¿Creen ustedes que, como ha afirmado el profesor del Instituto de Tecnología de Massachusetts, Nicholas Negroponte, Internet puede ser el remedio mágico que permita al Tercer Mundo dar saltos gigantescos en muy poco tiempo hacia el desarrollo económico? En mi opinión, aunque es cierto que estos avances tecnológicos cambiarán nuestra manera de vivir, nuestro concepto del trabajo, nuestra visión de la salud, nuestra idea de la familia, nuestra concepción de la política, nuestro sentido del ocio y, quizás, nuestro modelo de la existencia humana, estoy convencido de que ni la ciencia ni la tecnología por sí solas serán capaces de disminuir las lacerantes desigualdades ni de eliminar las sangrientas injusticias. Es verdad que, además de trasplantar corazones, riñones e hígados, estos “inventos” pueden conectarnos con el mundo entero pero, también es cierto que, si no cambiamos nuestra conciencia ética, nuestra sensibilidad social e, incluso, nuestros presupuestos políticos, el hambre seguirá aumentando en muchas zonas de nuestro planeta.
A poco que hojeemos los periódicos, podremos comprobar cómo allí donde el hambre era hereditaria, se está transformando en una creciente y devastadora miseria. Diariamente recibimos noticias sobre la manera “sangrante y mortífera” que, por todo el mundo, se desplazan corrientes de refugiados empujados por el hambre. Lo más triste es que no podamos afirmar que exista una eficaz voluntad política de solidaridad o, incluso, de justicia, que acompañe a los conocimientos científicos y a los adelantos técnicos, ni tampoco advertimos que se adopten decisiones eficaces para poner fin a esa indigencia masiva que prolifera junto al crecimiento incontrolado de la riqueza de unos pocos. Este Jueves, Día del Amor Fraterno, Caritas nos recuerda que “quién ve a sus hermano en necesidad y no se apiada de él, no práctica la justicia ni, mucho menos, vive el amor”.
A poco que hojeemos los periódicos, podremos comprobar cómo allí donde el hambre era hereditaria, se está transformando en una creciente y devastadora miseria. Diariamente recibimos noticias sobre la manera “sangrante y mortífera” que, por todo el mundo, se desplazan corrientes de refugiados empujados por el hambre. Lo más triste es que no podamos afirmar que exista una eficaz voluntad política de solidaridad o, incluso, de justicia, que acompañe a los conocimientos científicos y a los adelantos técnicos, ni tampoco advertimos que se adopten decisiones eficaces para poner fin a esa indigencia masiva que prolifera junto al crecimiento incontrolado de la riqueza de unos pocos. Este Jueves, Día del Amor Fraterno, Caritas nos recuerda que “quién ve a sus hermano en necesidad y no se apiada de él, no práctica la justicia ni, mucho menos, vive el amor”.
José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente en nuestro “blog”, sobre el sentido de la dignidad humana y el nuevo humanismo.
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39.- «PERDÓN»
(Hacia un nuevo humanismo)