Querido amigo y amiga:
Recibe un saludo muy cordial de la HOAC diocesana de Cádiz y Ceuta,
que tiene el gusto de hacerle partícipe e invitarle a esta Convivencia de
Navidad.
Adjuntamos el programa de la celebración que comenzaremos con la Eucaristía dominical de la parroquia a las
11:00 de la mañana.
En la comida compartida que tendremos, está previsto hacer un “arroz comunitario”
Con
este motivo, le deseamos una Gozosa y Solidaria Navidad:
«¡NO SE
DEJEN ROBAR LA ESPERANZA!
Encarnarse con los de abajo como Jesús.
En Jesús se realizó la dignidad divina de los pobres».
Recibid un abrazo en Cristo Obrero.
LA COMISIÓN DIOCESANA DE LA HOAC
Diócesis de Cádiz y Ceuta
Iglesia en el Mundo Obrero y
Mundo Obrero en la Iglesia
DIÓCESIS DE CÁDIZ Y CEUTA
CONVIVENCIA DE NAVIDAD
H.O.A.C. de CÁDIZ Y
CEUTA
¡¡Hoy nos ha nacido un
Salvador:
el Mesías, el Señor!! (Lc. 2,11)
DÍA:
Domingo,
15 de diciembre de 2013.
LUGAR: Puerto
Real
Parroquia de “María
Auxiliadora”
(Barriada Nueva Andalucía),
C/ Vejer, s/n
PROGRAMA DE ACTIVIDADES
10:45 h.
Llegada y
acogida en la Parroquia1.
11:00 h.
Celebración de
la Eucaristía2.
12:15 h.
Saludo de la C.D. Convivencia3.
14:00 h.
Comida compartida4.
16:00 h.
Amistad y
confraternización5.
17:30 h.
Despedida.
¡¡¡Te deseamos una Gozosa
y Solidaria Navidad
y un Mejor Año 2014!!!
VIVAMOS LA NAVIDAD CON LOS EMPOBRECIDOS
DEL MUNDO OBRERO Y DEL TRABAJO
1. La celebración la tendremos en la Parroquia de “María
Auxiliadora” (Puerto Real)
que nos acoge y nos ofrece el P. Diego Ramírez Pereira, a quien se lo agradecemos, tanto a él como a
la Comunidad Parroquial.
¡Acudamos
con alegría a celebrar la Navidad!
2. La Eucaristía la haremos con la comunidad
de esta Parroquia de “María Auxiliadora”, compartiendo y
teniendo presente que la vida que Dios nos ofrece nos llama a vivirla en
solidaridad con las víctimas de las situaciones del mundo obrero que sufren con
durezas las consecuencias de la crisis y cuyas causas venimos denunciando con
nuestros gestos, compromisos y trabajos en el Sector.
3. Saludo
de la C.D., tras este saludo trataremos de llevar a cabo un rato de convivencia mientras preparamos
el “arroz comunitario” y la mesa, con todo aquello que podamos aportar para
realizar una buena comunión de vida.
4. Compartiendo el magnífico “arroz
comunitario”, con el que Fco.
Güeto nos deleita cada Navidad con la colaboración de todas y todos, junto
con los aperitivos que cada uno y una, como generosos pastores de Belén podamos
llevar para compartir con el Niño Dios que nos va a nacer, productos navideños
y bebidas (incluidos vinos y licores) para brindar.
5. Todos y todas ponemos todo nuestro entusiasmo
para que rebose el gozo de estar siempre disponibles en nuestro servicio al
Mundo Obrero y que puedan y vivamos la "Evangelii
Gaudium", la alegría del Evangelio
MENSAJE DE
NAVIDAD 2013
NOTICIAS OBRERAS DE DICIEMBRE 2013
El diseño contiene dos
ideas claras: Emigración y Esperanza.
La numeración de la
tarjeta de equipaje es la cifra de parados
en el momento de elaborar la
felicitación navideña;
las siglas hacen referencia al 50 aniversario del fallecimiento de Guillermo Rovirosa.
Encarnarse
con los de abajo como Jesús
Àlvar Miralles
Nuestra
existencia, la de todos y todas, depende del trabajo –verdaderamente
sacrificado– de otras personas. «De niño
necesitamos a nuestros padres, que nos alimentaron, nos educaron, nos limpiaron
la nariz y nos ataron los cordones de los zapatos. Luego necesitamos maestros que con infinita
paciencia nos enseñaron a contar y a escribir…».
La HOAC necesitó un militante como
Guillermo Rovirosa para existir. Cada
lector puede acumular ejemplos y más ejemplos. Sí, verdaderamente el humano depende de la
ayuda de los otros. ¡Un individuo,
entregado solo a sí mismo, se atrofia sin remedio!
«Que otros nos ayuden, nos introduzcan
en nuevos campos, nos precedan con sus capacidades y sus conocimientos, nos
señalen soluciones: esto se mantendrá así hasta el fin de nuestra existencia». ¡Todos estamos embarcados en una misma historia!
¡Todos formamos una sola humanidad! Aquí, en este mundo, el que no recoge…,
desparrama. Aquí el que no colabora, el
individualista actual de nuestras sociedades encarna al viejo Caín con su
infame pregunta: «¿soy yo, acaso, el guardián de mi hermano?».
Todo el que cree vive de la fe de otro
que lo ha precedido en la fe, de la fe de sus padres, de la fe de sus amigos, de
la fe de los santos…, de la fe de la Iglesia. Sí, para poder creer necesitamos de la ayuda
de los demás creyentes.
Qué verdad es que el humano
supuestamente «autónomo» de nuestros días, que opina que no necesita ninguna ayuda
de nadie, tiene, por supuesto, y a pesar de todo, quien le ofrece esa ayuda
subrepticiamente: por ejemplo, los medios de comunicación y la cultura
ambiente, que con excesiva frecuencia piensan por él, lo forman de acuerdo con
sus ideales y de este modo, y sin que ni tan siquiera lo advierta, lo reducen a
la minoría de edad. Y es que, contra
cierta interpretación de Kant, uno no puede tomar la vida en sus propias manos,
uno no puede llegar a la mayoría de edad, sin ayuda de los demás. El individuo solitario es el famoso cuento con
que la modernidad ha mecido al burgués que todos los «modernos» llevamos
dentro. Todos necesitamos ser ayudados por
otros. ¡Lo importante es elegir por
quién queremos ser ayudados!
Los cristianos, con un agradecimiento
que estremece todo nuestro ser, sabemos que todo lo que somos se lo debemos a Jesús.
Si podemos amar, perdonar, entregarnos
hasta la muerte por los empobrecidos del mundo obrero…, si en medio del
cansancio de la lucha militante por el bendito Reino de los pobres mantenemos
la esperanza, a pesar de todo…, se lo debemos a Jesús, a su amor, a su perdón,
a su entrega hasta la muerte por todos nosotros..., pobres pecadores.
Y si Jesús vino a este mundo, ¿no fue
porque hubo un pueblo de Dios que preparó su venida? No podemos dejar de pensar en María, y en
José, y en Moisés y en Abrahán… Y
después de Jesús hemos de recordar a Pedro, a Pablo, a los evangelistas, a
tantos cristianos…, a Rovirosa. Aquello
que ellos hicieron es ahora nuestra tarea como Iglesia: hacer posible que este
mundo nuestro pueda encontrarse con Jesús, el divino obrero de Nazaret.
En
Jesús se realizó la dignidad divina de los pobres
Si alguien dice querer la realización
de una vida digna para todos los que habitamos este planeta lleno de
injusticias, ha de saber que ello es imposible sin un amor sacrificado como el
que vivió Jesús. Y aquí solo entran los
verdaderos cristianos, como fue el caso de Rovirosa.
Cuando el amor es amor verdadero, no
solo perdona, sino que asume la responsabilidad por las consecuencias de lo que
el otro ha hecho. El amor no se desentiende
del mal. El amor no asesina al enemigo. El amor ama al enemigo. Y esto tiene su precio. No se produce sin sacrificio. ¡Ahí está la cruz de Jesús como signo
luminoso! El asumió en su triturado
cuerpo las terribles consecuencias de nuestra inmunda injusticia, fruto abominable
de nuestro estúpido egoísmo… Pues bien,
a esto mismo estamos llamados los que, por el Bautismo, somos su Cuerpo,
miembros del Pueblo de Dios, Iglesia militante.
Solo pueden alcanzarse resultados
positivos cuando son muchos los obreros que, habiendo conocido el verdadero sentido
de la vida de Jesús, Dios encarnado –desde su oscuro nacimiento marginal hasta
su entrega «gloriosa» en el infamante patíbulo romano–, trabajan, con la cruz a
cuestas, por sanear las consecuencias (sociales, culturales y políticas)…, de
las culpas de los otros. La propia liberación
recibida obliga a entregarse por la liberación de los otros…, hasta el final.
Surge así con Jesús una nueva cadena de
causas (cuya fuerza reside en el mandamiento nuevo de Jesús) que actúa contra
la cadena de causas de la culpa (cuya desgracia es llenar de víctimas nuestra
tierra). Pero esta cadena jesuana, mientras tengamos que pedir la
llegada de su Reino, tiene una divina particularidad: solo pueden formarla las
víctimas y los que se solidarizan con ellas. Y una consecuencia inaudita: para arrancarlo de
raíz, hay que cargar sobre las espaldas de uno mismo las consecuencias del
pecado del mundo. Y es que ser cristiano
es algo inaudito en esta tierra.
«A encarnarnos con los de abajo, como
Jesús, y a pertrecharnos con la fe para luchar sin tregua contra el “pecado
estructural” que nos deshumaniza a todos…, a eso nos sentimos llamados los
obreros cristianos de la HOAC».
Solo los necios pretenden actuar a
fuerza de voluntad. Por eso, contra la
sentencia kantiana del «puedes, puesto que debes», hemos de decir: «puedes, si
quieres que te ayuden». La puerta del
cambio de vida se abre al que reconoce su debilidad congénita para la
conversión, al que se siente cansado y agobiado por su torpe caminar. Entonces Jesús nos llama: «Venid a Mí, todos
los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de Mí, que soy manso
y humilde de corazón y encontraréis vuestro descanso». Y entonces, en el camino de cambio emprendido
con los empobrecidos del mundo obrero, a veces torpe y siempre lento, nos
atrevemos a levantar la voz que anima a los oprimidos y denuncia al explotador
y sus comparsas.
Sí, con su despojamiento divino en aquel
pesebre, con su muerte en cruz –que fue total y absolutamente una muerte por
los demás, autovaciamiento hasta lo último, ágape en su sentido más radical– ha
roto para siempre la conexión de desdicha y perdición del mundo (que nos
encerraba en la cárcel del individualismo egoísta) y ha creado un nuevo suelo
sobre el que ¡es posible superar las consecuencias del pecado! Sobre este bendito camino del amor hasta el
fin, que Dios encarnado nos ha abierto, podemos ahora nosotros caminar con su mismo
Espíritu en una nueva vida, propia de los hijos de Dios…, ahora, reunidos en
pueblo de Dios por Jesús, podemos proseguir su mismo proceso de liberación, que
nos ha capacitado para vivir desde el Amor (y no desde la ley), en la Gracia (y
no en el pecado), para la Vida (y no para la muerte).
¡En Jesús y con Jesús podemos y
queremos ser verdadera liberación para los pobres de la tierra!
Ahora bien, «no hay mayor mentira que
la verdad en labios del mentiroso». Las
verdades que aquí escribimos y que anunciamos a tiempo y a destiempo, sentados
y dormidos, en la calle y en la iglesia, serán de labios verdaderos si
provienen de personas creyentes comprometidas con los últimos de la tierra. Qué así sea. ■