Pandemia de la pobreza.
Por qué la pobreza es la forma de los más variados sufrimientos para el ser humano, (hambre, embargos, desahucios, indigencia, exclusión…) éstos son sufrimientos provocado por la acción del ser humano y de sus estructuras. Sufrimientos no generados por la finitud del ser humano, ni por causa de la fatalidad, no lo es por causa de la naturaleza y sus fenómenos naturales (inundaciones, movimientos sísmicos), tampoco lo es por causa de pandemias.
Sin embargo, esto último, el COVID-19 está aterrando, paralizando confinando a buena parte del planeta. Nos hace sentirnos indefensos y sin comprender el porqué, nos está sucediendo esta fatalidad a nuestra sociedad desarrollada.
Nos ha pasado que hemos obviado sucesos como la pobreza que sucedían en otros continentes y países que provocaban la muerte de millones de personas de otras tierras, de otras razas. Esto pasaba por delante de nuestra vista como si no fuera con nosotros, que eso era problema de países subdesarrollados. Unos pueblos a los que con nuestras fronteras los manteníamos en la distancia.
Pero una gran fatalidad nos ha alcanzado, una pandemia que no entiende de fronteras, ni muros ni continentes, ni razas, aunque los más pobres la sufrirán con mayor intensidad pues se unirá a su eterno sufrimiento, la pobreza, las guerras, las plagas.
Con el tiempo habremos conseguido una vacuna contra el COVID-19, devolviendonos nuestras seguridades, riquezas, egoísmos, e inhumanidad. Pero los países pobres no la tendrán, no tendrán con que pagarla, salvo a gobernantes y poderosos de esos países. Y lo harán acosta de más pobreza y subdesarrollo en esos países.
En nuestros ricos países la pandemia dura varios meses. En los países pobres, llevan siglos de la más feroz pandemia, la pobreza, que hemos generado por nuestras riquezas. Y ello a pesar de que con nuestras riquezas de países súper desarrollado se podría acabar con la pobreza en todo el mundo.
Y esto último no es cosa de la fatalidad, esto es, por causa de nuestra inhumanidad.
Sin embargo, esto último, el COVID-19 está aterrando, paralizando confinando a buena parte del planeta. Nos hace sentirnos indefensos y sin comprender el porqué, nos está sucediendo esta fatalidad a nuestra sociedad desarrollada.
Nos ha pasado que hemos obviado sucesos como la pobreza que sucedían en otros continentes y países que provocaban la muerte de millones de personas de otras tierras, de otras razas. Esto pasaba por delante de nuestra vista como si no fuera con nosotros, que eso era problema de países subdesarrollados. Unos pueblos a los que con nuestras fronteras los manteníamos en la distancia.
Pero una gran fatalidad nos ha alcanzado, una pandemia que no entiende de fronteras, ni muros ni continentes, ni razas, aunque los más pobres la sufrirán con mayor intensidad pues se unirá a su eterno sufrimiento, la pobreza, las guerras, las plagas.
Con el tiempo habremos conseguido una vacuna contra el COVID-19, devolviendonos nuestras seguridades, riquezas, egoísmos, e inhumanidad. Pero los países pobres no la tendrán, no tendrán con que pagarla, salvo a gobernantes y poderosos de esos países. Y lo harán acosta de más pobreza y subdesarrollo en esos países.
En nuestros ricos países la pandemia dura varios meses. En los países pobres, llevan siglos de la más feroz pandemia, la pobreza, que hemos generado por nuestras riquezas. Y ello a pesar de que con nuestras riquezas de países súper desarrollado se podría acabar con la pobreza en todo el mundo.
Y esto último no es cosa de la fatalidad, esto es, por causa de nuestra inhumanidad.
José Manuel Carrascosa Freire , ex-presidente diocesano de la HOAC (2014-2019), Representante de la HOAC en el Secretariado diocesano de Pastoral Obrera y Coordinación del Sector.