28 de mayo, Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar: «Juntos anunciamos lo que vivimos»
La Iglesia celebra el día de Pentecostés, este año el 28 de mayo, el Día de la Acción Católica y Apostolado Seglar. «Juntos anunciamos lo que vivimos» es el lema que la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida propone para la Jornada de este año.
«Juntos anunciamos lo que vivimos» #DíadelaAcciónCatólica
Esta celebración nos permitirá reflexionar y celebrar juntos la importancia que para la vida cristiana tiene el sentirse enviados en los ambientes, donde hace falta comunicar la esperanza de Jesucristo resucitado, que acompaña la vida y la tarea de la militancia cristiana en las periferias. A ser testigos y a dar testimonio con el compromiso personal y comunitario en todas esas realidades donde hay que llevar un mensaje de humanización, de que otra realidad y otra sociedad es posible, precisamente en un día en que se celebra también la fiesta de la democracia con la cita electoral que nos llama a la participación social para fortalecer las instituciones públicas.
La transformación cristiana del mundo
Del blog de D. Rafael Zornoza Boy
MI MENSAJE POR LA SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS,
Y EL DÍA DE LA ACCIÓN CATÓLICA Y
EL APOSTOLADO SEGLAR.
La solemnidad de Pentecostés nos recuerda el nacimiento de la Iglesia, donde culmina toda la obra de Cristo, que, entregándonos el don del Espíritu Santo, nos capacita para ir a todo el mundo y llevar a cabo su obra. En este día celebra la iglesia, precisamente por ello, el Dia de la Acción Católica y del Apostolado Seglar. El anuncio de Jesucristo es la misión propia de la Iglesia y, con ella, la transformación y humanización del mundo en el que vivimos. Si bien la evangelización corresponde a todo el pueblo de Dios —laicos, consagrados y ministros ordenados—, dicha transformación entra de lleno en la “índole secular”, que es la nota propia y específica de los laicos, tal como nos lo recuerda el Concilio Vaticano II.
A los laicos corresponde, por propia vocación, promover el reinado de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según nos enseña el evangelio. Los seglares viven en todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo, y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con las que su existencia está como entretejida. Allí están llamados por Dios, para que, desempeñando su propia profesión, guiados por el espíritu evangélico, contribuyan a la santificación del mundo como desde dentro, a modo de fermento. Y así hagan manifiesto a Cristo ante los demás, primordialmente mediante el testimonio de su vida, por la irradiación de la fe, la esperanza y la caridad (cf. Lumen Gentium, 31).
Da alegría ver como muchas iniciativas de evangelización están promovidas hoy por laicos en comunión con sus pastores. Es cierto que algunos laicos son llamados a colaborar directamente con los ministros ordenados en la misión pastoral ordinaria de la Iglesia. Sin embargo, esta no es la misión más característica para la mayoría de los laicos. Dios no llama al laico a abandonar el mundo cuando profesa su fe, todo lo contario, el “mundo” se convierte en el ámbito y en el medio de su vocación, en el cual debe buscar su santificación. Todos los miembros de la Iglesia somos partícipes de la dimensión secular, pero lo somos de formas diversas. Ahora bien, la participación de los fieles laicos tiene una modalidad de actuación y de función que les «es propia y peculiar». El «mundo», el ámbito secular, se convierte en el ámbito y el medio de la vocación cristiana de los fieles laicos. Aunque se percibe una mayor participación de muchos laicos en los ministerios laicales, este compromiso no se refleja en la penetración de los valores cristianos en el mundo social, político y económico. Se limita, muchas veces, a las tareas intraeclesiales, sin un compromiso real por la aplicación del Evangelio a la transformación de la sociedad. No está la plenitud del compromiso laical en su proximidad al altar, sino en la transformación cristiana del mundo.
Sigue siendo un reto importante despertar en los laicos la vocación que han recibido de Jesucristo para que, unidos a él, ejerzan su misión de ser sal y luz para el mundo, de ser la levadura que transforme la sociedad para hacerla más humana, digna y fraterna. Ellos son el rostro, la voz y los brazos de Dios en medio del mundo. Es necesario, pues, que los laicos redescubran su misión más propia y fundamental, de modo que el Espíritu Santo, por medio de sus vidas, pueda despertar el deseo de Dios en los hombres y mujeres con los que comparten su existencia, en tantos ámbitos seculares como es necesario estar, como, por ejemplo, promoviendo la dignidad de la persona, defendiendo el inviolable derecho a la vida y la libertad para invocar el nombre del Señor; han de estar en la familia, el primer campo del compromiso social, y promoviendo la caridad, alma y apoyo a la solidaridad; y siendo destinatarios y protagonistas de la política, situando al ser humano en el centro de la vida económica y social, así como evangelizando la cultura (cf. Encíclica Christifideles laici de san Juan Pablo II).
Es misión de los laicos alentar un movimiento social a favor del bien común que pasa por proponer, no imponer, la visión católica de la persona, el matrimonio y la familia, como fermento de una sociedad más fraterna, humana y sensible a los más pobres y necesitados. Su vocación exige la presencia pública de los católicos en los ambientes e instituciones civiles donde viven. Los laicos católicos son el rostro de Dios y de la Iglesia para muchas personas que lo desconocen. Para realizar esta misión, es necesario que los laicos vivan una pertenencia gozosa a la Iglesia a través de sus comunidades y que estas no dejen de sostenerlos en su tarea.
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EL APOSTOLADO SEGLAR.
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¿Cuál es el mensaje de los obispos?
La Jornada de este año, explican los obispos de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida, “nos invita a todos los bautizados, especialmente a los laicos, a tomar conciencia de la importancia del anuncio explícito de Jesucristo, con palabras y con obras”.
Esta Comisión, anuncian, quiere llevar a cabo un ejercicio de discernimiento sobre el Itinerario del Primer Anuncio pues las conclusiones del proceso sinodal evidencian que es una prioridad pastoral para la Iglesia en España. Además, se recoge como una preferencia en las orientaciones pastorales de la CEE (2021-2025), Fieles al envío misionero.
También “nos urge” a situar el primer anuncio como núcleo y eje de la labor pastoral como Iglesia responder al “cambio de época”: “La sociedad actual, marcada por la secularización y el pluralismo, se coloca cada día más de espaldas a Dios y la mayoría de las personas viven como si Dios no existiera. Si hace unos años la fe fue arrinconada al ámbito privado de la persona, ahora ha sido en muchos casos expulsada incluso de ese espacio. Podemos afirmar que estamos asistiendo a una situación de esquizofrenia creyente, porque se ha establecido una contraposición entre la vida de fe y la vida cotidiana”.
El primer anuncio, matizan, encuentra su fundamento en el mandato expreso de Jesús, “que nos invita a la evangelización: «Id al mundo entero y anunciad el evangelio a toda la creación» (Mc 16,15)”. Y en contexto actual, caracterizado en muchos casos por el desconocimiento y la indiferencia hacia la persona de Jesús, estamos llamados a hacernos presentes, a nivel personal y comunitario, en los espacios públicos para anunciar el kerigma con lenguajes adecuados al interlocutor y especialmente con nuestro testimonio”.
Una tarea de todo el pueblo de Dios
Los obispos recuerdan que la misión de anunciar a Jesucristo corresponde a todo el pueblo de Dios y que “la tenemos que realizar juntos, en comunión, en clave de sinodalidad”. El proceso sinodal “está insistiendo en que la comunión y la participación tienen como meta la misión, el anuncio del evangelio. Además, el camino sinodal nos está invitando a sentirnos corresponsables en la misión evangelizadora, superando el clericalismo que nos afecta tanto a los clérigos como a los laicos”.
Los obispos valoran las iniciativas de primer anuncio que ya existen en nuestra Iglesia en España, pero confiesan que “nuestro anhelo es que todos, por el sacramento del bautismo, tomemos conciencia de nuestra vocación de ser anunciadores de Jesucristo, que proclamemos con nuestras palabras y obras el kerigma, el núcleo del evangelio: Jesucristo te ama, ha dado la vida por ti y ha resucitado”.
Por eso, ofrecen unas pautas. Como punto de partida para abordar cualquier cambio pastoral señalan la importancia de la oración, de los sacramentos y de “renovar nuestro encuentro con el Señor” pues “no podemos ser creíbles en el exterior si no cuidamos el interior”.
También es fundamental, explican, comunicar con lenguajes adecuados a aquellos con los que se dialoga. Y hoy “este anuncio debe insertarse en la nueva cultura digital en la que nos movemos”. En este sentido plantean el desafío de convertirse en una presencia evangelizadora en el continente digital.
Otra palabra clave es el testimonio pues nuestro mundo necesita “no tanto maestros como testigos”. Es fundamental “anunciar a Cristo con nuestro modo de vivir” para “tocar el corazón y la mente de los que nos escuchan porque predicamos con nuestra vida”. “Nos duele”, confiesan, que en la síntesis del Sínodo en España “se vea a la Iglesia como una institución reaccionaria y poco propositiva, alejada de la realidad de hoy”.
Como Iglesia “tenemos que situarnos en diálogo con el mundo, ofreciendo la buena noticia del evangelio a tantas personas que están sufriendo, que se sienten marginadas por la sociedad por cualquier motivo”. Estamos llamados a anunciar “al que es la vida, Jesucristo, en medio de las situaciones de muerte, de tristeza o de falta de esperanza que hay a nuestro alrededor”.
Esta Jornada, que coincide con las elecciones municipales y autonómicas, “nos interpela también a un testimonio cristiano en el mundo de la política, que, en palabras del papa Francisco, «es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común» (EG 205).
Los obispos terminan su mensaje agradeciendo el trabajo de las delegaciones de apostolado seglar; de los movimientos y asociaciones; de la Acción Católica; del Consejo Asesor de Laicos y “el testimonio anónimo de tantos laicos de nuestras parroquias que cada día anuncian a Jesucristo en sus ambientes, con palabras y obras”.