Las elecciones siempre son un momento
importante en el desarrollo de la vida democrática. Pero estas elecciones, el próximo 20 de
noviembre, son especialmente importantes, dada la situación en que se encuentra
nuestra sociedad. En particular, por el
sufrimiento que la crisis económica y las políticas que se están llevando a
cabo están provocando en tantas familias trabajadoras.
Desde la Hermandad Obrera de Acción
Católica (HOAC), como movimiento eclesial en el mundo obrero y del trabajo,
pensamos que estas elecciones deben servir para expresar con nuestro voto la
necesidad de cambiar de raíz la orientación de las decisiones políticas que se
están tomando desde hace muchos años, tanto con gobiernos del PP como del PSOE
y, particularmente, las decisiones que se están llevando a cabo para hacer
frente a la crisis…
Está en juego el propio futuro de la
democracia, el respeto y la promoción de los derechos sociales de personas y
familias, las conquistas alcanzadas con muchos años de luchas y sacrificios
(derechos laborales, servicios públicos…), la posibilidad de un futuro justo y
humano, y, sobre todo, los derechos de las personas empobrecidas. En definitiva, la vida de las personas en
todas sus etapas y circunstancias.
Como dice el Papa Benedicto XVI en su
encíclica “Caritas in veritate”:
“El primer capital que se ha de
salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad” (nº 25).
Y creemos que este principio fundamental
para la justicia y la dignidad en la vida social, no se está teniendo en cuenta
en muchas de las decisiones políticas que se están tomando.
Es verdad que el cambio de orientación
de las decisiones políticas, no depende sólo de las próximas elecciones.
Depende también de cómo nos situemos en
nuestra vida cotidiana, de qué reivindicaciones planteemos, de qué compromisos
asumamos, de cómo nos hagamos, o no, responsables de la vida social en los
distintos ámbitos en que nos movemos…
Depende, en definitiva, de sobre qué valores,
formas de vida y principios queremos construir nuestra sociedad.
Situados en este horizonte, queremos
ahora centrarnos en lo que está en juego en las próximas elecciones. Durante años se han tomado decisiones que han
desviado cada vez más recursos sociales desde la economía productiva real y la
inversión del Estado, hacia una economía financiera especulativa, que produce
ganancias económicas mayores y más rápidas, pero un falso crecimiento
económico.
Se han rebajado los impuestos a las
rentas más altas; se ha incrementado la rentabilidad del trabajo, precarizando
cada vez más el empleo y debilitando los derechos laborales; se han abierto los
servicios públicos al negocio privado…
¿SOBRE QUÉ VALORES, FORMAS DE VIDA Y
PRINCIPIOS QUEREMOS CONSTRUIR NUESTRA SOCIEDAD?
Detrás de estas políticas existe una
perversión de la economía y una inversión de su sentido, al poner los
beneficios privados de las estructuras capitalistas y de los mercados
financieros y de sus responsables, por encima de las necesidades sociales de la
mayoría de las personas.
Como comunidad cristiana hemos de decir
con toda claridad que esto no debe ser así. Una economía funciona bien sólo cuando
responde a las necesidades de las personas. Esa y no otra debe ser su finalidad.
Este funcionamiento desviado de la
economía es el origen de la crisis. Crisis,
que ha castigado a los sectores más empobrecidos y vulnerables de nuestra
sociedad, al destruir buena parte de la economía real y del trabajo,
incrementado, hasta límites insoportables, el paro. Las medidas tomadas contra la crisis por los
gobiernos de España y autonómicos, no sólo no lo han corregido, sino que han
agravado la situación.
Además las sucesivas reformas laborales
no han aportado nada para combatir el paro y se han puesto mayores dificultades
para acceder en el futuro a una pensión justa y digna. Se han debilitado aún más los derechos
sociales y los servicios públicos con los recortes que se están produciendo con
el pretexto de reducir el déficit público.
Una decisión especialmente grave ha sido
la reforma de la Constitución. Para
decidir, nada menos que con rango constitucional, que se da prioridad al pago
de la deuda, para que continúe funcionando el negocio financiero, sobre las
necesidades sociales.
Todo esto está significando un
vaciamiento de contenidos de la democracia. Cada vez existe menos transparencia en lo que
se hace y se hurta más a los ciudadanos la capacidad de decisión real. No podemos continuar así. Es imprescindible cambiar de raíz el rumbo
para poner en primer lugar a las personas, los derechos de los empobrecidos y
las necesidades sociales.
UNA ECONOMÍA FUNCIONA BIEN SÓLO CUANDO
RESPONDE A LAS NECESIDADES DE LAS PERSONAS
Por todo ello, la HOAC consideramos que
en las próximas elecciones, para valorar las distintas propuestas políticas y
decidir el voto, es fundamental preguntarse qué medidas concretas se proponen
para:
1. Priorizar las necesidades sociales en
lugar de los intereses de los grupos de presión con gran poder económico y subordinar
la economía financiera a las necesidades de la economía real.
2. Dar prioridad real a las políticas de
erradicación de la pobreza y a la inversión pública y social dirigida a los
sectores más empobrecidos de la sociedad.
3. Fortalecer el tejido productivo en todos
sus sectores, promoviendo un tejido empresarial digno de tal nombre y dar mayor
protagonismo a las empresas de economía social, cooperativas, etc.
4. Revertir las reformas laborales que
precarizan el empleo, debilitan los derechos laborales y deterioran las
condiciones de trabajo, articulando políticas encaminadas a combatir el
desempleo (con especial atención al juvenil) y la precariedad laboral,
caminando hacia empleos decentes en condiciones dignas.
5. Revertir los recortes en los servicios
públicos, fortaleciéndolos como garantía de los derechos sociales de las
personas y familias, sobre todo en lo que se refiere a educación, sanidad,
vivienda y protección social.
6. Revertir la reforma del sistema público
de pensiones, tomando medidas para avanzar en la garantía de pensiones dignas y
justas.
7. Reconocer y promover prácticamente los
derechos familiares de las personas y los derechos sociales de las familias.
8. Revertir todas las decisiones que se han
tomado, encaminadas a que las rentas más altas, los beneficios de las grandes
empresas y el capital financiero paguen menos impuestos, realizando una reforma
fiscal en profundidad, encaminada a una mayor y más justa redistribución de la
riqueza social, que facilite al Estado disponer de los recursos para responder
a las necesidades sociales básicas.
9. Promover que el sistema productivo cuide
el medio ambiente y caminar hacia un modelo de consumo humano frente al
consumismo que devora los recursos, como expresión de nuestra responsabilidad
hacia las generaciones futuras.
10. Fomentar la transparencia y el control
efectivo por la ciudadanía de todas las instituciones políticas, la
responsabilidad y la formación cívica, como elementos fundamentales para una
regeneración democrática que impulse la participación y el protagonismo de la
sociedad en la vida política y en la toma real de decisiones.
Se trata, en definitiva, de poner en
primer lugar a las personas, los derechos de los empobrecidos y las necesidades
sociales.