos, que se introducen en la política europea. Las estructuras laborales y organizativas de las diferentes organizaciones de trabajadores nacionales son diferentes.
Al mismo tiempo que existen diferentes movimientos con una amplia tradición, también existen algunos movimientos en desarrollo, sobre todo en Europa Oriental. La base para el trabajo social, cultural y emancipador en cada uno de los movimientos es el Evangelio, el cual ubica al ser humano como el centro de toda acción. Al mismo tiempo, el MTCE representa la coordinación europea del “Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC)”, que se fundó en Roma en 1966.
El MTCE sigue el método de ver-juzgar-actuar. La base de la reflexión es la percepción consciente y el análisis de las circunstancias vitales de las personas en el campo de tensión de estructuras sociales, económicas y políticas. Después sigue la valoración según los parámetros del Evangelio y la doctrina social eclesiástica. De ella emana la actuación política y pastoral, así como la elaboración y formulación de soluciones de problemas políticos, que se introducen en la política europea. Las estructuras laborales y organizativas de las diferentes organizaciones de trabajadores nacionales son diferentes.
Al mismo tiempo que existen diferentes movimientos con una amplia tradición, también existen algunos movimientos en desarrollo, sobre todo en Europa Oriental. La base para el trabajo social, cultural y emancipador en cada uno de los movimientos es el Evangelio, el cual ubica al ser humano como el centro de toda acción. Al mismo tiempo, el MTCE representa la coordinación europea del “Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC)”, que se fundó en Roma en 1966.