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Los serios peligros del “tecnologismo”
Advierto que con esta denominación -“tecnologismo”-, no me refiero al desarrollo racional de la tecnología, al uso de los conocimientos técnicos que, científicamente ordenados, nos sirven para diseñar proyectos, para crear bienes y para ampliar unos servicios que faciliten la adaptación al medio ambiente y la satisfacción de las necesidades esenciales y de los deseos razonables de la humanidad. Hemos de reconocer que la actividad tecnológica influye poderosamente en el progreso social y económico, y puede, incluso, mejorar al ser humano mediante la aplicación correcta de los progresos de la biología y de la genética.
Pero hemos de ser conscientes de que, si no se orienta de una manera adecuada, puede degradar al ser humano y hacerlo más temible. Ya sé que la tecnología puede servir, incluso, para proteger la naturaleza y para evitar que las crecientes necesidades provoquen el agotamiento de los recursos materiales y energéticos del planeta, pero también me preocupa que, a veces, tenga como consecuencia el aumento de las desigualdades sociales. Para que la técnica humanice es imprescindible que racionalice sus fuerzas, administre sus recursos, economice sus energías y aproveche sus potencialidades
Tras la lectura atenta del libro titulado Transhumanismo y fascinación por las nuevas tecnologías, escrito por Tanguy Marie Pouliquen y publicado en Rialp, Madrid, 2018, he llegado a la conclusión de que el “tecnologismo”, es una concepción de la tecnología como una “ideología de la técnica” que, prescindiendo del pensamiento humanista, arrincona los valores éticos, sociales e, incluso, estéticos. Estoy de acuerdo en que hemos de valorar positivamente el desarrollo de la técnica, pero a condición de que no la aceptemos de una manera absoluta y acrítica que ignore o anule la posibilidad de que la voluntad humana diga “no” a su crecimiento incontrolado como si éste constituyera el fin último de toda las actividades investigadoras y la vía segura para el crecimiento social y para el dominio del mundo.
Efectivamente, en la actualidad, como afirma Mons. Jacques Suaudeau, Director científico de la Academia Pontificia para la vida y autor del prólogo, se corre el riesgo de borrar el límite entre, no sólo entre la vida animal y la humana, sino también entre la vida natural y artificial, “entre el ser humano y la máquina, allí donde la inteligencia humana y la inteligencia artificial se encuentran”.
En mi opinión, los adelantos técnicos en los ámbitos de, por ejemplo, la biología, la medicina, el derecho, la economía, la agricultura o, incluso, del comercio han de estar orientados y alentados por un afán explícito de mejorar las condiciones de vida humana tanto individual como colectiva. Hemos de ser conscientes de los riesgos que frecuentemente corremos cuando olvidamos que un “tecnologismo” incontrolado hace que perdamos de vista los valores que nos hacen más “humanos” y prescinde de las metas que nos proporcionan un mayor bienestar a una mayoría de ciudadanos. No estoy en contra de los avances tecnológicos sino a favor de su utilización imaginativa y, sobre todo, de esa aplicación razonable que tiene la mirada fija en el bienestar humano que trasciende la mera eficacia económica e, incluso, la simple comodidad: ha de ser, por lo tanto, una parte integrante de un proyecto coherente de un crecimiento personal armónico, de un mundo más confortable y de una sociedad más solidaria.
Pero hemos de ser conscientes de que, si no se orienta de una manera adecuada, puede degradar al ser humano y hacerlo más temible. Ya sé que la tecnología puede servir, incluso, para proteger la naturaleza y para evitar que las crecientes necesidades provoquen el agotamiento de los recursos materiales y energéticos del planeta, pero también me preocupa que, a veces, tenga como consecuencia el aumento de las desigualdades sociales. Para que la técnica humanice es imprescindible que racionalice sus fuerzas, administre sus recursos, economice sus energías y aproveche sus potencialidades
Tras la lectura atenta del libro titulado Transhumanismo y fascinación por las nuevas tecnologías, escrito por Tanguy Marie Pouliquen y publicado en Rialp, Madrid, 2018, he llegado a la conclusión de que el “tecnologismo”, es una concepción de la tecnología como una “ideología de la técnica” que, prescindiendo del pensamiento humanista, arrincona los valores éticos, sociales e, incluso, estéticos. Estoy de acuerdo en que hemos de valorar positivamente el desarrollo de la técnica, pero a condición de que no la aceptemos de una manera absoluta y acrítica que ignore o anule la posibilidad de que la voluntad humana diga “no” a su crecimiento incontrolado como si éste constituyera el fin último de toda las actividades investigadoras y la vía segura para el crecimiento social y para el dominio del mundo.
Efectivamente, en la actualidad, como afirma Mons. Jacques Suaudeau, Director científico de la Academia Pontificia para la vida y autor del prólogo, se corre el riesgo de borrar el límite entre, no sólo entre la vida animal y la humana, sino también entre la vida natural y artificial, “entre el ser humano y la máquina, allí donde la inteligencia humana y la inteligencia artificial se encuentran”.
En mi opinión, los adelantos técnicos en los ámbitos de, por ejemplo, la biología, la medicina, el derecho, la economía, la agricultura o, incluso, del comercio han de estar orientados y alentados por un afán explícito de mejorar las condiciones de vida humana tanto individual como colectiva. Hemos de ser conscientes de los riesgos que frecuentemente corremos cuando olvidamos que un “tecnologismo” incontrolado hace que perdamos de vista los valores que nos hacen más “humanos” y prescinde de las metas que nos proporcionan un mayor bienestar a una mayoría de ciudadanos. No estoy en contra de los avances tecnológicos sino a favor de su utilización imaginativa y, sobre todo, de esa aplicación razonable que tiene la mirada fija en el bienestar humano que trasciende la mera eficacia económica e, incluso, la simple comodidad: ha de ser, por lo tanto, una parte integrante de un proyecto coherente de un crecimiento personal armónico, de un mundo más confortable y de una sociedad más solidaria.
Para leer los artículos publicados en el Blog de “Compañía 19”
José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente en nuestro “blog”, sobre las Claves del bienestar humano el sentido de la dignidad humana y el nuevo humanismo. Actualmente, nos envía también una reseña semanal sobre libros de pensamiento cristiano, evangelización, catequesis y teología. Con la intención, de informar, de manera clara y sencilla, de temas y de pensamientos actuales, que gustosamente publicamos en nuestro “blog”.
[«Transhumanismo y fascinación por las nuevas tecnologías», escrito por Tanguy Marie Pouliquen y publicado en Rialp, Madrid, 2018]
[«Transhumanismo y fascinación por las nuevas tecnologías», escrito por Tanguy Marie Pouliquen y publicado en Rialp, Madrid, 2018]
